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[CB] "Envío defectuoso" (Terminado)

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Mensaje por Tori Jue Feb 16, 2017 12:09 am

Participantes: Agape E. McGrowdie y Tori

Agape E. McGrowdie: Roar, una tierra que no había pisado en todo sus escasos años de vida. Sus padres le habían hablado de lo áridas que eran aquellas tierras, más jamás habría imaginado que lo fueran tanto. A pesar de ser seco hacía prácticamente tanto frío como en Torava, incluso se atrevería a decir que más- Señorita, después de todo, no debería haber venido -Comentó uno de los comerciantes, mientras cubría sus hombros con un grueso abrigo- ¡Claro que debía! -Pronunció ella, mirándolo con un leve e inocente reproche- Nuestra mercancía llegó defectuosa y les causó un montón de problemas a los Pyrcas, lo mínimo que puedo hacer, como jefa, es venir a disculparme en persona y llevarles el producto en condiciones. -Era, sin duda, una persona extremadamente seria. Si bien ella solía ocuparse de la tienda y dejaba que los negocios al extranjero fueran llevados a cabo por una compañía externa, aún sentía que era su responsabilidad.

Tori: Después de hablarlo con sus hermanos habían llegado a la decisión de que debía ser Tori quien hablase con ellos. Junto a un par de hermanos comerciantes se dirigió al punto donde se había estipulado la junta ese día. No estaba muy contento. Algunos niños resultaron enfermos o heridos por alguna mala mercancía. Nada grave, pero en efecto suficiente para despertar la ira de Tori. Se sentó en una de las sillas del cuartel de juntas en el que estaban, impaciente. —¿Y bien? ¿Cuánto más piensan tardar? Debería haber ya arropado a los niños. —Suspiró harto mientras golpeteaba la mesa con un par de dedos. Finalmente les escuchó llegar. —Al fin...

Agape E. McGrowdie: Había sido un largo camino hasta llegar allí y Agape, quien era apenas una joven quien no estaba acostumbrada a viajar, estaba sufriendo los contratiempos que lo mismo supone. Se sentía levemente mareada y tenía el cuerpo completamente helado. No obstante caminaba recta y tenía una leve sonrisa en su rostro, no una que despertara seguridad, más una amable y tranquila. Dejó que los otros dos comerciantes se sentaran y, antes de hacer lo mismo, hizo una reverencia ante el joven que se encontraba frente suya. Era probablemente mayor que ella y por su rostro, podía intuir que estaba molesto- Lamentamos enormemente lo sucedido. -Dijo en primera instancia, antes de alzar su cabeza; su sonrisa había dejado de serlo, ahora siendo el rostro de alguien severamente arrepentido. Se sentó en la silla y antes de hablar, se dispuso a escuchar cualquier cosa que el ajeno tuviera que decirle.

Tori: "Nosotros lo lamentamos más." Pensó más que furico, no obstante no dijo nada de nada. Dejó al par de hermanos comerciantes que venían con él decir cualquier cosa que fuese importante, y al final habló él. —Un par de niños enfermaron por algo de carne que venía entre los pedidos que trajeron. —Dijo directamente, observando a la señorita, mientras aún golpetaba la mesa. —Lamentarlo no es suficiente. Que sepan que están bien sólo porque fuimos muy cuidados con ellos, pero díganme ustedes, ¿qué hubiesen hecho si esos niños hubieran muerto? Un Lo siento no hubiese bastado. No tienen excusas, deben ser más cuidadoso con lo que exportan. ¿Qué pasa? ¿Es que no tienen cuidado con nosotros sólo porque estamos en la peor zona del mundo? —Típica discriminación que se le daba a los karr y roar. —

Agape E. McGrowdie: Su rostro no cambió en ningún momento, se veía arrepentida y no tenía ningún tipo de excusa que pudiera usar para rebatir aquellas palabras, más, ante lo ultimo dicho, no pudo evitar fruncir el ceño, casi ofendida- La única diferencia entre un clan y otro, es la distancia del viaje, nada más, nada menos. -Dijo, totalmente seria. Ella jamás discriminaría a nadie, bajo ningún concepto. Ya fueran Roar o Karr, siempre y cuando quienes quisieran la mercancía fueran gente honrada, la entrega sería hecha con la misma exactitud- Sé que lamentarlo no es suficiente y es evidente que, de haberse dado el caso, nuestro error no habría tenido perdón alguno. -Empezó a hablar, con total seguridad- No obstante, no era la carne lo que estaba en mal estado. -Empezó a explicar- No supe lo sucedido hasta que fui informada de la muerte de uno de los miembros de la embarcación. Al parecer tenía algún tipo de enfermedad y esta fue contagiada a la comida. -De haberlo sabido, jamás habría permitido que su mercancía fuera entregada, sobretodo siendo alimentos, más era imposible remediarlo, pues dicho hombre no informó de su enfermedad a nadie- Al parecer necesitaba el dinero desesperadamente, asi que trabajó incluso estando enfermo. Fue imprudente de su parte, imprudente y egoísta. -Apretó sus puños; su rostro empezaba a estar levemente rojo- Pero no es distinto a usted, quien quiere cuidar a su familia. Padre de dos hijos y un tercero por venir, dio todo de sí para protegerlos. Y aunque entiendo que esté enfadado, pues para proteger a su familia puso en peligro a muchos otros niños, espero que como mínimo comprenda que nada fue hecho con malas intenciones ni desprecio...

Tori: —Bien. —Miró a otro lado no de muy buen humor. Lo cierto es que eso último le había tocado el corazón, igual que siempre que se trataba de los seres que amaba y cuidaba. Sabía perfectamente lo que era trabajar duro para llevarles pan a la mesa a esos críos. Aún así no podía dejar de estar enfadado. Uno de sus hermanos le dio un par de palmadas en señal de que se calmara. Miró de reojo a la señorita. No parecía una persona irresponsable. —No volverá a repetirse, ¿cierto? —Cuestionó mientras ahora le veía más directamente. —Nunca antes nos habían dado problemas, así que pensaré que fue solamente eso, un error. Espero que en el futuro no vuelva a repetirse. —Inconforme se levantó y salió de la tienda, acomodando su abrigo de pieles mientras suspiraba rendido, recargándose en una roca a apenas unos metros de la entrada del lugar, tratando de relajarse. —

Agape E. McGrowdie: Ya había establecido una nueva regla ante la compañía y era que antes de cualquier viaje sus empleados y los de la embarcación debían pasar un chequeo médico. Cualquiera que estuviera enfermo sería sustituido hasta el siguiente viaje. Aquellas eran las nuevas precauciones, causa y efecto de lo sucedido en esa ocasión; Agape aprendía de sus errores. Asintió con firmeza ante cada palabra del ajeno- A-ah, esp- -Antes de poder terminar de hablar con él el hombre se levantó y salió de la tienda- Os dejo el resto a vosotros, sabes como proceder. -Dijo, mientas tocaba los hombros de sus dos compañeros, mucho más viejos que ella. Salió con prisas persiguiendo al castaño, quedándose sin aliento muy rápido a pesar de no haber corrido casi nada; estaba agotada. Sus mejillas estaban rojas y su mirada levemente emborronada- ¡D-disculpe! -Llamó su atención; usaba únicamente su abrigo, había olvidado el que su compañero le había prestado antes- Los niños... -Susurró, cansada, cuando finalmente llegó hasta él- ¿Están... recuperados ahora? -Preguntó, mientras observaba el carro que había no muy lejos, donde estaba toda la nueva mercancía- A decir verdad, quise compensarles a ellos también. Así que personalmente hice algunos juguetes... Puede que no sean de tanta calidad como los había hecho un profesional, pero... Sentí que era algo que debía hacer yo... -Hablaba de forma pausada y se quedaba sin aliento cada dos por tres. No se sentía especialmente bien y al no estar demasiado acostumbrado a ello, pues pocas veces enfermaba, parecía no percatarse de ello realmente.

Tori: Sinceramente se sorprendió un poco al verle llegar. Mantenía las manos en los bolsillos de su abrigo de pieles, observando a la señorita casi ahogandose por la falta de aire. ¿Le faltaba tanta condición? De cualquier modo, alzó una ceja al escuchar lo que decía. Suspiró con suavidad y también volvió la vista hacia el carro que cargaba ya la nueva mercancía. —Gracias, pero no era necesario que hiciese algo como eso. —Lo cierto es que eran demasiados niños, y terminarían por pelearse por los juguetes o hacerlos añicos. Pero bueno, suponía que mientras aguantasen los pobres objetos, podrían servir. Se acercó a ella y se quitó el abrigo. Abajo de él no tenía una camisa, sólo su torso desnudo. Sin importar el severo frío, le puso las pieles a la señorita en los hombros, que le cubrían la mayoría del cuerpo. —¿Se siente mal?

Agape E. McGrowdie: La joven negó al escuchar el comentario ajeno, dejando que le colocara la chaqueta encima de los hombros y sonriendo posteriormente; era un buen hombre. Se notaba que se preocupaba por esos niños, que era un padre, total y completamente, tal como lo fue el suyo, por ello, era incapaz de evitar sentir que le tenía un profundo respeto, aun sin llegar a conocerlo realmente- Gracias, me encuentro bien -Dijo, sin ser consistente de su propia persona, mientras se acercaba al carro, esperando que él la siguiera- Y evidentemente que debía -Aseguraba, muy convencida- Es lo mínimo que podía hacer. -Añadió, justo cuando llegaron al carro. Sin más se sacó los guantes que hasta ese momento habían cubierto sus manos y estas mismas quedaron al descubierto, luciendo varios arañazos y hematomas, fruto de obrar con materiales a los que no estaba acostumbrada. Abrió una enorme caja y sacó unas piezas de madera. Redondas, rectangulares, cuadradas, estrellas, lunas, etc. Había de todas- Estás están pensadas para construcción y similares. Están hechas de madera, limadas y barnizadas con productos naturales para que no se astillen y los niños no corran peligro. Lo único es que es importante que tengan en cuenta que no deben lanzárselo a otros niños, sería peligroso -Explicó. Sabía lo revoltosos que podían llegar a ser los niños y no había piezas ni muy grandes, ni muy puntiagudas, ni muy pequeñas tampoco, para evitar que los más pequeños se los comieran- Son pocas teniendo en cuenta la cantidad de niños en la aldea Pyrca, no obstante -Volteó, para mirarlo a los ojos- Si llegaran a causar problemas los retiraríamos para pensar en algo más, por ende, quiero esperar a ver si son problemáticas o beneficiosas para ustedes los Pyrcas y para la diversión de los niños antes de mandar más cargamentos. -Finalmente, dejó de hablar, esperando su opinión.

Tori: —La siguió de cerca. El frío era crudo en esa época del año. Un suave suspiro hizo soltar un par de llamaradas cortas, suficientes para calentarle el rostro y el cuello al pyrca. —Muchas gracias. Creo que definitivamente será problemático, pero sabremos manejarlo. —Comentó observando con más detalle los juguetes. —A ver si no los rompen. Comprenderá que los roar somos un poco... bárbaros. —Dijo sin tapujos, tomando en su mano uno de los dichosos juguetes para tallarlo con el dedo gordo. —Me parece bien. —Lo devolvió a su lugar. —Pero quien debe aceptarlos o negarlos es solamente el Dyn. —Explicó. —Ya recibirán noticias de él cuando llegue el momento. ¿Es todo con respecto a esto? —Cuestionó. —No quería correrla ni nada, pero había dejado sus niños encargados y ya sentía ganas de volver con ellos. Temía que pasasen frío. —

Agape E. McGrowdie: Observó al hombre, quien encima de todo ya le había cedido la chaqueta; debía estar pasando frío- Está bien, que los juguetes se rompan es lo de menos, lo importante es que ellos los disfruten y no se hagan daño con los mimos. -Explicó, tranquila, mientras se retiraba la chaqueta de los hombros, con cuidado, devolviéndosela al castaño- Muchas gracias por prestarme su abrigo, pero creo que le hace más falta a usted. -Sonrió, mirando la tienda de la que había salido antes- Supongo que también va siendo hora de que vuelva con mis compañeros, deben esta- -Se llevó una mano a la cabeza, más no para comprobar su temperatura, simplemente porque había tenido la sensación de que estaba por desvanecerse- Ahh... Sí, deben estar preocupados, no suelo viajar. -Explicó, dirigiéndole nuevamente otra sonrisa, clamada y sincera- Discúlpeme por haberle robado tanto de su preciado tiempo, intuyo que debe ir a cuidar de sus pequeños, por ello, me retiraré por ahora. Espero que volvamos a encontrarnos en el futuro. -Y asi, sin más, dejó que el hombre marchara, dirigiéndose nuevamente hacia esa tienda.

Tori: Alzó una ceja cuando la señorita le devolvió la chaqueta. Definitivamente aquella la necesitaba mucho más. —Hey... —Le dijo cuando dijo todo eso como despedida. —Te la he dado para que te la lleves, los climas están bastan extremos por este lado del mundo. —Explicó sin más dejándola de nuevo en sus hombros. —Suerte en el regreso, y gracias por todo. —Se estiró un poco antes de ver a sus compañeros salir de la tienda. Estaban listos, al fin. —Suerte. —Repitió por última vez antes de caminar en dirección directo a sus puestos. Sonrió suavemente. Aquella mujer había sido bastante amable a pesar de venir de un reino con el cual no estaban aliados. —
Tori
Tori
Pyrcas


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