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Cronología || El Diario de Heytt Von Stroker

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Mensaje por Heytt Von Ströker Mar Mar 21, 2017 12:13 pm

Cronología || El Diario de Heytt Von Stroker ASNlp20

Mis viajes por el mundo

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Roles (Spin-Offs)

§ Goodbye Space Cowboy ~ Ascensio Cavatis
Envuelto en la tristeza de haber perdido a su maestro, Heytt sigue en las cuevas buscando una solución para su situación actual. Irse o quedarse en Artae, es en una de esas tantas caminatas por las cuevas que se encuentra con alguien con quien se desahoga y toma el valor para partir hacia el mundo...

§ Esta noche, la oscuridad y la luna serán mis cómplices ~ Lydia Eclair
A penas saliendo de Artae, a poco meses de haber dejado las montañas, Heytt se topa con una pandilla que tiene por prisionera a una pequeña niña. Es así como este accede a traerles algo de valor a cambio por su vida, acabando en una fiesa; el joven explorador se encuentra con una demonio cuyo vil objetivo compite con el de Heytt. ¿El inicio de una amistad o una gran enemiga?

§ Cuando solo algunos estan despiertos ~ Ekaterina Niurka
Perdido en las tierras de Karr, Kajid que fue secuestrado luego de que emboscaran la caravana donde viajaban Heytt y él. Heytt empieza a investigar a donde se lo habrán llevado, su caminata lo guía hacia una joven que aunque en apariencia es frágil. Heytt sabe que a su corta edad, la vida parece querer fulgurar desde el interior de la chica y se libre...

§ Bandits & Leaves on the Tree ~ Johanna Jordan
Paseando por los bosques de Euen, Heytt se topa con una situación que podría meterle en problemas. Al borde de una pelea con unos bandidos, por intentar salvar a unas doncellas que fueron secuestradas, este conoce a una chica llamada Johanna de quien se apoyará para devolver lo robado y hacer justicia a la violencia injustificada sobre una de las doncellas.
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Trama

§ Partem Septem: The Crusader: Prologue

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Última edición por Heytt Von Ströker el Lun Abr 10, 2017 9:09 pm, editado 7 veces
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Mensaje por Heytt Von Ströker Jue Abr 06, 2017 12:53 pm


Partem Septem: The Crusader
Prologue

“¿Que será de este mundo cuando yo me vaya…? Como yo quedamos pocos, y conmigo muere mi especie.”

Dichoso si has encontrado este diario, si os interesa podrás conocer la historia del último dragón de la familia Von Ströker, un servidor. En el he escrito y dibujado todos los sitios a los que he ido en mi vida. Eso sí, déjame aclararte que no es la típica historia de un héroe que cruza el mundo para salvarlo, mucho menos un valiente guerrero que surca cielo mar y tierra por su amada… bueno, de eso quizá hay algo, pero no soy un valiente guerrero ni mucho menos

Esta es la humilde trama de un dragón huérfano que no quiere vivir más en el abismo del mundo. Un joven que con la muerte de su maestro… dio pie a buscar su futuro en las estrellas. Nací en el lago Arza y con diez años de edad entendí que no puedo malgastar mi tiempo ocultándome del mundo.

Deseo todo y nada a la vez... -  Solo quiero poder ser yo mismo… - mis palabras resonaron como un eco, con la tenue luz de mi lámpara de aceite, las cuevas susurraban sus secretos a través del viento. La luz ausente no llegaba hasta las profundidades donde me encontraba, conocía el lugar perfectamente pues había estado ahí antes. - Padre, madre… - suspiré largamente con melancolía y me puse en camino…

Las tumbas de mis padres eran un lago en una de estas tantas catacumbas. No era un mal sitio para enterrar un cuerpo, menos el de dos dragones que para estas fechas, deben de quedar solo los huesos… llegue hasta el sitio en cuestión en no más de quince minutos descendiendo. Encendí dos veladoras y las puse sobre una tabla de madera tallada como un barco, empujándola hacia el centro del lago - El viejo maestro falleció… - Pensé en venir a despedirme de mis padres pues en un largo tiempo no volvería a pisar la resbaladiza roca - Creo que tomaré algunas cosas de la mina para llevarme, por mi seguridad no tienen que preocuparse… saben que no voy a meterme en problemas… no tan seguido al menos

Me llevé la mano a la nuca y sonreí ligeramente - ¿Qué me hizo tomar esta decisión? Bueno, la verdad es que no tengo a que quedarme. El viejo maestro me dijo que cuando el muriese quería que tomará mis cosas y abandonará el clan. Me dijo que la única manera de encontrar a “esa” joven era explorando el mundo - me sonroje un momento y me lleve la mano al bolsillo - ¿Que como sé que es una joven la dueña de la piedra? Es un presentimiento - me crucé de brazos e hice gestos orgullosos - No tienen por qué darme tal sermón, no es una locura salir a explorar el mundo por una solo una “roca”

El viento se volvió más cálido y el agua comenzó a hervir hundiendo mi barco, con él, llevando mis deseos hasta las profundidades - Esta esfera me salvo… en su interior escuche una voz que me llamaba, no decía “Heytt ven” pero… siento que el mensaje era para mí… es difícil de explicar pero… - Levante la mirada suspirando y sonriendo de lado pues aunque sabía que era de locos hablar con los muertos; quería que alguien me escuchará una última vez antes de abandonar las montañas - Siento que este es mi destino - me agache y tome mi mochila - Por eso, les agradezco el que hayan tenido que soportar mi abandono por tanto tiempo - Mire las velas desaparecer en el fondo marino y me despedí con algunas lágrimas encerradas aún en mis ojos - Prometo volver algún día y contaros mi historia

Artae se convertiría en un sueño para mí, a partir de ese momento, el viejo maestro era alguien respetable y conocido por todas las montañas; al volver a la aldea había miles de personas reunidas para despedirse de él. Él me dijo que aprovechará el bullicio para pirarme de ahí pues no habría nadie que me detuviese en ese momento… Comencé a desmontar mi casa de campaña y a hacer una maleta con cautela. No llame demasiado la atención y pocos de los que me vieron, sabían seguramente que hacia… no me detuvieron.

Las luces arcoíris de las veladoras iluminaron las cavernas - Buenas noches viejo, prometo que nos veremos en el otro lado - Sonriendo, con nostalgia me di la vuelta y no volví a mirar atrás. Después de un largo rato de andar, viejas palabras de mi maestro me venían a la mente, el fantasma de su sabiduría no dejaba de acecharme – Siempre decías que el mundo es igual a un zapato, no importa la suela sino el terreno que pises… - Suspiré y me detuve unos segundos buscando la entrada a las catacumbas de mis antepasados.

Las minas estaban repletas de oro y otras gemas preciosas, todas robadas por un viejo dragón de quien me avergüenza decir el nombre. Al centro, se cernía una cabaña de madera vieja. Mi “hogar”. O al menos el lugar donde venía a ocultarme cuando no quería saber nada de mis iguales u otros tipos con los que tenía ciertos cruces de miradas hostiles. Era difícil llegar hasta aquí pues la capa de azufre era letal para los pulmones humanos…

Esa noche fue la última que pase en Artae pues estaba planeado partir al alba. Justo cuando el sol se encontrase en lo más alto del firmamento… Justo cuando la luz que tocaba el mundo me indicará el sendero que debía de tomar, llevaba conmigo mapas para trazar las mejores rutas, en caso de emergencia; me alejaría surcando los cielos. Debo admitir que tuve miedo por un momento y dude en seguir adelante… la noche cayo rápido en la caverna, el aire estaba helado. Era la primera vez que pasaba la noche en completa soledad, encendí una fogata en la chimenea y me eché en mi cama. Tome la esfera de cristal que tenía en el escritorio y la mire fijamente por algunos segundos

¿Sera esto lo correcto? ¿De verdad me llamaste? – Suspiré con algo de tristeza, el viejo maestro nunca se quiso ir de las montañas pues fundía como el mediador entre el pueblo y los soldados. Incluso participaba en reuniones con el consejo que hacia negocios con las otras naciones. Volví la mirada al mapa que tenía colgado en la pared y a medida que el ambiente se hacía más cálido, la soledad se volvía más abrumadora.

Lo que haya más allá del mundo quiero conocerlo todo… - tome una hogaza de pan y comencé a cenar dejando algunas migajas en la cama. Al cabo de un rato y luego de un buen té de orquídeas encima. Apague las luces y me eche a dormir. ¿Qué sería de este lugar si me voy? No me importa el oro pues ha sido mal habido, no obstante, me intriga el saber si alguien robará mis cosas… esos fueron de mis últimos pensamientos…

A la mañana siguiente, no habría un sol que me abrigará e indicase que ya habían pasado las horas suficientes para partir. No obstante, si me despertó una luz que había engullido toda la habitación. Me desperté asustado pues pensé que alguna chispa en la chimenea quemaría mi choza. No obstante, no estaría más que equivocado, aquella esfera mágica estaba flotando a la mitad de la habitación y en el interior escuche aquella voz que me salvo cuando era más joven…

“Sálvame… salvemos Exie… te lo suplico…”

La voz era dulce, igual que una melodía compuesta por el mismísimo Xoplan. Alto músico y afamado compositor de piano. Me levante de la cama con premura, cogí mi mochila ya lista para el viaje y le arrebate al aire la esfera, comencé a correr por las montañas de oro hasta un pilar cerca de la salida. A pasos de abandonar mi hogar, me volví. Quería grabarme cada pequeño detalle en la memoria. La caverna alta que se alzaba tan lejos como el cielo, los cristales luminosos que brillaban para darle vida, el oro reluciente, los pilares donde yacían las viejas escaleras hacia la superficie… incluso la neblina de azufre en los túneles… y al centro, aquel sitio; mi vieja cabaña.

Maestro, padre, madre… volveré y le traeré honra a nuestro apellido… - Limpie mis lágrimas y sin pensarlo más, comencé a correr hacia la superficie, atravesé con velocidad. Al llegar a una pendiente, me deslice por la roca resbaladiza hasta el acantilado. La luz del sol comenzaba a colarse por las altas grietas, me deje caer hacia las profundidades y en el momento por sucumbir a la gravedad, extendí mis alas y me eleve con rapidez.

Atravesando la grieta estaba mi nueva vida… el viento choco con mi rostro y me hizo sentirme revitalizado por algunos segundos. Me sentía lleno de vida. Estaba feliz, una sonrisa pinto mi rostro. Abrí los ojos acoplándome a la luz y mire el más bello amanecer que jamás habría pensado existiría. Justo al alba, como el viejo maestro hubiera querido. Aquel hombre que con sus enseñanzas me dio honor y valores…

El mundo es del mismo tamaño que mi suela – Susurré y comencé a descender, el bosque de Euen se veía en las cercanías. La ciudad sería la primera localidad que visitaría. Al descender, oculte mis alarmas, acomode mi mochila al hombro y comencé a andar. Cada paso aceleraba mi corazón. Sentía miles de emociones…

Las montañas se habían quedado atrás…

“Te salvare… lo juro”

Eso pensé…
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