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Wild Flowers [Priv. Raissa Embarr]

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Mensaje por Ekaterina Niurka Mar Jul 18, 2017 9:41 am

Amanecía y Ekaterina estaba contemplando al hombre marcharse. Era mucho mayor que ella, de espaldas anchas, y ahora con un par de monedas menos. La meretriz tenía el dinero en la mano y jugueteaba con el con aire desinteresado y el ceño fruncido. Escupió en el suelo en un gesto de desprecio, como si el hombre la estuviera viendo, aunque ya se había alejado tanto que ni siquiera la joven podía distinguirle con claridad. Estaba en la frontera del Sector Rojo con el Pueblo y se dirigió hacia algún rincón oscuro. Estaba cansada y tenía sueño. Sacó una pequeña botella de alcohol del malo. Era barato en los bares del Sector Rojo y aunque ella lo detestaba y debido a su edad apenas lo toleraba, le daba sueño y además le ayudaba a olvidar recuerdos desagradables.

Al fin encontró un rincón desierto y se tumbó en el suelo. Tenía que tener cuidado, pues si pasaba alguien, era probable que le quitara todo lo que tenía. Así es la vida en Karr. Para cualquiera hubiera sido incómodo dormir de día, con el brillante sol de Karr brillando en lo alto, pero eso a ella le daba igual, no tenía otra opción y estaba acostumbrada. Trabajo de noche y comida y sueño de día. Prefería dejarse la comida para antes de trabajar. Dejó las monedas en el pequeño saco que tenía atado al vestido para mayor seguridad.

Lo que menos quería era encontrarse con alguien, pues estaba bastante deprimida como la mayor parte del tiempo y solo quería encerrarse y estar sola para siempre. Casi morir en vida. Lo único que de verdad quería era cambiar, pero ya sabía que eso era imposible. Se había encontrado muchas veces con gente amigable, por supuesto, que lo hacían más llevadero, pero no había llegado a considerar a nadie un "amigo" y tampoco es que quisiera. Lo que quería era "aliados".

Una de las cosas en que la meretriz más pensaba era su futuro. El pasado no se podía cambiar, y el presente tampoco, y quería saber cuales serían las consecuencias de esa vida. No le costaba mucho pensarlo. Sin duda dentro de poco estaría con varios niños en los brazos y muriéndose joven de una enfermedad rara, dejando a los pequeños abandonados y seguramente varios seguirían sus pasos equivocados. Aunque la verdad es que ella no había tenido una infancia especialmente mala - bastante solitaria, independiente, pero tampoco horrible. Se pasaba el día en casa jugando como todo niño pequeño. - y así había acabado.

Cerró los ojos y trató de dejarse arrastrar por el sueño, en vano. Por alguna razón, pese a estar tan cansada, no lo conseguía. Le asaltaban imágenes confusas que no lograba definir y que le impedían conciliar el sueño. De repente, comenzó a sentirse asustada. Muy asustada. No eran imágenes aleatorias, claro que no, sino recuerdos. No era una escena novelesca, a la que le invaden recuerdos que le afectan profundamente y se arrepiente de todo lo que había hecho mal en la vida. Le ocurría de vez en cuando, y no podía quitarse las imágenes de la cabeza. Por suerte una voz las interrumpió bruscamente.
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Mensaje por Raissa Embarr Mar Jul 18, 2017 11:37 pm

Había hecho unas dos presentaciones aquel día, y ahora estaba descansando, mientras daba vueltas por el pueblo y evitaba ir a casa, si es que se atrevía a llamarlo así, nunca le quedaba muy claro cuando se trataba de su padre, no sabía si sentirse rechazada o apreciada, aunque él no fuese un mal hombre -eso al final, luego de estar con su madre-, de todos modos fuera de las paredes de aquel tosco hogar, seguía diciendo mentiras y pendejadas, incluso ahora, luego de tantos años. Si bien Raissa nunca la ganó rencor, odio o pensó mal de él, porque a pequeña edad estuvo viviendo allí, tampoco le tenía demasiado aprecio, aunque le tenía. Por eso, se preocupaba, y lo iba a ver de vez en cuando, además pensaba en su madre, quien menos lo veía y le gustaba llevarle noticias de él, ya que seguía amándolo. Y era lo mismo para su padre, en las mañanas se sentaban a conversar un poco sobre como iban las cosas por allá y todo aquello.

"Bien, bien, entonces, ¿qué hago ahora?" pensaba, mientras caminaba en el pueblo, sabía que al final se estaba dirigiendo a casa de todos modos, hasta que le atacó al idea de comprar algo. Y, notó que no se encontraba donde debería. Vio las pobres chozas alrededor, y se dio cuenta de que por estar despistada, se podría haber metido en un grave problema, al final, nunca sabes que podía pasar en Karr, incluso en las mejores zonas. "Debería... debería ir al mercado... o volver a la capital, aquí no conseguiré nada", aunque se sentía egoísta en ni siquiera pensar en dar algún espectáculo por esas zonas, sólo porque estaba consciente de que nadie podría darle nada, cuando apenas pueden sobrevivir ellos. Le desesperaba, no podía mentir en aquello, también sería egoísta ir allí y pensar que te pagarían, ¿no?

-Tsk, mejor vuelvo...

Las palabras de Raissa perdieron fuerza mientras escuchaba unas voces, apenas audibles la verdad, y que parecían venir de un callejón, que a primera vista pasaría desapercibido, quizás porque el pasaje era pequeño, pero probablemente había otra mejor, forma de llegar, aunque ella no se lo pensó dos veces y comenzó a pasar por el espacio, y un poco más allá vio lo que pasaba. Habían dos chicos, alrededor de su edad, probablemente menores, y una chica, con los ojos cerrados, durmiendo quizás, era normal ver gente en las calles en Karr, y también ver como otros se aprovechaban de la debilidad de estos, era bueno haber llegado, nunca sabes lo que las personas pueden hacerte. Aunque no sabía bien que pensar en aquel momento, tratándose de aquel lugar.

Salió rápidamente de lo que hasta ese momento pudo considerarse su escondite, con su cuerpo, delgado, la piel pálida y la mirada amenazante y arrogante que le costaba quitarse de aquel rostro. Apoyó una mano en su cadera  mientras alzaba la cabeza, como si los mirase con desprecio, y alzando mucho más la voz, pretendiendo que con ello la joven despertase, les dirigió la palabra.

-Conmigo antes que ella. -no tartamudeó, no tenía problemas al tratar estos casos... al fin y al cabo, le era fácil encontrarse en situaciones desagradables. Aunque las de Euen eran distintas -. Vamos vamos, ¿le tienen miedo a una dragoncita?

Intentó molestarlos, para que se alejasen de la otra chica, y realmente nada de aquello tenía sentido alguno, no debió interesarse, pero no podía evitar estar en su lugar. Por otra parte, esos chicos se veían demasiado débiles como para meterse en una pelea, quizás podrían, pero su situación... estaban casi en los huesos. Por suerte con su forma de dragón jamás llamaba la atención en lugares así, se veía casi tan delgada como ellos, aunque era sólo contextura.

-No me meteré en problemas por esto... -murmuró uno, y tomando al otro del brazo salió corriendo, por un pasaje más grande.

Entonces se acercó a la chica, con calma, en ese momento pensó que a primera vista... se veía frágil, inocente quizás, pero sentía que en sus ojos había cierta fuerza y firmeza, probablemente hubiese salido de aquello sola,
si es que hubiese tenido los ojos abiertos. De todos modos, ya había comenzado aquello, no podía hacer nada ridículo, como darse media vuelta luego de eso y largarse. "Okaaaay, tú buscaste esto", se dijo a si misma.

-H-hey... ¿todo bien? ¿Tienes todas tus cosas?


Se encontraba frente a ella, y le ofreció una mano para ayudarla a levantarse, aunque quizás ni querría. También pensó que se veía... pequeña, de edad.
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Mensaje por Ekaterina Niurka Miér Jul 19, 2017 9:19 am

Ekaterina abrió los ojos. Dos rostros estaban girados hacia ella, dos rostros terribles, ambos sonrientes, que hablaban en voz baja. Las palabras eran confusas en su mente. No tuvo tiempo de asustarse, aunque la verdad es que estaba más o menos acostumbrada. Era Karr, no un cuento de hadas. No esperaba ser rescatada, era mejor ir haciéndose a la idea... de repente los dos hombres se giraron ante una muchacha de voz autoritaria, unos años mayor que la meretriz. Había algo en ella, una especie de forma que la envolvía que demostraba que no era humana. Era una dragona. Tal vez fuera eso lo que hiciera que Ekaterina se sintiera a punto de desmayarse. Siempre le ocurría eso con las criaturas no humanas, aunque éstas abundaran en Karr. El hecho de que existieran hacía más clara su debilidad, y más poderosos a sus adversarios, que no eran sino todo el resto de habitantes del Clan.

La meretriz contemplaba la escena en silencio, y se sentía como si estuviera muy lejos de todo... o más bien bajo el agua... no, no bajo el agua. A ella no le gustaba el agua, y sin embargo se sentía bien, muy tranquila. Cuando era asaltada, ya ni si quiera se resistía, pues bien sabía que era inútil, y pese a ser generalmente pobres y sin influencia, ese tipo de hombres siempre iban armados. Era difícil salir de ahí sin estar herida, lo único que podía hacer era seguirles la corriente, y aunque tuviera que trabajar de día, eso era mejor que acabar muerta en ese callejón oscuro.

La joven dijo algo, algo que la meretriz no podía oír. Tenía una expresión tan orgullosa como la que Ekaterina hubiera tenido de ser más fuerte. Sin embargo su rostro mostraba más bien permanente desesperación, mezclada con obstinación y algo de amargura, que resultaba realmente desagradable para quien lo contemplaba, aunque la gente no se molestaba en mirar su rostro.

Ambos hombres, casi tan delgados como la propia Ekaterina, no tardaron en salir corriendo. La chica parecía fuerte, y estaba claro que no venía de Karr. Era como una puerta a otro mundo, a otro futuro, a otro lugar casi inimaginable para alguien que no había pasado más de una semana fuera de Karr. La adolescente trataba de no mostrar su admiración, aunque le fuera difícil. Tenía que parecer fuerte, aunque la extranjera ya sabía que no lo era. Al parecer tenía la extraña habilidad de atraer a los problemas, aunque tal vez todos los karr tuvieran ese poder.

La misteriosa joven le tendió la mano, y Ekaterina la aceptó, levantándose, y limpiándose el vestido pese a que fuera de lo más inútil, ya que estaba tan sucio que apenas se distinguía el color original de la tela.

- Mis cosas están perfectamente.- contestó con su particular forma de hablar brusca, casi como si fuera obvio. De todas maneras, no tenía cosas.- De todas maneras, seguramente me quisieran a mí.- comentó para sí misma. Luego se dio cuenta de que "su salvadora" aún estaba allí.- Gracias, supongo.- su tono era tan desagradable que parecía que la estuviera culpando de algo. No le gustaba admitir que era demasiado débil como para ponerse a salvo sola.- ¿Y tú quien eres?- preguntó con insolencia.

La verdad es que estaba asustada, y también deseaba salir corriendo, como los jóvenes criminales. Dudaba, como todo desconfiado hace, de las intenciones de la dragona. En Karr nadie ayuda a otro sin pedir algo a cambio. ¿Por qué hacerlo si no? Ekaterina también era así, ¡y tanto! No ayudaba más que en su propio beneficio, y lo veía como lo más normal del mundo. Es triste pensar que había gente así en Exié, y casi inimaginable en otros clanes, sobre todo en el pacífico Euen.
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Mensaje por Raissa Embarr Miér Jul 19, 2017 6:23 pm

Se sorprendió un poco de que aceptara su mano para levantarse, más bien pensaba que la rechazaría, al fin y al cabo, allí nadie confía en nadie, independiente de la situación. Si Raissa fuese más dulce, de seguro le hubiese entregado una sonrisa amable para que se sintiese más cómoda, pero no era lo suyo, al fin y al cabo. Corazón de fuego, corazón de hielo, así era ella, se había cerrado, pero al final ella misma derretía su caparazón en constante construcción. Entonces si iba volviendo más y más fría, y ante situaciones como esta, no podía llegar a ser realmente amable, aunque lo intentaba.

-Bueno... -murmuró Raissa, le causaba un poco de gracia su tono bruscó, y cuando mencionó que probablemente iban por ella, no lo dudó, lo había pensado, pero no querría ir y decir algo como aquello, sería algo bastante feo y grosero. A diferencia de la chica, su tono era más bien calmado, algo suave pero con cierta energía, que era lo que mostraba las emociones en sus palabras. -. Lo supuse, la verdad -la miró a los ojos, y ladeó la cabeza, le parecía extraño que se interesara por su nombre si quiera, ni siquiera en el espectáculo que hizo hace unas horas alguien se interesó como para preguntarle su nombre,
hasta los niños más pequeños estaban desinteresados. Paciencia, la esperanza es lo último que muere -. Raissa Embarr -dijo con calma, nombrando su apellido un poco más bajo -. Un gusto.

No tenía muy claro que hacer en aquella situación, se estaba matando por pensar en algo que probablemente no tendría sentido o daría igual, no había mucho que hacer en Karr, todo era terrible. En esos momentos, Raissa no se encontraba con nada más que su bolso, una mochila que siempre usaba en un solo hombro, y en el que pocas veces llevaba cosas, con suerte su dinero y algo para beber, quizás galletas. ¿Galletas? Si... sería ridículo, pero a falta de palabras, no había mucho que hacer. "Ojalá esto se vuelva menos incómodo..." pensó mientras metía la mano en su bolso, sacaba el paquete con galletas y se las extendía, mientras volvía a ladear la cabeza.

-¿Quieres? -"Perdona, no soy muy sociable" jamás diría aquello "Y me cuesta hablar con las personas", mucho menos. Aunque eran pensamientos que repentinamente la atacaban, prefería ser fría, era lo mejor, no se hacía daño ni a ella ni a los otros. Al final era bueno estar sola.

Se preguntó que clase de persona sería, no parecía ser de allí, sentía que las personas de Karr tenían cierto brillo en su mirada... y que esta chica, en parte carecía de ello, aunque eso no era más que la sensación de Raissa, quizás estaba demasiado agotada como para mostrarse así, "Agh, vamos, haz algo" se reprimió mientras seguía pensando, quizás sólo estaba vagando demasiado y hasta se habría perdido las palabras de su acompañante, ni modo de saberlo.

-Oh, es cierto, ¿y tú quién eres? -había olvidado preguntarle su nombre antes, cuando esta si le había preguntado el suyo.


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