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Korielstrasz ID

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Mensaje por Korielstrasz Mar Ago 01, 2017 10:04 am

Nombre completo: Korielstrasz Oku Natai Me. Le suelen llamar Koriel como diminutivo, solo usan su nombre completo para regañarle, retarle o en discusiones.

Fecha de nacimiento: 30 de julio

Edad: 23 años aparentes y 45 reales. Sigue siendo un “cachorro” para los dragones rojos como él, recién entrado en la madurez.

Sexo: Masculino.

Orientación sexual: Pansexual. Es un ligón con las mujeres, y se deja llevar más por los hombres pasando a ser más pasivo. Al menos de momento. Aunque, todo depende en realidad de con quién esté y de cuánto alcohol corra por sus venas.

Raza: Dragón. En concreto pertenece a los dracos rojos, unos dragones escarlata que siempre tienen algo de su cuerpo en llamas. (Abajo descritos.)

Clan: Roar.

Puesto: Mercenario. (Abandonó el puesto de guerrero antes de hacer la mayoría de edad.)


Descripción física:

Forma humana:

Koriel es un chico alto, de altura media entre los chicos de su clan, de piel clara tirando a morena, dependiendo de la época del año y de cuánto tiempo haya estado expuesto al sol. Tiene un rostro que muestra las durezas por las que ha pasado, aunque cuando sonríe derrite corazones como el fuego que emite su cuerpo derretiría un hielo. Tiene muchas pecas, cosa que odia, pues creía que se le irían al crecer. Pero parece que no. Sus ojos son grises, y muy expresivos. Tiene el pelo negro y alborotado, con un flequillo que a veces le impide ver.

Tiene el cuerpo muy musculado, sin llegar a un límite desagradable, pero sus músculos siempre se ven trabajados y en forma. Es muy fuerte, y todos los días entrena un poco para poder serlo más. Como draco rojo, su forma de luchar es muy agresiva y cuerpo a cuerpo. Solo usa armas en escasas ocasiones. Así que tiene que ser capaz de aguantar lo que se le eche encima con mera fuerza física. Es bastante resistente, pero poco rápido. Y no le sientan bien las persecuciones. Pero se apaña. Tiene una espalda ancha y fuerte, con un tatuaje con forma de calavera con bigote invertido y dos huesos cruzándola como si fuera un símbolo pirata, siendo este si símbolo de mercenario. En el brazo derecho tiene otro tatuaje con unas letras que solo él sabe lo que simbolizan.

Como característica especial, su piel en realidad está formada por minúsculas escamas de dragón, no por células epiteliales. Esto hace que sea más resistente a determinados golpes o cortes, pero no es inmune. Simplemente, una pedrada no le dolerá tanto ni le dejará moretón de primeras. Pero una espada puede cortarle igualmente y levantar sus escamas. Esta piel especial, más que para defenderle de ataques ajenos, es para protegerle de su propio fuego. Como draco rojo, necesita tener sus llamas siempre vivas en alguna parte de su cuerpo, o morirá. (N/A: Como un Charmander en Pokémon, que muere si se le apaga la cola. Él es igual. Necesita tener sus llamas vivas permanentemente.) Esta piel escamada se regenera de forma constante y es inmune a las quemaduras de su propio fuego. Fuego ajeno, aunque con dificultad, puede quemarle. Si se hiere, y se le levantan las escamas, su propio fuego le quemará también. Por esta razón, suele ir prendiendo distintas partes de su cuerpo. Es muy común verle con los hombros, o la espalda, en llamas. Las manos y pies también es común, pero no todo a la vez. Incluso en casos de necesidad, puede reducir su llama a solo una oreja, la nuca, o la punta de un dedo.

El fuego que emite de forma normal, es más resistente a la humedad y la lluvia que el normal, ya que él lo está alimentando y generando de forma constante, así que no es tan sencillo que se muera por agua. Pero si se apaga, efectivamente morirá. Del mismo modo que este fuego no le quema a él (salvo en heridas sin escamas), tampoco prende objetos que él no quiere que ardan, como ropa, o muebles. Tampoco hiere a personas si él no quiere quemarlas. Ese fuego no es un arma, sino parte de su cuerpo, y necesario como el aire para su supervivencia. Gracias a esto puede dormir tranquilo sin quemar la cama, o yacer con alguien sin herirle. Para él, controlar este fuego es como respirar, algo tan automático que ni borracho o dormido perdería el control de ello. Drogado sería el único modo, y porque perdiera el control de sí mismo. Estas llamas que rodean su cuerpo marcan su calidad de vida y su vitalidad. Las llamas de aun draco rojo anciano, se verán más pequeñas y sin fuerza. Y las de un niño joven, grandes y altas por la falta de control aun sobre su tamaño. Igual que en forma humana, dispone de estas llamas en forma de draco. Localizándolas por lo general a lo largo de su columna vertebral, en sus garras, en su cola… según. Y sus funciones y forma de reaccionar son la misma que en humana.

Su forma de vestir es simple, dado que se ha criado en Roar, donde el sol no tiene piedad de nadie. Por costumbre, suele llevar el pecho a descubierto, no llevando parte superior de ropa a veces, o solo camisas abiertas. Suele lucir pantalones que le llegan hasta la rodilla, o largos en épocas de frío, y buen calzado para viajar. También suele llevar un sombrero de vaquero al que tiene especial cariño, un collar de perlas rojas, una pulsera y una brújula que ayuda a orientarse. Lleva consigo una daga al cinturón en caso de que necesite usarla. Si hace mucho frío, suele abrigarse con ponchos o similares. Ropas que no le agobien mucho sobretodo. Y por último, carga en sus viajes con una mochila donde lleva suministros para sobrevivir a la intemperie.

Forma de Draco Rojo:

Respecto a su forma de draco rojo, es un dragón grande, capaz de cargar con una persona de tamaño medio, o varios niños. Tiene escamas color rojo escarlata que brillan de tonos anaranjados cuando se expone a la luz del sol, que además le protegen de impactos fuertes, aunque pueden cortarse. Tiene dos cuernos en su cabeza muy largos inclinados hacia atrás, un rostro fino con bigotes, y grandes orejas. Su barriga es clara, de tonalidades beige o blancas. Entre cada cuerno que sobresale de su columna vertebral, tiene pelaje rojo que los cubre, dado que aun no son muy largos. Tiene una larga cola y largas y fuertes alas. Sus garras son fuertes, aunque sus patas no son muy largas. Como draco rojo, su cuerpo siempre tiene fuego recubriéndole alguna parte de éste. Sea la punta de la cola, los cuernos, las garras, o él mismo entero. Esa llama es la llama vital que los mantiene vivos, y por esa misma razón su forma humana también la muestra. Las características de esta llama están descritas arriba.

En esta forma, Koriel puede correr como un caballo de rápido, y si alza el vuelo, multiplica esa velocidad por tres. Aunque a más rápido vaya peor girará, por eso tiende a ascender mucho para recorrer grandes distancias.

Como dentro de él arde su fuego interior, la temperatura corporal que tiene es más alta que la de otros seres vivos, siendo de unos 40 grados. Gracias a esto aguanta el frío muy bien. Sin embargo, el calor, si sube mucho más, tendrá problemas. Como las aves, carece de glándulas sudoríparas en su cuerpo de dragón, solo puede jadear para bajar su temperatura, y puede darle un golpe de calor muy rápido. En forma humana sí que puede sudar, pero no mucho. Si su temperatura corporal asciende dos grados más, ya no solo se desmayará por la fiebre, sino que empezará a tener problemas de metabolismo serios y su vida correrá peligro. Por eso intenta, ante todo, mantener su salud y no ponerse enfermo.

Es capaz de alternar entre sus dos formas rápidamente y sin esfuerzo gracias al intenso entrenamiento que recibió en Roar desde pequeño.


Descripción psicológica:

Koriel tiene un carácter muy simple, aunque a más de uno, por simple que es, le ha dado un dolor de cabeza. Lo que más le caracteriza es que es un muchacho fiel a sus ideales. Cuando se compromete a algo, lo cumplirá siempre. Por eso, aun siendo mercenario, es muy quisquilloso con los encargos que toma. Si bien se le educó como guerrero roar, y se le implantaron todas las creencias de su gente, tuvo la suerte de que un kugg le educara de forma paralela, mostrándole la otra cara de la moneda. Esto ha hecho de él alguien valeroso, valiente, orgulloso, pero que no se deja llevar tanto por las normas de clanes, los odios y enemistades impuestas desde antaño, y no juzga solo por saber de qué clan es la otra persona. Sobretodo si hablamos de niños. Los considera seres inocentes que no merecen odio de nadie.

Sin embargo, según ha ido creciendo, se ha ido dejando llevar más por esas creencias impuestas (salvo con los más infantes). Es muy cabezón y terco, y cuesta hacer que de su brazo a torcer. Pero aun así, su ideal de querer ayudar a todo el que lo necesite vale más que toda creencia. Y por mucho que le cueste con algunas personas, si necesitan su ayuda se la dará (por un módico precio, que de algo hay que vivir).

Una vez superada la barrera de las creencias y primeras impresiones, Koriel es un chico que tiende a arriesgar mucho, y se deja llevar por sus emociones. Si bien suele esforzarse en ser prudente, otra cosa es que le salga bien. Es insistente, pero todo lo hace por su buen corazón. Es un muchacho bueno, muy bueno en realidad. Sincero, alegre, y constante, aunque a, hacer las cosas a su manera a veces cuesta seguirle el ritmo o saber de él. Muy familiar, adora a sus hermanos roar y a su familia de dracos rojos. Suele pecar aun así de orgulloso, pues se cree capaz de todo muchas veces, y se vuelve muy confiado en ocasiones que no debería.

En el amor, es un chico entregado y leal. Pero no es fácil enamorarle, él mismo se ha blindado para no tener una debilidad más. Y eso le permite poder disfrutar de noches de fiesta, mujeres y alcohol sin ser dañado más de lo debido.

Siempre está alegre por lo general, mostrándose serio cuando ha de hacerlo, y tiene una carisma fuera de lo normal que le ayuda a caer bien a todos rápidamente y ganarse la confianza de sus clientes y de los no clientes. Su alegría es contagiosa. Es raro verle triste o melancólico, aunque no es imposible. Y si se entristece, cuesta de verdad sacarle adelante. Pero todo en su conjunto da lugar a una persona que apetece conocer.


Gustos:

- Adora comer, y tiene un apetito voraz, llegando a comerse de una tacada las raciones de cuatro personas.
- Es carnívoro, y como tal, gusta comer buena carne. Aunque no le hará ascos a la verdura si no queda remedio.
- Le gusta la noche, y viajar sobre su manto de estrellas.
- Le gusta ver a los niños disfrutar de su infancia.
- Ayudar a los demás, es su objetivo en la vida, y disfruta haciéndolo.
- Adora volar en su forma de draco.
- Volver a casa. Cada vez que vuelve y ve las caritas de los niños esperando sus historias, o algún regalo que les lleve, se derrite.
- La bebida. El alcohol es algo que le puede.
- Y muchas cosas más, lo raro es qué no le gusta, a este chico le gusta todo.


Disgustos:

- Odia la injusticia, incluso si viene de la mano de sus hermanos.
- Los conflictos sin necesidad de ellos.
- El hambre. Es algo que tiene muy a menudo, para su desgracia.
- El agua. Es su mayor enemigo, pues puede matarle. (Verle bañarse en un show…)
- Y poca cosa más, suelen disgustarle más los caracteres ajenos de gente estúpida e hipócrita que cosas en sí.


Habilidades:

Koriel llegó a ser un gran guerrero roar antes de convertirse en mercenario. Por lo tanto domina el estilo de lucha cuerpo a cuerpo que le fue enseñado. Un estilo muy arabesco, grácil, si bien luego muy agresivo, con puñetazos y patadas muy fuertes que apuntan no solo a hacer daño, sino a incapacitar a su objetivo realizando bloqueos neuromusculares con sus golpes. Esto lo compagina con su estilo propio de draco rojo, usando el fuego para generar temor y respeto y potenciar sus ataques. Es muy hábil luchando en el aire también en forma de draco, aunque no tanto. Es muy fuerte siempre, bastante resistente, pero no muy rápido. Sabe esquivar muy bien, pero prefiere bloquear los ataques dada su velocidad disminuida.

Del mismo modo, le enseñaron a luchar con espadas de una mano con ese mismo estilo. Es muy hábil con armas cortas, como dagas o espadas cortitas, las espadas largas son más pesadas y le ralentizan más de lo debido, aunque si se le da una para luchar la usará.

Sabe tirar con arco, pero no tiene muy buena puntería que se diga. Del mismo modo, si se le da un escudo será torpe y menos efectivo. Sabe montar a caballo muy bien, y es el único modo que se le vería usando un arma larga para luchar. En cuando toque el suelo la tirará.

No se le da muy bien cocinar, pero sobrevive con lo que hace. Y se le da bien interpretar mapas, las estrellas y demás para orientarse.


Poderes:

1.- Propulsión de fuego:

2.- Poder interior:


3.- Sanar heridas:


Debilidades:

Su mayor debilidad es el agua. Si se moja en exceso, su llama vital puede apagarse y él morirse. Una humedad muy alta, lluvia intensa, o meterse en un río/lago/mar etc podría provocar esto. Si bien su llama no es tan fácil de apagar, sumergiéndose en el agua de seguro moriría. Igualmente, con su cuerpo mojado por completo, cuesta más generar su llama y mantenerla, con lo que se debilitaría enormemente y perdería fuerzas. Incluso podría desmayarse.

Cualquier cosa que pueda extinguir su llama vital es una debilidad. Esto es, vientos muy intensos, nieve, hielo (se derrite y moja) o humedad muy elevada. El magma o la lava se comen su fuego, lo cual le haría mucho daño.

Su elevada temperatura corporal puede considerarse debilidad, dado que si le sube al fiebre aunque sea un poco se pondrá extremadamente enfermo, y podría morir fácilmente.

Usar su segundo poder es una herramienta de doble filo para él. Tiene que consumir mucho oxígeno para ello, lo que le deja expuesto un tiempo para recuperarse. Sobretodo la versión ofensiva, que podría llegar incluso a desmayarse justo después de hacerlo, dependiendo de lo cansado que estuviera cuando lo lanzara, o si le dio tiempo a tomar aire antes de ello. Consumir oxígeno de ese modo para generar tanto fuego interior, desgasta su cuerpo enormemente, y sus músculos dolerán y arderán de agotamiento. Quedará ralentizado y debilitado hasta recuperarse. Por eso intenta no recaer en usar su fuego interior para sobrevivir a un encuentro con el enemigo. Para él, es la última opción, o cuando no le queda remedio. Pero arriesga mucho al realizarlo por lo expuesto que queda luego. Tiene que asegurarse que, sea usándolo de forma defensiva u ofensiva, el poder es efectivo. Porque si falla, seguramente le maten luego.

Otra debilidad que tiene son los transportes motorizados o rápidos, aunque sea tirado por animales. Se marea con facilidad, y mucho…

No es que sea enamoradizo, pero le puede a veces el sexo femenino. Le cuesta luchar contra mujeres por esa misma razón, incluso si son núren, porque no las considera tan fuertes, sino delicadas y hermosas. Eso sí, cuando recibe una paliza por una no volverá a confiarse con esa mujer nunca más.

Ligado a lo anterior viene de la mano que le gusta beber y emborracharse, pasar buenos ratos (pensad mal, sí) sin comprometerse. Más de una vez esto ha dado que le hayan robado la cartera.

El espíritu del abuelo Korielstrasz vive en su interior, lo que a veces le impide dormir bien y que no esté fresco como rosa al día siguiente. Aun no entiende por qué a veces oye su voz, o lo que quiere decirle. Hasta puede “verle” en combate, como alucinando. Al fin y al cabo, él no le conoció, y nadie le ha dicho que el yayo se sacrificó por él.

Su propio carácter es una debilidad… sobretodo cuando hay niños de por medio.


Armas:

Lleva consigo una daga que le dio Miriastrasz antes de que partiera la primera vez como mercenario lejos de su pueblo. Está muy afilada. Aun así, se sabe manejar con cualquier espada a una mano.

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Historia:

Todo comenzó hace 45 años. Como siempre desde tiempos inmemoriales, al llegar el verano, el volcán Oku Natai Me entró en erupción, y como siempre, el Dyn organizó a los suyos para buscar a sus nuevos hijos. Los que serían nuevos hermanos del clan. Además, ese año en concreto parecía que el volcán no estaba de muy “buen humor”. Sus explosiones eran fieras y retumbaban a lo largo de todo Roar como una tormenta venida de las más oscuras pesadillas que pudieran tener. Los más ancianos temían que fuera un signo de mal agüero. Y apuraron a los más jóvenes y fuertes a buscar a los nuevos pequeños con rapidez, pues temían que algo malo pudiera sucederles. Y es que, de día en día, las erupciones parecían ser más agresivas, impidiéndoles a veces conciliar el sueño por las noches. A finales del primer mes de verano, nadie pudo dormir bien. Y esa misma noche, en medio de la oscuridad, la piedra de la que nacería Koriel salió despedida hasta fuera de las inmediaciones de Roar, y cayendo al mar. Dado que nadie pudo dormir esa noche, pudieron presenciar la erupción, y muchos contaron las piedras que salieron despedidas. Y al momento, los más osados salieron hacia la oscuridad, con la intención de recuperarlas lo más rápido posible. Y el resto, salió por la mañana para unirse a la búsqueda.

Poco a poco, a lo largo del día, fueron volviendo con las piedras que habían encontrado, en lo que otros tantos roar salían a buscar las más recientes. Pero las cuentas no cuadraban. Muchos decían que ya habían localizado todas. Pero un anciano de draco rojo, al cual ya solo le quedaba en llamas una de las espinas que salían de las alargadas apófisis espinosas de su dolorida columna vertebral, indicando que no le quedaba mucho de vida, insistía en que había contado una piedra más. Muchos le tomaban por loco, al fin y al cabo el anciano estaba medio ciego, y muy débil. Podría haber sido una distorsión de su vista. Sin embargo, un anciano de fénix que era conocido por su sabiduría, tras estar largo tiempo pensativo en lo que otros discutían, aconsejó hacerle caso. Y mandar a un pequeño grupo a buscar sin que se vieran afectadas el resto de búsquedas, pues aún quedaba mucho verano por delante y muchas erupciones de las que hacerse cargo.

Un par de dracos rojos, inspirados por la insistencia del anciano draco, se dieron voluntarios. Con sus cuerpos encendidos por las llamas podrían buscar mejor, incluso en la oscuridad de la noche. Y sus largas y fuertes alas les permitirían escudriñar la tierra aún más lejos que sus compañeros. Todos accedieron a que fueran, y se les dijo que como muy tarde, volvieran en tres días. Pues no podían permitirse más solo porque una persona afirmara que faltaba alguien por recoger. Los dos dracos asintieron y alzaron el vuelo, tras preguntar por qué zonas se había buscado, para dar más importancia al resto de zonas. Y así, la cuenta atrás comenzó.

El primer día no encontraron nada. El segundo tampoco. Y cuando ya estaban por darse por vencidos, uno de ellos Tirielstrasz, vio un resplandor rojizo provenir del fondo marino, en dirección a la frontera con Artae. No tenían nada que perder, así que fueron hacia el resplandor sobrevolando la superficie del agua con sumo cuidado. Y al estar lo suficientemente cerca, lo vieron. Era una roca volcánica, que brillaba como lava resquebrajada, con huecos ennegrecidos. Era la roca de un nuevo infante. Su brillo parpadeaba como los latidos de su corazón. Pero cada vez brillaba de forma más tenue. Ese pequeño moriría antes de nacer si no lo sacaban del agua. Pero ellos no podían sumergirse a por él, o morirían en el intento. Tal era la debilidad más fuerte de los dracos rojos como ellos. Si se extinguían las llamas de su cuerpo, su vida desaparecería con ellas. Pensaron en volver a informar, pero era muy arriesgado. Se veía que el pequeño se estaba debilitando. ¿Y si se moría en su ausencia?

En ese instante, escucharon un rugido tras ellos. Y apenas les dio tiempo a apartarse, cuando el enorme draco anciano que les instó a salir a buscar, se zambulló al agua. Un pensamiento llegó a ellos por su parte entonces: “A mí apenas me quedan días de vida. Dejad que pueda dársela a un nuevo ser antes de que se extinga.” La grave voz del anciano retumbaba en su mente, llenando sus corazones de angustia en lo que veían su enorme cuerpo profundizar en el océano y coger con sus patas delanteras la piedra luminosa. La llama del abuelo se extinguió. Su vida con ella. Y su cuerpo, al volverse más ligero con la partida de su alma en el agua, ascendió, flotando. Llevando la roca a la superficie. Miriastrasz, el otro draco, tomó la roca con sus garras y la abrazó, mostrándosela a Tiriel. Aun vivía. Ambos, con lágrimas en los ojos por la pérdida del anciano, apresuraron su vuelo de vuelta. La luz de la roca parecía cada vez más débil. Ya que el abuelo se había sacrificado por esa nueva vida, era su deber ahora protegerla.

Cuando llegaron, todos se pusieron manos a la obra para ayudar a la roca a recuperar su calor. Pero no había manera de lograrlo. Fue entonces que al abuelo fénix, como ser de fuego también, se le ocurrió una idea, tras escuchar la triste historia del fallecimiento del abuelo draco rojo. El abuelo le había sentido, y visto caer. Y además había volado en su busca y sacrificado su vida por el nuevo pequeño. Tal vez, solo tal vez, fuera de su misma especie. Un draco rojo que necesitaba llamas para vivir. Con esa idea, convocó a toda la familia de dracos rojos de la zona capaces de expulsar fuego de su cuerpo. Y les indicó que se turnaran, manteniendo siempre a la roca envuelta en sus llamas.

Estuvieron así dos días enteros. Hasta que la roca empezó a arder por sí misma, y su fuego no se apagaba. Los latidos de su luminosidad parecían estables ahora. Ya solo quedaba que eclosionara. Esto ya no fue muy difícil, no tardó mucho tiempo en ello. Y cuando lo hizo, vieron un pequeño protodraco rojo, más oscuro que el resto de dracos como él, hecho un ovillito de llamas entre las rocas que le habían protegido todo ese tiempo. Como el fénix suponía, era un draco rojo. Aun en estado de protodragón por ser un bebé. Así que los de su especie avanzaron a recogerlo para criarlo como uno de los suyos. Mirias, que además ejercía como pyrca, lo acunó en su forma humana y le besó en la frente. Le protegería por siempre. Ese pequeño de seguro era especial. El espíritu del abuelo le había salvado. Así que decidieron ponerle su nombre: Korielstrasz. Esperando que siguiera vivo en él, le protegiera y aconsejara, ayudándole a convertirse en un buen hombre.

Pasaron los años… y el protodraco fue capaz de adoptar su forma humana. Y en cuanto empezó a caminar sobre sus pies sin ayuda, se convirtió en un diablillo que terminaría por hacer que Mirias se tirara de los pelos. El pequeño Koriel, si ya tenía fama en el clan por lo que costó salvarle de pequeño, se volvió aun más famoso por sus travesuras, escapándose de las manos de Mirias en cuanto podía y convenciendo a otros infantes de huir de sus pyrcas igual que él en busca de aventuras. Y, por supuesto, ganándose el odio de muchos de sus amigos cuando le hacían caso y les regañaban o castigaban por su desobediencia. Sus amigos escarmentaban y decidían dejar de escaparse, pero él no. Y con cada año que pasaba, se volvía peor.

Cuando alcanzó la edad de nueve años, realizó su mayor escapada. Se fue a primera hora nada más salió el sol, y no volvió al caer la noche. La razón no fue que no quisiera. Sino porque algo diferente ocurrió ese día. Como siempre, sus pies le habían llevado a alejarse en dirección a una frontera. Buscando “peligros” y “aventuras” para demostrar su fortaleza a sus hermanos. Se dirigió a la muralla que los separaba de Karr, lugar al que tenía más que prohibido acercarse. Y fue entonces que, escondido tras unas rocas en lo alto de una colina pedregosa, observó cómo dos figuras encapuchadas se escurrían entre las sombras. Parecían haber salido de Karr. Extrañado, los siguió. Tiriel le había comentado hacía tiempo que la gente de Karr era malvada y mezquina, y que no dejaban escapar a los traidores a su clan, los mataban. Entonces… ¿esos dos quiénes serían? No parecían querer adentrarse en Roar mucho tampoco, e iban hacia el sur. ¿Irían al puerto? Sus pensamientos comenzaron a ser tan profundos que se abstrajo de la realidad. Y dejó de tener cuidado con las distancias que dejaba con sus perseguidos. Chocándose con ellos de forma hilarante cuando se detuvieron a descansar.

Asustado, pensó que le matarían. Pero no, más bien, todo lo contrario. El mayor de ellos, parecía un chico joven, de unos veinte años, quizás algo más. Y el otro, o más bien, la otra, era una muchacha con orejas de can a ambos lados de su cabeza, que le miraba con auténtico terror. El chico la calmó y luego les ofreció a los dos sentarse y hablar con calma. Pues no había nada que temer. El chico se identificó como miembro de Kugg. Se desterró hacía muchos años de Artae, y trataba de redimir lo que él consideraba sus pecados ayudando a otra gente a escapar de sus clanes si lo necesitaban o solucionando asuntos peliagudos. Le dijo a Koriel que iban al puerto para coger un barco y dejar a esa muchacha a salvo. Y le preguntó si había algún lugar donde podían refugiarse para pasar la noche, ya que tardarían tiempo en llegar, sobretodo sin un medio de transporte. Estuvieron hablando horas y horas, y Koriel no se fijó en el tiempo que pasaba. Cuando quisieron llegar a una cueva cerca de la costa para que no se adentraran mucho en el territorio de Roar, la noche había caído sobre ellos y tuvo que quedarse allí.

A la mañana siguiente, el kugg le dijo hacia dónde irían. Por si quería volver a verles. Y Koriel voló todo lo rápido que sus alas le permitían, de vuelta al pueblo, donde le esperaba Mirias con aire muy preocupado. Cuando le vio, no le regañó. Todo lo contrario. El draco le dijo que unos compañeros le habían visto acercarse a la muralla. Y como no volvía, había empezado a creer que los karr le habían capturado o matado. Koriel no le dijo nada de los dos extranjeros con los que había estado. Solo preguntó si tan malos eran los de karr. Miriastrasz entonces le miró con seriedad y le dijo que le siguiera. Que era hora de contarle algo muy importante.

Durante todo ese día, el pyrca estuvo ilustrando a Koriel sobre la historia de ese mundo. Por qué se dividió, el origen de los clanes, las diferencias en ellos. Y por qué debía odiar a los enemigos de Roar. “Al final, solo tendrás a tus hermanos. Somos lo más importante que tendrás jamás. Debes crecer y ser un fuerte draco. Tu destino es aún desconocido. Pero tú eres especial. Y serás importante cuando seas mayor… seguro.” Esas palabras descolocaron Koriel, quien pasó la noche pensando en todo lo que había aprendido ese día. Tenía la impresión de que todo su mundo había cambiado por ellas.

Confuso, al día siguiente volvió a escaparse. Buscó al kugg y a la karr donde le habían indicado. Tardó bastante en localizarlos, pero les encontró negociando por un caballo a cambio de algo. No se lo dieron, así que cuando terminaron de negociar, y el comerciante se fue, Koriel se acercó a ellos y pidió acompañarles ese día y hablar. El kugg, encantado, accedió, aunque la chica estaba recelosa. Koriel comenzó entonces a contarles lo que su pyrca le había dicho el día anterior. Según él, debería odiar a la chica, incluso pegarse con ella por ser de Karr. Pero no entendía del todo por qué. Al fin y al cabo… la veía débil y atemorizada. No parecía ser peligrosa.

El mayor, simplemente se echó a reír y afirmó que no era peligrosa. ¿Por qué iba a serlo? “Cada uno de nosotros es un ser individual, con sentimientos, moral, y forma de pensar diferente. Yo hace tiempo que aprendí eso y me fui del clan. Nunca juzgues a una persona por las apariencias, pequeño. Vive y opina por ti mismo. Conoce a los demás. Y sé libre.”

Tras esa charla, Koriel volvió de nuevo a casa. Durante semanas, estuvo viajando para jugar con la niña karr, descubriendo que era más maja que sus propios hermanos, y no siempre tenían que jugar a pelear. Entre tanto, estuvo recibiendo los consejos y enseñanzas de Thelos, como se llamaba el mayor, a la vez que las de Miriastrasz. Ambas enseñanzas eran casi contrarias. Salvo algunos puntos que tenían en común, el resto solo hacía que el pobre niño tuviera problemas para dormir, intentando pensar por sí mismo, como intentando discernir cuál de ellos tenía más razón, sin encontrar una respuesta que le satisficiera.

Llegó el día en que Thelos y su amiga lograron tomar el navío en el puerto de Roar, perdiéndose en el océano, camino de la libertad plena de ella. Y desde ese día, ya no los volvió a ver. Sin embargo, él tampoco volvió a ser quien era. O en quien debería convertirse. Las enseñanzas de Thelos no se fueron con él. Así que según pasaron los años, Koriel creció con una moralidad ambigua. Por la ausencia del kugg, Mirias terminó haciéndose con la mente del chico, educándole para ser un gran roar, fuerte y noble, incluso logró que comenzara su instrucción para guerrero del clan. Pero aun así, no era lo cruel que debería con sus enemigos. Y si veía alguno, no actuaba de forma violenta de primera instancia, hablaba con ellos, o lo intentaba, antes de pelear.

De esta forma, Korielstrasz prosiguió su entrenamiento con tesón con dos ideas en mente. Una, ser un gran guerrero que protegiera a su gente. Otra, proteger a todos aquellos que necesitaran ayuda si demostraban no ser lo que las “normas” decían que debían ser. Poco a poco evolucionó de protodraco a un draco hecho y derecho. Alto, fuerte, corpulento, y de grandes alas y afiladas garras capaces de partir la piedra. Sus escamas se tornaron de un tono escarlata, con brillos anaranjados al sol. Y mantenía el fuego en sus hombros para mantenerlo vivo. Por parte de su forma física, con los quince años que tenía ya, tenía un cuerpo musculado y fuerte. Aunque le faltaba resistencia. No era ni de lejos tan rápido como los demás, pero si mantenía la lucha en el punto que él quería, era capaz de agotar a quien fuera. Salvo al Dyn. Al que retó en alguna ocasión simplemente para entrenar.

Pasaron dos años más, y Koriel era un guerrero modelo. Todo el mundo le admiraba y tenían puesta en él la fe de que en el futuro se convirtiera en un gran líder. Pero él no quería eso. No era tan sabio, ni prudente, ni responsable. Él solo quería ayudar. Y sus ideas terminaron poniéndose a prueba cuando, sin razón alguna, un pelotón de guerreros, o a saber qué, de Karr, atravesaron la muralla y comenzaron a atacar el pueblo. Koriel presenció una batalla cruenta, en la que la sangre cubrió la arena y la piedra sobre la que caminaban. Él trató de luchar y de adivinar a la vez por qué hacían eso. Entre sus enemigos había infantes que reían al ver cómo sus espadas atravesaban cuerpos de animales, de ganado, o al incendiar casas. Luego más tarde, cuando todo terminó, y fueron a chequear qué tal estaban los niños y los pyrcas, que habían corrido a refugiarse lo más cerca del volcán posible, todos quedaron petrificados al ver que no estaban. Muchos niños estaban muertos, o agonizando. Algunos pyrcas estaban en shock. Pero faltaba gente. Miraron el resto de escondites, todos los demás estaban sanos y salvos. Pero ese… había sido arrasado. Cuando se recuperaron, los pyrcas dijeron que se habían llevado a algunos niños de especies raras para esclavizarlos o venderlos. Y el resto, como no les servían, los asesinaron.

Miriastrasz estaba a salvo junto con sus pequeños. Pero aun así, estaba escandalizado. Y pidió a gritos que se reforzara la vigilancia. No podían dejar a sus niños en esas manos. Que los salvaran. Pero los más mayores advirtieron que era mejor no perseguirlos. Rescatarlos sería imposible una vez al otro lado de la muralla, seguir sus rastros sería muy difícil, y estaban a punto de comenzar la primavera, con las lluvias ácidas sobre Karr. La supervivencia de los que fueran detrás sería mínima. Y el rescate, imposible. Solo podían protegerse mejor. Preparar mejor a sus guerreros, y no tener piedad.

Pero eso seguía sin convencer a Koriel, que decidió investigar más por sí mismo cuando no tuviera que entrenar. No podía ser que los karr asaltasen de ese modo a los roar… ¿o sí? Por la noche, volvió a acercarse a la muralla, esa vez en forma humana y encapuchado, para no ser visto. Y entonces, un sonido llegó a él, proveniente de la costa. De las cuevas de roca. Decidió acercarse, y pronto descubrió que eran lloros. Cuando alcanzó por fin su objetivo, cuán grande fue su sorpresa al ver a Thelos, herido, al lado de una fogata en la arena, rodeado de tres niños de distintas edades. Thelos le vio, hecho ya un hombrecito, y le pidió que se acercara. “Todo ha sido culpa mía… Quería salvarlos… Llevo… llevo tiempo sacando niños de ese infierno… para que puedan ser felices. Ellos creyeron que vosotros… roar… estabais robando a sus niños. Y lo han pagado… con los vuestros.” Koriel no podía creer que no hubieran investigado antes. Simplemente, atacaron sin más. Como… como Mirias decía. Brutales asesinos que disfrutaban matando. Vieron una excusa para divertirse con los hechos de Thelos y ni se pararon a pensar en si serían los verdaderos culpables. “Pequeño… por favor, llévalos al barco. Sácalos de aquí… yo… no voy a…”

Los tres niños miraron a Koriel en el momento en que la entrecortada voz de Thelos se extinguía. Su blanco bigote que desafiaba a la gravedad estaba teñido de rojo. Y ellos sabían, tan bien como él mismo, que ahora el joven draco era la única salida que tenían. No pudo pensarlo mucho. Ellos eran inocentes. No tenían por qué morir, aunque sus hermanos, los matarían sin dudarlo. (N/A: Esto lo piensa él por el trauma que acaba de vivir, pero en realidad no es así. A Koriel le queda mucho por conocer aun de su propio pueblo, incluso que no son tan salvajes como él piensa.) Se transformó en su forma original, y los ayudó a subirse a su lomo. Los llevaría volando al puerto, sería lo más rápido. Aunque tardase aun así bastante en llegar. Lo que no esperaba, era que le habían seguido.

La voz de Miriastrasz se alzó en la profundidad de la noche cuando el joven alzaba el vuelo, dándole al chico la oportunidad de virar en el aire sin que los pequeños se cayeran, esquivando sus garras que iban a atacarle. Mirias le miraba sin comprender. No entendía por qué ayudaba a esos niños enemigos. Sobretodo después de ver lo que había pasado en el pueblo con los suyos. Koriel negó con la cabeza. Ellos no tenían culpa de nada. No merecían su odio. Pero Mirias no seguía su forma de pensar. Fue entonces que Koriel se dio cuenta de que siempre sería así. Incluso siendo Dyn, si algún día lo vencía, todos esperarían que asesinara a unos niños enemigos con tal de librarse de ellos, pensaba. El enemigo era el enemigo, y él no era capaz de seguir esa forma de pensar. Si bien, con los adultos le salía solo, pues ya habían sido bañados por la crueldad y las normas del clan en cuestión, fuera cual fuera, los niños siempre eran inocentes al nacer. Eran libros en blanco que se rellenarían con lo que recibieran del medio en el que vivían. No. Él no podía luchar de ese modo. Él quería ayudar a todos los que le necesitaran. En ese mismo instante, alzó la voz para negar el ser guerrero de los roar nunca más. “Ahora soy un mercenario. Ese hombre me ha pagado para llevar a estos niños al puerto, y eso haré. No intervengas, por favor.” Mirias quedó atónito ante esa noticia tan repentina, sobre todo por la seriedad que el joven draco mostraba. Le recordó… al abuelo. Tanto, que se quedó pasmado en el aire, dejando que, así, Koriel se alejara con los pequeños.

Unos días más tarde, Koriel volvió al pueblo tras haber dejado a los niños a salvo. Notificó su dimisión de los guerreros del clan, y que a partir de ese día, trabajaría como mercenario a sueldo. Con el objetivo de ayudar a su clan en todo lo posible, pero además, a todo aquel que necesitara de su ayuda. No era tonto, y su ayuda no sería gratis. Además, en poco tiempo sería mayor de edad y se iría a vivir solo. Con lo que debería costearse sus propios gastos a partir de entonces. Todos le preguntaron por qué había cambiado de opinión. Simplemente contestó que ser guerrero no era su estilo de vida. Mirias tampoco dijo que le había visto salvar a unos niños karr. Al fin y al cabo… seguía siendo su protegido. Su querido niño. Y tenía la impresión de que le iría bien con esa elección.

En cuanto llegó a los dieciocho años, se independizó, y se tatuó en su forma humana dos tatuajes. Uno, en la espalda, el que sería su símbolo a partir de entonces. La calavera con bigote blanco retando a la gravedad… el de Thelos. Y dos huesos cruzándola, como si fuera un símbolo pirata. Indicando que seguiría sus propias normas. Y el otro, en el brazo. Unas letras que solo él mismo sabía qué simbolizaban. A partir de ese día, se echó al camino, y empezó a forjarse un nombre. Volvía cada cierto tiempo a casa, y contaba a sus hermanos todo por lo que había pasado. A veces para bien, y otras para mal.

Así, pasaron los años, hasta los 45 que tiene en la actualidad. Aunque su apariencia se quedó fija en 23 añitos. Ahora ya es un draco rojo adulto, aunque de milagro. Su carácter se ha vuelto más fuerte y rudo, debido a su trabajo, que no siempre era lo más agradable del mundo… pero él era feliz. Oh, sí… es conocido como el “mercenario llameante”. Ya que el fuego es su mejor aliado. Y también como el mayor borracho de la región, pero eso es otra historia. El pequeño Koriel está forjando su aventura… ¿Te unirás a él?


Otros datos:

- Bebe mucho, aparte de porque le gusta, porque tiene unas visiones, o alucinaciones, con un draco rojo anciano que le habla. No entiende qué es, tampoco recuerda mucho de esas visiones cuando le dan, pero Mirias le ha dicho que eso seguro que es su destino llamándole. Sea como sea, lo ahoga en alcohol.

- Todos los dracos rojos tienen la misma terminación en el nombre (trasz). Se cree que hay más dracos rojos fuera del clan Roar, pero nunca han coincidido con ninguno, así que ha terminado convirtiéndose esto en un mito. En teoría, las hembras de draco rojo terminarían su nombre de un modo similar (trasza) para ser diferenciados.

- Los dracos pasan por varios niveles en su escala evolutiva: Protodraco, luego draco, y finalmente dragón. Para llegar a ser dragón habría que llegar a una edad anciana, y apenas quedan vivos actualmente. El protodraco no tiene desarrolladas las extremidades anteriores, y es más tosco. El draco, es de la apariencia que tiene Koriel actualmente, y el dragón tiene más cuernos, barba, y membranas más extendidas por su cuerpo, además de ser de colores más claros.


Apariencia:

Humana:

Korielstrasz ID Thumb-1920-649995

Draco: (la imagen de abajo a la derecha sería Koriel)

Korielstrasz ID F28hOc8




Nombre real del personaje: Ace D. Portgas

Nombre del anime/manga/videojuego, etc: One Piece


Última edición por Korielstrasz el Jue Ago 03, 2017 5:38 am, editado 1 vez
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Mensaje por Lýkai Miér Ago 02, 2017 6:41 pm

¡Muy buenas Kori! Antes que nada, lamento enormemente la demora, pero debido a que la historia era algo larga y quería leerla de un tiro, preferí esperar a tener tiempo para hacerlo uvu

Bien, hay sólo algunos detalles que debes corregirse:

Empecemos con los poderes, si bien el tercer poder comprendo que no tenga tiempo de uso y tiempo de enfriamiento ya que no se puede usar on-battle, el primero sí que debería tenerlos. Como te digo es meramente para battle, fuera de eso puedes usarlo libremente sin tener que ceñirte a ellos, pero son necesarios <3

Luego, en la historia hay varios puntos que deberían ser modificados:

El primero y más importante es que, desgraciadamente, haces varias menciones al Dyn que lo condicionan como personaje, ya sea al Dyn de hace 40 años, como el actual (Ni siquiera nosotros, el Staff, sabemos si aun era el mismo o no). El Dyn es un personaje canon y aún si actualmente estos están fuera de servicio, más adelante alguien lo roleará y por ende, no se puede "decidir" ni decir lo que él haría. Por ello y sintiéndolo mucho, deberías sacar todas las menciones hechas a él de tu historia :c

Luego, este es sólo un pequeño detalle, pero esta parte de acá "del mismísimo infierno." deberías cambiarla también xD Sé que fue como un guiño, pero ya que es una narrativa y está integrada en la historia del foro, siento que realmente queda fuera de lugar, pues la palabra "infierno" ni siquiera existe en el mundo de Partem.

Esto es algo que ya te mencioné en las dudas, pero supongo que no te diste cuenta xDDD No es "Rugg" sino "Kugg". Lo repites varias veces a lo largo de toda la historia(?)

"aunque sus hermanos, los matarían sin dudarlo." Ahora, esta es una aclaración hacia ti como usuaria(?) Es perfectamente factible que Kori crea que todos sus hermanos son asi, no obstante, es importante que tu sepas que ese no es el caso. Son unos salvajes, sí, pero no matarían a unos niños inocentes sólo por ser de Karr. Como mínimo no todos ellos(?) Al igual que no todos los Karr son malos como Kori piensa, no todos los roar son asi de cerrados de mente uvu Que Kori lo crea ya es cosa suya(????)

Intuyo que ya lo sabias, pero por si acaso, nunca está de más avisar <3

Eso sería todo, postea al editar <3
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Mensaje por Korielstrasz Jue Ago 03, 2017 5:47 am

Holiwii~ No te preocupes por la tardanza, yo estuve sin internet un tiempo, así que tampoco iba a enterarme. xDU

Creo que ya corregí todo. owo

-Lo de los kugg, efectivamente, se me metió en la cabeza que era con r. Fue un despiste.
- Eliminé la expresión que aludía al infierno. Imaginaba que me diríais algo por ella, pero es que quedaba muy bien ahí y me arriesgué. xD He puesto otra en su lugar.
- Sustituí las alusiones al Dyn por un anciano y sabio fénix. Salvo dos cosas, la de que mandó a los exploradores a buscar las rocas (porque se supone que siempre lo hacen) y una en la que Koriel le reta para entrenar. Siento estas alusiones previas, tengo por costumbre que los personajes importantes pueden mencionarse, y se me fue la mano sin pensar que aquí no era así. xS
- Lo del salvajismo, como user lo sé, puse una nota del autor ahí para aclararlo, que es él quien lo piensa. :3
- Oh, y puse enfriamiento al primer poder.

Espero que ahora sí, todo esté bien. ^^ Disculpa los errores, y gracias por corregirme.
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Mensaje por Lýkai Jue Ago 03, 2017 9:31 am

¡FICHA ACEPTADA!

¡Felicidades y bienvenido oficialmente a Partem Septem! ¿Será capaz de mantener sus valores hasta el final...? ¡Puedes empezar a rolear!
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