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Sorrow — Melka & Zazil

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Mensaje por Siddartha I. Dougherty Vie Feb 24, 2017 8:34 pm

Aquellos días se estaba viendo cautivo por las redes del pasado, por recuerdos que lo atrapaban cual insecto en la tela de una araña, sin oportunidad de dejarlo en libertad. A pesar del tiempo trascurrido aún le era imposible olvidar a esa mujer. Sus labios, que sonreían con escasez, siempre con un aire de melancolía que emborrachaba el ambiente. Sus besos, amargos, con el horrible sabor entre tabaco y alcohol; a veces se preguntaba si eran esas sustancias las que lo volvían tan adicto a ella. Recordaba el tacto de su piel, el calor de su cuerpo, las risas y jugueteos. Su aroma, su voz, sus ojos, su mirada... Sí, lo recordaba todo, con tanta claridad que a veces se preguntaba si algún día sería realmente capaz de olvidarse de ella. No, quizás la verdadera pregunta era... ¿Quería olvidarse de ella?

Aún podía sentir el peso de su cuerpo tornándose frío en sus brazos. Era un peso inexistente, tan ligero que por un momento creyó estar sosteniendo un infante. Esa fue la primera y última vez que derramó lágrimas frente a ella, quizás por orgullo, quizás por vergüenza, timidez, miedo. Quien sabe. Podía sentirla allí, a su lado, riéndose del penoso rostro que tenía en esos instantes y contrariamente a ese acto, le acariciaba las mejillas, como rogándole que dejara de derramar sus preciosas perlas por alguien como ella. Ni siquiera estaba allí. Ni siquiera respiraba ya y aún así, él le reprochaba que se quisiera tan poco, que se despreciara tanto. No era más que un espejismo, una ilusión creada en base a las memorias que tenía sobre ella, pero le hablaba, se quejaba y le rogaba, suplicándole que no lo dejara solo. Y su propia creación se veía tan dolida como se habría visto ella de habérselo dicho cuando aún estaba viva. Rota, destrozada, desolada. Ella siempre tenía esa misma atmósfera rodeándola, pero en ese momento su sola mirada era capaz de desgarrarte el alama y aniquilar tu corazón.

Despertó con lagrimas en los ojos una vez más, alzándose de la cama; sentía el cuerpo pesado. Cada año era igual. Cuando más cerca estaba de esa fatídica fecha, más era el congojo que azotaba su cuerpo y perforaba su alma sin piedad.


Suspiró.


Posó los pies en el suelo y se levantó, dirigiéndose al baño y lavándose la cara. Su propio reflejo en ese viejo pero elegante espejo que tenía en la pared le recordó las profundas ojeras que tenía, causa y efecto del ligero insomnio que llevaba acumulando esta ultima semana. Se vistió con una ligera pesadez, hizo unos pobres estiramientos y se dio un par de palmadas en las mejillas "Bien", se dijo, sin más, dirigiéndose a la habitación de las gemelas.


Tocó tres veces a la puerta.


¿Melka, Zazil? -
Preguntó, con un tono ligero, aunque su voz sonaba levemente áspera, quizás se estaba resfriando- ¿Estáis listas? Deberíamos ir yendo ya. -Aún ni les había contado quien era la persona a la que iban a visitar. Sólo y de la forma más ligera y amena posible, les había mencionado que era un ser querido que hacía ya mucho tiempo que había abandonado el mundo de los vivos.

Las jóvenes llevaban ya un año viviendo con él, pero del mismo modo que Sidd sabía poco de ellas, no era demasiado lo que les había llegado a contar sobre su vida. Desde joven nunca le gustó exponerse, dejar que otros supieran demasiado de su persona. Era algo demasiado intimo, demasiado cercano y para él, peligroso. No le gustaba sentirse vulnerable. Quizás era todo fruto, nuevamente, a la relación que mantuvo con ella. Nunca hablaban de nada realmente importante. Eran como dos desconocidos compartiendo cama, a veces algo de su vida en común y algunas palabras vacías. Pero, más allá de eso... ¿Que le había dejado? No tenía un nombre por el cual llamarla. Ni una foto o un cuadro. Sólo sus memorias. Habían compartido el vacío, la nada. Y se habían amado sin esperar nada a cambio más que el silencio y la complicidad.
Ahora él se preguntaba, en lo más profundo de su ser si, quizás, sólo quizás, sería capaz de abandonar esos malos hábitos a los que ella le había acostumbrado. Quizás, de este modo, él dia en que él muriera habría más que una sola rosa en su tumba y apenas un par de ojos derramando lágrimas.
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Mensaje por Melka E. Gwynne Mar Mar 21, 2017 11:50 pm

A ver, ¿cómo poner esto sobre la mesa sin que se note tan… Terrible? Ah… Es que, hasta ella misma sabía que su pensamiento no era el más idóneo o el más adecuado, ¡mucho menos para un momento como ese! Pero Melka empezaba a sentirse cada vez más frustrada y alejada de su hermano, ¿por qué no les contaba nada? De todas formas, tampoco es como si tuviera demasiado derecho a empezar a exigir, es decir ¿Quién era ella en la vida de Sidd? Aparte, sería demasiado desconsiderado de su parte ponerse a reclamarle por un hecho que seguro y a él le provoca dolor tan solo recordarlo… ¿Por qué clase de persona la tomaría? ¡Pero es que…! Sidd constituía una parte tan importante de su vida que… Simplemente no podía dejarlo ir así como así… Pero bueno, ¿cómo demonios iba a pedir algo que ella no estaba otorgando ni en menor o mayor medida? Es decir, ¿cuántas eran las veces que se había acercado a Sidd para contarle sobre sus problemas o preocupaciones?... ¡Pero!... ¿Por qué habría de ir con él cuando ya tenía suficiente con sus preocupaciones como el hombre de la casa…

A pesar de que era el salvador de ambas, era imposible sentirse tan lejano de él, como si se tratara de una figura platónica a la que si bien podía aspirar, nunca iba a llegar. Sólo podía estirar su mano e imaginar que lo abrazaba, porque a veces hasta a ni eso se animaba. Le fue inevitable alargar un suspiro mientras que se miraba en frente al espejo, ¿era bonita? ¿realmente lo era? Hizo una pequeña mueca mientras que se sentaba... Acarició un poco su pecho… ¿E-era suficiente? Inclusó volteó a ver hacia Zazil, no quería que le viera hacer algo tan vergonzoso. Una cosa era la intimidad que podían compartir y otra eran sus imparables inseguridades. No le gustaba que la gente supiera de ellas, ni siquiera su gemela ¡Debía ser la fuerza de su hermana!

Observó el amplio closet que compartía con su hermana, sin saber a ciencia cierta como se suponía y debía vestir, observo sus amados vestidos y las faldas, llegando a acercarse tímidamente a los mismos… Si nunca se animaba a usarlos, ¿por qué esa mañana lo haría? Tampoco quería opacar la importancia de lo que acotencía en la vida de Sidd, seguro que sería grosero de su parte… Sí, mejor mirar con la melancolía diaria sus vestidos y arrodillarse hacia uno de los cajones, sacando de ahí unos pantalones de tela sencilla y rosita. Adoraba ese color. No tardó en ponérselos y tampoco en escoger lo que llevaría en la parte superior; la verdad es que tomó la primera blusa que observó, una de tirantes de color oscuro y, debido a la ligera frescura que podía haber en las mañanas, tomó una sudadera con un diseño lleno de gracia. Era lo único bonito que portaba esa mañana. Tomó el primer calzado que vio y se dirigió hacia el baño de su habitación. No tenía ganas de desenredarse, por lo que simplemente no lo hizo. Lavó su rostro y aplicó una crema que le ayudaba con todo ese acné amenazante por emerger; en vista de que se había despertado hace ya como una hora no volvería a cepillar sus dientes, de hecho, quería un batido antes de partir.

Pero tocaron la puerta… Mo… ¿Ya era hora? Apretó un poco los labios y rápidamente la abrió, topándose con el decaído rostro de su amor acallado. Quiso abrazarlo y darle un besito en la frente pero, ah, ¿para qué? ¿Para que pensara que le tenía lástima? — Buenos días —contestó sin mucho entusiasmo, cosa bastante normal en ella, a fin de cuentas, no era más que una adolescente—, sí, ya estoy lista, sólo haré unos licuados rápidos para los tres —dijo en vista de que Zazil, si bien ya estaba lista, era un poco más lenta para tan siquiera caminar ¡Y aparte! Debía decir que era muy buena y bastante rápida, a fin de cuentas, era ella quien se encargaba de la mayor parte de los pedidos. Agarró leche del refrigerador y unas frutos silvestres, agregó unas fresas y puso una pizca de vainilla, ¿y por qué no? También un poco de crema batida, le daría un toque más dulzón y los tres parecían necesitar energías. Lo puso a licuar con unos hielos y lo mantuvo ahí durante 2 minutos en lo que buscaba unos vasos en los cuales transportarlos. En cuanto terminó lo vertió y decoró con crema para darle un toque más agradable — Listo —se lo extendió hacia Sidd; a decir verdad, en esos momentos no quería ni verle a los ojos, temía con lo que se fuera a encontrar — Ayer me desvelé haciendo un flan y probando una nueva receta, hice un pastel de chocolate con menta, no sé que tan bien se lleven los sabores pero…. Supongo que regresando lo podremos probar —dio un sorbo a su bebida y avanzó hacia la salida, asegurándose de que el cartel de “Cerrado” siguiera como estaba — ¿de regreso podemos comprar unos ingredientes? Estuve ahorrando un poco para que pudiéramos comprar unas trufas; con lo costoso que es seguro que el pastel se venderá muy bien… Sólo espero no arruinar el sabor…
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Mensaje por Zazil D. Gwynne Miér Mar 22, 2017 7:33 pm

La sola idea de que no pueda ayudar a quien las ha ayudado tanto… era frustrante. Frustrante, pero era la realidad. Conocía o al menos se daba idea del dolor que podía estar pasando su hermano, la impotencia de la que podía ser partícipe su hermana, pero… tenía que ser la armonía.

En esos últimos días sentía el ambiente tan… tenso y pesado. Y lo comprendía. Por lo que les había dicho Sidd, visitarían a alguien muy importante para él, así que deducía que era el aniversario luctuoso lo que lo ponía así. Y su amada hermana Melka… aunque no dijera nada, con el simple hecho de verla de reojo, sabía que estaba muy nerviosa y de nueva cuenta, frustrada. No la culpaba, pero, aunque ella se sintiera de la misma manera, dos polos iguales solo traerían peso a ese lado de la balanza. Así que suspiró y compuso su porte.

Era una persona especial para Sidd, así que una vestimenta especial iría a juego por respeto a su bella memoria, así que se puso unos shorts divinos, unos botines y la mejor blusa que tenía, se arregló y cepilló el cabello y se puso una flor… flor que se vio atrapada bajo la encantadora boina que cubría sus dos cuernitos, y tomó una gabardina algo vieja pero no por eso menos elegante junto con un par de guantes del mismo color que su ropa. Estaba colocándose un suave brillo en los labios cuando tocó a la puerta y vio que Melka abría, y ahí estaba su amado hermano decaído… y su hermana había “huido” con pretexto de preparar unos licuados, soltó un suave suspiro con una ligera sonrisa en el rostro para caminar con propiedad y elegancia hacia Sidd, seguía siendo una señorita — Ya estamos listas hermano… —sonrió y le tomó ambas manos, “jalándolo” hacia ella para postrar un suave beso en su mejilla— … Y buenos días — sonrió de nueva cuenta, soltando sus manos y con esa misma propiedad caminó directo a la cocina donde su gemela estaba preparando los licuados — Esa decoración se ve adorable, Melka, así como tú cuando estás así… —colocó una de sus manos en la mejilla mientras reía a lo bajo — Estoy más que segura que combinará muy bien los sabores. Será una experiencia nueva, atractiva y refrescante. ¿Has pensado en la presentación? ¿Serán rebanadas? ¿Pasteles? ¿Pastelillos? — Tomaba poco a poco su bebida, era lenta comiendo, tenía que admitirlo y se preocupaba que no pudiera acabarse toda la bebida antes de salir, si ese era el caso, regresando se lo acabaría— No se arruinará el sabor Mel… eres muy diestra con tus manos, quedará muy bien, ya lo verás — lo que menos quería era provocar que el ambiente estuviera más tenso, y por supuesto, tampoco quería minimizar el dolor de Sidd ni mucho menos solo… que… en realidad no estaba segura de nada, pero estaba dispuesta a ser la fuerza de ambos, y eso implica sacrificios.

Sacrificios que estaba más que dispuesta a ofrecer. Quizás en ese momento no existía la confianza entre los tres para apoyarse… Los tres habían sufrido, habían pasado cosas que los demás no conocían y que por supuesto dolían. Pero eso no implicaba que en un futuro no pudieran ayudarse. Así que mejor apostaría por ese futuro brillante… Acarició el cuernito que tenía colgado de su hermana y se puso suavemente de pie — Terminaré la bebida regresando, me falta poco, pero si sigo bebiendo no podré caminar — y caminó hacia sus dos hermanos, tomando una mano de cada uno y entrelazando sus dedos… No aguantó mucho y terminó por darles un fuerte abrazo grupal que duró unos momentos. Para después terminar con ello y caminar a la puerta. — Me parece que íbamos ligeramente tarde ¿No es así? No se preocupen, ya todo está bien cerrado, lo he comprobado por mí misma, todo está en orden y solo faltaría lavar los trastes de las bebidas de ahorita, también yo tengo ya las llaves —y les regaló una cálida y sincera sonrisa a sus dos amores. No sabía si todo lo que estaba haciendo estaba bien, o si era lo correcto, pero era la única manera que ella conocía de ser fuerte… Ser fuerte y ayudarlos.

Ella estaría ahí para los dos. Estaría con los dos, acompañándolos. Sin importar nada.
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Mensaje por Siddartha I. Dougherty Jue Abr 06, 2017 9:56 am

La puerta se abrió para mostrar a una desganada y distante Melka, como era común en ella en más de una ocasión. Él se dedicó a mirarla fijamente y escuchar sus comentarios asintiendo y dándole paso para que fuera a la cocina. Por otro lado le sonrió a Zazil- Esperaré en la cocina a que Melka acabe de preparar el licuado, no necesitas apurarte, tranquila. -Si bien era cierto que iban con retraso a la hora en la que él pensaba salir en un inicio, la verdad era que nadie aparte de ella los esperaba en ese lugar, asi que no pasaba nada por retrasarse un poco.

Sentado en la mesa de la cocina sólo podía observar como ambas gemelas hablaban de los pasteles y demás. Era... tan cálido. Como estar en una familia, o como mínimo lo poco que podía imaginar de una. La suya nunca fue la gran cosa, después de todo. Una casa con la ausencia de un padre y una madre sin relativos cercanos, quien vivía por y para trabajar. Si bien la realidad era que lo hacía por él, para darle una buena vida, también era evidente que volcarse en ello causaba que se vieran poco. Sidd era un niño que creció solo, quizás por lo mismo ella casi ni sabía lo que era de él cuando salía a la calle.

Pero ahora todo aquello había cambiado, las cosas ya no eran iguales. Ambas estaban a su lado, sonriendo, quejándose. En los buenos y en los malos momentos, siempre ahí. Sonrió. Era algo maravilloso, casi soñado; jamás pensó en tener algo semejante. Tampoco creyó merecerlo. Por un momento pensó en lo triste que sería cuando ambas partieran. Cuando encontraban a alguien a quien amar, ese alguien que las cuidaría durante el resto de sus vidas. Una mueca de disgusto se mostró en su rostro. Era tan... egoísta. Aunque les deseaba lo mejor, aunque quería que fueran felices, no podía pensar en cómo desearía que estuvieran allí para siempre, a su lado. Alejándolo de su soledad, como habían hecho durante este último año. Lejos de lo que todos los que conocían de ellos en el vecindario pensaban, no era él quien había salvado a las gemelas, sino ellas a él de su miserable estilo de vida. Siempre de mujer en mujer, lejos de aquellos que antaño consideró amigos. Solo, sin intentar remediarlo, sin intentar volverse cercano a nadie. Poco a poco era como si se estuviera convirtiendo en un reflejo de lo que aquella mujer era, más ellas fueron quienes lo salvaron de acabar igual. Ellas eran las verdaderas heroínas de la historia.

Soltó un suave suspiro y dejó que todos esos pensamientos fluyeran lejos, de modo que su expresión, hasta ahora algo tensa, se aligerara un poco- Gracias~ -Dijo con cuidado, tomando el licuado que acababa de prepararle la menor. Le dio un par de sorbos y sonrió- Ah, como de costumbre, no esperaba menos de ti, Melka. -Dirigió su mirada hacia ella- Está delicioso. Seguro que esos flanes y pasteles también estarán deliciosos, como de costumbre. Gracias por ayudarme siempre a idear nuevas recetas~ -Miró a la mayor de las hermanas- Y gracias a ti Zazil, por cuidar siempre de ambos. -Le dedicó una sonrisa, sintiendo ese fuerte abrazo grupal que la más amorosa del grupo hizo sin dudar un solo segundo. Rió por lo bajo- ¿Tan mal me veo? -Preguntó, soltando un suspiro- Lamento preocuparos. -Acarició la cabeza de ambas, amoroso- No pasa nada, después de todo, nadie está esperando por nosotros, podemos retrasarnos un poco. -Comentó, mientras cerraba la luz y abría la puerta de casa- De todos modos, ella nunca esperaba a los demás. -Sonrió y tomó las manos de ambas jóvenes, besándolas con cuidado- Las pocas veces que ambos caminábamos por las calles... -Susurró- De esas pocas veces, sólo tengo el recuerdo de su espalda... -Y era tan frágil que parecía que iba a romperse con un simple roce. Era curioso como, contrariamente, la de ellas, siempre le habían parecido fuertes, lejos de la imagen que debería tener, siendo como fue la primera vez que las vio.

Bien, ahora sí, vamos~ -Miró el reloj que había en la pared de la entrada antes de salir- Si caminamos algo rápido, aún podemos llegar a la calle principal para pedir un carruaje antes de la hora punta. -Mencionó, cerrando esa última puerta con llave y empezando a caminar.

No frente a ellas; a su lado. Hombro con hombro.
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Mensaje por Melka E. Gwynne Lun Mayo 15, 2017 3:29 pm

Amaba a su hermana, más tampoco está de más decir que la envidiaba. Ojalá pudiera tener la confianza que ella desprendía en cada paso que daba. Justo esa mañana se veía más bella de lo normal, ¿Acaso era natural que alguien se mostrara así con tanta naturalidad? A veces sentía que ella estaba condenada a simplemente permanecer como estaba, a estancarse y no avanzar. Los últimos días habían estado plagados de tensiones desde que Sidd se mostraba más alejado de ambas, porque por supuesto, ella no tenía ninguna culpa en las cosas que pasaban. Así era Melka, resultaba raro que al final se responsabilizara por sus propios actos, porque, a consideración suya, ella no estaba haciendo nada. —No… Tal vez sean unos muffins —mientras tomaba su bebida observó el caminar de su hermana con recelo, ah, en serio... Lo que daría por tener esa confianza… Pero, tampoco era como si pudiera particularmente odiarla. En lo absoluto, simplemente, no… Es decir, la amaba con toda su alma. No había tenido a nadie más durante toda su vida. Esos simples pensamientos, aunados a la espontaneidad de la joven bastaban para que de un momento a otro, sin más, buscara besarla. Tenía ganas y el pulso de hacerlo, más contuvo sus repentinas ansias. Simplemente se acercó a ella y acarició con sumo cuidado su mejilla, otorgándole una hermosa sonrisa. Era su todo.

Sin embargo, fue sacada de sus pensamientos cuando el mayor de aquellos instantes le habló con esa voz tan calma. Fue inevitable que una ligera coloración carmín se asomara por las mejillas del alma rosita. Tuvo que desviar su mirada de la del contrario para no quedar evidenciada, pero es que, a veces esos pequeños desvaríos le eran inevitables. Terminaba siendo como una pequeña niña enamorada. Zazil postró sus manos sobre las de ambos y Melka se apenó, a ese paso empezaría a sudar como toda una colegiala, aunque vamos… Ni estudiaba. Sintiendo ese vuelco de emociones abrazo a ambos, siendo ella la que terminó acurrucada entre los cuerpos de su hermana y su ahora hermano. Incluso se removió tantito, disfrutando de los aromas que ambos desprendían. Le gustaban. No era un sentir superficial. Los brazos de la joven rodearon la figura de ambos y se aferró por unos segundos. No estaba teniendo una mañana particularmente agradable, de eso estaba consciente, pero en cuanto se tuvieron una vez más el uno al otro, alargó un suspiro con anhelo y repegó su mejilla primero contra la de su gemela y, finalmente, incluso un tanto dubidativa, movió su cabeza una y otra vez contra el pecho de Sidd ¿Aprovechada? En el fondo sabía que sí, por supuesto. En más de una ocasión había hablado con Zazil de lo bueno que estaba, sí, y no había ni motivos para negarlo, pero en esos momentos poco le interesaban las cuestiones más superficiales.

Aunque, bueno… Si la situación se presentaba… ¿Por qué no, simplemente, aprovecharla? Soltó una risita picarona y de niña traviesa. Le habían alegrado la mañana.

Pero cuando se separaron y observó la melancólica mirada de Sidd, algo se removió en ella, aaaaaaghr, era frustrante… Se sentía una maldita blasfema, pero ¿Realmente lo era? —Sí, te ves muy mal –admitió con la sinceridad que siempre le acompañaba—, pero nosotras también, bueno, Zazil no, ella siempre se ve gloriosa —en esos instantes simplemente le otorgó un suave beso de pico, mas no por eso ignoró el comentario de Sidd.

Se sentía celosa de una persona que ya había pasado a mejor vida. Fantástico. “Eres grande, Melka”.

En esos momentos necesitan pensamientos positivos. Eso traería. Ahora que estaba más alegre, actuaría. Tomó la mano de Sidd y apoyó el costado de su cabeza contra el antebrazo del contrario. Podría ronronear en esos precisos momentos. —Oye… Sidd… Tu fuiste un guerrero, ¿Verdad? —tomando su mano empezó a adelantarse, llegando a mostrarse incluso risueña—, ¿Es en serio que eres muy rápido? —la ventaja de no arreglarse demasiado es que podía correr a gusto sin preocuparse por detalles innecesarios— Deberías demostrarlo y no simplemente presumir y hablar… —Así fue como, sin más, la chica empezó a correr en dirección a la calle principal, como toda una niña pequeña que si ganaba recibiría una recompensa.

Avanzó con su mayor velocidad. Era diestra con los deportes. Durante los últimos años había tenido que correr y correr de muchos de todos esos habitantes —¡¡Son unos lentos!! —quería llegar rápido y comprar unas flores para la persona especial de Sidd. Tenía dinero ahorrado para esas cosas.

No dejaba de ser una niña a fin de cuentas, bueno, adolescente, pero ¿Qué decir? Prácticamente no había tenido infancia.
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Mensaje por Zazil D. Gwynne Vie Mayo 26, 2017 7:46 pm

Había sonreído al sentir como su hermana correspondía el abrazo, algunos podrían decir que era un simple contacto nada más. Pero para ellas dos, o al menos en esos momentos eso podía asegurar, era algo más. Era… como ese chute de energía que te recargaba y te animaba. Un simple contacto tenía ese poder. Por eso no podía dejar de sonreír cuando estaba a su lado, primero de su amada hermana… tan sincera y adorablemente caprichosa a su manera, envidiaba taaaanto eso de ella. La veía como alguien libre y sin tapujos. Aunque podía ser completamente diferente a pensamiento de su gemela, Melka podría encontrarse mil y un defectos y difícilmente te daría algo bueno de ella. Por muchos que tuviera y hasta de sobra. Bien lo sabría ella, pero… así era su amada gemela. Y así la amaba de igual manera. Y aunque Zazil llegara a pensar en sus propios defectos antes que sus virtudes… ah… quizás no era nadie para señalar nada de su rosita, ella era igual en pensamiento… Total, el pasto siempre es más verde del otro lado ¿no?

En fin, no evitó reírse algo fuerte, pero siempre elegante, al escuchar ese tierno ¿reclamo? ¿admiración?De su hermana que la trajo de vuelta de sus pensamientos, diciéndole que siempre se veía gloriosa, correspondiendo de pico el beso que le había regalado antes — Hermanita, no soy la única, Tu resplandeces incluso con más intensidad. Y Sidd también, aunque le dé pena admitirlo en realidad —no mentía, simplemente decía lo que pensaba en realidad, sin tapujos ni comentarios tratando de quedar bien ni nada. No. Lo decía con completa sinceridad. Para ella, ambos eran… inalcanzables, sublimes… los admiraba y quería… no, no. Amaba, en demasía. No más, no menos.

Y aunque su amada gemela ya había respondido antes, decidió retomar el tema: —Hace unos momentos nos preguntabas si te veías tan mal… Y sip, te ves muy mal, pero ¿no es eso normal? Era alguien importante para ti, también el tener esos sentimientos que parecieran dolorosos, forma parte de nosotros… nos… fortalecen y nos enseñan…  —hizo una pequeña pausa colocando su dedo en los labios y terminó de sonreír — Y no hay de qué, es un placer. Estarían perdidos sin mi — rió a lo bajo, mientras guiñaba con suavidad un ojo, permitiéndose esa clase de comentarios, aunque en realidad no estaba muy segura si fueran ciertos o no, pero… era lindo pensarlo. En fin… los siguió al mismo ritmo con el que salió de la casa hasta unos pasos antes… observando de reojo a su hermana, arqueando ligeramente la ceja… Escuchando esos… comentarios traviesos dirigidos hacia Sidd, esas… “provocaciones” tan traviesas y propias de ella... La conocía bien… Muy bien… y sabía que no tardaba y se…

Echaba a correr hasta llegar a la calle principal.

Ah no… eso sí que no. No podía correr, no lo admitiría, se negaba pero… Bueno… No pudo evitar sonreír… ¿Por qué no… una sola vez? Era bastante más rápida que Melka a decir verdad, pero nunca gustó de usar esa habilidad o cualquiera que implicara algún esfuerzo físico porque… no lo veía digno de una señorita en realidad. Pero esta vez, rió. — Vamos a jalarle la mejilla a esa pequeñuela… —y antes de escuchar algún comentario o algo, se echó a correr directo hasta donde su amada Melka se encontraba, sosteniendo su boina pero riendo alegre, no tardó en alcanzarla y lanzarse a su cuello para llenarla de besos en la mejilla — Leeentaaaaaa — rió y se bajó del agarré. Se sacudió las ropas, arreglándolas en lo que retomaba el aire de antes — ¿Qué tipo de flores crees que le gusten? — siempre llegaban a hacer eso… una pensaba en una cosa, y como por arte de magia extraña o por la simple conexión entre hermanas, la otra le contestaba. Siempre era así, y no se les hacía extraño ni mucho menos. — Crees que unas rojas estén bien… o ummm unas amarillas…. ¡Sidd! ¡Ven ven! ¡Regalo! Queremos darle un regalo a esa persona especial por haber cuidado de ti en lo que aún no llegábamos a tu vida —sonrió de manera amplia aún con las mejillas algo coloradas y tomando la mano de su amada hermana — Y será de nuestra parte, así que ni se te ocurra sacar algún exo jovencito — le apuntó con el dedo índice “amenazadora” mientras no dejaba de sonreír, se sentía como una madre regañona o algo por el estilo, se dio media vuelta y seguía viendo las flores — ¿O te parece mejor llevarle de varias Mel? Y quizás comprarle un rehilete sería buena idea ¿no crees? —esperaba a que la persona que atendía en el puesto terminara de atender al cliente anterior que reía a lo bajo y con ternura desde la llegada de ambas al lugar.
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Mensaje por Siddartha I. Dougherty Sáb Jun 24, 2017 9:04 pm

Nunca se cansaba de observar lo unidas que estaban ese par. Adoraba ver cuan importantes eran la una para la otra e inevitablemente, aquel pensamiento le sacaba una sonrisa. Esas niñas, quienes todo lo habían perdido estaban allí, frente suya, sonriendo, amando y luchando por seguir adelante y rehacer sus vidas ¿Él en cambio? Sólo se lamentaba por el pasado. Ciertamente, no era así todo el tiempo, eso sería penoso, pero tampoco era mejor que tras tanto tiempo aún siguiera lamentándose por su muerte. Pero, era inevitable porque, si no hubiera pasado sus últimos años a su lado, quizás ella....

No, no no no no no, basta. No debía pensar en eso. No tenía caso sentirse culpable por algo que pasó hace tanto y menos quedarse estancado en el pasado. Debía poner fin a todo esto.

Sumido en sus pensamientos no se percató del reto que la gemela más joven le puso y para cuando quiso darse cuenta, las dos jóvenes estaban corriendo. Al ver sus espaldas a lo lejos volvió a sonreír. Eso era, ahora debía centrarse en el futuro y por el momento, ellas eran todo lo que tenía. Ya no estaba solo y por mucho que le costara asumirlo, aquello conllevaba una responsabilidad. Fue su decisión acogerlas y ahora debía hacerse cargo y hacerle frente a sus demonios. Debía ser capaz de darles una buena vida, de alejar el dolor y el sufrimiento que albergaban sus heridos corazones para llenarlos de dicha. Pero era evidente que para hacerlo debía estar bien y debía afrontar la vida con valentía, vivir el presente, no el pasado ¿Cómo iban a confiar en él y ser felices, viviendo constantemente preocupadas de que su mentor esté deprimido? Era imposible. Su vida ya no era sólo suya. Había perdido el derecho de estar siempre sumido en un mar de amargura y auto compasión; ese estilo de vida ya no era una opción.

No corrió hacia ellas, simplemente rió y las observó, mientras pensaba en todo aquello con resolución. Sus ojos las seguían instintivamente, sin perderse ni el más mínimo detalle; cada gesto, cada diminuto movimiento, lo observó todo sin apartar la vista un segundo... sólo hasta llegar donde ellas se encontraban- ¿Flores? -Preguntó, pensativo- ...Nunca le pregunté cuales eran sus favoritas. -Mantuvo una sonrisa en sus labios, pero su ceño se mostró ligeramente fruncido; era tan débil. Acababa de pensar todo aquello y allí estaba de nuevo, angustiándose por nada- Alguna vez creo haberle regalado rosas y lirios... nunca dijo que no le gustaran. -Pero tampoco dijo lo contrario. Simplemente las olía y miraba con cierta nostalgia, acomodándolas en un viejo jarrón "Gracias", le decía, mientras acariciaba los pétalos "...Es una pena" recordó lo que le dijo en una ocasión "Tan hermosas y sin embargo, con vidas tan efímeras". En ese momento no pensó en ello, pero recordándolo ahora... Aquello pasó cerca de la fecha de su muerte. Quizás para ese entonces ya sabía cual era su destino y se identificaba con ellas... Quien sabe. Ya no tenía caso pensar en ello- No importa cuales elijáis. -Posó su mano derecha un la nuca y ejerció cierta presión, tratando de aliviar el peso que sentía en su espalda- Si estuviera allí, estoy seguro que os daría un beso a cada una con una cálida sonrisa y diría "Gracias". -Podía ver la escena claramente en su mente, casi como si realmente hubiera sucedido.

Sacudió la cabeza ligeramente para sacarse ese montón de pensamientos de la mente mientras esperaba que ambas gemelas acabaran de comprar aquello que deseaban. Cuando finalmente acabaron se dio un par de golpes en las mejillas, tomando aire y soltándolo con energía- Bien, ahora... -Sonrió- ¿Qué tal si os demuestro que tan rápido soy? -Dijo con entusiasmo, mientras las tomaba a ambas, sentando cada una en uno de sus antebrazos. Debido al tiempo que pasó entrenando para ser soldado aquello no era algo que supusiera demasiada dificultad para él. Era fuerte y estaba acostumbrado a cargar peso, así que, aunque no fuera la posición más cómoda para correr, cargarlas a ambas no era tanto problema, sobretodo teniendo en cuenta que eran bastante livianas- Agarraros fuerte~ ¡Allá vamos! -Antes de dejar siquiera que opinaran al respecto empezó a correr. Era rápido sin duda, aunque se notaba que estaba siendo algo torpe debido a los paquetes rosados que llevaba con él. Siguió corriendo y manteniendo un ritmo constante hasta llegar al primer carruaje que vio disponible. Para cuando logró alcanzarlo ya se encontraba ligeramente sin aliento- Uuff, creo que estoy oxidado... -mencionó, mientras las dejaba en el suelo nuevamente, acariciando sus cabezas con una gran sonrisa- Debería entrenar más, sip. -Murmuró, mientras se secaba el sudor de la frente con el antebrazo y se acercaba al chofer- Muy buenas~ Quisiéramos ir al cementerio que hay cerca del río Fessa. -Habló con el hombre unos minutos, acordando un precio y una ruta. Cuando acabaron de concertarlo todo volteó a ver a las gemelas y sonrió, alzando el pulgar en modo de aprobación- Bien, subamos~ -Dijo, mientras les abría la puerta a las muchachas.
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Sorrow — Melka & Zazil Empty Re: Sorrow — Melka & Zazil

Mensaje por Melka E. Gwynne Dom Ago 13, 2017 2:15 pm

Estaba celosa de aquella mujer inexistente, no podía dejar de sentir una presión en su pecho cada que su presencia se posaba en los labios de su hermano, de su Sidd. Sabía lo egoístas que llegaban a ser sus pensamientos, pero para Melka era imposible controlarlo. Hizo un puchero muy suave, casi suspirando y tras las palabras que pronunció su hermana llegó a pensar que no quería gastar ni un exo en esa persona. La verdad es que la joven híbrida no era dadivosa, solía ser bastante celosa con sus adquisiciones y con lo que ganaba, aun más con lo que a su consideración suyo declaraba ¿Cómo no serlo si la vida poco le daba? Por lo que, aunque no hizo ninguna mueca que pudiera expresar su ausencia de entusiasmo, en el interior no estaba muy emocionada… Ah, pero, claro, ya había pensado en comprar las flores, ¡pero no es como si lo hiciera con toda la emoción del mundo! Simplemente era compromiso, no más. Lo tenía muy claro — ¡Oh! Eso suena bien —dijo con un falso entusiasmo, no obstante, era tal la presunta emoción en su mirada y en su voz que se escuchaba tan alegre. Era imposible percatarse de su verdadero estado de ánimo a menos que hubieran nacido en el mismo instante que ella. Sólo Zazil la conocía a la perfección—, aunque no sé para que le llevaríamos un rehílete —admitió con una pequeña risa, se le hacía un tanto innecesario, ¿Pero qué hacerle si a su hermana le entusiasmaba? Cuando el hombre que estaba al frente se alejó con un ramo, Melka tomó la iniciativa de pedir uno también— Buenos días —dijo con una voz suave, moviéndose tantito para observar la variedad de flores que el varón tenía. Era la ventaja de Euen, siempre dotados de una variedad envidiable—. Veamos… ¿Me daría un ramo de… de esas flores que se ven bonitas, emmm, las rositas? Sí, esas —no sabía nada de flores a decir verdad, es decir, ella no pasaba de rosas, jazmines y margaritas, y no necesariamente porque le gustaran, sino porque era lo que más se conocía—, con un poco de claveles, ujum, ah, y un rehílete —lo veía demasiado innecesario… ¡Ni que la difunta fuera una niña! Pero, bueno, ¿Qué iba a saber ella de esas costumbres y demás? Sólo complacería a su hermanita, y claro, ella pagaría. No podía ser grosera, no tanto. Sacó los exos de su monedero y se los entregó al amable joven, quien por desgracia no dejaba de ver a su hermanita de pies a cabeza, así que, celosa, postró un suave beso en sus mejillas antes de alejarse. Recibió el cambio y lo guardó — ¡Gracias!

Antes de seguir avanzando tomó la mano de Zazil, pegándose más de la cuenta a ella. Escuchó las manos del mayor y orgullosa lo escaneó, casi como si le retara una vez más—. No, ya perdiste tu oportunidad —aunque claro, eso no lo decía de forma literal. Realmente quería verlo en acción, ¿Qué tan fantástico sería Sidd en realidad? Tenía todo un pasado del que nunca les comentó, mínimo observar un pequeño atisbo de lo mismo llamaba su atención— ¡Hey! ¡Sidd! ¡E-espera! —ay, no, alturas. No es que le dieran tanto miedo p-pero… ¡Seguro que las iba a tirar teniéndolas a ambas en sus hombros! Ay, ¿y si esos músculos solo eran de adorno? Melka amaba los deportes extremos, pero aquello que suponía confianza en otros siempre le fallaba. Se aferró a su cuello y tuvo que controlarse para no jalarle el cabello. Sin embargo, lo que tomaba lugar no pareció ser tan extremo como llegó a imaginar. Al cabo de unos segundos abrió sus ojos y sintió que los hombros del mayor eran lo suficientemente seguros. Volteó a ver a su hermana, ay, ¡tan bella que se le notaba! Aun más si se tenía en consideración el aire chocando y moviendo sus hebras rosáceas con delicadeza. Quedaba a la perfección con ella— ¡Si que eres bastante fuerte! —aferrada a las flores temió llegar a maltratarlas, por lo que en el proceso extendió el ramo hacia su hermana, llegando a golpear un poco a Sidd en el proceso con el final del ramo ejem—, je, perdón —pero besó la zona en donde le pegaron, sonriendo ampliamente hacia el mayor ¡Era tan ameno pasar el rato con ellos! — No pareces… ser pura palabrería —hablaba pausado ante el constante trote del mayor. Al cabo de un rato, el joven les bajó y ella, aunque quiso abrazarle y tal simplemente se contuvo, permitiendo que hiciera lo suyo. Ya cuando volvió a llamarles le dio el paso a su hermanita, sonriéndole con calidez, y luego a Sidd, no tanto por ser caballerosa, sino por una simple niñería—, ¿Queda lejos? Nunca he ido —admitió mientras que, casi como si se tratara de una cría, se sentaba en el extremo, buscando tener un mejor panorama de las cosas. Le gustaba ver los paisajes y si ella estaba en medio de ambos no lo lograría como anhelaba. Era más infantil de lo que cualquier pensaría—, que bonito es por aquí… Sidd, deberías sacarnos más —reclamó con un peculiar encanto, reposando su cabeza en el hombro del contrario—, nos tienes como esclavas trabajando, jum, y luego no nos dejas ni respirar… Malo Sidd —pero cada que hablaba le miraba a los ojos, como embelesada — Sidd... Quiero aprender defensa, ¿me enseñas? Así podré golpear a los idiotas que no dejan de mirar a Zazil.
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