Cruel Invierno. [l i b r e]
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Cruel Invierno. [l i b r e]
Nieve, todo estaba cubierto de nieve. Aunque los primeros rayos de luz se hacían sentir, no era suficiente para entibiar el suelo, sin embargo, la nevada de la noche anterior hacía blando el terreno, incluso inestable. Pero el hambre llevaba días reclamándole a Amaterasu quien, rendida ante el ruido de su estómago, mantenía firme sus largas horas de caza. Sabía que invierno siembre favorecía a la presa, sobre todo a los más ágiles, pero la loba llevaba horas tras aquel animal, y no tenía intenciones de retractarse luego de largas horas de seguimiento.
Muy lejos de la principal civilización de Kugg, se debía ser cuidadoso: una fractura o accidente que le impidiese regresar era muerte segura, pues no era usual merodear la zona, tan densa del bosque, en esta época del año. Pero la necesidad, el instinto de sobrevivencia, tenían al lobo en constante movimiento, sutiles pasos con sabiduría, aunque la suerte aún no estuviese a su favor. Su negra nariz estaba pintada de blanco, a causa de olfatear esas huellas y su rastro, y sus oídos alerta a cualquier rama que crujiera a su alrededor, pero lo más importante era memorizar el camino para poder regresar con el estómago satisfecho; Si sobraba, podría conseguir también unos buenos exos a cambio de una buena carne tierna.
El viaje parecía no acabar, las patas se comenzaban a cansar y el sueño a vencer. El reflejo del Sol sobre la nieve daba la sensación de querer cerrar los ojos, no obstante, era un pequeño placer que le retrasaría aún más en el frío. Era medio día, las aves ya no cantaban, pero más de un revoloteo podía oírse entre las copas altas. Y a ese ritmo, si las cosas no comenzaban a ir en su favor, desmayaría antes de llegar al puerto del Norte.
Un pequeño arroyo dividía ahora su camino, se reclinó para resoplar con fuerza el suelo en busca de una pista que la ayudara a decidir por cual continuar, pero el agua era un buen inhibidor. Aprovechando el acercamiento, humedeció su lengua, lo cual fue útil para ayudar a despejarse; Fue entonces cuando lo escuchó, aquel ruido en seco, que la hizo soltar un prolongado pero poco audible gruñido, como si, ante la incertidumbre, no sabía si lo que había escuchado era lo que creía.
Amaterasu
Re: Cruel Invierno. [l i b r e]
Tampoco parecía haber nadie en ese bosque, por suerte o por desgracia, pues no podría conseguir ayuda. Como de costumbre, tampoco pensaba aceptarla. Siguió caminando con lentitud, mirando a su alrededor, preguntándose cuánto se tardaría en morir congelado. Luego pensó en la gente que conocía y decidió que no les daría esa alegría. Era competitiva con la vida y consigo misma, aparte de muy tozuda y orgullosa. Esos defectos, que rara vez se convertían en cualidades, hacían que le costara socializar y aceptar ayuda ajena o aunque solo fuera un pequeño consejo. Tampoco solía pensar mucho en ello, no le importaba lo que pensaran de ella a nivel psicológico, más bien a nivel físico, aunque solo por los Exos.
En ese momento sintió un tirón en el vestido que le hizo gruñir y ahogar un grito. Se le había enganchado la ya de por sí corta falda en un arbusto de espinos. Se acercó con cuidado. Una raja cubría ya la fina tela. Más valía no tirar, no quería acabar medio desnuda, no en ese momento. Se planteó sacar la falda por arriba, pero el arbusto esa muy frondoso y eso resultaba imposible. Terminó decidiendo tirar, y en efecto el corte se prolongó hasta dejar ver un trozo escandaloso de pierna a través la falda. En todo caso, en cuanto llegara a una ciudad habitada y subieran las temperaturas eso resultaría más bien una ventaja y le ayudaría a encontrar alojamiento para la noche. Aunque acababa de amanecer, pero se caía de sueño.
Al sacar el vestido, el eco del sonido inundó el silencioso bosque y le hizo estremecerse. Permaneció rígida, alerta, como un ciervo asustado que se siente encerrado. Comenzó a avanzar casi de puntillas hasta llegar a un riachuelo. Bien, eso camuflaría el sonido de sus pasos. Allí había un lobo que bebía unos momentos antes. Esto no le importó hasta que recordó la existencia de los zoomorfos, existentes también en Karr. Tal vez no fuera un simple lobo. Con cuidado se agachó y cogió una gran rama del suelo con la que pensaba poder defenderse y tardar más en morir.
- ¿Quién... eres?- preguntó, vacilante, antes de darse cuenta de que posiblemente intentara razonar con un animal.
Ekaterina Niurka
Re: Cruel Invierno. [l i b r e]
Siendo su negra nariz un guía, ya podía hacerse una idea de lo que ahora buscaba, pero era mejor "ver para creer" y sin dudar alzó su cabeza entre los arbustos secos que rodeaban a una joven chica. A pesar que desde esa posición solo pudo ver de su cintura hacia arriba, ella lucía pálida, quizás algo ojerosa, y vestía ropa inadecuada para el clima, como si el invierno le hubiese caído encima en pleno verano. Era de esos momentos incómodo para dos personas, al igual que toda primera presentación, pero no lo fue para Amaterasu esta vez, al menos no para ella, quien con la cara neutral de un animal la observaba a ella fijamente a los ojos, de la misma manera en la que un gato espera que su ratón se mueva. Y así se sostuvo la situación hasta oír esa pregunta, ya que en respuesta dio un rápido movimiento hacia abajo, saliendo del campo visual de la joven para pasar entre los arbustos que las separaban.
Elevando una pata delantera, intercambiándolas con cada paso que avanzaba hacia la desconocida, con las orejas pegadas a su cráneo acercaba su nariz a la mano que sostenía esa pesada rama. Lo único notoriamente audible, además del sonido que provocaba la fría brisa al esparcirse entre los secos árboles, era el resoplar del esfuerzo que hacía Ammy por saber si efectivamente se trataba de una simple y bella humana, ya que no encontraba lógica a su condición actual ni el porqué de encontrarla en un lugar como este.
Sintió la necesidad de ir a aquel árbol de más atrás que colgaba ese delgado trapo sucio y viejo de oscuro color, arroparse, regresar allí sobre sus dos piernas y poder responder a aquella pregunta con otra. Sin embargo, debía ser cuidadosa, pues no quería llevarse un moretón en la cabeza.
Su plan ahora era estar tranquila, no parecer agresiva, algo un tanto difícil bajo ese blanco pelaje. Pero ella juraría que no fue intencional ese ligero gruñido cuando enseñó sus dientes, abrió su boca y la acercaba a las manos de la chica, pero ¿Cómo explicarlo? Necesitaba asegurarse que ella no se iría, pero por sobre todo que no la golpearía, procurando ser suave. Finalmente, sin terminar por tocarla, detuvo en seco sus movimientos y la volvió a observar a los ojos ¿Se sentirá bien? Con la voz rechinando, como bisagra oxidada, se sentó frente a ella, observándola y deseando que no fuera a desvanecerse. Le costó valentía para frotar un costado de la cabeza contra el muslo de la joven, apretando sus ojos sin saber qué respuesta ante eso recibiría.
Amaterasu
Re: Cruel Invierno. [l i b r e]
Observó al animal desde lejos, rezando porque no se acercara. No tenía por qué, a menos que sintiera su miedo, lo que era posible. Quién sabía de qué era capaz esa bestia. Era de tamaño medio, aunque a Ekaterina le parecía enorme. Contuvo un grito y permaneció inmóvil mientras la loba se acercaba. El animal se detuvo, con las fauces a un milímetro de sus dedos. Ekaterina separó la mano con un movimiento extremadamente lento. No se atrevió a hablar, pues ni siquiera sabía si el animal la entendería, aunque cada vez estaba más segura de que no era un lobo corriente. Los lobos corrientes no hacían eso. Eran salvajes. Y, si se sentían amenazados, atacaban.
Sus ojos se cruzaron con los de la loba y los escalofríos se intensificaron. Esos ojos tenían expresión de indiferencia animal, pero no eran los de una bestia. Eran los de... otra cosa, no un ser humano pero tampoco los del animal que pretendía ser. "¿Qué eres?" pensó, pero no formuló la pregunta, en parte por el miedo y en parte porque sabía que no iba a recibir respuesta. Dio un paso atrás y sintió la nieve crujir bajo sus pies. Tropezó y consiguió finalmente mantener el equilibrio, aunque se sonrojó como si estuviera realmente en compañía.
De repente la loba comenzó a frotar su cabeza contra la pierna de Ekaterina. Ella pareció avergonzada y, aunque no era un sentimiento desagradable, se apartó bruscamente.
- Paga primero. Eso después.- gruñó en un acto reflejo antes de darse cuenta de que estaba haciendo el ridículo Por un momento se había visualizado en el Sector Rojo una noche cualquiera frente a un cliente normal. No era el caso. Enrojeció aún más. ¿Tanto le había afectado su situación? Sin embargo eliminó esos pensamientos y se limitó en concentrarse en el pelaje blanco de la loba.
- ¿Quién eres?- repitió esta vez en un susurro, tirando la rama por detrás de su hombro.
- off:
- ¡Siento la inmeeeeensa tardanza! :c
Ekaterina Niurka
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