That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
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That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Podía contemplar como algunos se apresuraban en guardar sus paradas. La mujer de la verdulería guardaba las cajas dentro de su casa, mientras su marido hacía lo que podía para mantener en pie el toldo, que parecía dispuesto a ceder debido al agua que se acumulaba sobre el mismo. El joven de la floristería tomaba las flores más delicadas y las resguardaba en el interior de la tienda, mientras sacaba unos arbustos grandes y preciosos fuera, esperando que la lluvia les diera el agua que necesitaban. Podría haberse ofrecido a ayudar a cualquiera de los mismos, pero parecían tan ocupados y concentrados en su tarea que hablarles se sentía fuera de lugar. Por ende la joven rubia no hacía más que seguir su propio camino, esperando llegar pronto a casa, pues el frío empezaba a calarla hasta los huesos.
Justo cuando empezaba a vislumbrar su tienda sus ojos se iluminaron cual infante que vuelve a ver a sus padres tras estar días en su ausencia. Su hogar era para ella un refugio, el lugar en el que se sentía más segura. Ambos, el local y la casa estaban situados el uno al lado del otro, motivo por el cual eran prácticamente lo mismo.
Probablemente fue la misma ilusión de saber que ya estaba cerca lo que causó un descuido de parte de la joven. Dejó de prestarle atención al camino y, antes de poder reaccionar, se vio a sí misma en el suelo, empapada y sucia. Su primera reacción fue la de soltar un penoso y adolorido “Auch...” para luego, sin dudarlo ni medio segundo, voltearse a contemplar que era aquello con lo que había tropezado tan torpemente. Su rostro prácticamente se volvió pálido como el papel en cuanto se percató de que “aquello” no era un “algo” sino un “alguien”. Sus manos se posaron rápidamente en las mejillas del joven que se encontraba frente a ella, quien aparentaba estar inconsciente y maltratado, como si le hubieran dado una paliza- ¡Lo lamento! ¿¡Estás bien, puedes oírme!? -Sin embargo parecía no reaccionar. La preocupación podía leerse en su rostro cual libro abierto, mientras miraba a ambos lados, pensando en que era lo más sensato que podría hacer- ¡Déjelo señorita, ese joven tiene justo lo que se merece! -Se escuchó la voz de un anciano desde la distancia, le hablaba un vecino que estaba fumando, a través de una ventana abierta- Se metió con quienes no debía... ¡Bah, jóvenes! Siempre haciendo lo que no deben. Debería dejarlo allí, tirado como un perro. Así quizás aprenda la lección y no vuelva a hacerlo. Créame, es por su propio bien. -Decía, mientras soltaba la colilla y cerraba la ventana, olvidándose del asunto sin más.
No obstante Agape era incapaz de hacer semejante locura ¿Dejarlo allí, tirado, inconsciente, en plena tormenta? ¿¡Que pasaría si enfermaba!? ¡Aún peor! ¿¡Que tal si se moría!? No, no, no. No podía permitirlo, debía llevarlo a su casa. Y con esa idea en mente fue cuando hizo su primer y penoso intento de levantarlo, en el cual el cuerpo del joven no se movió más que unos milímetros, siempre supo que la fuerza no era su fuerte... Ahora pues... ¿Que debía hacer...?
Justo en ese momento, cual milagro, otro de sus vecinos pasó corriendo, con un mísero libro cobijándolo de la lluvia- ¡Alois! ¿Eres tu, cierto? -Gritó, pues de lo contrario su voz se habría visto opacada por el sonido de aquel diluvio- ¿Agape...? -El joven la miró sorprendido- ¿Pasa algo, quien es él? -Preguntó, refiriéndose obviamente al joven tendido en el suelo.
Tras una breve explicación y algo de insistencia consiguió convencerlo de que la ayudara a llevarlo a su casa, lugar en el que podrían pensarlo todo con más calma. Lo acomodaron en el sofá, mientas Paulette prendía el hogar- Muchas gracias por tu ayuda, Alois. -Le sonrió, mientras le prestaba una toalla- No hay de qué, pero... ¿Dejarás que se quede aquí? ¿No es peligroso? No lo conoces de nada... -El joven se veía genuinamente preocupado- No sufras, en su estado no creo que pueda hacer nada malo -Rió ella, delicadamente- Pero de todos modos, Pulette está aquí y ella es muy fuerte, asi que no habrá problemas. -Aseguró. Fue necesaria más insistencia y perseverancia, pero finalmente logró convencerlo de que volviera a su casa, prestándole un paraguas a pesar de que de por sí ya estaba todo mojado.
Bien, ahora... -Contempló al joven, mientras seguía secándose el cabello con una de las toallas que Paulette les había traído- Supongo que lo primero debería ser cambiarle la ropa y sanar esas heridas... -Murmuraba para sí misma, absorta en sus pensamientos.
Agape E. McGrowdie
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
El colorado se había ofrecido hacía un tiempo para trabajar bajo el mando de esos sujetos, una especie de pequeña mafia que rondaba por la zona, zona la cual parecía pertenecerles de momento, teniendo como trabajo alejar a los de otros grupos y demostrar que el área ya estaba bajo el mando de una familia en específico, sin embargo no podría decir el nombre ya que con tantos golpes hasta eso se le había olvidado. Sin embargo un día obtuvo una jugosa oferta de parte de uno de los grupos opositores a cambio de filtrar algo de información como la forma en que se movían por la ciudad, nombres, direcciones, etc. oferta a la cual el pelirrojo accedió gustosamente y con discreción, pero de alguna manera lograron darse cuenta que estaba traicionándolos y la única salida a eso era quitarlo de en medio de alguna manera, incluso si esa manera era dejarlo hospitalizado o hasta muerto si no quedaba otro remedio. Lion logró escabullirse durante varios días, pero en algún momento iba a tener que salir a las calles aunque sea a conseguir comida, de la cual requería incluso más que una persona normal, y allí fue, con su estómago vacío quiso ir en busca de algo que comer y fue emboscado en plena calle, cerca de varios almacenes y tiendas, las cuales se encontraban en horario de atención al público, mucha gente había rondando los lugares así que no se permitieron el uso de armas y demás, pero ya se habían esparcido varios rumores erroneos sobre cosas que había hecho Lion con tal de tener una razón para golpearlo sin que nadie se entrometa, pero de todas formas no se podían dar el lujo de aniquilarlo en plena calle, así que solo lo apalizaron hasta donde se pudo sin cometer una acción que los comprometiese demasiado. En el proceso el pelirrojo logró derribar a 2 pero con sus fuerzas en ese estado y sin haber ingerido los alimentos necesarios, sus energías se encontraban bajas y por ende, sus capacidades en general estaban terriblemente mermadas, por lo que no pudo hacer mucho al respecto. Y así terminó, tirado en el suelo, prácticamente inconsciente, mientras la lluvia caía y su mente divagaba en sueños.
Había estado tirado en el suelo durante un par de horas, inconsciente, logró notar la tormenta, sintiendo aquellas gotas de lluvia golpeando su cuerpo, aquella lluvia logró calmarlo con su sonido constante y su frialdad, debido a lo cual al menos su sueño era más calmo ahora. Sin poseer consciencia del tiempo que había transcurrido, pudo sentir cierta calidez en el ambiente, y junto a eso en su piel, ya no se sentía mojado y los dolores volvieron a hacerse presentes aunque algo más inferiores que en el momento que cayó al suelo por la golpiza. En ese momento despertó, se encontraba recostado, con ropa que no le pertenecía y al parecer llevaba puestas algún tipo de vendas y demás. A medida que su consciencia recuperaba su fuerza los dolores se hacían más agudos, pero podía soportarlos tranquilamente, lo principal era saber donde estaba y qué diablos hacía ahí, era extraño despertar en una casa ajena ya que nadie se atrevería a recogerlo, aunque era cierto que esa era la primera vez que algo se le había ido de las manos de tal manera así que tomó todo el suceso como algo extraño...
Se sentó sin salir de la cama, observando detenidamente todo, al ver la sala donde se encontraba, fácilmente notó que no era una casa normal, parecía ser una algo grande y de alguien que estaba económicamente bien, tal vez más que bien incluso... pero, quién era ese alguien? terminó por tomar una decisión, algo que en una situación normal no haría.
-Buenas?!
Mencionó en voz alta, con intención de hacerse escuchar, claro, si alguien había tratado sus heridas seguramente no quería hacerle daño, pero Lion aún permanecía escéptico, no entendía como alguien podía simplemente tomarlo, cuidarlo y hasta cambiar sus ropajes, era algo ilógico para el, sin sentido.
Observó a los lados y esperó a que alguien viniese, mientras se preparaba para lo peor. Si la situación se tornaba desfavorable ya tenía una ventana en vista para arrojarse y arreglárselas por su cuenta, en esas condiciones no podía hacerle frente a prácticamente nadie y eso lo tenía algo molesto y malhumorado.
Lion G. Mond
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Podía asegurar que no había pasado más de quince minutos allí dentro, pues aunque no descuidó su propio cuerpo, tampoco deseaba que el joven despertara allí, solo. Sin embargo, eso parecía ser justo lo sucedido. Vistiendo un elegante camisón azul pálido y con una toalla entre sus húmedas y rizadas hebras doradas, se apresuró a dirigirse a la habitación donde se encontraba él, no sin antes pedirle a Paulette que les preparara un chocolate caliente y un café- ¡Lo lamento! -Pronunció, mientras entraba apresuradamente en la habitación- Debes estar confuso, despertando en una casa que no conoces... Permite que me presente, soy Agape Eucaris McGrowdie, la dueña. Puedes llamarme Agape. -Su forma de hablar era pausada y elegante, se notaba que había recibido una buena y costosa educación- Te encontré inconsciente en la calle, cerca de la floristería. -Explicaba, mientras acomodaba algunos mechones rebeldes detrás de su oreja- ¿Cómo te encuentras? Nos hemos tomado la libertad de cambiar tu ropa y vendar tus heridas, pero... Ah, cuando digo “nos”, me refiero a... -Justo en ese momento llamaron a la puerta, dos golpes secos y educados- Pasa. -Respondió, sonriendo.
Por la elegante puerta de madera de roble se presentaba una joven de piel tostada y ojos verdes. Cabello corto, como un hombre, mirada fría y ojos afilados, felinos. Alta, probablemente de una estatura similar a la del mismo pelirrojo. Llevaba ropa de criada, la cual sin duda alguna no pegaba demasiado con ella y aun así, la vestía con orgullo y diligencia- Traigo las bebidas, señorita Eucaris. -Se limitó de pronunciar- Gracias, Paulette -Respondió ella, sonriéndole con afecto- Cuando digo “nos”, me refería a ella y a mi. -Añadió luego, mirando nuevamente al joven- ¿Quieres chocolate caliente? O... ¿Quizás prefieras café? -Cuestionó, tranquilamente, indicándole a la criada que le entregara la taza que prefiriera, luego simplemente se retiró nuevamente, dejando la puerta cerrada, como lo estaba antes de llegar.
A través de la ventana de la habitación aún podía escucharse el sonido de la lluvia, que caía con fuerza. Los rayos y los truenos seguían presentes, dando la impresión que no tenían la intención de cesar pronto. El chispear de la leña que calentaba la habitación en aquel hogar se hacía notar, mientras unos segundos de silencio reinaban en la sala- Dime ¿Es verdad? -Preguntó, mientras se acomodaba, sentándose en una de las butacas que había allí, ni demasiado cerca ni demasiado lejos de la cama donde él estaba- Un hombre dijo que “te lo habías buscado” -Pese a sus palabras seguía sonriendo, cálida, dispuesta a escuchar cualquier cosa que tuviera que decirle. No importaba si le decía la verdad o intentaba excusarse, tampoco si simplemente decidía mentirle. Agape sólo tenía curiosidad, quería saber “Que clase de persona era”- No suelo creer en los rumores. Me gusta juzgar los hechos por mi misma... Aunque si no lo deseas, no tienes porque responderme. -Se llevó la taza a los labios, mientras saboreaba la bebida con delicadeza- Más importante -Pronunció ahora, cambiando de toma- ¿Cual es tu nombre? Me gustaría poder dirigirme a ti apropiadamente. -Su sonrisa permaneció, sin desaparecer o atenuarse en ningún instante. Así era ella, al fin y al cabo. Aquel joven podría ser el peor de los vándalos y sin embargo, ella quería creer que era una buena persona. Quería creer en él y en que, sin duda, merecía su ayuda y comprensión.
Agape E. McGrowdie
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Bien... Estoy bien, aunque me extraña bastante que alguien me ayude, pero claro, no sabes quien soy, por eso lo hiciste no?
Rió levemente, sabía que si realmente lo conociera no se hubiese siquiera acercado, por algo había estado tanto tiempo en el suelo sin que nadie le de una mano, porque todos los que lo conocían lo detestaban o le temían. Era una sensación extraña la de ser ayudado, una que ya había olvidado hacía mucho, pero aún no se sentía cómodo, su tendencia a desconfiar de la gente no le permitió asumir que la chica la había ayudado de forma desinteresada, al menos no aún.
-Sólo mencionó que me lo había buscado?
Su pregunta demostró cierta desconfianza, la cual se reflejó incluso en su rostro, todo aquel que hablase de Lion lo desprestigiaría de más maneras, así que antes de que alguien más le mencionase a la chica como lo ve la gente, él mismo sería quien se lo dijera.
-Bueno, te diré, si escuchas rumores o cosas sobre mi serán cosas como "es un ladrón, maleante, embustero, etc, etc..."
Volvió a reír, aunque ahora algo más fuerte, cada que miraba a la chica se creía cada vez menos que estas cosas estén pasando. Ser ayudado por una chica adinerada que ni siquiera lo conocía, qué tan poco conocía del mundo aquella mujer? por qué ayudar a alguien como el incluso sabiendo que no era alguien de fiar según las malas lenguas? En fin... inconscientemente Lion quería confiar en la muchacha, pero de todas formas le sería difícil.
-Vamos a mi nombre, Lion Gray Mond, es todo.
Se acomodó, sentándose cómodamente, sintiendo a cada movimiento la suavidad de la ropa que llevaba puesta, era muy cómoda la verdad, más de lo que estaba acostumbrado a sentir. Bebió un poco de aquel café, con notable desconfianza, sin quitar la vista de encima de la chica. Qué estaba pasando? qué pasaría luego? no tenía idea, sólo quedaba ver cómo avanzaban las cosas.
Lion G. Mond
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Lion, es un nombre bonito. -Comentó, mientras le daba un sorbo al chocolate caliente que les había triado Paulette- ¿Eres nativo de Torava, Lion? -Preguntó en primera instancia- Yo no sé si nací aquí. Tampoco sé si soy completamente humana o por lo contrario, soy mestiza. Fui abandonada frente a esta casa y adoptada por la pareja de ancianos que solía habitarla; mis difuntos padres. -Narraba, tranquilamente, sin borrar aquella sonrisa de su rostro, serena- Muchos no aprobaban mi procedencia ¿sabes? -Rió por lo bajo, pues le parecía algo gracioso; sus padres nunca le dieron importancia a ese detalle- Viví bajo las miradas de muchos, pero por fortuna, tuve el afecto y amor de una familia. Se llegaron a decir muchas cosas de mí, casi todas falsas. -En ese momento su mirada se topó con la de él, firme y madura- Sé que los rumores no suelen ser más que muestras de envidia y desprecio, pocas veces verdades, como mínimo nunca completas, como mucho a medias. No se puede confiar en algo así ¿No crees? -Su pregunta era más bien retórica, sin espera de una respuesta real- Verás, como te comentaba antes, lo que digan de ti no me interesa. -Dejó la taza sobre una mesita que tenía en frente, mientras volvía a erguirse, recta, sentada en una postura perfecta y refinada- Puedes contarme la verdad, esa que ya le contaste a otros y eligieron no creer o aquella que nunca contaste, porque sabías que nadie la creería verídica. También puedes contarme mentiras bonitas o desgarradoras. Y por supuesto, puedes no contarme nada, todo es elección propia. -Cerró los ojos unos instantes y tomó aire, con cuidado, para luego volver a abrirlos- No voy a juzgarte, no tengo derecho, en realidad, nadie lo tiene. Aquellos que lo hicieron son unos necios que no comprenden que la vida es más que rumores y apariencias. Eso opino yo ¿Que crees tu? -Ciertamente, desde su punto de vista aquel joven, quien muchos tacharían de rufián sólo con verle, merecía el mismo respeto y consideración que cualquier otro ser. Detestaba saber que alguien había sido capaz de darle una paliza, fuera cual fuera la razón, de mismo modo que estaba inconforme por el comentario del anciano, quien había sido irrespetuoso y desagradable con un joven al que sin duda alguna no conocía de nada.
Hablaba mucho en un intento de dejar clara su postura, de mostrarse tal y como era, transparente, pues así era su personalidad. Pensaba que, de dejarse ver tan claramente, él podría, aunque fuera un poco, sentirse menos amenazado por su presencia. Quería creer que podía ayudarlo, que podía hacer algo por él, más que darle cobijo bajo un día lluvioso. Si sucedía o no, por desgracia, ya no estaba en sus manos, más en las de él, quien bien podría quedarse y hablar con ella o elegir irse, en cuyo caso no le detendría.
Agape E. McGrowdie
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Un rostro algo más calmo hizo presencia por parte de Lion, mientras escuchaba la historia de la muchacha... tenía sentido que entendiese un poco lo que él sentía, tal vez sus historias eran muy diferentes, pero ambos habían vivido lo que era ser rechazado en menor o mayor medida. A comparación de la gente que había conocido se sentía como si el cerebro de esa muchacha funcionase de otra manera.
-Jajajajaja - El pelirrojo soltó una pequeña carcajada, no pudo evitarlo, tal vez había sido cosa del destino o pura coincidencia, pero el que exactamente esa chica lo salve había sido una grata coincidencia. Si otra persona lo hubiese salvado, seguramente lo hubieran echado a la calle antes de que siquiera despierte debido a los rumores y demás... pero esa muchacha, sin saber si aquellas palabras y rumores eran ciertos, de todas formas se arriesgó a cuidar de el, un total desconocido y además de eso, alguien totalmente difamado por la sociedad, que locura, o al menos eso era lo que Lion pensaba, era una locura que alguien se anime a cuidar de el.
-Eres muy extraña, incluso comprendiendo mi situación de excluido un poco, no creo que otra persona se hubiese arriesgado así. No te contaré mi vida, no te conozco, pero al menos supongo que debería agradecerte... no cualquiera se arriesgaría así por un extraño, y menos aún por alguien como yo.
Realmente sentía que quería contarle sobre el, parecía la única persona en el planeta que realmente quería escuchar su vida, pero qué tal si no? si en realidad sólo estaba intentando meterlo en algo raro? saber de él sólo para tener ventaja sobre él, no podía darse el lujo aún, debía conocerla un poco más antes de tomar una decisión como hablar de su vida tranquilamente, ya que las pocas personas que le vinieron con ese cuento terminaron por traicionarlo, no quería pasar por eso nuevamente.
Pensó que tal vez lo mejor sería irse, no quería meter en problemas a alguien que parecía ser tan amable, no sabía si los sujetos que lo apalizaron sabían si él seguía con vida, y peor aún, el lugar donde se encontraba lo cual sería peor, pero por buenas o malas, la lluvia se había convertido en una tormenta imponente, por lo que Lion dudaba que aquellos sujetos hubiesen podido conseguir información ya que la gente se mueve menos en esos climas, así que decidió no irse hasta que la tormenta cese. -Sé que puede ser demasiado, más teniendo en cuenta que ni siquiera te quise contar sobre mi, pero... podría quedarme hasta que la tormenta amaine? Tal vez era mucho pedir, y lo comprendería si se le dijese que no, pero esta oportunidad le serviría para observar a la muchacha y comprobar si la fachada de niña buena que le había mostrado era realmente ella, en caso de que lo fuese, tal vez podría contarle algo sobre el, tal vez podría entablar una charla más relajada. - A todo esto, este café está muy bien, podría beberlo todo el día. Se mantuvo viendo hacia afuera a través de la ventana mientras mencionaba todo aquello, esa tormenta era rara de verse, pero bueno, la tormenta en el cielo o la tormenta en su mente, cual sería más fuerte ahora?
Lion G. Mond
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Rió levemente ante el comentario del joven sobre aquel café, escondiendo sus labios detrás de una de sus delicadas y pequeñas manos- Estoy segura de que Paulette estaría complacida de escucharlo. -Decía, alegre- No disfruto demasiado del café, al contrario que mi difunto padre, por eso desde que él murió no tiene nadie que le diga lo buena que es haciéndolo. -Narraba, complacida, incluso feliz por el comentario. Era casi como si el cumplido lo sintiera propio, orgullosa de su capaz criada como si, en vez de eso, fuera su propia hermana.
Inspiró y expiró profundo, tratando de dejar de lado aquel buen momento entre risas y demás para volver al tema que los ocupaba, más “serio” e importante que las habilidades de la joven criada a los servicios de Agape- Bueno, en el momento en que te vi solo tuve dos opciones ¿Sabes? -Comentaba, mientras recostaba su espalda en el sillón, acomodándose- La primera era fingir que no vi nada y abandonarte. De haberlo hecho habría sido igual de ruin que las personas que te dejaron allí; no, quizás incluso más. Cuando ellos te dejaron no llovía, pero cuando yo te encontré, estaba diluviando. -Explicaba, mientras, distraída, pensando palabra por palabra lo que debía decir, jugueteaba con uno de sus dorados mechones, levemente ondulados- De haberte dejado allí, podrías haber acabado muerto por una hipotermia y yo habría sido tan culpable de tu muerte como aquellos que te golpearon. -Alzó la mirada hacia él, sonriente, nuevamente, como era usual en ella- La segunda opción era recogerte, darte lo que necesitabas y confiar en que, incluso si eras una mala persona, devolverías mis acciones de buena fe con la misma sinceridad y comprensión. -Sí, estaba claro que, sobre cualquier cosa, era una joven positiva, quizás en exceso- No estaba dispuesta a cargar con la muerte de otro ser humano en mi espalda. De manchar mis manos, ni que fuera indirectamente, con la sangre de otra persona. Jamás. -Y mientras narraba su sonrisa no disminuyó ni se alteró en un instante. Permaneció igual, serena, tranquila.
En ese momento volvieron a llamar a la puerta- Señorita Eucaris. -Se escuchó del otro lado, a lo que, acto seguido, la joven rubia la invitó a pasar- Señorita, he calentado lo que ha sobrado de la cena para el invitado ¿Desean bajar al comedor? -Preguntó, cordial. La más baja se llevó ambas manos al rostro, casi como si estuviera sorprendida- ¡Lo olvidé por completo! Debes estar hambriento ¿verdad? Al fin y al cabo, cuando te hemos encontrado era temprano aun, no creo que hayas comido nada en un buen rato. -Explicaba, mientras se levantaba del sillón- ¿Bajamos, Lion? -Preguntó, posicionándose al lado de Paulette.
Agape E. McGrowdie
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Luego de las risas y aquellas pequeñas bromas que calmaron un poco el ambiente, Agape retomó el tema principal de la conversación y el chico la escuchó atentamente, cada palabra, sin embargo no estaba realmente de acuerdo, ya que el pensaba que había sido muy descuidada con su elección de traerlo a la casa, seguía firmemente creyendo eso.
-Realmente eres descuidada, cierto? No considero que alguien con dos dedos de frente hubiese tomado esa elección, traer a un extraño, de aspecto sospechoso y que incluso fue encontrado en una situación sospechosa, conocido por algunos como una basura del bajo mundo... traerlo a tu casa y cuidarlo? como un ave que cayó de su nido.
Una sonrisa algo burlona se dibujó en su rostro, la verdad era que la situación le estaba causando gracia, la forma tan positiva de ver las cosas que esa muchacha tenía era una visión muy alejada de la realidad, o al menos, de lo que Lion consideraba que era la realidad. Una pequeña carcajada escapó de los labios del chico y luego la calmó con un suspiro, ya que a fin de cuentas, por muy ilógica que le pareciera la elección, debía agradecerle, estaba en deuda con ella por haber tomado esa decisión tan arriesgada, teniendo tan poca consideración por sí misma, tan solo pensando en el bienestar de él, realmente era alguien admirable... o tal vez alguien demasiado confiada.
-Como sea, realmente estoy en deuda contigo. Mencionó con calma, y una ligera sonrisa en su rostro, cosa poco normal en él.
Lion seguramente hubiese hecho la vista gorda en una situación como esa, pensaría algo como "tengo demasiados problemas como para hacerme cargo de otro más, no tengo tiempo para eso" y hubiese seguido su camino sin carga alguna, haciendo como si nunca se hubiese cruzado con la situación ya que no era algo que directamente le hubiese afectado, sin embargo, eso era hasta antes de ser salvado por la chica, la cantidad de sentimientos encontrados dentro de el era notoria, estaba confundido, no podía comprender al 100% la forma de ver y pensar de la muchacha y eso lo tenía intrigado, si no fuese por eso seguramente hubiera escapado en cuanto su condición mejorase un poco, pero incluso con esas quería ver que más podía esconder Agape en su cabeza, qué otros pensamientos locos tendría esa chica? todo el mundo era color de rosas para ella? por qué tanto optimismo? no tenía sentido para el.
Luego de su respuesta logró escuchar a la criada llamándolos, hablaban de comida, eso le agradó a Lion pero tampoco pretendía parecer un muerto de hambre frente a nadie, tenía que mostrarse un poco rudo al menos y por eso estuvo a punto de rechazar la comida, pero sus tripas tronaban peor que la tormenta así que no podía evitar comer algo, al menos un poco.
-Está bien, me vendría de perlas un plato de comida caliente. Gracias.
Se sentía demasiado mimado, no era de su total agrado sentirse servido, podríamos decir que hasta llegaba a molestarle un poco, pero si quería seguir intercambiando palabras y comprendiendo a esa chica, debía seguirle el juego un rato más, al menos hasta calmar esa extraña confusión que lo tenía inquieto. Así se decidió a seguirla para bajar las escaleras siguiendo el delicioso aroma de la comida caliente... mmmm... darse un gusto cada tanto no le viene mal a nadie.
Lion G. Mond
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
La criada bajaba las escaleras mientras, en ocasiones, miraba por encima del hombro, como si estuviera atenta ante una posible caída de la rubia. Por su parte esta se aseguraba de posar una de sus manos en el barandal de las mismas, pues, aunque no era realmente torpe, ya había caído en alguna ocasión pasada- La casa no está realmente ordenada pero, espero que no te incomode. -Ciertamente, podía percibirse que no estaba todo en perfectas condiciones, como solía ser en casas de nobles y similares, aunque seguía teniendo un aspecto decente- Sólo vivimos aquí Paulette y yo, no tengo otros empleados, asi que... -Mencionaba, mientras miraba los alrededores, algo distraída- No puedo exigirle que mantenga una casa tan grande de forma impecable siempre, eso sería absurdo. -Rió levemente- Y una perdida de tiempo. No lo encuentro necesario, realmente. -Sí, prefería que hubiera un poco de desorden, alguna prueba de que en esa casa efectivamente, había personas viviendo. Era una forma de llenar el vacío, de acallar esa sensación de soledad que podía sentirse, pues, aun y siento "hogareña", lo cierto era que una casa tan grande habitada por sólo dos personas se sentía solitaria, incluso algo triste, quizás. La joven rubia prefería no pensar en ello, a decir verdad. Desde la partida de sus padres, hacía ya años, esa sensación de vacío había persistido.
Cuando finalmente llegaron al comedor el plato ya estaba servido y humeante. Había un caldo de pollo, un panecillo redondo y una copa vacía; al lado había una botella de vino- Ah, no sé si prefieras agua o vino. -Comentó, mientras miraba a la criada- Mi padre siempre solía beber vino en la cena, asi que Paulette por costumbre... -Miró al joven y sonrió- Puedes elegir lo que más prefieras. -Comentó con tranquilidad.
El plato del joven se encontraba en uno de los extremos de la mesa, mientras que la rubia se sentó en el lado derecho de la misma, justo en diagonal a él. A pesar de ser una casa de "ricos" por asi decirlo, la mesa tenía un tamaño bastante normal, donde debían caber, aproximadamente, unas seis personas. Sus padres, a pesar de todos, nunca fueron realmente ostentosos. Quizás esa era una de las razones por las cuales ella no era una persona demasiado materialista. Oh, sí, le gustaba tener objetos antiguos y rarezas en sus manos, pero la realidad era que, pese a todo, no consideraba que fuera necesario tenerlos para poder vivir, mucho menos para ser feliz. Para ella la felicidad consistía en un cálido hogar y una familia que te quiera. Consistía en tener amigos por los que preocuparse, a quienes amar y cuidar, del mismo modo que se preocupen por ti, te amen y te cuiden. Consistía, en dar sin esperar recibir nada a cambio y quizás, con suerte, acabar recibiendo algo y agradecer por lo mismo, sea lo que sea. Ese era, para Agape, el concepto de felicidad.
Sobre lo que estábamos mencionado antes... -Comentó, mientras le sonreía a Paulette, quien le había traído una taza de té- Puede que, tal y como dices, sea descuidada. O inocente, quizás incluso idealista. -Rió por lo bajo. Sin duda alguna, no era la primera vez que le decían algo como aquello- Pero hasta ahora mis acciones nunca me han traído problemas. -Cerró los ojos y rememoró con cuidado a cada persona que había ayudado, por pequeñas que fueran sus acciones- Ni una de ellas me trató mal. Todas sonrieron o me lo agradecieron. Algunas quisieron darme algo a cambio, otras simplemente, prometieron que algún dia pagarían su deuda. -Aunque no había deuda que pagar, desde su punto de vista- Quizás sea porque los siete son bondadosos y no me han querido mal, pero... Realmente, nunca, hasta ahora, alguien ha traicionado mis buenas acciones. -Su mirada se dirigió al joven, brillante, entusiasta y bondadosa- Y eso hace que, inevitablemente, crea que mi forma de ver el mundo es la correcta. Aún si otros no ven más que a una niña ilusa. -Y probablemente, el dia en que alguien la traicionara, ese dia, su convicción de ayudar a otros no haría más que crecer. Era, después de todo, ese tipo de cabezota idealista.
Agape E. McGrowdie
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Notó que la muchacha se sostenía del barandal con cuidado, como si fuese a caerse, o mejor dicho, como si ya se hubiese caído antes, por otro lado el chico bajaba con bastante confianza, la verdad se sentía en mucho mejor forma que antes y un buen plato de comida no le sentaría mal para nada, tal vez mantenía una actitud menos hostíl que de costumbre debido al hambre, o eso es lo que el quería hacerse creer, pero realmente sabía que el lugar y las personas que lo habitaban le transmitían cierta seguridad, una que hacía mucho no sentía...
-Casa desordenada? Crees que me molestaría por algo como eso?.
Soltó una carcajada algo burlona luego de escuchar eso, para alguien sin casa un techo era más que suficiente para considerar cualquier lugar como "acogedor" y el lugar donde se encontraba en ese momento era tremendamente superior a lo que acostumbraba habitar, si es que así podemos decirle a pasar noches en distintos lugares abandonados y en los bajíos. Realmente había quedado algo tentado de la gracia que le habían hecho las palabras de Agape, luego suspiró para calmar esas risas y retomar la compostura.
-Suelo conformarme con un simple techo y ya, el simple hecho de que no me de la lluvia suele significar "una buena noche", para alguien que anda de aquí para allá metido en cualquier lugar, estar dentro de una casa como esta con un ambiente de este estilo es inpensable sabes?.
Mencionó aquello seriamente, tal vez sería la única vez que se sinceraría a ese nivel, siendo sorpresivo incluso para el, pero no podía permitirse seguir siendo poco amigable con esa gente, aunque fuese solo una frase, tal vez serviría para calmar un poco su Yo interior y volver a su rebeldía y pseudo-hostilidad que porta por costumbre. Prosiguió con sus pasos hasta la mesa, escuchando lo que decían y tomando asiento donde parecía que correspondía... wow! la comida se veía muy bien y su aroma era atrapante, su estómago le reclamaba, aunque no emitía sonido alguno, podía sentir sus tripas retorcerse como diciendo "qué haces que no estás comiendo ya?!". Escuchó las ofertas de la muchacha, y aunque lo pensó, prefirió optar por el vino debido a que era costumbre para el el beber alcohol cada tanto, y un buen vino no sería algo que fuese a rechazar fácilmente, por lo que accedió a ello. Prosiguió con la cena y tal, disfrutando de aquel plato, aunque para ser un tipo callejero sus modales en la mesa no eran para nada despreciables, por el contrario, eran muy acorde a los de alguien de clase. Al retomar la conversación anterior, pudo escuchar a la chica decir que nadie le había fallado luego de ayudar y que incluso le han pagado o recompensado de una u otra forma, pero... por qué estaba tan segura de que Lion haría lo mismo? Siendo Lion alguien que no tiene pelos en la lengua, claramente se lo preguntó sin dudar, en un tono algo serio como el que utilizó anteriormente.
-Qué seguridad tienes de que yo también seré agradecido o que no te fallaré luego de todo esto?... Como dije antes, no me conoces, e incluso mi renombre no es ni cerca de lo mejor.
Tal vez estaba siendo algo repetitivo con el tema, y aunque lo fuese preguntando de distintas formas, la verdad es que no llegaba a ninguna respuesta más que la fe de la chica, las simples ganas de creer en la gente que ella tenía parecían ser suficientes para ayudar a quien sea que pueda, y para alguien que no recibió prácticamente ayuda en su vida y solo repudio, era muy difícil de asimilar, aunque pudiese entenderlo un poco, no podía simplemente asumirlo así como así. Además de ello, el hecho de que le haya dado una mano realmente le hacía sentir ganas de ayudarla, Lion conoce a muchos que no serían agradecidos en esta situación, y al pensar en ello se le ponían los pelos de punta, suponiendo que no hubiese sido el y que hubiese sido uno de esos sujetos el que hubiese caído en esa casa en esas circunstancias, realmente a esos tipos no les hubiese importado asesinarla a ella y a su criada, o incluso hacer cosas peores, por alguna razón a Lion le molestaba el simple hecho de pensarlo, como si lo enfureciera un poco inclusive, y podía notarse en su rostro que algo lo estaba incomodando, aunque no fuesen más que sus propios pensamientos los que generaban esas emociones y molestias.
Lion G. Mond
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Hizo una pequeña pausa y le dio un sorbo a su taza de té- Sé que no sería algo fácil, pero si estuvieras interesado en intentarlo... En... querer dejar atrás ese tipo de vida... Entonces yo te ayudaría. Podría ayudarte a buscar un trabajo bien pagado, incluso dejar que te quedaras en esta casa cuando sea necesario... De todos modos es muy grande para que vivamos en ella sólo Paulette y yo. -Rió ante ese último comentario, como si estuviera haciendo de menos la proposición que acababa de hacerle, quizás para que fuera más amena de aceptar para él o quizás simplemente, porque ni ella misma se comprendía- Tampoco es necesario que respondas ahora. Incluso si es un no hoy, pero dentro de un año cambias de opinión... Sea cuando sea, aquí estaré. -Siempre había sido una buena persona y había ayudado a quien lo necesitara, pero ¿Proponerle algo semejante? Jamás lo había hecho. Era alguien altruista, que disfrutaba tendiéndole una mano a quien fuera que la necesitara, pero más allá de eso, una vez había proporcionado su ayuda, solía dejarlos nuevamente a su suerte. No era que no hubiera ayudado a nadie reiteradas veces, que no hubiera gente que se sintiera más en deuda con ella porque gracias a esta había logrado una vida mejor, pero nunca había llegado tan lejos como para ofrecer su propia morada como refugio ajeno a largo plazo; nunca.
La joven criada abrió los ojos ligeramente sorprendida ante la proposición, pero quedó callada y rápidamente recuperó su expresión normal. Finalmente la joven sonrió- Creerás que estoy loca. -Afirmó, mientras le daba otro sorbo a su té, con total calma; no parecía especialmente perturbada ante esa idea- Y es que, en el fondo tienes razón. -Añadió, dejando la taza sobre el platito que había en la mesa- Ahora mismo podrías agarrar ese cuchillo que tienes al lado y matarme con él. No sería tan descabellado que lo hicieras. -Aseguró, mientras soltaba una ligera carcajada, acomodando el codo en la mesa y apoyando el rostro en su mano, sonriente. Lo miró fijamente, con intensidad- Lion ¿Vas a matarme? -Su sonrisa no se desvaneció, permaneció allí, casi provocadora, pero no una provocación violenta, una que te incite a herirla, más una que le incitaba a... Ah, quien sabe a que, simplemente, una que podría confundir a cualquiera- Nunca he sido muy apegada a la vida. Supongo que si un día realmente me viera amenazada estaría realmente asustada, supongo que ese día pensaría que no quiero morir. -Mencionó, con tranquilidad- Pero estoy segura de que hoy no es ese día. Porque... -Se levantó de la silla y caminó hasta pararse al lado del joven, donde había el cuchillo, rozándolo con los dedos- ¿Cuantas veces podrías haberme matado ya? ¿Unas 4, quizás? Y estoy siendo muy positiva sobre mis esfuerzos en defenderme. -Rió, tomando el cuchillo y posándolo en su propio cuello, apretando su piel al límite herirla. Paulette hizo el ademán de acercarse, pero volvió a su posición al cabo de unos segundos, aún con una expresión realmente preocupada en su rostro- Si tu lo hubieras querido, sé que este cuchillo habría estado clavado en mi garganta hace mucho. Así que confío en ti, Lion. No sólo por mi absurda fe, sino porque sé que, si hubieras querido que yo muriera, ya estaría muerta.
Agape E. McGrowdie
Re: That rainy day. — Priv. Lion G. Mond
Continuó escuchando la propuesta de quedarse en la casa, a pesar de haberse sorprendido por eso aún seguía algo conmocionado por sus propios pensamientos por lo que no tuvo una reacción al momento de escuchar todo eso, pero ella siguió hablando, observó como se levantó de su silla y caminó hacia el, mencionando cosas no muy agradables realmente pero tenía razón, una especie de instinto de supervivencia mezclado con instinto asesino reina constantemente la cabeza de Lion, por lo que siempre está esperando ser traicionado o atacado, por lo que se mantiene constantemente alerta y observando su alrededor aunque no sea de forma notoria para los demás... todo lo que había dicho la chica era cierto, si, incluso tal vez tuvo más que sólo un par de oportunidades de matarla, pero no es alguien que haga ese tipo de cosas sólo porque sí, realmente era muy consciente de las consecuencias y tal y no podía andar manchando su reputación con asesinatos sin sentido, eso haría que lo contrate aún menos gente.
El cuchillo hizo presión en el cuello de la muchacha y los ojos de Lion se entrecerraron, una sensación de incomodidad se hizo presente en el y a su vez una expresión de molestia demostraba su desacuerdo con la situación actual, la muchacha parecía estar haciéndose la ruda, pero podía notarse que no era más que una muchacha frágil y de buen corazón, qué clase de actitudes eran esas?.
-No me hace gracia tu representación, si te hubiese atacado con un cuchillo sería con la punta, una puñalada directa y predecible, incluso siendo predecible no hubieses sido capaz de esquivarla o desviarla.
Suspiró y su rostro serio que acostumbra hizo presencia nuevamente, lo que era señal que había acomodado sus ideas y estaba en calma nuevamente, levantó su mirada hacia la chica, acto siguiente se levantó de su asiento y se paró frente a la muchacha, mostrándole las diferencias físicas que había entre ambos, sin embargo no había dejado de prestar atención al cuchillo por cualquier situación.
-Estos no son juguetes...
Mencionó con cierta molestia mientras quitaba el cuchillo de las manos de la muchacha con suavidad para luego dejarla sobre la mesa y tomar un pañuelo que yacía allí para luego apoyarlo con su mano sobre la herida de Agape.
-Debes ser más cuidadosa con esas cosas.
Sus palabras eran calmadas, pero podía notarse que no le agradaba realmente el cuchillo, y si, no era su objeto favorito ya que era lo que lo había alejado de su vida normal, un simple cuchillo fue el detonante para cambiar su vida a la que era actualmente. Un silencio algo incómodo se hizo presente mientras Lion permaneció con el pañuelo en el cuello de la chica.
Lion G. Mond
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