The New Toy (Priv. Iris)
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The New Toy (Priv. Iris)
Un sonido metálico le trajo de vuelta a la realidad, la celda en la que estaba, con el piso y paredes de piedra, estaba siendo analizada por un guardia al que ya conocía de sobra. "Chico Roar, siéntete honrado. Te acaba de comprar la Reina." Esa última palabra generó en un momento la mayor incredulidad en el joven, ¿que habría de ver una mujer tan poderosa como ella en el? Seguro necesitaría un juguete nuevo, el anterior se habrá roto. K'ar creía que todo era broma, mas supo que era serio cuando el guardia entraba a la celda y le ponía las esposas. -¿Es en serio? La reina me compró? Comentó K'ar. Quizás era atrevido al cuestionar al guardia, mas este era el mismo que le recibió de niño, el mismo que le daba el pan y el mismo que vio como se quebraba de a poco. Sentía lástima por el esclavo. -Si, vino esta tarde un sirviente de ella con ese mensaje y el dinero. Tienes muy mala suerte, creeme.
Lo sabía el esclavo. No era un secreto la crueldad de la dictadura, y por supuesto que no viviría con flores. Fue llevado con las amarras, guiado por 2 guardias tras el, atravesando gran parte de la ciudad, hasta llegar durante la noche al territorio de la fortaleza. Los dos que acompañaban al Roar se acercaron a un hombre que cuidaba la entrada del lugar. Tras ello, el guardia agarró bruscamente a K'ar y se lo llevó hacia el interior de la fortaleza.
K'ar
Re: The New Toy (Priv. Iris)
Habían tardado días en traerle y aquello había descontentado a la mujer que, impaciente, había querido conocer desde el primer momento a su nuevo juguete. Sabía que le llenarían la cabeza de verdades como, por ejemplo, que había tenido muy poca suerte. Pero aquello no importaba porque a cualquier signo de inconformismo, miedo o debilidad, la tirana desencadenaría su ira sobre él y le condenaría de la misma forma, obligándole a correr la suerte de su último amo. Cuando la avisaron de que por fin había llegado, Raleigh estaba saliendo de sus cuidados higiénicos habituales. Salía de su gran baño con la piel húmeda y rosácea por el calor. Las esclavas no tardaron en ponerle un vestido negro precioso, arrapado al cuerpo, con su espalda al descubierto y atado por delante a su cuello. En su palacio la fémina no gustaba de llevar armadura, pero su guadaña siempre la acompañaba por allí donde fuera.
Al llegar al salón donde habían enviado al esclavo, Iris se sentó en el trono y obligó a sus hombres a que ataran a K'ar con una cadena al cuello tal y como si fuera un perro. Seguidamente, ordenó que los dejaran solos en la sala. Ella se acomodó en su asiento y cruzó las piernas, observándole en silencio durante unos instantes largos. — Me imagino que sabes quién soy. Pues bien, a partir de ahora eres mío. No te faltará nada si aceptas mi carácter. Solo pido fidelidad, como cualquier soberano. Sois mis pequeñas mascotas, hay que trataron con detenimiento. ¿No crees? — Sonrió con malicia, inclinando la cabeza hacia un lado. — Tienes dos minutos para contarme quién eres y por qué no debería matarte. Alimentar a un hombre tan grande como tú puede llegar a ser una ruina. Y, compréndeme, debo sostener todo un reino.
Iris Raleigh
Re: The New Toy (Priv. Iris)
Unos segundos fueron suficientes para que una mujer con cara de pocos amigos ingresara a la sala y se sentara en el gran trono, obviamente era la Reina. Esta, con un gesto de la mano, ordenó a los guardias que le ataran. Como a un animal, le pusieron una apretada cadena en el cuello y ataron el otro extremo a un pilar. No me sorprendió, de hecho. Ni me incomodaba, la gran parte de mi vida fui tratado como perro, ya no me producía nada, ni siquiera me hacía sentirme humillado.
La voz de la reina, aunque femenina, tenía una fuerza imponente. Llenaba toda la sala con un aire de tensión, al menos para el encadenado. Cuando K'ar iba a hablar, se arrodilló, cosa que siempre le obligaban a hacer cuando se le hablaba. Mas que por respeto, lo hacía por inercia.
-Me llamo K'ar, mi Reina.- Junto a esto, agaché un poco la cabeza, solo para ocultar mi mirada temblorosa. No era por miedo, era por el escozor que me producía referirme a alguien así. Mas mi fuerza pudo, y volví a alzar la mirada con una sonrisa en la cara.-Soy originario de Roar, pero desde pequeño me trajeron acá. Mi anterior dueño, el que fue ejecutado, puede haber sido un buen hombre, pero no era muy listo. Mas algo hizo bien, y eso fue el no matarme.
Aunque sea un gasto, le protegía como un guardaespaldas, y gracias a ello pude repeler bastantes ataques hacia el. Aunque no creo que necesite de aquello, teniendo sus propios guardias. Mas no como mucho, y puedo usar lo que me den. Prometo no ser una molestia.- Con esa última frase, volvió a bajar la cabeza. Le avergonzaba hablar así, pero conocía en cierto modo la personalidad de la Reina, y no pensaba morir. No aún.
K'ar
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