Karr

La construcción más imponente y fortificada de todo el clan, siempre increíblemente vigilada. Se dice que la fortaleza es impenetrable y que cualquiera que trate de burlar su seguridad será condenado a muerte. Es el lugar más importante de Karr y a su vez, uno de los cuales pocas personas tienen acceso. Aquí vive la reina y junto a ella, sus sirvientes y esclavos.

Es de saber popular que Karr es un clan violento, pero pocos son los que entienden el verdadero significado de “crueldad” antes de haber pisado el coliseo. Aquí se llevan a cabo las más atroces y sangrientas matanzas, batallas injustas y torneos tan macabros que hasta los más valientes se lo pensarían dos veces antes de decidir participar. Es también donde entrenan los guerreros.

Muchos piensan que Karr es todo desolación y pobreza, sin embargo la capital es, probablemente, la única excepción. Mercados, tiendas, bares y todo tipo de costosos establecimientos que sólo los más privilegiados y acomodados son capaces de costearse. Aquellos que pertenecen a la alta sociedad disfrutan de la capital como si fueran nobles, mientras los más pobres siquiera tienen la oportunidad de soñar con permitirse una triste manzana.

Chozas que se caen en pedazos cada vez que hay una tormenta de arena, mientras los pobres y desnutridos ciudadanos de Karr no tiene más remedio que reconstruirlas. Aquí es donde viven y nacen la gran mayoría de los integrantes de Karr. La tasa de natalidad es alta, pues el índice de supervivencia de los niños es bajo, empujando a la gente a tener muchos hijos. Es un pueblo devastado, con niños que no aspiran a más en sus vidas que volverse expertos ladrones o asesinos, mercenarios; guerreros.

Los mercados varían enormemente dependiendo del sector en el que te encuentres. En la capital todo son materiales costosos y privilegios que sólo aquellos que viven allí pueden permitirse. Por otro lado los mercados en el pueblo son puros bazares pequeños, donde la gente vende las cosas que ha robado, estén magulladas, ensangrentadas o maltratadas; no importa. Por ultimo están los mercados del sector rojo. Allí se puede conseguir de todo, desde las más extrañas drogas hasta esclavos de todas las edades, géneros y razas.

Los barrios del sexo y las drogas. Aquí están todos los burdeles y las casas de esclavos, donde la gente va a pasar el rato, a divertirse y olvidarse de sus vidas. Cualquiera con el dinero suficiente puede permitirse cumplir sus locas fantasías, sin importar si lo ha conseguido matando o robando; a nadie le importa. Aquí no hay normas ni ley, sólo el dinero manda, por encima de todo y de todos; todos excepto la reina.

Un edificio maltratado y viejo, tan olvidado como la palabra “agua”. En este deteriorado edificio es donde supuestamente deberían llegar los pájaros mensajeros, aunque los rumores dicen que hace años que no llega ninguno. No tiene ningún uso aparte de estar allí, en medio de la nada a la espera de algo que probablemente no volverá a llegar jamás.

Extensas dunas de arena que se prolongan por las amplias y áridas tierras de Karr. Los desiertos que separan las diversas zonas del clan son tan grandes como peligrosos, llevando a más de uno a la muerte. Las tormentas de arena son algo común allá, tan común como la muerte y el hambre. Los viajes son largos y duros, extremadamente duros; sólo los más valientes o los más idiotas se embarcarían a un viaje por esas tierras completamente solos.

Usados principalmente para fines militares. El puerto de Karr cuenta con un sin fin de barcos bélicos, siempre listos para zarpar. Estos sólo se mueven según las ordenes de la reina. A veces se van durante semanas y vuelven con múltiples trofeos, suministros y todo tipo de cosas. Nadie habla de ello, pero todos saben que, sin duda alguna, saquearon a uno o varios clanes.

Las playas de Karr no son lugares donde uno va a pasar el rato. La arena está tan caliente que te quema la piel y el sol es tan abrasador que deshidrata a cualquiera, sobretodo teniendo en cuenta lo escasa que es el agua. En Karr los mares son como oasis tóxicos; el agua está allí mismo, pero no se puede beber.

La muralla que, extendiéndose durante kilómetros y kilómetros, rodea todas las fronteras que dan con Karr. Los separa primordialmente de Roar, aunque también hay una gran parte que los separa del territorio de los Artae y Nurén. Siempre hay guardias en todas y cada una de sus torres, vigilando, siempre listos para sobrellevar una invasión.