No temo a tus garras {Yaralt}
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No temo a tus garras {Yaralt}
Las provisiones con las que había iniciado aquella aventura hacían mucho tiempo que se agotaron, la caza en las montañas occidentales y la búsqueda de agua en las mismas se habían complicado hasta que no alcanzó aquella región del continente.
Al cobijo en la sombra de un joven árbol, Akagitsune oteaba la linde de un bosque cercano, hacía varias horas que perseguía una manada de ciervos que le proporcionarían alimento suficiente hasta encontrar algún pueblo artae donde podría abastecerse y quizás encontrar alojamiento durante unos días; sin embargo se tomaría un breve descanso para reponer fuerzas y saciar su sed con los últimos tragos de agua que le quedaban, y de paso disfrutar del agradable y fresco clima tan contrario al que estaba acostumbrado desde la niñez.
La fragancia de las frutas maduras endulzándose con el sol, el arrullo del agua filtrándose entre las rocas de las montañas. Cálidas brisas que acariciaban el rostro con la suavidad de las más finas telas de Nurén, sencillamente por momentáneos placeres como aquel cumpliría gustoso cualquier capricho y antojo, que su tiránica y magnífica reina solicitara.
Aunque pocas no eran las veces que trataba de imaginar cómo debió de haberse visionado tal paraje paradisiaco durante la guerra; la sangre tiñendo las cristalinas aguas, los gritos de dolor y desesperación, el olor de la muerte...; un escalofrío de excitación recorrió su espalda provocándole al zorro una sonrisa de satisfacción.
Akagitsune había cambiado de opinión, los ciervos no eran tan apetitosos como la pareja de rechonchos y sanos conejos que tenía frente a él. Carne tierna y jugosa que un depredador como él era incapaz de ignorar. Oculto tras unos espesos arbustos esperaba la oportunidad de saltar sobre sus presas, casi podía saborearlos en su boca. Los conejos en Karr si es que lograba ver alguno, eran escuálidos y de carne correosa.
El cambio fue lento y tan natural como cuando uno se desprendía de un par de prendas para ponerse otras. Su cuerpo menguó hasta un cuarto de su tamaño cubriéndose completamente por una capa de pelo. Su rostro se alargó hacia delante. Sus dientes se hicieron más afilados capaces de matar. Todo él se había preparado para cazar, el pequeño zorro salió de debajo de sus ropas y agazapado tratando de parecer aún más pequeño comenzó a moverse.
- Corre veloz como el viento, se arrastra en la oscuridad. Ahora contiene el aliento, sabe que puede pasar. Siguen sus rastros los perros, siempre consigue escapar...- Akagitsune tarareaba en su mente una canción mientras se alimentaba de una de sus recién capturadas presas, de vez en cuando relamía su rostro disfrutando el sabor de la sangre aún caliente en su hocico.
Akagitsune Ryūketsu
Re: No temo a tus garras {Yaralt}
Corría y corría. Pero aun cuando sus piernas contaran con la fuerza y agilidad suficiente para ser envidiadas por cualquier otra criatura, aquel ciervo parecía mofarse vilmente de sus propias capacidades, creando una distancia mucho mayor entre ellos con gran facilidad. Burlaba los árboles como si nada y aunque la húmeda tierra estuviera irregular por el clima, sus patas parecían rehacías a resbalarse. Cada vez veía más lejana la posibilidad de llevarse a ese ciervo como su trofeo de caza al clan, pero Yaralt estaba decidida a no darle tregua al maldito animal. Ninguna presa se ha escapado de ella y esa no iba a ser la primera.
Dio un silbido agudo que resonó con un potente eco en la lejanía del bosque y el llamado no tardó en ser respondido. El graznido de su halcón real alertó no solo al pobre ciervo que aceleró el paso tan pronto como se vio perseguido por un segundo depredador, sino que también el resto de las aves volaron lejos de la persecución para buscar protección en otro sitio. — ¡¡Tykkal!! — Exclamó y el ave, quien sobrevolaba al mismo paso de su ama, se arrojo en picada al ciervo, estirando entonces sus patas adornadas por unas largas garras en forma de gancho, listas para perforar la carne con la esperanzas de detener la marcha.
Lamentablemente, la persecución fue interrumpida no por el halcón, sino por una inclinada colina que caía abrupta hacia una de las tantas bifurcaciones de los lagos. El ciervo dio un salto de fé ante la repentina decisión y sin embargo, Yaralt se detuvo en seco tan pronto como vio el cuerpo del animal caer como roca colina abajo, golpeándose no solo con árboles, sino también con las rojas. Hasta que su cuerpo se perdió en el río. — … Tsk — Chasqueo los dientes, dando otro silbido a su halcón, una tonalidad de tres notas. "Se acabó."
Yaralt dio media vuelta, dispuesta a buscar otra presa similar a la que acaba de perder mientras Tykkal volvía a su reinado por sobre las copas de los grandes árboles, dando otro alto graznido. Si la pelirroja lo volvía a necesitar, solo tenía que silbar. Subió montañas arriba por un largo rato, relajando sus frustraciones al imitar el precioso cantar de los pájaros que volvían a adornar el bosque tras ver que aquel halcón se había escondido. Y sin embargo, la tranquilidad no duro por demasiado tiempo, menos cuando el inconfundible olor a sangre llegó a sus narices como una nueva alerta roja ¿Otro depredador cazando en sus territorios? Extraño, pocas veces encontraba competencia y eso que Yaralt, después de sus años como cazadora, conocía al revés y al derecho cada rincón de los bosques y territorios de su clan. Sus pasos se volvieron más cautelosos y los pies los volvió frágiles, agachando entonces el cuerpo hasta mezclarse entre la naturaleza, siguiendo el rastro.
Y en medio de los arbustos, encontró lo que parecía ser un zorro de un pelaje precioso, blanco inmaculado casi imitando el color de la nieve. Extraño, sin duda, mas cuando un animal de esas características saliera a cazar en un clima tan ajeno a ellos. Pero más allá de darle vueltas al asunto, Yaralt saco de su espalda su preciado arco junto con una flecha del carcaj, empuñándolo entonces tras cerrar uno de sus ojos y encontrar la puntería exacta de su cuello. Si tenía suerte y el animal no reparaba en su presencia, entonces podría no solo llevarse a ese zorro como premio, sino también quedarse con su pelaje. Respiro hondo, hinchando sus pulmones de aire y contenerlos por unos instantes de esa manera. La cuerda la estiro lo suficiente hasta que sus dedos dolían y cuando el animal continuaba entretenido devorando su presa, la pelirroja lanzo la primera flecha…
… Clavándola en el suelo y entonces, ser vista por él.
— ¡Animal! — Exclamó, rechinando los dientes y volviendo a sacar otra flecha de su carcaj, lista para lanzarla antes de que escapara. Pero por lo visto, aquel zorro más que emprender su huida, permaneció allí, quieto. — ¿…? — La duda adorno sus facciones hasta confundirla y aflojar su postura, dejando de empuñar la flecha contra el fino hilo del arco.
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Akagitsune Ryūketsu & Yaralt♍
Yaralt
Re: No temo a tus garras {Yaralt}
La espesa cola de la que tan orgulloso se sentía en su forma animal se movía con vida propia con lentos movimientos hipnóticos a cada lado de su blanco y peludo cuerpo. Sus orejas respondían a los lejanos sonidos de la vida salvaje de aquel paraje. Alzó su cabeza una única vez para observar por entre las ramas de la arboleda la silueta de un ave de gran tamaño que no tardó en perderse entre estas. Sus ojos volvieron a cerrarse dejando que sus sentidos se deleitasen con la comida.
Con la sangre embadurnando su hocico e impidiéndole captar otros olores que no fueran lo de la misma ignoró el débil crujido de unas hojas cercanas, pero tan pronto como un silbido cortó el aire sus orejas se agitaron y el movimiento de su cola se detuvo. No tuvo que girarse para ver una flecha que ya había previsto clavada a escasos centímetros de su cuerpo. -¿Cuántas veces lo habrán intentado?- Se dijo a sí mismo en su cabeza la cual predispuso en la dirección desde la que que le llegó el sonido de una joven voz femenina maldiciendo el yerro de su lanzamiento. Durante varios minutos permaneció allí con el único bamboleo de su cola esperando que su atacante decidiera mostrarse o bien lanzase otro ataque contra él.
En su mandíbula teñiad por la sangre tomó lo que se suponía debía haberle matado o en el mejor de los casos herido, el sabor de la madera se hizo presente en su boca y con ojos desafiantes mirando en la dirección desde la que había llegado el proyectil lo partió en dos con sus dientes. - Vamos seguro puedes hacerlo mejor.- Parecia decir con una especie de sonrisa zorruna en su rostro animal, le gustaba la idea de tener cierta diversión antes de cumplir con la tarea para su reina, habían pasado demasiados días y meses desde la última vez.
Akagitsune Ryūketsu
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