[CB] Aquel animal blanco (Sin terminar)
[CB] Aquel animal blanco (Sin terminar)
Tori : Suspiró suavemente con una sonrisa bien marcada en el rostro. Le relajaba ver a sus niños haciendo cosas de niños, valga la redundancia. Le llenaba de paz saber que estaban a salvo, y que podían divertirse sin preocuparse por peligros externos. Para eso estaba Tori, y todos los parcas, para cuidarles. Recogió sus rastas y las amarró para hacerse un recogido en el cabello, que el calor era infernal en aquella época del año. Se recargó en una piedra y se sacó la camisa, dejando ver un montón de marcas de un naranja vivo pintadas por todo su pecho, abdomen y espalda.
Akagitsune Ryūketsu : Minutos atras se había despojado de unas ropas que se le pegaban a cada pliegue de su cuerpo, no le era agradable la sensación de aquello. Había cruzado la frontera entre Karr y Roar en su forma animal, buscando algo que pudiera entretenerle, su pelaje blanco inmaculado había comenzado a cambiar, adaptándose a la nueva estación. El griterio inconfundible de niños captó su atención llevándolo hasta lo que debía ser el pueblo de los pyrcas.
Tori : Un par de niños se le colgaron a los brazos apenas vieron que se sacaba la camisa. Algunos de ellos jugaban a pintarle las manos llenas de lodo en el dorso, otros más a ponerle piedras en el cabello, entre muchas otras cosas. Él solo hacía por mantener el equilibrio y jugar con ellos, hasta mirar a lo lejos, entre las rocas, una cola blancas escabullirse a quien sabe donde. Frunció suavemente el ceño. —Nhála. Cuida a los niños, voy a buscar algo... —Le dijo a otro Pyrca que le acompañaba y salió del lugar hacia lo que sea que había visto. Buscó entre un montón de rocas y cuevas pequeñas por la zona, chasqueando de vez en cuando la lengua para llamar la atención de lo que sea que fuese aquello. Tenía que asegurarse que no fuese peligroso para los niños.
Akagitsune Ryūketsu : Una grieta entre las rocas podía suponer un refugio provisonal al ardiente sol y la oportunidad de dar caza a algún pequeño roedor que hubiera pensado igual. Agazapado sobre sí mismo y con los ojos bien abiertos se mantuvo a la espera olisqueando el ambiente captando el aroma de una posible presa que no tardó en ser espantada por unas piedras que habían caído cerca de ella. "Malditos niños" Con la frustración de una caza perdida saltó por encima de unas rocas elevadas encontrandose con un matorral calcinado con dos ojos amarillos.
Tori : Suspiró pensando que quizá solo estaba viendo mal y que no había nada, pero no podía estar tranquilo sin buscar un poco más. Todo por la seguridad de los niños. Alzó suavemente los hombros cuando un animal tan blanco como la nieve salió de entre las rocas. Luego de la sorpresa del momento, rió levemente—. Así que solo eras tú, amigo. —Dijo restándole importancia a la bestia. —¿Qué haces en un lugar tan caliente como este? No pareces ser de por aquí, ¿te has perdido?. —Le hablaba como si fuese un cachorro incapaz de hacer daño, no pensando que fuese una amenaza. Simplemente acercó la mano en busca de acariciarle la cabeza.
Akagitsune Ryūketsu : Parpadeó enfocando sus ojos para encontrarse con un rostro de apariencia humana mirándolo con sorpresa para luego reír. Ladeó su cabeza a las preguntas del joven a las que por supuesto no iba a responder en aquella apariencia, al menos no estaba tratando de darle caza como solía ocurrir cuando vagaba por Karr. De su garganta surgió un chillido que se convirtió en un ladrido amenazador tan pronto vio elevarse aquella mano sobre su cabeza, saltó sobre la cabeza del muchacho aterrizando en el suelo enlodado.
Tori : Se volteó cuando el otro saltó, para mirarle en el suelo, manchando aquel pelaje blanco de lodo. Curvó las cejas un poco desconcertado. —Como sea. No puedes quedarte aquí, así que regresa por donde has venido. —Menciono un poco severo, aunque aún sin tomarle importancia, agachándose frente a él y moviendo las manos en señal de que se fuese. —Shu, shu. No quiero volver a verte por aquí, podrías lastimar a un niño, o peor aún, que uno te pise la cola o algo por el estilo.
Akagitsune Ryūketsu : Sacudió sus patas tratando de librarse infructuosamente del lodo adherido a estas, mientras el airecillo levantado por el movimiento de las manos del otro golpeaba su cabeza obligandolo a mover sus orejas. Se sentó en el suelo con la cola enroscada alrededor de sus patas, su presa había escapado gracias al alboroto de los infantes y ¿pretendía que se fuera? Clavó sus rojizos ojos en el joven, no iba a marcharse sin llevarse algo, aunque eso significase encontrar problemas con los pyrcas.
Tori : Frunció el ceño al ver como el animal le desobedecía y se sentaba como si tuviese el derecho. —Oye, ¿qué nadie te ha educado, perro? —Gruñó levemente, moviendo las manos un poco más rápido a ver si se iba, pero no, simplemente no lo hacías. —Bien. ¿Sabes? Nunca sobra comida por aquí, si no te vas, terminarás siendo parte de una sopa para los niños. —Se levantó y pisó rápidamente la cola del animal para que no escapase. Para suerte de este, Tori iba descalzo y no le haría mucho daño. Antes de que pudiese atacarle por ello, le tomó por el pellejo de la espalda y el de cerca de la cola, para cargarle. —Estás gordo... —Te dejaré cerca de Torava, para que vayas y te pierdas por los bosques. —Negó.
Akagitsune Ryūketsu : Se hubiera reido sino le hubieran llamado perro, ser comparado con criaturas tan poco inteligentes le desagradaba. Chilló, gruñó y ladró viéndose tomado de forma tan humillante por aquel roar, estuvo a punto de clavar sus garras en la carne del brazo del chico. Sin otra opción más que la de regresar a su forma humanoide lo hizo, provocando que por su nuevo peso y estatura ambos cayeran al suelo.- Suelta mi cola maldito desgraciado roar.- Gruñó entre dientes, normalmente su cola desaparecía rápido si esta no era aprisionada.
—¡Hey, ¿q-qué?! —De pronto estaba en el suelo, al igual que el animal que… había dejado de serlo, para convertirse en un hombre de largos y blancos cabellos, alto y fuerte. Ignoró por completo el hecho de que estaba desnudo y se hizo hacia atrás sorprendiendose bastante. Sintió el corazón acelerado al tener a un extraño en su territorio, y sobre todo, tan cerca y tan al alcance de la aldea donde estaban todos los niños. Se levantó en un instante, poniéndose en posición de pelea. —¡Tienes que irte! —Gruñó tomando una piedra y lanzándosela con fuerza. —No quiero verte ni un segundo más en esta aldea. ¿¡De donde eres!?
Akagitsune Ryūketsu : La desagradable sensación de tener la cola inmovilizada se disipó tan pronto como el otro se alejó de él. Por un momento ignoró al joven pyrca que no paraba de gritar acicalando una cola que ahora cubría su desnudez. -No pienso ir...- Tuvo que apartarse al sentir como una piedra rozaba su cabeza, con rabia miró al moreno, la posición de su cuerpo encendió la sed de lucha del zoomorfo.- Te aseguro que no quieres saber mi procedencia.- Murmuró tomando una postura más agresiva combatiente.
Tori : Lo sabía, estaba seguro, desde el momento en el que se transformó en persona lo sospechó. Había entrado al territorio sin permiso, y ahora se tomaba el derecho de quedarse. Tenía que ser un Karr, tenía que serlo. Sintió el corazón acelerarse, y por su cabeza pasaron un montón de escenas de aquel fatidico día muchos años atrás. Frunció el ceño y el amarillo de sus ojos se volvió un poco más concentrado, mientras estos se afilaban como agujas. En un instante tomó una roca de unos quince o veinte kilos, como si no pesase nada, y la lanzó con agilidad al otro, aprovecho que el otro debía esquivarla para lanzarle algunas más pequeñas. Miró alrededor, pero se había alejado mucho de su espada. Simplemente gruñó y sin dudarlo se lanzó contra él, rábico. No le permitiría quedarse ahí sin consecuencias.
Tori