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Lihué. —Privado Elessär Várazslat

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Lihué. —Privado Elessär Várazslat Empty Lihué. —Privado Elessär Várazslat

Mensaje por Tori Dom Feb 12, 2017 3:33 pm




Estaba que podía arrancarse el cabello de los nervios. Se había mordido las uñas hasta comérselas casi completas, cosa que por cierto había sido su único alimento en un par de días. Buscaban por todos lados, alertaron a los guerreros y al Dyn, pero nada. Parecía que por alguna razón, no podían encontrar al pobre niño que se había perdido hace por lo menos diez lunas.

Uno de sus hermanos había llevado al niño a las orillas de la aldea Pyrca al pequeño roar, y en un descuido muy leve, el niño travieso ya no estaba. Habían buscado desde entonces sin cansancio y no habían podido encontrarlo. Tori podía concentrarse en cuidar al resto de los niños. Se había repartido con algunos de los guerreros, y según los informes del Dyn, el niño había sido buscado ya en todo el territorio de Roar. Lo peor del caso es que Lihué, el niño en cuestión, solía ser muy escurridizo. Quizá había estado jugando a las escondidas durante esos dos días, o quizá enserio estaba perdido, en apuros. ¿Qué tal si un animal salvaje le encontraba primero?

Algunos de los mercenarios más bien se preocupaban de que hubiesen sido raptados por un clan vecino, y aunque todos ellos eran preocupantes, a Tori le envolvía especialmente la pesadilla de que hubiese sido un karr. En ese caso, lo más posible es que el niño ya ni siquiera estuviese con vida. Cada vez que pensaba en eso le daba una urticaria tremenda. Tenía toda la piel roja por lo tanto que se había estado rascando estos últimos días, pidiendo con todas sus fuerzas que no fuese el caso.

Cuando Tori ni siquiera podía descansar, uno de los críos se acercó a él a contarle un secreto. Lihué había decidido hacer una excursión a Artae, sin que nadie lo supiese excepto un par de niños que estuvieron con él en ese instante. Lo primero que llegó a Tori fue una relajación extrema al estar seguro de que no estaba en Karr, no obstante esta sensación se deshizo al pensar en todos los peligros que podría encontrar allá.

Tras informar directamente al Dyn se armó un grupo de guerreros y pyrcas para ir en busca del pequeño a las montañas del oeste, en Artae. Y así fue. El transcurso duró varios días más.

Encontrar a los malditos no fue nada sencillo, pero por lo menos los pocos artae que les habían visto recibieron explicaciones de que iban en paz, en busca de un niño. Así es como directamente los mandaron a la cueva de su lider. "Esperen aquí." Dijo uno de los exploradores, que rápidamente entró tras las telas que servían de entrada al hogar del mismísimo lider de los artae. Tori, nervioso, quiso asomarse entre las telas para ver que ocurría adentro, y si el niño estaba ahí.

"Sólo uno puede pasar." Los hijos del volcán se miraron entre ellos, y al ver a Tori tan ansioso, que por cierto seguía rascándose hasta arrancarse la piel, decidieron dejar entrar al pyrca. El hombre, rascándose una mejilla con insistencia, traspasó las telas, en busca de respuestas.

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Última edición por Tori el Dom Ago 20, 2017 4:22 pm, editado 3 veces
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Lihué. —Privado Elessär Várazslat Empty Re: Lihué. —Privado Elessär Várazslat

Mensaje por Elessär Várazslat Sáb Abr 01, 2017 10:06 pm


Una enigmática mirada otea un punto perdido entre las altas cumbres nevadas de las montañas, aquellos violáceos ojos encierran para su dueño pensamientos y emociones que se niega a compartir... Los sonidos de una lucha cercana terminan por romper la concentración de aquel hombre, quien, del mismo modo que recuerda de su juventud, realiza una inspección matinal a los entrenamientos de los futuros guerreros del clan; con la diferencia que más que emoción, su presencia en aquellos campos de entrenamiento suscita curiosidad pues no es muy habitual ver al distante líder alejado de las cuevas.
La visión frente a él de aquellos enérgicos jóvenes enfrentándose unos a otros, enarbolando las armas con las que tras el término de su adiestramiento se comprometerían hasta el último de sus días a defender a cada uno de los miembros existentes y venideros de aquel clan maldito, llenan de orgullo al hombre que les observa, al mismo tiempo y a partes iguales, el alma de aquel ser inmortal se oscurece con la nostalgia de tiempos antiguos donde la felicidad sí tenía cabida en su corazón.

¿Estáis seguro de no querer hacerles una demostración de vuestra habilidad? Sería un gran estímulo para los muchachos y… — La mirada de líder no parecer apartarse del simulado combate entre un joven muchacho y una ágil chiquilla, los maestros guerreros le han formulado aquella misma pregunta en infinidad de ocasiones, también es consciente de la curiosidad latente en cada uno de aquellos prometedores defensores. — siéndole sincero también yo quisiera ver en acción a nuestro líder del quien hemos oído historias desde que niños. — Empuñar un arma que por más inofensiva que pudiera aparentar, en sus manos bien sabe es capaz de arrebatar cientos de vidas inocentes. — También los cuentos son historias y no por ello han de ser reales.... — El hombre quien antaño fuere un valorado guerrero, ahora repudia las armas y cualquier intento de los suyos por hacerle portar alguna sólo obtiene una negativa como aquella. Una pálida mano gentil se posa sobre el hombro del robusto maestro de armas. — Y ha pasado tanto tiempo que fácilmente hasta el más novato de tus cadetes sería lo suficientemente competente como para ser capaz de tumbarme en el primer asalto, y aún me queda algo de orgullo que salvar. —  Una semi sonrisa incapaz de iluminar el rostro de sereno semblante y profundas ojeras se dibuja momentáneamente.


Desde la rigidez de aquel asiento de piedra contempla el ondear de las telas que cubren la entrada a su hogar, sus manos se cruzan sobre su pecho. De nuevo aquel grupo de irresponsables niños habían abandonado las cuevas sin compañía y las quejas de sus respectivas familias no se habían retrasado en llegar hasta él. Las pocas pistas que han dejado tras de sí, le mantienen en un constante fluir de preocupación y alivio, teme por la seguridad de los más jóvenes así como por la integridad del grupo que ha designado para traerles de regreso, su único consuelo es saber dónde han ido a parar los aventureros. — Pensar que una vieja leyenda inventada por nosotros mismos para mantener a los más pequeños a salvo llegaría a convertirse en un peligro. — Con la esperanza del pronto regreso de sus miembros, el no tan joven líder prosiguió con sus responsabilidades.

Flamígeras leguas devoran los leños del hogar brindando calor a la roca convertida en ese momento en improvisada rústica vivienda, débiles rasguños rompen en intermitencias el silencio de la misma. Una negra pluma de cuervo se desliza sobre infinitas hojas de rugoso papiro, imprimiendo en ellas las palabras de un silencioso hombre.
Los ojos de aquel miran ahora a una muchacha, una exploradora, que no debería estar en ese lugar en aquel momento. Visitas inesperadas. No hay alianza ni paz con aquellos invasores pacíficos, y con mayor razón su presencia es motivo de desconcierto, y sin embargo los intrusos juran venir en paz. Pocas son las palabras con las que accede a reunirse, tal pareciera que aquel día estuviera destinado a no tener descanso ni soledad. — Sentíos bienvenido hijo del fuego y la tierra, os encontráis lejos de vuestro volcán, ¿qué motivo os ha hecho aventuraros en tierras artae?


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Lihué. —Privado Elessär Várazslat Empty Re: Lihué. —Privado Elessär Várazslat

Mensaje por Tori Miér Abr 19, 2017 10:30 pm




Respiró hondamente en cuanto estuvo ahí dentro, observando de reojo el lugar en el que se encontraba. Sinceramente se sentía intimidado, no realmente por los Artae, ni por aquel hombre al que estaba a punto de ver, sino más bien porque nunca había estado fuera del territorio de su querido clan y hogar. Por alguna razón el saber que estaba tan lejos de casa le angustiaba, y el pensar en que había abandonado a todos sus nenes allá no le hacía sentir mejor; aún así, el saber que uno de sus niños estaba perdido en otro clan era incluso peor para la salud mental y física del pobre pyrca, que ya tenía toda la piel roja debido a haberse rascado por las ansias.
Altivo al escuchar una voz desde el fondo del lugar, miró al hombre con el corazón acelerado. Estaba que se moría de nervios, pues no tenía idea de donde estaba su querido bebé y si no lo encontraba, o si le pasaba algo,
jamás en toda su vida podría perdonárselo. Respiró hondamente, pero ni eso le bastó. Sentía que se estaba envenenando lentamente, y lo seguiría haciendo sino hasta encontrar a su crío perdido. Lihué.

—Esto... —Susurró. De pronto cayó en cuenta de donde estaba realmente, y con quien. Frente al líder de Artae,
y eso no era algo bueno, pues Tori, que sinceramente era un hombre bastante cruel con el juicio que tenía hacia otros clanes, hacía directamente responsable a aquel hombre por todos los males del mundo. Sí, era un cargo pesado el que el pyrca le echaba al líder solamente con la mirada, pero no estaba nada contento, además de muy estresado. No estaba en momento de ser amable con nadie, mucho menos con él. —Un niño escapó y según informes de otros muchachos vino a Artae. Lo quiero de vuelta.

A cualquier otro ser en la tierra le hubiese pedido ayuda, no obstante, debido a que se trataba del hombre que condenó al mundo entero, prefirió ordenar. —Necesitamos saber donde está exactamente, no podemos pasar un momento más sin saber de él. —Acto seguido se rascó el brazo nuevamente de esa manera nerviosa, sin dejar de verle molesto, aunque lo cierto es que debajo de ese semblante duro estaba destrozado por no saber el paradero del pequeño roar.

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Última edición por Tori el Dom Ago 20, 2017 4:21 pm, editado 2 veces
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Lihué. —Privado Elessär Várazslat Empty Re: Lihué. —Privado Elessär Várazslat

Mensaje por Elessär Várazslat Vie Mayo 12, 2017 5:40 pm




La pluma descansa apoyada sobre un pequeño tintero de cristal, una fina gota de tinta negra cae de su punta manchando la superficie que hace de mesa, más eso no es más que un detalle nimio que pasa desapercibido para un hombre de rojiza cabellera cuyos ojos parecen analizar al muchacho frente a él. Pesadas y peludas pieles de animal destinadas a proteger del inclemente frío invernal caen desde los hombros hasta cubrir casi por entera la envergadura del roar; sin embargo no son las ropas que viste el joven muchacho ni la anchura de sus hombros, lo que con interés silencioso observa el inmortal maldito sino más bien, la innata expresión de dolor desamparado en unos ojos enmarcados por profundas ojeras y la inquietud con la que las manos del propio muchacho arañan la piel de sus brazos, piel enrojecida ya por el que debe ser una persistente desazón; con esas señales el líder de Artae no puede sino compadecer al joven y la desdicha que ha causado su aflicción.
El silencio tras el saludo del artae no tarda en surgir nuevamente, más con rapidez es roto por una débil voz que termina por apagarse. Un cambio en el roar, tan evidente que no pasa desapercibido por el demonio de rojizos cabellos, acontece cuando los ojos de ambos se cruzan por pocos segundos; el recuerdo de su falta le condena en esa mirada que no duda en juzgarle sin disimulo alguno. A su memoria regresan aquellos tiempos imposibles de olvidar, sin embargo la adusta expresión en su rostro no flaquea pues no puede permitirse verse débil ante miembros de clanes enfrentados, por aquellos que ahora confiaban nuevamente en él y por aquellos que una vez lo hicieron debía ser el líder que esperaban y merecían que fuera…

En silencio, como ha estado, escucha aquello por lo que el grupo de roar ha venido. La mención de aquel infante extraviado en sus tierras son noticias de las que no tenía constancia, ningún informe de los exploradores comunicaba tal suceso, más no debía poner en duda la veracidad de las palabras del muchacho pues, enemigos o no, un niño siempre sería una criatura inocente en medio de la discordia.
Un único suspiro deja escapar el inmortal, desconoce la reacción de roar cuando le dé una respuesta. — Puedo entender vuestra preocupación, sin embargo no puedo sino desalentar vuestras esperanzas pues si lo que decís es cierto y el muchacho lleva días perdido, temo que los exploradores no han hallado rastro alguno de él. — Elessär se pone en pie, en otros tiempos se habría conmovido hasta el punto de no dudar en ayudar al muchacho pero esos tiempos habían quedado enterrados en lo más profundo de su alma, además las montañas en las que se encontraban eran incluso inseguras para ellos mismos que debían valerse de la experiencia que habían ido adquiriendo con el pasar de los años viviendo como nómadas, y a pesar de la hostilidad que el joven le profesaba el artae no sería tan cruel como para mencionar que sino por el clima habrían sido las bestias el pequeño que buscaba debía encontrarse muerto a aquellas alturas. — Sólo puedo brindaros descanso para que recuperéis las fuerzas y retoméis de regreso vuestro camino hacia Roar, lamentablemente… — Los gritos de una mujer reprendiendo a alguien traspasa los cortinajes, un efímero atisbo de alivio para aquel hombre, los aventureros muchachos extraviados han sido encontrados, más un fragmento de las quejas infantiles ensombrece el semblante del líder. — …mi prioridad como líder de Artae son sus miembros y su seguridad.

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Lihué. —Privado Elessär Várazslat Empty Re: Lihué. —Privado Elessär Várazslat

Mensaje por Tori Dom Ago 20, 2017 4:20 pm




¿Qué sentía? Los ojos del elemental se encontraban con los de Elessär con una fuerza que juraba ser real. No se sentía culpable de cargarle al hombre con la vista el peso que según Tori, se merecía sufrir hasta el fondo de sus entrañas. No obstante muy dentro, eso no era en lo que el pyrca pensaba en aquellos instantes. Eso parecía ser lo menos importante. ¿Qué sentía, entonces? Bufó en el momento de silencio que ambos permanecieron, cuando sus vistas se juntaron por un instante. Sentía miedo: temor a que aquel niño no fuese encontrado nunca. Aún así no era su único temor, sino apenas el más ligero. Comenzaba a temer lo peor. Había sido muy optimista solamente porque de otro modo su salud mental se hubiese visto incluso mucho más afectada, pero lo cierto es que para ese instante lo más probable es que ese niño, que estaba bajo los cuidados de Tori, quien debía protegerle, ya estuviese muerto. Era horrible, le helaba la piel, pero aquel era el mundo. Frío, uno donde el más fuerte sobrevivía. No era nada personal.
Su estómago se hizo un nudo, al igual que su garganta, de forma dolorosa. Claramente pudo sentirlo. Aún así viéndose tranquilo, la única reacción que se permitió tener fue la fricción de sus uñas contra la piel de su mejilla. Estaba alterado y su piel le estaba jugando en contra, con algún tipo de roña psicológica, que era su excusa para herirse sin que le llamasen loco.

El líder de Artae, entonces… Alzó levemente la barbilla mientras le examinaba. Para ser el hombre que comenzó la guerra, no era para nada lo que Tori hubiese pensado. Sinceramente siempre esperó que se tratase de un demonio enorme, de apariencia fuerte y malvada, pero no… era un hombre algo destruido, escondido entre las sombras de su carpa. Qué decepción. Por supuesto que el pyrca no pensaba en todo lo que el otro debió haber sufrido y lo mucho que seguramente había cambiado desde la guerra hasta ahí. Muchos años habían pasado.

Ahora el veredicto. El roar probablemente fue estúpido al pensar que verdaderamente estaba preparado para cualquier respuesta que pudiese recibir del líder del clan enemigo.

"Puedo entender vuestra preocupación, sin embargo no puedo sino desalentar vuestras esperanzas pues si lo que decís es cierto y el muchacho lleva días perdido, temo que los exploradores no han hallado rastro alguno de él."

Así fue como lo escuchó. Algunas partes en alto y claro y otras se perdían en el zumbido que comenzaba a predominar en su cabeza. Su corazón se aceleraba, y lo peor de todo, no tenía el apoyo que había ido a buscar a un lugar de enemigos. Debió saber que así sería, no obstante no podía aceptarlo, y por esa razón, entre lo más profundo entre sus entrañas, ahí sintió nacer de repente aquella ira.
El resto de las cosas que comentó el artae no las escuchó. No señor. Miró hacia ambos lados de reojo, estaban solos dentro de la carpa y aunque en territorio enemigo, por un instante perdió toda coherencia.

—Escúchame bien, condenado maldito. —Su voz incluso fue más grave, sus músculos tensos, el ceño fruncido y el arco de la nariz arrugado en un gesto de mera guerra. —No me voy a ir de aquí sin mi bebé, nunca. ¡NUNCA! —Gritó aproximándose a donde estaba y pateando el primer objeto que encontró frente a él con una fuerza abismal, que no solo sacó al objeto volando de donde estaba, sino que también lo hizo arder entre las llamas. —Si no nos ayudas a encontrarlo igualmente no nos iremos, y lo que conseguirás será tener a un grupo de roar en tu territorio sin tu permiso ni supervisión, haciendo quién sabe qué. Creeme, amigo… tú no nos quieres como intrusos aquí. —Después de todo nunca lo diría, pero después de los karr, los roar eran sin duda el clan más destructivo, salvaje. —Más te vale reconsiderarlo, te lo advierto.

Los ojos del pyrca penetraban con fuerza los del pelirrojo.

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