Cuando solo algunos están despiertos [Priv. Heytt]
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Cuando solo algunos están despiertos [Priv. Heytt]
Me froté los brazos desnudos, el escote y las piernas con la mano para tratar de entrar en calor. El cielo rojo daba paso a la oscuridad y pronto no se vería ni una vela ni una estrella en el horizonte. En general me gustaba ese momento, pues las calles quedaban desiertas por unos minutos de paz antes de que llegaran los clientes. Pero hoy no quería que llegara. No quería que la oscuridad me envolviera y lo silenciara todo a mi alrededor, aunque solo fuera por un tiempo. Esa idea me angustiaba y me fastidiaba también esos momentos luminosos antes de la noche. Lo miraba todo con recelo y estaba casi segura de que no dudaría en agredir a quien quiera que osara acercarse a mí. Aunque me reconfortaría estar junto a alguien, aunque no fuera la persona adecuada, por una vez... casi me alegraba de no tener que pasar la noche sola.
Un niño con una gorra gris dobló una esquina, riendo. Ya lo había visto otras veces, tendría unos doce años. No sabía muy bien lo que hacía en el Sector Rojo... aunque a decir verdad yo empecé con su edad. El sonido de su risa me arrancó una sonrisa interior, aunque no llegué a sonreír exteriormente. Hacía tiempo que no lo hacía. No lo creía ni posible ni necesario. Me rehíce el recogido, manejando los mechones de pelo con habilidad, y traté en vano de limpiarme el polvo del rostro con las sucias manos. Tenía que prepararme para la noche que estaba al caer, para que nadie supiera que, realmente, acababa de despertarme. Aunque eso era natural para sobrevivir a una noche seguramente en vela. La luz ya casi era una línea en el horizonte y las luces de las velas en las ventanas de los pocos locales que había en el lugar se apagaron poco a poco. La noche había comenzado.
Me acerqué a un árbol que crecía allí sin razón aparente. No tardaría en ser derribado por alguien, pues era joven y su tronco era débil. Poco me importaba eso en ese momento. Me apoyé en él, con la espalda en el tronco, aunque seguramente se me raspara la piel. No dudaba que cualquiera que me viera sabría lo que estaba haciendo allí, por perdido que estuviera, a pesar de que estaba oscuro. Había luna nueva, por lo que malgasté una de mis preciadas cerillas para encender una vieja vela casi acabada que al menos señalara mi localización.
La luz comenzó a reconfortarme y, pese a que acababa de despertar, comencé a sentirme muy cansada. Cerré los ojos, convencida de que no podría dormirme de pie, lo cual era cierto. No tenía tanta habilidad. Dejé que mi mente viajara por otros lugares cuyos nombres ni siquiera yo conocía y que me sería imposible describir. Eso sí: estaban muy lejos de mi pequeño e infeliz rincón del Sector Rojo. Tal vez estuvieran incluso fuera de Exié. Eran cosas - pese a que a mí no me gustaba admitirlo - bastante más apropiadas para una chica de quince años que ese oscuro antro que yo, con razón, tanto detestaba.
Decidí sentarme en el suelo y fue una decisión débil y reprochable, pues al poco tiempo terminé tendida en el suelo, desprotegida, de manera que todos podrían acercarse sin mi consentimiento y sin ni siquiera darme su dinero. Aún no estaba dormida, solo algo adormecida, pero no lo suficientemente despierta como para darme cuenta de lo que hacía. Finalmente cerré los ojos del todo. Era noche cerrada y yo podía ver la luz de la vela que se consumía poco a poco incluso a través de mis párpados cerrados. Terminé durmiéndome y estoy segura de que mi aspecto en ese momento era el de la niña débil y andrajosa que era en realidad.
Ekaterina Niurka
Re: Cuando solo algunos están despiertos [Priv. Heytt]
Era difícil entender cómo es que había terminado en este sitio de todos los sitios donde pudo caer un Artae, claro estaba que tampoco podía irme así de buenas. Kajid estaba prisionero en algún sitio y debía de encontrarle antes de que se metiera en un problema más gordo aún, ese crio no sabía mantener la boca cerrada y de hecho por su culpa es que habíamos acabado en Karr, la peor tierra para tratar de obtener algo. El dinero no era un problema pues había traído bastante de las minas en casa… el problema era la gente y su aspecto, el tiempo me había cambiado para bien y mis aventuras hasta ahora me habían enseñado dos lecciones muy importantes.
Los ladrones están en cada esquina de Karr – La segunda bueno, dejo una cicatriz en el vientre que sana poco a poco. El aire se sentía caliente y era desagradable pues odiaba sentir calor. Ya era suficiente el calor de mi caldera interior como para permitirme estar de noche, en un sitio lleno de arena con burdeles por doquier, antros de mal augurio, cenizas… muerte - ¿Dónde diablos te metiste ladronzuelo? – Suspiré agotado, llevaba dos o tres días tratando de encontrar alguna pista de donde lo habrían llevado sin suerte, al final de unas cuadras de andar; me encontré en un sitio bastante extraño.
Un gran Roble de Sxua crecía, no había muchos de esos por estos rumbos. Guiado al igual que un hada a la luz, me acerque pues me intrigaba saber de qué se trataba, si tenía la suerte de coger a algún otro pilluelo podría quizá obtener alguna pista. Fue una gran sorpresa darme cuenta de que no se trataba ni de una cosa ni de la otra; segunda que me paso solo un segundo por la mente y no planeo explicar - ¿Una niña? No, humana. Joven, aun así. – Me agache sin invadir su espacio personal pues no querría despertarle, parecía soñar plácidamente. – Otro callejón sin salida – Estuve a punto de partir cuando escuche un quejido, me volví la mirada y note que sus labios estaban resecos y titiritaba de le helada que se cernía sobre nosotros.
Las noches en Karr solían ser heladas como el abismo más congelado, me llevé la mano a la nuca y troné mi cuello para relajar los hombros – Supongo que de todos modos me sacaran un ojo de la cara. – Me acerque hasta ella y dado que no sería muy pesada la cargue en brazos. Había un motel a dos locales así que la lleve de esa manera sin tratar de despertarla o asustarla, al llegar deje el oro de su “precio” en la recepción y tome una llave de la habitación más lejana, de esas que nadie quiere.
Al llegar la coloque en cama y la deje recostarse, tome una silla y me acerque a la ventana permitiendo que la brisa entrase, mi pecho comenzó a brillar emitiendo algo de calor. Era un dragón después de todo, la noche era larga y mi preocupación por Kajid crecía con la angustia de haberlo perdido en esa tan estúpida emboscada. Me temía lo peor, tomé la pipa de mi maestro y comencé a fumar un poco de yerbas de alud para limpiar mis pulmones. – Si despiertas espero que sepas algo que pueda ayudarme – le eche una mirada de reojo a la jovencita y tomando una hogaza de pan de melón, le di un buen mordisco.
Poco a poco, la noche comenzó a tener el mismo efecto en mí, cerré los ojos y esperaba quedarme dormido. No obstante, era un sueño ligero del cual podría despertar en cualquier eventualidad o ruido mínimo. El instinto de dragón que me había mantenido vivo, solo esperaba que la joven no me diera un buen golpe en la cabeza por haberme propasado con ella y traerla a una habitación en brazos. - Debo encontrar a Kajid pronto – De último, mire la luna y note como las nubes comenzaban a precipitarse sobre nosotros. – Se viene una tormenta – cité en voz baja, entonces, mire hacia un lado y mis ojos se encontraron con los de ella. – Vaya manera de despertar – pensé. El silencio de hizo de una, solo quedaba esperar quien daría el primer paso para entablar una conversación o empezar una pelea.
Última edición por Heytt Von Ströker el Jue Abr 06, 2017 11:58 am, editado 1 vez
Heytt Von Ströker
Re: Cuando solo algunos están despiertos [Priv. Heytt]
Solo era un pequeño cambio, pero todo adoptó un tono más... desvaído, ligeramente más grisáceo, como si de algo antiguo se tratara. No recordé mucho del sueño después de despertarme. Los sueños son algo que se disfruta y luego se van para no volver. Las pesadillas son iguales...al menos las pesadillas que disfrutas ya que agradeces que no sean reales. De vez en cuando terminan volviéndose reales, pero eso ya es otra historia.
Ése no fue el único fragmento real que consiguió integrarse en mi sueño... sentí que me agarraban. No era algo amenazante sino más bien tranquilizador, casi protector. En lugar de despertarme casi hizo que me entrara sueño mientras estaba dormida. Me sentí algo inquieta, pero no tardé en sentirme aliviada y dejarme llevar por esa sensación. Pude seguir moviéndome libremente en el sueño, pues no me sujetaban realmente allí. Parecía que fuera producto de mi imaginación, aunque era más bien al revés. Es complicado de explicar.
Seguí soñando como si no hubiera ocurrido nada, con los ojos firmemente cerrados y los labios ligeramente apretados. Solía moverme y hablar en sueños, pero esta vez no lo hice. Tal vez simplemente fuera porque me encontraba bien soñando o tal vez porque sabía que esta vez era diferente, ya no me encontraba al pie del enorme y torcido árbol. Seguía en el Sector Rojo, eso sí... rara vez salía de allí y nunca nadie me sacaba, no tenían interés en ello. Sabía, incluso en sueños, que no iba a salir de allí. Que no me iba a despertar en otro Clan, lejos, lejos de Karr...
Me mordí con fuerza el labio inferior hasta que una pequeña gota de sangre se deslizó por mi barbilla. No me di cuenta, no sentí dolor. Estaba durmiendo. No sé por qué lo hice, pues no me hallaba estresada. Tal vez no me gustaba el cambio, ni siquiera cuando no era plenamente consciente de ello. Tal vez notaba que había algo diferente, y lo detectaba como si fuera algo peor. Tal vez simplemente notaba que tenía compañía y eso me traía malos recuerdos terriblemente recientes.
No noté nada cuando volvieron a dejarme, solo una ligera sensación de frío, de desamparo. No exactamente soledad. No me sentía sola, era como si realmente supiera que había alguien junto a mí. Y entonces me desperté. ¿Por qué? No podría saberlo. Simplemente abrí los ojos en silencio, sin apenas moverme, creyendo estar aún en un sueño. Lo primero que noté fue que no estaba en la calle. Eso lo notaba incluso antes de despertar. Al principio no me sorprendió, aunque al poco tiempo me di cuenta de lo que ocurría. Estaba en una posada no especialmente buena, pero mejor que las que yo solía frecuentar. Me pregunté cómo habría llegado hasta allí y llegué a la conclusión de que no estaba sola.
Solo entonces miré a mi alrededor y vi a un hombre a mi lado, sentado en una silla. Me estremecí, y poco a poco fui comprendiendo... o más bien creyendo comprenderlo todo. Él tardó un poco en mirarme a los ojos, y cuando lo hizo volví a estremecerme. Permanecimos unos minutos en silencio antes de que yo me atreviera a abrir la boca tratando de sonar firme, aunque muy a mi pesar asustada. Ya había vivido esto otras veces y no tenía por qué estar así.
- ¿Qué quieres de mí?
Ekaterina Niurka
Re: Cuando solo algunos están despiertos [Priv. Heytt]
Tú ayuda – respondí en seco mientras desviaba la mirada nuevamente hacia la noche encima de nosotros – Bueno, en realidad solo me preguntaba si podrías ayudarme – Le indique con preocupación. – Te encontré durmiendo en la calle y pensé que sería agradable dormir en una cama para variar – Me lleve la mano a la nuca pues aquellas palabras me hicieron recordar las noches en las cuevas, muchas de ellas dormí encima de la roca, en el gélido abismo del mundo – Digamos que conozco la sensación de recargar la cabeza sobre el pavimento
Suspiré agotado y me puse de pie encorvándome un poco para luego estirarme y soltar un gran bostezo – Supongo que debo pagarte – Me lleve la mano a la bolsa y saque un par de monedas de oro, doblones de 20 quilates que para mí no significaban nada. Me acerque hasta el pie de la cama y los deje sobre la cobija, a su lado; una hogaza de pan fresca – Mi amigo fue capturado aquí en Karr, estábamos investigando y nos topamos con un grupo de personas nada agradables – Me acerque hasta el tocador y puse agua en un para posteriormente calentarla con mis manos, le hice hervir en pocos segundos y serví dos tazas de ella. Una de té de Orval para ella y un café doble para mí.
¿No comerás algo? Luces cansada – Me volví a mi sillón y comencé a beber el café acompañado de mi pan – Tuve que pagar un precio en la recepción que no pude entender, el encargado dijo que había elegido una “buena”. No entiendo a qué se refiere pero quiero dejarte algo en claro – Le mire a los ojos fijamente, reflejaban un poco de inocencia muy en el fondo. De esa que se ve en la mirada de un niño asustado cuando esta por descender al abismo de Artae por primera vez. Me levante y acerque hasta ella sin invadir la delgada línea del espacio personal.
Para lo que sea que el encargado crea que te traje, no me sirves. Muy en cambio, si me ayudas… - Tome la mano tratando de calmar su tempestuoso ardid, tenía la piel sensible – Te estaré eternamente agradecido. Pienso que todos tenemos algo que deseamos en la vida y si nuestras metas se topan en el mismo lugar podemos convenir algo. – Me separe de ella midiendo mis pasos y tome mi libreta de mis viajes – Yo soy un viajero que salió de la montaña del sur en Artae hace meses, mi amigo me ha acompañado desde lejos y me gustaría llevarlo a casa sabes…
Quizá digas que es una estupidez pero le prometí a su padre que cuidaría de él y lo llevaría hasta su aldea antes de que pasará el medio Sillio – Buscando en ella, encontré un dibujo bien de él y se lo mostré - ¿Has visto a este chico? – Me había vuelto un dibujante experto con el tiempo y si Kajid estaba por ahí y esta chica lo había visto. Quizá había esperanza
En ese momento, me percate de algo que no había notado. Era una humana joven, no era un adolescente completamente pero tampoco era una niña, con el lápiz le acomode el cabello hacia un lado y luego le aplane el almohadazo lo cual me saco una risa – Uno diría que tienes un cabello rebelde… lamento haberte bombardeado con preguntas todo este tiempo y hablarte tan seriamente – Estire mi mano sonriendo cálidamente – Mi nombre es Heytt, Heytt Von Ströker. ¿Cuál es tu nombre damita?
Un callejón sin salida. Eso era.
Última edición por Heytt Von Ströker el Jue Abr 06, 2017 11:58 am, editado 1 vez
Heytt Von Ströker
Re: Cuando solo algunos están despiertos [Priv. Heytt]
- ¿Mi ayuda? Parece mentira que aún no te hayas dado cuenta de que soy una ignorante.- murmuré en un tono algo alegre pero con un deje de amargura. Cuando mencionó su "rescate" no pude más que sonrojarme. Me sentía estúpida por estarme dejando cuidar así.- Una vez te acostumbras no es tan grave. No necesitaba ayuda. Aunque comprendo que querías algo a cambio. Una manera bastante fácil de conseguir lo que quieres.- observé con una mirada algo ofendida que seguramente resultara ridícula.
Comenzó a sacar doblones de su bolsa y entonces me asusté. ¿Quién se creía que era? Tenía que ser muy vanidoso para gastarse el dinero así. Dejó el dinero a mi lado junto a una hogaza de pan. No me hubiera negado pero tampoco me creía capaz de aceptarlo y menos cuando seguramente no pudiera ayudarle. Sin decidirme entre avaricia u honor simplemente lo dejé allí esperando tomar la decisión más tarde. Entonces me planteó el problema y yo simplemente arqueé una ceja, esperando darle algo de misterio.
- ¿Poco agradables? Es raro encontrarse a gente agradable por aquí. De hecho, yo soy alguien poco agradable, ¡Tal vez te toparas conmigo!- musité casi con orgullo. Me tendió una taza de bebida humeante y eso sí que lo acepté con gusto.
- Acabo de despertarme.- comenté, aunque era normal que siguiera cansada. Mi aspecto era cansando, no podía hacer nada. Tanto tiempo sin dormir bien me había pasado factura.- En cuanto a lo de comer no necesito tu ayuda.- no sé si comprendió que era mentira. El comentario del recepcionista ni siquiera me molestó.- No ha sido muy sutil, pero le agradezco el cumplido.- bufé como de costumbre. No es que me ofendiera demasiado, pero era ligeramente incómodo oír esos comentarios en todas partes.
No sé si me molestó el hecho de que no le sirviera. Al fin y al cabo, parecía rico, pero yo estaba cansada y ya era feliz con mi cama. Ya le había hecho pagar y no hubiera sido algo incómodo despojarle de más dinero... aunque nadie dice que no hubiera aceptado. Asentí, me tomó la mano y estuve a punto de apartarla, pero no lo hice.
- Tu agradecimiento no me es muy útil...- cerré los ojos y continué.- Prosigue.- no quería decirle que no todavía. Me contó su historia y me sorprendió su franqueza y un rastro de timidez en su rostro.- Conozco a todo hombre joven que haya pasado alguna vez por Karr.- comenté, orgullosa. Me enseñé el dibujo y me sonrojé un poco.- El problema es que luego no me acuerdo de ninguno. Aunque su rostro me resulta vagamente familiar... creo que podemos hacer algo.
No estaba muy segura, pero quería darle esperanza y era verdad que tal vez lo hubiera visto alguna vez... en algún lugar...
Me tocó el pelo y no me molestó, lo cual me resultó extraño e incómodo. Sonreí ligeramente, y era una sonrisa bastante más sincera que todas las que le había dedicado antes.
- ¿Rebelde? Creo que no me lo he peinado nunca... y ni siquiera me hables de lavarlo.- no era algo especialmente gracioso pero por alguna razón me hizo sonreír aún más. De hecho, era bastante triste, pero eso me daba bastante igual. No llegué a reírme, pero al menos era un avance. Se presentó. ¿"Damita"? Era la primera vez que me trataban así, y en ese momento no pensé en quejarme. Aunque no era precisamente una dama.
- Yo soy Ekaterina Niurka... caballero.- sonreí.- Soy meretriz, de eso viene el comentario del amable hombre de recepción. No te preocupes, no me ha ofendido.- hice un gesto para quitarle importancia y ni siquiera me molestó confesarlo.- Y llevo encerrada en este antro para ratas toda mi vida.
Ekaterina Niurka
Re: Cuando solo algunos están despiertos [Priv. Heytt]
Toda la vida es un largo tiempo, supongo que todos en Karr son prisioneros de sus propios demonios, yo en algún momento creo que fui idéntico a ella, alguien sin nada que perder y con todo el mundo en contra. - Ekaterina eh, es un buen nombre y os va bien - Dije sonriendo y me aleje para terminarme la bebida que tenía en manos - Bueno Ekaterina, yo podría preocuparme por más tiempo pero no tiene sentido considerando que incluso lo que dices en su totalidad no es cierto - la mire por encima de mi hombro confiado en mis palabras - No me conocías a mí y he pisado Karr por meses queriendo irme de este árido desierto de muerte. - Meretriz a tan corta edad, los humanos de verdad a veces suelen ser las peores personas en la faz de la tierra
¿Y no te gustaría irte de este sitio? - pregunte con un tono más serio, la lluvia comenzó a arreciar, visiblemente la noche seria una trágica balada acompañada de tambores estruendosos y notas atas - No hay nada que nos ate al mundo tanto como los lienzos que compartimos con otros. ¿Porque no simplemente quemas esos lienzos y empiezas una vida en otro lado? - Cerré los ojos recordando la cálida sonrisa del viejo maestro - A veces el miedo solo nos hace sentarnos en el abismo, nos tapa la luz
Kajid era el claro ejemplo de querer algo mejor, buscar "eso" tan valioso por el cual todos nacimos en este tan maravilloso mundo - Es cierto que los Artae y los Karr no tenemos buenas relaciones pero posiblemente tú puedas encontrar confianza en mis palabras - Volviendo al tema, ella dijo que algo se podría hacer, y por Kajid, estaría dispuesto a matar inclusive. Muy a pesar de que me costase días de mi vida - Si me ayudas a encontrar a Kajid prometo que te llevare lo más lejos posible de aquí, demonios, podrías acompañarnos hasta Torava y tener una nueva vida.
Por eso... - Me di la vuelta y me puse de rodillas para implorar - Si se os ocurre cualquier cosa, ¡Por favor dame cualquier pista que me ayude a encontrarlo! - Nadie merece sufrir lo que Kajid ha pasado, no por mi culpa. Debo encontrarlo y rescatarlo de este tan horripilante lugar. Los relámpagos iluminaron los cielos y los truenos rugieron, por breves segundos, la expectativa me inundaba.
Algo que era cierto también es que estaba agotado... levante la mirada para verla directo a los ojos - No importa el precio, no importa hasta donde haya que llegar. Ayúdame por favor - baje la mirada de nuevo y tuve un momento para sonreír con un poco de ingenuidad. Estaba en un callejón sin salida con ella y a la mínima insinuación de encontrar a Kajid sucumbí.
Tocaron a la puerta en ese momento lo cual me hizo levantarme nuevamente - ¡Hey ustedes dos! ¡Necesito la habitación para el alba así que si van a hacer alguna cosa extraña mas os vale que la dejen bien ordenada! Y tu mocosa, más te vale que pagues lo restante antes de irte por patas eh - Con aquel tono amenazador no me contuve y abrí la puerta de golpe - ¿Eh? ¿Tú qué quieres?
Tome una bolsa de oro y se la arroje en el pecho - No me vuelvas a molestar ni a ella, compre su libertad por un alto precio. Si te conviene mantendrás el hocico en silencio y te quedarás con el dinero completo - Azote la puerta de golpe y me volví hacia ella. La luz que se colaba por la ventana, le hacía parecer una pintura etérea. La cortina se mecía con ligereza y la lluvia fuera era el complemento perfecto. Dos caras de una moneda - Ekaterina. Por favor, indícame el camino para encontrar a Kajid. Os juro que te protegeré si hacéis este trato conmigo.
Kajid... te encontraré pase lo que tenga que pasar...
Heytt Von Ströker
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