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Haku Kuromoto ID

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Mensaje por Haku Mar Ago 29, 2017 3:31 pm

Nombre completo: Hakuoki Kuromoto. Todo el mundo le llama Haku, él mismo se presenta como tal.

Fecha de nacimiento: 22 de noviembre.

Edad: 26 años de edad. Su apariencia ya se ha quedado fija en la que tenía con 23 años, como medio demonio tiene una larga esperanza de vida.

Sexo: Masculino

Orientación sexual: Pansexual. No le hace ascos a nada.

Raza: Híbrido de dragón lung de tierra con demonio vampiro. (Es un dragón lung con poderes de demonio).

Clan: Kugg, exiliado de Karr.

Puesto: Médico. En Karr ejercía de guerrero, y sigue siendo uno, pero no ejerce como tal a no ser que sea necesario.


Descripción física:

- Forma Humana:

Haku es un hombre joven, alto y esbelto, con el cuerpo trabajado, pero sin llegar pasarse. Raya el 1.80 m, pero no llega por un par centímetros o tres. Y tiene un peso ideal para la altura que tiene. Desde que se hizo médico cuida de su salud más de lo que quiere reconocer.

Centrándonos en detalles, es necesario decir que su apariencia física, en forma humana, cambia drásticamente cuando sufre los efectos de la sed de sangre o por usar la Furia. Con lo que será necesario describir ambos.

Normalmente, Haku posee un cabello largo, color negro azabache, aunque con el sol puede aparentar ser ligeramente más claro. Completamente liso, suele llevarlo recogido en una larga coleta alta. Dos láminas de flequillo flanquean su rostro, cayéndole algún mechón más corto por los ojos, pero suele colocárselo en condiciones para que no le resulte molesto. En determinadas ocasiones se corta el pelo, dejándoselo por la nuca.

De mirada afilada, sus ojos son de un raro color violáceo, que cambia a tonos rojizos cuando su ánimo está muy alto, excitado, o... enfadado. Su mirada suele ser severa, muy intensa, dando la impresión de que atraviesa a cualquiera con ella, sobretodo cuando está concentrado en su trabajo. Pero muestra igualmente calidez al estar relajado o con gente que aprecia. Tiene una nariz normalita, y unos labios finos y cuidados que mostrarán su mejor sonrisa si es que alguien logra arrancársela.

Su fino y sensible cuello da paso a su cuerpo, fuerte y trabajado, sin pasarse. Es esbelto, se podría decir que posee un cuerpo perfecto. Curiosamente, da la impresión de ser muy ligero. Pesa menos de lo que debería. Es su peso ideal pero no es el que un humano de su constitución tendría. Este hecho es para permitirle volar en su forma de dragón lung. Esto es algo que le dota de mucha velocidad a la hora de moverse, o de luchar. Esto, sumado a su habilidad con una katana, le convierte en un guerrero mortal en caso de enfrentarse a él cara a cara y no tener conocimientos apropiados de lucha contra él. Tiene brazos fuertes y hábiles, cuyas manos son largas y, en apariencia, cuidadas y delicadas. Y en lo referido a sus piernas, le dotan de velocidad y resistencia. En resumen, su forma humana tiene la fuerte herencia de su padre, un demonio. Con lo que de forma normal, es muy fuerte, rápido, resistente y ágil. Aunque sufre el cansancio con mayor intensidad. Para aclararlo mejor, tiene la fuerza y resistencia que tendría un humano normal bien entrenado. Como un atleta. Por poner un ejemplo, puede levantar pesos de veinte kilogramos más que un hombre que en su vida se ha esforzado en entrenarse, y de constitución media. Vamos, que no puede ir por ahí levantando pianos (¿) con un brazo, o troncos de árboles, no pensemos mal. Solo tiene algo más de fuerza que al del humano medio. (Por poner otro ejemplo: si a un hombre normal le cuesta levantar un sofá para que otra persona limpie por debajo, él puede levantarlo. Pero no entero, lo que es de un lado.) En cuanto a su rapidez, tampoco corre tan rápido como haría un atleta dedicado a carreras de velocidad… solo es algo más rápido que una persona sin entrenar. Si pones a una persona normal a correr a su lado, él llegará unos segundos antes a su objetivo. Ya está. No desaparece de la vista ni nada.

Como dije antes, su apariencia cambia con la sed de sangre o la Furia. La sed de sangre es un estado en el que sufre dolor físico por todo su cuerpo, y no se calma hasta que bebe sangre o toma cierta medicina. Se le termina pasando, pero sufrirá más la vez siguiente si no hace nada. La Furia es uno de sus poderes, descrito en la sección correspondiente, en la cual adopta también estas características físicas. Su pelo se torna de un color blanco puro, y sus ojos centellean en rojo, perdiendo su violáceo habitual. Este efecto lo tiene de herencia paterna. Su padre era un vampiro, y no lo sufría, pero él siendo híbrido y estando su sangre diluida, sí, porque su cuerpo no está preparado para ello. Para él la sangre es un complemento alimenticio, no algo necesario como para su padre. Y sufre la sed de sangre para recordarle que de vez en cuando debería beber.

Forma real:

En lo referido a su forma animal, Haku tiene la apariencia de un dragón lung, como era su madre. Un dragón de cuerpo alargado como una serpiente gigante, sin alas, con cuatro extremidades cortitas y afiladas garras. Tiene unos largos cuernos en su cabeza que simulan al coral. Y por toda su parte dorsal luce un pelaje sedoso y largo. Tiene un penacho de pelo también al final de su cola. De forma normal, tiene el pelo oscuro, y su cuerpo tiene tonalidades moradas, rosáceas y negras como si le hubieran estampado el cielo nocturno en las escamas, siendo más clara su zona ventral. Presenta los ojos amarillos, y afilados dientes. Cuando entra en Furia o sed de sangre en su forma animal, también le cambia esta apariencia del mismo modo que la humana. Su pelo se vuelve blanco y sus ojos rojos. En esta forma puede volar y levitar, moviendo su cuerpo como una serpiente, cosa que no puede hacer en forma humana. Y se volverá más fuerte y rápido usando la Furia. (La fuerza que puede tener normalmente es similar a la que tendría un toro. No es un dragón muy grande que digamos. Y la velocidad, volando, un pelín más rápida que un caballo al galope. En el suelo… seguramente si corre se tropezará y se enrede sobre sí mismo. (¿))

En lo referente a su vestimenta, usa de todo. Desde ropajes similares a kimonos, como trajes más elaborados y militares. Siempre lleva sus katanas al cinto, por si le fuera necesario usarlas.


Descripción psicológica:


Haku, debido a todo lo que ha vivido, tiene un carácter bastante fuerte. Nada más verle da la impresión de ser alguien noble, severo, respetable, y a alguien al que no debería hacérsele enfadar. Rara vez levanta la voz, aunque sus palabras y su vocabulario hacen por lo general todo lo necesario para callar a la gente. Del mismo modo que da esta impresión, no es un error pensar así, pues es tal cual uno se imagina desde un principio nada más verle. Sin embargo, sí que es diferente a la impresión que uno lleva encima si conoce lo que ocurrió en el pasado y lo que él causó. La gente que sabía del Cuervo Rojo cree que es un hombre sin piedad, malvado, y le temen (no los de Karr, el rumor se expandió a más zonas. Más que temerle a él como persona, temen que su maldición pueda afectarles a ellos por estar cerca). Pero muchas veces al conocerle dejan de pensar así, y que lo de la maldición es una tontería.

Sin embargo, esto no quita que tenga su lado bueno. Cuando trabaja con sus pacientes, es un hombre cálido y amable. Solo muestra esa seriedad cuando alguien se lo gana. Igualmente, también es cálido con sus conocidos, una vez gana confianza con ellos. Le cuesta mucho confiar en alguien por todo lo que ha vivido. Aunque se muestre confiado ante los demás, que es diferente, siempre desconfiará del resto hasta que sabe suficiente de ellos.

Como decía, confía mucho en sí mismo. Se sabe fuerte y hábil, y no teme prácticamente a nada. Esto lleva a que si alguien logra enfadarlo, y se deja llevar por su ira, su confianza en sí mismo haga que se comporte de un modo despreocupado y haga acciones poco prudentes. Por lo general siempre será prudente y cuidadoso. Pero tiene sus temas de los cuales no gusta oír hablar… y oponentes que le tocan la moral y termina atacando sin pensar en las consecuencias de cómo pueda terminar esa batalla. Alguna vez ha terminado casi muerto por estas cosas…

Aun con todo, es muy sobreprotector. Como una mamá pato con sus patitos, cuidará de sus pacientes, de sus conocidos y de sus mascotas, con todo el cariño que sea capaz de dar con tal de que estén bien. Dentro de esto entra que, si en algún momento de su vida se enamora, será muy cuidadoso con esa persona, y puede que incluso posesivo. Pues no quiere enamorarse ni tener a alguien pegado a él todo el día. Así que sería algo a lo que se resistiría. Pero si se diera, él mismo se lo avisaría a su pareja que, ya que por fin ha conseguido enamorarle, ahora no le dejará marchar.

Con todo este tiempo que ha pasado siendo médico, su carácter se ha ablandado bastante de cómo era cuando era más joven. Sin embargo, esto no quita que si no le quedara otro remedio para llegar al final de un asunto, si tiene que causar daño, torturar, envenenar o matar, hará todo lo que haga falta para conseguir sus objetivos. Pero estos, siempre serán puros. Su objetivo ya no es una venganza. Es ayudar a la gente. Y lo seguirá siendo.


Gustos:


- Le gustan las artes marciales, por algo las practica siempre que puede.

- Enseñar a los más jóvenes en su estilo de lucha. Espera algún día crear escuela.

- La naturaleza. Salió del erial que es Karr para llegar a la isla maravillosa de Kugg con todo su salvajismo, y se enamoró de ella.

- Sus plantitas. Le cuesta mucho cuidarlas por el clima de Kugg. Pero esas plantitas medicinales significan mucho para él.

- Atesora sus espadas, mataría a quien fuera si las hiciera algo.

- Adora su casaca azul claro del uniforme de su aldea. Ahora ya no tiene uso militar, es más como su batín. Pero significa mucho para él.

- Tiene un amor irracional hacia las aves. Lo cual ha hecho que tenga un jardín enorme lleno de nidos y comederos… Está deseando ver las aves gigantes de Euen. Y tiene una debilidad por aquellos seres que presentan plumas en su cuerpo por ello mismo.

- Le gusta la noche, por la calma que reina en ella.

- Gusta comer bien. Así que no escatima en gastar dinero en buena comida, aunque tenga que escasearle de algo más.

- Como hombre que es, le gusta el buen sexo, sea con hombres o con mujeres. Le gusta ver cómo tratan de dominarlo, tiene cierto instinto sadomasoquista en este caso. Aunque luego recupera su posición llegado el momento. Si quiere, vaya.


Disgustos:


- No le gusta encariñarse mucho con la gente. Luego lo pasa mal, y lo sabe.

- Los tiempos estables ahora le molestan. Se ha acostumbrado demasiado a Kugg.

- La luz muy fuerte le hace daño a los ojos. Ahora mismo no sabe ni cómo sobrevivía antes en Karr…

- Detesta el comportamiento de las gentes de Karr. Con los años ha entendido que la maldad porque sí no es algo bueno, y lo ha cogido tirria.

- La gente pesada le toca la moral.

- Las personas que se toman muchas cosas a guasa también.

- … Personas. Digamos que no es un hombre que guste de las relaciones sociales a no ser que sea necesario. (¿?) Aunque siempre se mostrará cordial a no ser que le toquen los censurables. Entiéndase.

- Le disgusta sobremanera el abuso de unas personas sobre otras.

- La debilidad. Durante muchos años entrenó y luchó por ser más fuerte. Ahora no es un guerrero, pero sigue teniendo ese instinto de que no debe ser débil o llegar a serlo.

- Que le subestimen, le toca mucho la moral.

- Que le recuerden su pasado y le llamen Cuervo Rojo de forma despectiva.


Habilidades:


Haku es un maestro en el combate con espadas. Tiene un estilo muy personal con las katanas, pues usa mucha fuerza bruta. No se le dan muy bien otro tipo de espadas que no sean de ese estilo, por no decir nada. Así que se considera especializado en ellas. Junto a eso, recibió un adiestramiento ejemplar en el uso de artes marciales. No suele compaginarlas con la espada, pero si se ve desarmado no dudará en recurrir a ello. Tiene cierta puntería con arco y flechas. Y más o menos se apaña con armas de fuego de cañón largo, como los rifles. Pero no es algo que le guste usar ni en lo que tenga interés en aprender.

Fuera de esas técnicas de combate, sabe montar a caballo y domar bestias para ello. No sabe conducir carros que no estén tirados por animales, ni quiere. Es un gran estratega, de mente fría, y calculadora. Pero sobretodo, estos últimos años ha descubierto que tiene un don para encontrar plantas medicinales, y animales que tienen algo que ayuda a curar, con lo que ha desarrollado muchas medicinas para curar heridas, o algunas enfermedades comunes. Ha aprendido técnicas de cirugía y ha desarrollado algunas más complejas gracias a lo algún torava le ha enseñado. Y sigue dispuesto a aprender más de la mecánica moderna que los humanos están desarrollando para poder salvar más vidas. Pero pasa de esos inventos si están destinados a su uso en combate. Igual que sabe curar, también ha aprendido a sintetizar venenos naturales. No muchos, pero algo conoce.

Pese a que la humanidad no le cae muy bien, tiene unas excelentes habilidades sociales, con lo que en ocasiones ejerce de mediador entre personas de otros clanes para ayudar a resolver disputas menores, como ayudar a dos mercaderes a ponerse de acuerdo, o que dos guerreros no lleguen a las armas solo por haber cruzado miradas. (No tiene nada que ver con las altas esferas, solo la gente de a pie que le conoce o le ha recomendado por ser muy objetivo en algunas decisiones, no tiene fama siquiera para que alguien le llame.


Poderes:

1.- Furia:

2.- Puerta de Negatividad:

3.- Vampirismo:


Debilidades:


- Su sed de sangre es una debilidad para él, dado que no sabe en qué momento le puede venir. Como no es algo que sufra de forma diaria, hay veces que pasan hasta semanas desde un ataque a otro, pues no puede estar pendiente ni planificar algo contra ello. Le puede ocurrir que le dé en medio de un combate y quede doblado sobre sí mismo del dolor sin poder hacer nada.

- La luz muy intensa no le sienta muy bien. Puede salir de día, no es un vampiro, pero las horas en las que más pega el sol y hay más luz, le hace daño a los ojos. Y si le hacen algún tipo de magia que invoque luz, puede causarle hasta quemaduras en la piel.

- Se ha acostumbrado a que el tiempo en Kugg es inestable. Así que le cuesta aguantar largas temporadas con mucho calor o con mucho frío (verano o invierno) en otras zonas. Si volviera a Karr, lo sufriría muchísimo.

- Es muy sobreprotector, y esto puede usarse en contra suya atacando a los seres a los que tiene apego, sean personas o mascotas.

- Usar sus poderes (salvo el Vampirismo, que para algo regenera) le agota mucho. Si se ve forzado a utilizarlos termina pasándole factura, quedando agotado, como menciono en el poder de Furia.

- Se niega a usar armas de largo alcance a no ser que se le obligue casi. Así que contra enemigos que las usan, pasa ratos muy malos, porque tiene las de perder.

- No tolera apenas el alcohol, así que es fácil emborracharle. Aun así, seguirá mostrándose serio, a lo sumo, algo más alegre. Y se dejará llevar por las coñas ajenas. Pero no es el típico borracho escandaloso.


Armas:


Lleva el típico juego de dos katanas que llevaban en su aldea, una más larga que otra. Están muy afiladas, y son más resistentes que espadas normales por una aleación especial de acero que usaron. Aguantan lo que haría una espada claymore. Las katanas eran famosas por su velocidad, pero se partían mucho. Con esto, aunque pesan más, puede luchar con ellas contra otras espadas diferentes sin miedo. Aunque se pueden romper con un hachazo igualmente, o mazazos. Simplemente es de la resistencia de una claymore. Siempre las lleva consigo, salvo en determinadas ocasiones que las deja en su habitación, que suele ser cuando está trabajando en su casa.

Haku Kuromoto ID BMZWliV


Historia: Debido a su longitud, no me deja ponerlo en un mismo post, me dice que es un mensaje muy largo, con lo que la he dejado en el post siguiente. >.<


Otros datos:


- El pelo le crece anormalmente rápido, así que no tiene reparos en cortárselo mucho de temporada a temporada. Por ejemplo, en verano se lo deja corto y cuando llega el invierno ya tiene una melena bastante larga.

- Cuando huyó de Karr y llegó a Kugg, casi de lo primero que hizo fue cortarse el pelo como símbolo de haber cambiado de vida.

- Casi se muere en su primer año en Kugg. Aunque le habían contado lo inestable de la isla, no se imaginaba que lo fuera a ser tanto.

- Sus ojos pueden cambiar ligeramente de color hacia rojo con sus emociones. No siempre tiene los ojos rojos porque tenga sed de sangre. Para eso, le tiene que doler todo el cuerpo y ponérsele el pelo blanco.

- Lleva sin beber sangre de personas desde que llevó a cabo su venganza. En su lugar, bebe de los animales salvajes, o se toma una medicina que él mismo ha desarrollado para paliar sus síntomas, aunque al tomarla lo pasa mucho peor la siguiente vez. Solo es un remedio temporal.

- “Hakuoki” significa “demonio de la floreciente flor de cerezo”. Pero a él no le gusta por su connotación a la fragilidad y corto tiempo de esas flores, por eso prefiere ser llamado simplemente “Haku”, que significa “puro”. Tampoco cree merecerse ese nombre, pero al menos le resulta más cómodo.

- Lleva bordado un cuervo rojo en las solapas de su ropa, recordando su pasado siempre.

- Lleva las ropas típicas de su familia (una casaca azul claro y blanca), adaptadas, como ropas de doctor. Y en caso de necesidad lucha con ellas, pero no suele hacerlo.


Apariencia:


Forma humana y en Furia:

Forma real:




Nombre real del personaje: Hijikata Toshizo

Nombre del anime/manga/videojuego, etc: Hakuouki Shinsengumi Kitan


Última edición por Haku el Mar Sep 05, 2017 8:36 am, editado 1 vez
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Haku Kuromoto ID Empty Re: Haku Kuromoto ID

Mensaje por Haku Mar Ago 29, 2017 3:32 pm

Historia: Puesta aquí por su longitud. ^^U

ATENCIÓN:

La maldición del cuervo rojo. Desde que nací no hice más que escuchar esas palabras, cargadas de miedo o de ira, según quién las pronunciara. Las miradas solían tornarse hacia mi persona, y yo solía quedarme mirando a unos y a otros, escondiéndome tras las piernas de mi madre, que en aquel entonces me servía de escudo contra mis temores. No entendía nada de lo que estaba pasando. Nunca lo entendí. Ni siquiera ahora puedo entenderlo, por algo me largué de ese terrible y detestable lugar.

Mi nombre es Hakuoki. Haku, para hacerlo más sencillo. Y soy hijo de un demonio y una dragona lung de tierra. Una curiosa combinación, ¿verdad? No, no es divertido… no me hagáis contaros ahora el por qué. Pensaréis aun así, que no hay nada raro en ser un híbrido. No, no lo hay, ni debería de ser algo malo. Sin embargo, donde nací, en mi familia, esto era un pecado, rompiendo la pureza de sangre demoníaca de la que todos hacían alarde. Y sobre mis hombros pesaba la maldición de la que todos hablaban simplemente por haber nacido hijo de mis padres. Sí, lo sé, Karr está lleno de híbridos. Pero mi familia estaba orgullosa por eso mismo de que no hubiera ninguno en ella. Y como la nuestra, un par de familias vecinas también lo eran. Mi familia, por ejemplo, eran todos vampiros. Estas otras, eran íncubos, y otras cosas. Pero eso. Demonios todos… y las culpas de romper la tradición caían en mí.

Veréis… para que lo entendáis bien, es necesario que os cuente el origen de todo esto. En las profundidades de Karr, en un lugar que ya ni recuerdo, en una de las partes más pobres de, pueblo, había una serie de casas pertenecientes a mi familia. A nuestro alrededor, vecinos nuestros, otras familias de demonios se habían establecido, con costumbres similares a las nuestras. Estos demonios, si bien no todos eran iguales, solían ser muy tradicionales y de ideas fijas, y dada la maldad que reinaba en el lugar, los de esta zona en concreto eran conocidos por ser extremadamente malvados. Pero con los años, la tradición de ser puro de sangre entre ellos se volvió norma… y mirad pro donde, yo la rompí. Mi padre ocultó su relación con mi madre durante muchos años, pero cuando yo nací, ya no le quedó otro remedio que llevarme a casa para poder protegerme y cuidar de mí como un bebé lo merecía. El resto de la familia… no me aceptó al principio. Pero cuando conocieron a mi madre, y vieron la pasión y la devoción que mi padre sentía por ella, entendieron que esa tradición estaba fuera de lugar. Además, si Karr estaba lleno de híbridos, qué más daba. Y yo era un niño aparentemente normal. Hasta que el más anciano de la familia me vio… y gritó que el Cuervo Rojo caería sobre la tierra allá donde fuera, señalándome.

Así fue como desde entonces estoy maldito, o eso dicen. La maldición rezaba que el Cuervo Rojo cubriría de sangre la tierra allá por dónde pasaba, con la misma fuerza y fiereza que un tsunami poseía. La predicción, por llamarla de algún modo, caló profundamente en mucha gente, no solo de mi familia, sino de muchas cercanas, que desde entonces me miraba con miedo, incluso terror, estos últimos hasta salían huyendo de mí, incluso siendo solo un bebé. No por lo que yo pudiera hacerles, sino por esa maldición. Temían que algo pudiera pasarles. Algo peor a la lluvia ácida. Otros me miraban con pena, otros con odio, la cosa cambiaba según la persona con la que me encontrara. Y cuando tuve capacidad de hablar, las faldas de mi madre se convirtieron en mi mejor refugio. Un lugar donde no tenía por qué mirar a nadie, ni soportar miradas que no comprendía. Todo era muy raro para mí, no quisieron decirme nada, era muy pequeño. Y tuve que enterarme de las consecuencias de ser híbrido en esa familia, por la fuerza. Bueno… más que de eso, de las consecuencias de ser el “Cuervo Rojo”.

The Messenger is standing at,
Standing at the gate.
Ready to let go,
Ready for the crush of The Messenger.

Apenas cumplí tres años, las campanas resonaron en la torre de vigilancia de la zona, tan fuerte, como cuando avisaban de la llegada inminente de las lluvias ácidas. Pero a mí no me encajaba eso… era invierno. Aún quedaba mucho para las lluvias. La gente empezó a correr despavorida. Yo estaba jugando afuera con unos niños de mi edad, jamás se me olvidará esto, por muy pequeño que fuera. Es un recuerdo que no podría tener más arraigado. Pues me acompañó el resto de mi vida, y me acompañará siempre. Los que estábamos jugando, nos detuvimos, asustados, y empezamos a mirar a nuestro alrededor. Mis ojos morados se encontraron rápidamente con los de mi madre, que venía corriendo hacia mí. Alcé los brazos, sabiendo lo que venía. En cuanto nos alcanzó, me cogió en brazos y me abrazó contra su pecho. Por encima de su hombro, alcancé a ver a mi padre en una plaza que allí había, instruyendo a todos los demonios de la familia que venía en lo que entendí más adelante que eran artes de batalla. Dando órdenes. Por lo visto, alguien venía a atacarnos.

Por el rabillo del ojo, en lo que mi madre nos alejaba de la escena, alcancé a ver cómo el pelo de mi padre se volvía blanco. Y entonces noté cómo el cuerpo de ella convulsionaba de dolor. Mi madre estaba enferma al perecer… y no me había dicho nada. Tuvo que agacharse, y me dejó en el suelo. La escuché maldecir.

- ¿Madre? ¿Te encuentras bien….?

- Corre… escóndete.

- Pero…

- ¡Hazme caso!

- Haku, ven aquí, pequeño.

La mano de otro demonio que conocía bien, padre de uno de mis amigos, me tomó a mí de la mía, y me alejó de mi madre. Vi que ambos intercambiaban unas miradas y asintieron. Y me vi arrastrado por ese hombre de vuelta hacia su casa, que estaba cerca de la nuestra. Pero no me fijé en que me llevó a otra algo más lejos por el susto que llevaba encima. Vi a mi padre que se giró a verme, pero de nuevo, mi guía le lanzó una mirada que debió de dejarle tranquilo. Y él prosiguió dando indicaciones, dándonos la espalda.

Antes de que me diera cuenta, estaba en una casa desconocida. No era la casa de mi amigo, ni la mía. Pero estaba cerca de donde estaba mi padre ahí fuera, y desde ahí podía ver, asomado a una ventana, lo que estaba ocurriendo. Muy a lo lejos, vi a mi madre gritar al cielo. O eso imaginé que sería. Para cuando se giró, sus ojos eran de un intenso rojo que brillaba con luz propia. Y echo a correr hacia las afueras del pueblo, perdiéndose del alcance de mi vista. Desde donde estaba, podía ver a muchas mujeres correr con sus niños, asustadas. Incluso llegó algún grito a mis oídos que decía que la maldición del Cuervo Rojo se iba a cernir sobre nosotros. Ni siquiera entendía lo que significaba “cernir” por aquel entonces. Pero mi corazón dio un vuelco ante la mención de la maldición de todos modos, y aceleró. Estaba asustado, y mucho. Tenía el presentimiento de que algo no iba a sal ir bien… cuánta razón tenía.

Too late for whispers,
Too late for the blush.
The past is mercy,
When the future's aglow.
(Won't you let it go?)

No tardaron mucho más en verse las “consecuencias” de mi maldición. Una oleada de demonios a caballo se lanzaron sobre la zona, armados con katanas, lanzas, y algunas cosas que parecían disparar fuego. Algunas casas se incendiaron. Tras eso, invadieron nuestra zona a galope, atacando a todo el que salía a su paso. Mi padre y los estrategas del pueblo tenían ya pensado el contraataque, y no tardaron mucho en ponerlo en práctica. Aunque fuéramos de los más pobres allí, no tenían intención de dejarse pisar. Volví a asomarme cuando esto pasó. La visión de una horda de demonios voladores lanzándose desde el aire en picado, donde esperaban, contra el ejército enemigo, fue una actuación impresionante. Sus espadas y lanzas atravesaban a sus enemigos como si fueran de papel, con sus garras los lanzaban volando por los aires y los estampaban contra paredes, o lanzaban en incendios que aun no habían sido sofocados por algunas personas que echaban tierra o agua con cubos al fuego. Era una batalla sangrienta que no debería de haber presenciado un niño. Pero no podía retirar la mirada de mi padre. No quería dejar de verlo. Tenía la impresión de que si apartaba los ojos de él, no volvería a verle. Para mí, aquello me parecía enorme. Cuando vi un mapa ya de mayor de la amplitud del pueblo… vi que no fue más que un puntito mínimo en él. Con razón nadie vino a ayudar. Aunque siendo Karr, vendrían a disfrutar del espectáculo… pero eso yo entonces no lo entendía.

Y fue que algo me hizo cambiar de parecer. Un destello rojo reflejó la luz desde el cielo del atardecer, y el dolor que eso provocó en mis ojos me hizo retirar la mirada. Me los froté con los puños, y cuando los abrí, quedé boquiabierto. Un enorme dragón de escamas anaranjadas, crin blanca y ojos rojos peleaba en una encrucijada de calles llevándose por delante a todo aquel que se ponía en su camino. Era una preciosidad. Una hermosura. La luz del sol que poco a poco iba desapareciendo, daba unos toques en sus escamas que parecía que él mismo estuviera envuelto en llamas. Me puse de puntillas para ver mejor, y entonces sus ojos se quedaron clavados en los míos. Y mi corazón, de nuevo se saltó un latido. Pero esta vez de felicidad.

Eran los ojos de mi madre. Ese dragón… era mi madre. Y estaba luchando por mi seguridad y la del resto de las familias que allí vivían en su forma original, por mucho que ellos la rechazaron y nunca la trataron con el respeto que se merecía. Pero ahí estaba, luchando, mordiendo, pateando, y lanzando por los aires con su cola a aquellos que se atrevían a atacarla por la espalda. Con ella allí, pude ver a mi padre descender y luchar junto a ella, protegiéndola de todo daño, dejándola vía libre para levantar la tierra con su poder y volverla contra sus enemigos. La moral de la gente pareció subir, a la misma velocidad que el sol descendía para dar paso a la fría noche. Y mientras que todos creíamos que aquello estaba ya ganado… en realidad no había hecho más que empezar.

- ¡Dadnos al niño!

- ¡¡Esa maldición acabará con todos nosotros!!

- ¡Buscad a la aberración, matadlo!

Todos esos gritos, que al principio no me había parado a escuchar, comenzaron a colarse por mi ventana cuando una pedrada reventó el cristal por la parte de arriba, llenándome de pequeños trozos de vidrio el pelo, al estar debajo. Se referían… a mí. Se referían a mí, y la mente de infante que tenía quedó en shock por todo ello, dejándome clavado en ese sitio mirándolo todo, como petrificado. Eso estaba siendo mi culpa. La gente que estaba muriendo en esa cruenta batalla… era por mi culpa.

Kneeling jury,
Dressed in a cloak of shadows.
The hunting's grim for the innocent eyes.

El sonido de un cuerno de batalla que parecía chirriar como mil puertas de metal oxidadas me sacó de mis pensamientos, haciéndome gritar de dolor y tapándome los oídos. Retiré los ojos de la calle al ver a mi madre encogerse de dolor al no poder hacer ella lo mismo, y abrir las fauces para gritar. Mi padre aguantó aquello de forma estoica, sin mover un solo músculo, solo alzando la mirada a un edificio algo lejano y alto, donde la una enorme luna, roja como la sangre que se estaba vertiendo esa noche, permitió que se vislumbrara la figura de un ser enorme, alado, con cuernos de cordero. Y con patas de fauno. Siguiendo su mirada, todos los demás presenciamos cómo parecía crecer de tamaño más y más. Y entonces lo recordé.

Parecía ayer cuando mi madre estaba conmigo y con un montón de niños pequeños como yo, todos sentados en el suelo de una sala circular, con dibujos hechos con tinta negra colgando de las paredes a nuestro alrededor. Mi madre, aunque no le hizo mucha gracia a la gente, de vez en cuando nos contaba historias para entretenernos a los más pequeños. Ella reía, señalando los dibujos, y hacía caras raras al contarnos historias y leyendas del mundo. Y nos habló de un demonio enorme que formaba parte de una de las familias ricas de Karr. Habitaba en la capital. Y parecía que había que pagarle impuestos a cambio de que pudiéramos vivir allí, pues el suelo que pisábamos era suyo, o algo así. No lo entendía. Si no le pagábamos, nos mataría.

Todos decían que su apariencia era grotesca, que era enorme, y que su hambre era voraz. Había un rumor que decía que él exterminó a todo híbrido que había en nuestra zona del pueblo, porque poseía esas tierras, y porque su sangre era más dulce y su carne más jugosa que la de los demonios puros. En teoría, según eso, nació la tradición familiar de que todas las familias demoníacas de ese lugar (no de todo Karr, solo del área del pueblo donde vivíamos nosotros) debían mantener la pureza de sangre. La tradición nació por miedo a que ese hombre nos erradicara en un arrebato aunque siguiéramos pagando nuestros impuestos. Pero con el paso de los años, terminó convirtiéndose en norma, y en una costumbre racista. Haciendo que todo el mundo allí, en aquella actualidad, me odiara solo por haber nacido. Y estando maldito encima, pues más.

Volví de mis recuerdos al caer en quién era el demonio que mi padre, mi madre y los demás demonios que luchaban con nosotros estaban mirando. Era ese. El demonio noble de la historia. Se podía ver por su silueta negra por la luna a sus espaldas que triplicaba el tamaño del resto de gente que habían surgido sobre los edificios y en las calles junto a él, cuan hueste de salvajes prestos a atacar a su presa. No recordaba su nombre, solo que mi madre me metió mucho miedo en el cuerpo, tanto a mí como a mis amigos, cuando nos contó su historia. Empecé a temblar, mirando esas siluetas con terror. Y sentí ganas de llorar. Pero las lágrimas no cayeron. Quedaron ahí, petrificadas del mismo modo que estaba yo. Entonces una voz conocida me hizo dar un sobresalto, sonando más cerca de mi ventana rota de lo que había imaginado. El vecino que me había llevado hasta esa casa estaba ahí afuera, defendiendo la puerta como si no hubiera un mañana. Y parecía muy alterado.

- ¡¿Cómo se han atrevido?! ¡Han roto el tratado!

- Sí… hemos estado pagando como debíamos. No entiendo a qué viene esto.-respondió mi padre con asombrosa calma en la voz.

Mi madre solo resopló. La batalla parecía haberse detenido. Nadie luchaba, todos observaban cómo a nuestro alrededor, las siluetas de seres alados, o montados a caballo, nos rodeaban. Incluso nuestros enemigos lo observaron.

- Han venido a ayudarnos…

- Sí, ahora no podemos perder.

Escuché que los demonios que nos habían asaltado, susurraban entre ellos animándose con la llegada de los nuevos guerreros. Me di cuenta entonces de que no era solo una familia la que nos estaba asaltando. O dos. Lo que fuera. Eran varios. Y habían llamado al noble que poseía esas tierras solo para librarse de mi maldición, no fuera a ser que les pasara algo a ellos. Definitivamente no querían que quedara nadie vivo. Mi mirada, aterrorizada, fue rotando entre las caras de los desconocidos a las de mis vecinos, los padres de mis amigos, y a mis padres. Todos los de la aldea parecían haber entendido igual que yo que de esa noche no iba a salir nadie vivo. No podía dejar que eso pasara. Todo eso era culpa mía, si yo me entregaba, tal vez les dejaran en paz. Me puse de puntillas, y abrí la boca para gritar. Pero mi grito quedó ahogado por el cuerno de batalla enemigo, que hizo que todos se taparan los oídos de nuevo, salvo mi padre.

- ¡¡¡Padreeeeee….!!! – pero él no me escuchó. Nadie lo hizo. La batalla había comenzado de nuevo.

Communion's prey is a cup of sorrows.
(With failure's scars.)
With failure's scars,
For the humbling cries.

Grité de nuevo, una y otra vez, pero ese cuerno no dejaba de sonar, ahogando mis súplicas. Corrí hacia la puerta, intentando abrir. Pero no pude. Alguien había atrancado la puerta por el otro lado para que nadie entrara… o yo saliera de allí. Corrí, buscando alguna ventana por la cual pudiera salir, pero todas eran muy altas y yo era muy pequeño y torpe todavía. La angustia se adueñó de mi cuerpo y me eché a llorar, derrumbándome en el suelo, golpeándolo con los puños. Solo logré hacerme sangre con eso.

El entrechocar de las espadas y los gritos de la batalla llegaron a mis oídos. El suelo temblaba ante el galopar de los caballos ahí fuera. La batalla había empezado. Todos luchaban por mi supervivencia, pero morirían, seguro. Y yo no era capaz de hacer nada. No podía. No se me dejaba. Aunque a estas alturas comprendo esa decisión.

- ¡¡Dejadme salir!! ¡¡Dejad de luchar!! Por favor… por favor, os van a matar a todos, ¡¡paraaaad…!!- gritaba sin éxito contra la puerta. Estuve así a saber cuánto tiempo, escuchando los gritos de dolor de la gente al recibir espadazos. Entonces escuché un golpe seco contra la puerta, que tembló. Y una voz que pareció oírme, me respondió.

- Niño… somos guerreros. Lucharemos por nuestro honor… hasta la muerte. Contra la injusticia. Por lo que creemos… y nuestros valores…

Su voz se quebró, y no pude escuchar nada más. Fuera quien fuera, acababa de morir ahí fuera. Tragué saliva, temblando. En todo el tiempo que había estado aprendiendo a manejar algún arma, nadie me había hablado de honor. Casi todo lo contrario. Éramos… eran demonios. Éramos habitantes de Karr. Y la maldad estaba a la orden del día. Me habían enseñado a nunca rendirme, y siempre hacer lo que creyera oportuno. Si tenía que segar vidas en un futuro, debía hacerlo. Y que los demás clanes de este mundo eran débiles y se merecían la muerte, o algo peor hasta que consiguieran ese descanso. Pero, ¿honor? No entendí nunca qué tipo de honor ellos defendían. Aun ahora, tampoco lo entiendo. Solo creo que era el honor de defender a los suyos. Como ellos decían. Luchar por lo que querían. Hasta la muerte.

Sacudiéndome la cabeza para espabilarme, corrí de nuevo a la ventana rota que daba a la calle. Allí, una lucha encarnizada se estaba llevando a cabo. Mi madre había abandonado su forma de dragón, y volvía a tener apariencia humana. Atacaba con dos espadas, sus ropas estaban rotas, y cubiertas de sangre. Tenía muchas heridas en el cuerpo. Y cuando podía, le lanzaba enemigos a mi padre, que los mordía. Pero en esa lucha la herían también.

Mi padre, por otro lado, luchaba desde el aire con soldados enemigos alados, lanzando sus garras de los pies por delante cuando tenía la oportunidad, y si enganchaba a alguien bebía su sangre. Ellos luchaban de una manera muy compenetrada. Pero… el resto de los demonios no lo hacían. Cada uno allí luchaba por su propia vida, con ira, con desprecio. Y las muertes que se daban eran de lo más desagradable. Pude ver con terror cómo gente que conocía era degollada en combate, cómo a muchos les abrían en canal e iban perdiendo vísceras por el camino en lo que luchaban hasta que no podían más. Cómo alguno caía de rodillas atravesado por varias lanzas, vomitando sangre antes de morir desangrado. Los animales no se libraban de esa crueldad. Allí, esos demonios poseídos por la sed de matar, esas gentes, pues ya había de todo, arrasaban con todo aquel que se les cruzara. Yo tuve que aguantar más de una arcada cuando una de esas muertes superaba el aguante de mi estómago. Les superaban tanto en número… que muchos luchaban contra tres enemigos o más. Y cuando morían, encima ellos se reían a carcajadas, como si estuvieran locos, y desmembraban los cadáveres, o seguían acuchillándolos. Eso ya no era una batalla, era una sangría.

The spirit is lowered down,
Waiting for me to hit the floor.
Blooming whites can't fool the voice of war calling tonight.
Tonight faith is the red crown,
The red crown around your door.
Time's scattering the seeds of the morning daylight.

Volví a gritar cuando un caballo se desplomó contra la pared de la casa. Creía que la rompería y me aplastaría. Pero tuve la suerte de que no. Aunque sí que se astilló la madera de debajo de la ventana, y ésta se desencajó. Me asomé como pude. Los gritos de dolor y rabia me llegaban mucho mejor ahora. Hubiera preferido que no. Apreté los puños cuando vi a mi padre rodeado, ya no solo de enemigos, sino de algunos demonios de nuestra aldea que le estaban gritando. Traidores. Me insultaban. Un abuelo que no sabía cómo podía seguir vivo, le escupió que la maldición del Cuervo Rojo se había cernido sobre ellos por culpa suya. Mi madre estaba furiosa, y vi cómo agarraba una alabarda y arremetía contra el anciano, matándolo, atravesando su garganta con ella. Me tapé la boca con las dos manos, asustado y asombrado por igual. Ya no podía dejar de llorar. Apenas quedaba nadie vivo, y mis padres… ellos estaban rodeados, no podrían salir de allí. Negué con la cabeza, retirando la vista. No podía mirar.

Entonces escuché la voz de mi padre alzarse. Insultándolos a ellos, aunque su voz se veía acallada por todas las voces, amigas y enemigas que se referían a mí como el Cuervo Rojo. Como un monstruo que no debería vivir, como una aberración contra natura. Y entonces, el suelo tembló. Me caí de donde estaba sujeto, y me levanté de nuevo para asomarme. En medio de la plaza, sujetando a mi madre con la mano como su fuera una muñeca, estaba el demonio gigante, con los ojos iluminados de color verde. Un verde fosforito que daba muy mala espina. Hasta entonces no había intervenido en la batalla, pero ahora que había aterrizado, hasta sus aliados le dejaban espacio.

- Tú no eres un demonio… hueles bien. Seguro que eres más sabrosa que la carne que tomo en mi casa todos los días… -dijo, su voz, grave, hizo retumbar la mismísima tierra. Echó a reír, aplastando a mi madre con la mano y haciéndola gritar. Temí que la aplastara, pero él no quería eso. Dirigió su mano a la boca, con la cabeza de ella lo primero que pasaría la barrera de sus dientes. ¡Quería degollarla! ¡¡Se comería su cabeza!!

Grité de nuevo, llamando a mi madre. Ella debió oírme. Porque la vi girar su rostro lloroso y deformado por el dolor hacia mí. Si ella me escuchó, debió hacerlo todo el mundo, pero los demás pasaron. Estaban muy entretenidos observando al gran demonio y su actuación. Alcé la vista entonces a mi padre, que había desaparecido en el cielo. Y cuando volvió a entrar en mi campo de visión, estaba atravesando la cabeza del noble con su espada. Había alzado el vuelo y se había dejado caer con toda su fuerza y la de la gravedad sobre él, atravesando su cráneo con su espada desde arriba y saliendo con ella a la altura de la nuca, quedándose así clavada. El hombre gritó de forma ahogada, y aflojó la mano. Mi madre entonces se liberó rápidamente y se transformó en dragón con las últimas energías que deberían quedarle. Y voló hacia mi posición, llevándose por delante a todo aquel que estaba en su camino.

Escuché su voz en mi cabeza gritar “¡¡Aparta!!” y apenas me quité de la ventana, ella se estampó contra la pared, destruyéndola, y entrando de ese modo en la casa, cubierta de cristal, astillas y ladrillo. Con una fuerte garra, me cogió, y me atrajo hacia ella. Y lo siguiente que recuerdo fue un tambaleo enorme en lo que ella corría para coger carrerilla, salir de la casa y alzar de nuevo el vuelo.

Mi madre comenzó a alejarse de la zona, dirigiéndose hacia la capital de Karr con un vuelo tambaleante. Y yo, colgado como estaba por su garra, miré hacia atrás, y vi cómo mi padre caía en combate, atravesado por múltiples lanzas, a la vez que el cuerpo de su enorme oponente se derrumbaba también sobre él. Vi nuestras casas entonces entrar en llamas. Lo quemaron todo. Escuché llantos de niños… mis amigos. Los fueron encontrando, arrebatando de sus madres y matando uno a uno hasta que ni un lloro se escuchó en la oscuridad de la noche que se había cernido sobre nosotros. Todo quedó arrasado. Y mi madre… no fue diferente. Aunque con la altura del vuelo, pude ver que lo incendiado a lo mejor fueron seis o siete casas. Pero para mí… fue algo muy grande.

Mi madre aguantó volando toda la noche hasta que el amanecer despuntó en el horizonte. No me pasó desapercibida la sangre que chorreaba por sus patas y su cola en lo que volaba. Estaba herida, y mucho. Y en su pecho había un saliente raro… seguramente se la rompió el esternón o alguna costilla al estrujarla así. Y aun con todo eso ella voló conmigo para ponerme a salvo. Cuando amaneció, ella por fin se dignó a descender a los bordes de un camino que llevaban a la capital. Me dijo que lo siguiera. Que allí estaría a salvo. Ya no tenía lugar al que volver. Y esos demonios seguramente me dieran por muerto cuando la encontraran a ella ahí tirada y se rindieran. Y aun si no me daban por muerto, me habían expulsado del pueblo y habían exterminado a mi familia. Su objetivo estaba más que cumplido. Asentí, tomándola de la mano, en lo que sus labios se curvaban en una gentil sonrisa. Y cuando noté que la suya dejaba de hacer fuerza y pesaba más, supe que su vida se había extinguido… y que me había quedado solo. A partir de entonces… no tendría a nadie para protegerme nunca más.

The Avenger is roaming through,
Roaming through the land.
Ready for the clash,
For the lasting gash of The Avenger.

Pasaron los años. Tras ese incidente que me dejaría marcado para el resto de mi vida, hice lo que mi madre me pidió y caminé hasta que me sangraron los pies hasta la Capital de Karr. Para cuando llegué, mi mirada había perdido toda su inocencia. Y lo único que pude decirles a los guardas cuando me vieron fue que quería alistarme al ejército. Quería aprender a luchar, y ser un gran guerrero. Intentaron sonsacarme algo más, pero no fue necesario. Alguien tras él había escuchado los rumores de la masacre de mi familia y del incendio y no tardó en señalarme con el dedo diciendo que era el Cuervo Rojo. Hasta el guarda se asustó ante la mención de la maldición. Aunque luego me miró con pena, y decidió guiarme. Él mismo me acogió en su casa como su hijo. El suyo había fallecido al poco de nacer, junto con su esposa, por un mal parto. En teoría, yo debería tener su edad a esas alturas. Debí tocarle la única vena misericordiosa que podría tener un karr, y me adoptó. Y él mismo intercedió por mí para poder alistarme en la academia. Nunca habían instruido a nadie tan pequeño. Pero algo debía tener en mi mirada que les hizo pensar que tal vez, la decisión de aceptarme no fuera a ser mala.

Y así ocurrió. Me dejaron una semana para recuperarme de mi largo viaje y del shock de lo que había vivido. Y al inicio de la semana siguiente, comencé mi instrucción. No me metieron con los demás por ser más pequeño, estuve durante años siendo enseñado por los maestros de forma individual. Cuando cumplí diez años me metieron con el grupo que tenía quince. Todos me miraron mal, se había corrido la voz de que era especial y se les ocurrió la maravillosa idea de meterse conmigo cuando los instructores no estaban delante. Aguanté sus insultos siete días. Al octavo, maté a tres de ellos, y el resto decidió quedarse al margen sabiamente porque sus habilidades no estaban a la altura. Era más rápido que ellos, y seguramente más fuerte. Me habían enseñado duramente todos esos años. Y no tenía reparos en arrancar ninguna vida con tal de seguir entrenando para ser aún más fuerte. El niño inocente que era había desaparecido. Ahora, el Cuervo Rojo solo quería ser más poderoso en el campo de batalla para poder vengarse y cubrir de la sangre de aquellos que mataron a mis padres la tierra que heredarían sus hijos… Y haría lo que fuera por lograrlo.

Sin embargo, algo raro me ocurrió ese día. Hacía mucho que no veía sangre en una espada. Desde aquel evento, solo había luchado contra maniquíes, o contra los demás bien protegidos, siempre deteniendo los golpes para no matar a nadie en la instrucción. Debido a las muertes que provoqué, el maestro tuvo que anular esa clase para limpiar el campo de instrucción y que el resto de sus alumnos se calmaran. A mí, me llevaron a un despacho aparte para hablar conmigo. Y allí, mi cuerpo de repente empezó a doler, de un modo tal que tuve que encogerme sobre mí mismo. Cuando alcé la mirada y me miré en un espejo, mi pelo era blanco, y mis ojos, antes morados, eran rojos.

El instructor entró entonces y me vio en ese estado. No se sorprendió, al revés, sonrió y se sentó en la mesa.

- Por fin te ocurre…

- ¿Qué… es esto…? -farfullé, temblando de dolor.

- Tu padre era un demonio vampiro. Has heredado la necesidad de beber sangre para estar en plenas condiciones. Tu padre la usaría para vivir, pero tú, al ser híbrido, supongo que con beber de vez en cuando tendrás suficiente. Necesitas beber.

- Me niego…

- Entonces deberás aguantar hasta que se te pase… suerte.- y se fue, dejándome solo.

Desde ese día, cada determinado tiempo me daba sed de sangre. Aprendí a aguantar el dolor en soledad sin necesidad de beber sangre de nadie. Y también visité durante un tiempo libre que tuvimos a unos dragones como era mi madre, para aprender más de ellos. Me enseñaron a transformarme en dragón, y algo de magia de tierra. Por mi parte, aprendí que, usando mi fuerza interior podía volverme más rápido y fuerte. Aunque me daría sed después. Parecía que no me quedaría otra que beber sangre para ser más fuerte. Pero con esa potencia que mis padres me habían dejado en herencia… podría resaltar aún más entre mis compañeros y que por fin me dejaran luchar de verdad. Cada día que pasaba quería más y más vengarme de aquellos que acabaron con mis seres queridos. Pero para eso, aun me quedaba mucho por hacer. Y no había día que el entrenamiento me fuera tan duro que llegara a casa arrastrándome por el suelo. El poder era difícil de conseguir. Me llevaría mucho esfuerzo y dolor. Pero lo conseguiría. Además, aun me quedaba mucho por hacer antes de lograr mi objetivo…

…Como informarme del incidente de mi familia. Entre entrenamiento y entrenamiento, y visitas que hacía a los dragones, comencé a preguntar a los guerreros de más alto rango que podía encontrar, y a los vendedores que había por las calles, sobre el incidente de mi infancia. A muchos solo les habían llegado rumores, pero no era más que un pequeño incidente en la parte más pobre del pueblo, no tuvo mucha incidencia que se diga. Pero llegué a dar con algunas personas muy dadas al contrabando de información que lograron contarme, a cambio de unas monedas, quienes fueron las personas y las familias que se aliaron contra la mía, incluso me contaron lo que había pasado después de ello. Por lo visto, sabían que estaba vivo, pero me dejaron ir. Habían logrado echarme de sus cercanías, así que, la maldición podía irse a otra parte y ellos vivir en paz. Los líderes de esas familias, desde entonces, entablaron amistad entre ellos por lo bien que les salió la encerrona. Incluso había muerto a quien le pagaban los impuestos. Ya iría otro a cobrarlos, pero de momento, podrían vivir tranquilos. Y por lo visto, estaban planeando unir fuerzas en el futuro casando a sus hijos para hacer una familia muy grande que fuera temida en el mundo entero. Pero para esto aun quedaba mucho, pues eran unos críos todavía.

Perfecto… ya sabía quiénes eran. Con esa información en mente, y más que fui sacando con el paso del tiempo de ese mismo confidente, me enfoqué en entrenar, en volverme más fuerte, y en conseguir un cargo como guerrero de Karr lo más rápido posible. Pasaron años para esto. Hasta que no cumplí diecisiete años no lo logré. Y cuando lo hice, no era más que un soldado con un puñado de guerreros a mi servicio. Aun no era nadie. Nadie con importancia suficiente como para poder dictar órdenes, me refiero. Así que tuve que cumplir muchas misiones, convertirme yo mismo en instructor en lo que seguía puliendo mis propias habilidades en privado. Me quedé con el apodo del Cuervo Rojo dado a lo sangrientas que eran las misiones que realizaba. El resultado siempre cubría de sangre el suelo por dónde pisaba. Y con esas, cuando cumplí veinte años, logré ser alguien respetable con un par de cargos por encima del que tenía. Era el más joven en llegar a semejante puesto, y mi promoción llenó de júbilo a mis compañeros, que habían ido ascendiendo conmigo y aprendiendo mis costumbres, convirtiéndose en bravos guerreros sin piedad. Y apenas unos meses después de ello, mi confidente llamó a la puerta de mi habitación con marcado nerviosismo. Y lo que me contó, llenó mi corazón de una ira que hacía mucho que no sentía.

Por lo visto, ese matrimonio que tenían pensado realizar esas familias malditas que me condenaron a esta vida de venganza, iba a realizarse en breves. Lo habían mantenido en secreto hasta entonces, y mi confidente vino a avisarme en cuanto se enteró. Era mi oportunidad… con la excusa de la boda todas las familias se reunirían en la misma, y sería muy fácil acabar con todos ellos de una misma carga militar. Al día siguiente, informé de que sería prudente atacarles y acabar con ellos, contando lo cerrados de mente que eran, y que si se unían, no sería nada bueno. Además, nuestra Reina no llevaba mucho tiempo en el cargo. Unos años, vaya. Y deberíamos de protegerla de algún ataque que pudiera dañarla o acabar con su reinado, pues a saber qué pretendían. Lo pinté lo peor que pude para que me hicieran caso, pero no sirvió de nada. Todos vieron a través de mis emociones que lo que quería era vengarme. Y no pensaban darme el visto bueno para una acción militar así.

Sin embargo, estaba tan lleno de ansias de venganza, que aun así hablé con todos los soldados que estaban a mi cargo. Eran unos quince, y prácticamente todos habían ascendido conmigo, así que accedieron a ayudarme aunque estuviéramos ignorando las órdenes de arriba. Interrogamos a nuestro espía todo lo posible para enterarnos de dónde se iba a realizar la boda y qué día exacto. Y cuando llegó el momento, allí nos movilizamos, quedando todo lo ocultos que pudimos en las callejuelas de esa zona perdida en el pueblo. Todos esperarían el momento en que yo me lanzara al ataque. Y tras eso, me seguirían.

La boda se realizó en una zona del pueblo cercana a donde vivía yo antes, donde vivían más miembros de los asistentes. Aunque no dejaba de ser un puñado de ocho o nueve casas. Además, la cosa era que allí había un templo medio derruido, y les pillaba a todos bien para casar a la pareja. Cuando todos estuvieron reunidos en torno al altar, y se sentaron tranquilamente, yo entré en ese templo, equipado con las ropas típicas de guerra de mi familia, que encargué que me las hicieran. Mi pelo se tornó de color blanco, y mis ojos brillaron de un color rojo sangre. Alguien gritó que era el Cuervo Rojo. Sonreí. Y entonces, cundió el pánico. Salté a atacar, y mis soldados me siguieron. Era el momento de mi venganza, por fin.

Mothers kissing sons,
With a staff in hands.
The bride is shining,
When the groom is gold.
(Won't you let it go?)

No pensaba dejar a nadie vivo. En mi vida sentí esa felicidad luchando, mi espada atravesaba cuerpos de hombres, mujeres y niños con una rapidez que nunca había sido vista por mis guerreros. Me vieron luchar con semejante fiereza que alguno musitó que parecía un monstruo sediento de sangre. No tenía piedad. Y la moral de mis hombres aumentó de forma significativa, terminando ellos por luchar también sin mirar siquiera a quién se estaban enfrentando. Mi mirada se enfocó rápidamente en los novios, y aparecí tras ellos con la espada chorreando sangre. Al momento ellos cayeron al suelo de rodillas. Corté la cabeza de la novia por la mitad, y a él le hice dos cortes que hicieron que no muriera en el acto. Quería que sufriera antes de desangrarse.

Tras eso, mis ojos ya no veían lo que estaba haciendo. Mis recuerdos del día de la masacre de mi familia ardían en mi mente, y solo podía ver a mis amigos morir ante mis ojos. Estaba reviviendo todo aquello en lo que mi espada cortaba a todo aquel que se me ponía delante. Llegó un momento que ni mis aliados se acercaban a mí, ellos luchaban por otro lado, por miedo a que los confundiera y arrasara también con ellos. No tardó en incendiarse el templo, y tras eso, alguna de las casas cercanas. No quedó nadie vivo allí. Pero yo no tenía suficiente. Sabía que había más personas que tuvieron que ver en la matanza de mi familia. Más gente que contribuyó. Había demasiadas personas que no tenían derecho a vivir por las vidas que arrebataron. Y de esa familia, no deberían quedar ni las brasas de sus casas en pie.

Furioso como estaba, me transformé en dragón, y ciego por la ira convoqué un área en el suelo, justo a las afueras del templo. La tierra se tornó más oscura que mis propias escamas, y de ella emanaron manos de tierra de los mismos tonos morados y negros que agarraron a todos los enemigos que seguían vivos pisando sobre ella o sus alrededores, atrayéndolos hacia ellas y no dejándolos ir. Agarrados como estaban, no dudé en abalanzarme sobre ellos y morderlos, agarraros con mis zarpas y partirlos por la mitad a base de tirar. Y beber su sangre cuando morían desangrados. Noté casi de inmediato el poder revitalizante de la sangre demoníaca, y recordé a mi padre, cómo luchaba, bebiendo y matando sin cesar. Ahora comprendía por qué hacía semejantes acciones. Con esa sangre recuperaba energía y el cuerpo dejaba de doler. Del mismo modo que yo estaba haciéndolo también.

El templo fue arrasado. Mis guerreros vitorearon que habían vencido. Pero yo les dije que aún faltaban cosas por hacer. Ellos fruncieron el ceño, habían venido a exterminar esas dos famiilas que iban a unirse mediante esa boda, no a nada más. Yo les grité. Recuerdo que rugí diciendo que mi venganza aún no había acabado. Había mucha más gente que merecía morir. Ellos se asustaron por verme de tal modo. Yo escupí al suelo. Estaba harto de todo, harto de que nadie me tomara en serio, eran mis problemas, me había entrenado toda mi vida para vengarme. Y nadie me había tomado en serio nunca. En Karr la muerte estaba a la orden del día, así que por qué iban a tomar en serio lo ofendido o dolido que pudiera estar. Les di la espalda a mis soldados, gritándoles que hicieran lo que quisieran. Y volé lo más rápido que pude hacia una zona un poco más lejana del pueblo, aun a las afueras, donde seguramente solo quedaran algunos campesinos que no acudieron a la boda por tener que laborar los pocos campos que ese tiempo horroroso les permitía. No pensaba dejar a nadie vivo. De ninguna familia… que contribuyera a exterminar a la mía. Y nadie me podría detener.

Escuché a los soldados gritarme a mis espaldas, diciéndome que ya había desobedecido suficientes órdenes, que actuar de ese modo solo terminaría poniéndome en más problemas. Pero el recuerdo de mi madre luchando lucía vivo en mi mente. De toda la gente que conocía, cayendo despedazados al suelo. De esos malnacidos riéndose ante sus muertes. Todo eso estaba en mi cabeza, mi pecho ardía de la ira que albergaba mi corazón. Yo ya no estaba en ese mundo. Estaba en mis recuerdos. Y hasta que no me vengara de forma plena, no podría volver a la realidad.

Shining warship choked in the wave of silver.
The offering's grief for deceiver's bride.
Salvation then is a cup of fire.
(Hope is the start.)
But hope is the start of the morning tide.

Mi ciego camino me llevó hasta otra zona, cuyos habitantes se habían trasladado a la boda. Prácticamente nada más llegar lancé otra área como la anterior para capturar a cuantas personas pudiera, matando a algunas por estrangulamiento con las manos de esa potente magia heredada de mi madre. Y bajé al suelo. Volví a forma humana, mi pelo seguía luciendo blanco. Y con mis espadas fue aniquilando a todo aquel que se ponía en mi camino. Eso ya era una matanza sin razón. Ahora, que todo ha pasado, lo entiendo. Pero en esos momentos solo quería saciar mi sed de sangre y de venganza con todo aquel que se me cruzaba. En ese sitio no quedaban ya guerreros, solo los guardias de rigor para defender el “orden”. Eran campesinos, oradores, mujeres, infantes… entré en cada casa a buscarlos. Y los asesiné sin piedad. Lo único que tal vez pudiera redimirme es que lo hice rápido. En esa ocasión solo quería matar, no hacer sufrir. Quería segar vidas. Y muchos murieron sin enterarse siquiera de lo que estaba pasando.

Incendié un par de casas y liberé, eso sí, a los animales de que pudiera haber en ellas. Ellos no tenían nada que ver con aquello. Solo maté a algún caballo y fue porque alguien osó atacarme usándolos de montura, creyendo que tal vez al arrollarme tendrían alguna oportunidad.

Y tras esa zona fui a la siguiente. Y a la otra. Pues varias estaban formadas por las mismas familias, y todas habían acudido a aquella boda masiva. Aunque a lo mejor mataba dos o tres personas en cada una llegado a este punto. Mis ropas chorreaban sangre al cabo de varias horas de masacre sin sentido. Ese líquido rojo, como decía la maldición que pesaba sobre mis hombros, cubrió la tierra. Y cuando terminé de incendiar una última casa, alcé la vista al horizonte para enfocarla en una especie de montículo que había metido ya en el desierto. Allí había una cueva que solíamos usar muchos del pueblo como refugio de la lluvia ácida. Si quedaba alguien que debía asesinar estaba allí, escondido como una rata, temeroso de que el Cuervo Rojo le sacara los ojos y acabara con su miserable vida.

Me transformé en dragón, y volé hacia allí, notando los estragos del cansancio y las heridas que se me habían infligido en el proceso. Aunque seguramente bebiendo algo de sangre pudiera continuar. Y fue entonces que un conjuro de hielo en forma de lanza me pasó rozando el hocico. Y miré al suelo. No muy lejos, mis propios guerreros, acompañados de algún destacamento más para servirles de apoyo, estaban acortando su camino en mi dirección. Apuntándome todos con sus armas. Venían a detenerme. Sonreí de medio lado, recordando lo rápido que las noticias se corrieron cuando era pequeño. Que cuando quise llegar a la capital, allí ya todos sabían lo de mi maldición. Me aposté una cena a mí mismo de que seguramente la información de los asesinatos en serie que estaba haciendo ya había llegado también. Pero no pensaba detenerme. Aunque me tomaran preso y acabaran con mi vida… yo pensaba llegar a esa cueva y arrasar con todo lo que había allí.

Por si acaso, me acerqué ligeramente a los guerreros que querían cortarme el paso y les dejé una Puerta a la Negatividad, como había bautizado a esa magia de tierra, en medio del camino, esperándoles. Era un área peligrosa, y mis soldados habían visto su poder. Por lo que les daría más de un dolor de cabeza anularla, o rodearla. Seguramente se agotara su tiempo y desapareciera antes de que lo lograran, pero ya era suficiente. Me haría ganar tiempo. Y tras eso, más cansado aun de lo que ya estaba por gastar tanta energía y estar desangrándome a la vez, aceleré sacando la energía que necesitaba de las ansias que tenía de acabar mi venganza. Estaba muy cerca… demasiado. Y volé lo más rápido que era capaz hacia la cueva. Aterrizando fuera. Dejando que los de dentro solo vieran una sombra oscura cernirse sobre ellos… como si fuera un ángel de la muerte.

The spirit is lowered down,
Waiting for me to hit the floor.
Blooming whites can't fool the voice of war calling tonight.
Tonight faith is the red crown,
The red crown around your door.
Time's scattering the seeds of the morning daylight.

Cuando caminé a la entrada de la cueva, varios soldados me salieron al paso. Parecía que se habían comunicado rápidamente desde que llegué a la primera zona del pueblo, y evacuaron a mujeres y niños que no podían luchar. Mis ojos brillaron con un rojo intenso, y lamí mi espada al verlos. Parecía que aún me iba a poder enfrentar a algún guerrero antes de masacrarles del todo. Aunque ahí no habría más de una veintena de personas…

Me lancé al ataque, como antes, sin pensar. Mi espada no tardó en penetrar en la carne de dos guerreros que osaron atacarme a mí primero. Cayeron de rodillas frente a mí uno detrás de otro, y pasé de largo, sin rematarles. Esas heridas eran profundas, no creía que aguantaran mucho más. Continué caminando, lentamente, en lo que dejaba que ellos mismos se dirigieran a sus tumbas al atacarme. Con el poder que tenía por el estado de furia que tenía, era tan rápido que sus estocadas parecían venir lentamente hacia mí. Y no me fue difícil esquivar incluso las pedradas o similares que me venían de lejos, o por la espalda, al ir girando de vez en cuando sobre mí mismo en lo que iba entrando más y más en las profundidades de esa cueva. La luz se iba extinguiendo con cada paso del mismo modo que sus vidas según mi espada acababa con ellas. Hasta que pareció que todos los guerreros que allí había se habían inmolado.

Las mujeres y niños que quedaban escondidos tras las rocas, las cajas que había allí almacenadas y demás salientes de las paredes, trataron de mantenerse ocultos ante la temible visión que debía ser mi persona para ellos. Un hombre de pelo blanco y ojos rojos que brillaban en la oscuridad, con la espada desenvainada goteando sangre, y la piel y ropas manchadas también de ella, rodeado de múltiples cadáveres que parecían trazar un camino hacia la salida de la cueva. Debía de ser terrorífico, ahora que me pongo en su lugar. Y debió de ser más de lo que un hombre fue capaz de soportar cuando un hombre gritó como si se hubiera vuelto loco y corrió hacia mí con una horca en la mano. Me gritaba a mí. Pues me llamó Cuervo Rojo. Estaba más que acostumbrado a ese nombre, y suspiré con pesadez.

- No sabéis decir otra cosa, ¿verdad….?- musité, y atravesé con mi espada su garganta de un solo golpe. El hombre cayó al suelo haciendo un ruido sordo. Y una mujer, que imaginé que sería su esposa, gritó al verlo.

- ¡¡Noooooooo!! ¡¡Eres un monstruo!!-me escupió casi cuando salió de su escondite, con lágrimas de impotencia en los ojos.- ¿por qué nos haces esto? ¡Nosotros no te hemos hecho nada!

- ¡Eso! ¡Déjanos en paz!

- ¡Monstruo!- muchas voces, en su mayoría femeninas, comenzaron a gritarme, saliendo de sus refugios. Yo solo las miré con pesadez, y cuando abrí la boca, inmediatamente se callaron.

- Yo soy en lo que me habéis convertido. Si no fuera por vuestras estúpidas normas, y ese racismo que ocultáis bajo el nombre de “ley”, yo hubiera crecido como uno de vuestros hijos. Acabasteis con mis seres queridos. Con mi infancia. Con mi vida. Y me disteis otra… la del “Cuervo Rojo”. Tanto lo temíais, que ahora os tragaréis esas palabras. Y lo vais a temer con razón.

No dejé más tiempo a que me replicaran. Estaba furioso, esas palabras solo habían encendido mi ira aún más. Seguramente tuvieran razón, y las personas que hubiera allí escondidas de verdad no tuvieron nada que ver. Pues de lo que opinaban las gentes de los campos a lo que luego hacían los gobernantes y los nobles había un buen salto. Pero yo no podía pensar en esos momentos. El solo recuerdo de mi padre siendo atravesado por los soldados que tenían la bandera que esas personas defendían me hacía hervir la sangre. Y empecé a segar vidas con mis ojos carentes de ella prácticamente. Sumidos en mi memoria. Y sus gritos de dolor y sufrimiento eran sustituidos en mi mente por los de mis familiares y conocidos.

,Hasta que mis ojos toparon con un rostro que me hizo detenerme en seco. Era un niño. Y por un momento, me vi a mí mismo de niño en esos ojos llorosos, en shock, cubierto de roña por haber estado escondido allí. Parpadeé, y me detuve en seco, a unos metros de distancia de él. Mi espada estuvo a punto de atravesar el pecho de una mujer que también se quedó petrificada por la cercanía de la muerte a ella. Tal vez fuera su madre, o su hermana. Le miré, con ojos desorbitados. Y logré volver a la realidad. Ya no sabía si era un niño o una niña por cómo estaba escondido y lo deformado que estaba su rostro por el terror. Pero por fin lo entendí. Gracias a esos ojos. Estaba haciendo sufrir a ese infante lo que me hicieron a mí. Había caído en su juego. Como yo mismo había dicho antes, había dejado de ser yo mismo para convertirme en lo que sus mayores quisieron. Lo que sus adultos dijeron que yo representaba. Me convertí en el Cuervo Rojo. Pero… ese no era yo. ¡¿Qué demonios estaba haciendo?!

The pilgrims are gathering the marching band,
The marching band's howling.
Compassion is the flag of a righteous man,
The righteous man will hold.

El tiempo pareció detenerse a nuestro alrededor. Seguí mirando al infante, notando mi ira aplacarse ante esos ojos. No sé cuánto tiempo estuvimos así, seguramente fueran apenas unos segundos. Pero se me hicieron eternos. Nadie se movió, hasta que los guerreros de Karr que tuve entretenidos con mi magia por fin llegaron, entraron en la cueva y me placaron, tirándome al suelo y desarmándome. No ejercí resistencia. Ni retomé mi forma normal, mi pelo siguió siendo blanco por el shock que tenía moralmente hablando. Escuché a más de un guerrero alejarse corriendo para vomitar por la macabra escena que había a nuestro alrededor. Y a muchos musitar con terror sobre lo que era capaz de hacer.

- No puede ser… este es de verdad… ¿nuestro jefe?

- Se ha vuelto loco…

- Esto es horrible…

Imaginaos como debía de ser aquello, para que se sorprendieran, acostumbrados como estaban a las masacres sin sentido. Y muchas veces a matar por matar. Solamente con eso, deberíais haceros a la idea.

Cuando salimos de la cueva y me tranquilicé del todo, escoltado por tantas personas eran capaces de ir sujetándome a mi alrededor, me detuve y dejé que mi sangre volviera a la normalidad y mi pelo volviera a ser negro, así como mis ojos, violetas. Les miré, con ojeras, agotado, y con el rostro abatido por la revelación que había tenido ahí dentro. Y con voz calma y sosegada, como había sido siempre antes de semejante ataque de ira, me dirigí al que tenía mayor rango de entre los que me estaban escoltando.

- No voy a irme a ninguna parte… me entrego.

- … ¿Piensas que me voy a tragar eso? Podrías perder la chaveta otra vez y matarnos a todos.

- No lo voy a hacer… es una promesa. Y un demonio nunca rompe sus promesas.

- … - el hombre no sabía si fiarse o no. Era conocedor de esa costumbre, al menos dentro de las familias más puras. Pero parecía seguir temiendo que si se me cruzaban los cables otra vez, me olvidara de ella.

- He perdido los estribos antes. Yo… no quería hacer esto. No debería haberlo hecho. Por eso me entrego. Llévame preso. Y que mis superiores decidan sobre mi destino.

Alargué las manos para que me las encadenara. Y con ese gesto ya pareció creerme. Me dejaron más espacio, y todos juntos, con lentitud, volvimos a la capital. ¿Qué si ayudaron a la gente que sobrevivió? Qué va. Seguimos hablando de Karr, señores míos… les dejaron a su suerte. Mantenían sus vidas, que era suficiente para muchos allí. Deberían darse por contentos. Ahora les tocaba a ellos salir adelante del mismo modo que hice yo. Solo esperaba no haber creado un segundo Cuervo Rojo… o más de uno. Ya había hecho suficiente mal a esa gente. A ese mundo. Y de verdad, no quería causar nada más. Yo mismo había tenido suficiente. Aunque puede que ahora mismo no fuera el más indicado para quejarme. Mi pasado había quedado atrás. Pero acababa de destruir el presente y el futuro de esa gente. Como hicieron conmigo. O puede que incluso peor.

The pilgrims are gathering the marching band,
The marching band's howling.
Compassion is the flag of a righteous man,
The righteous man will hold.

El incidente pasó tan desapercibido como el de mi familia. Todo fue un “asesino desbocado”. Como esperaba, me encerraron en lo más alto de la torre de la prisión. Un lugar que como saltara, podía irme al vacío. Y no me dieron de comer en días. Solo agua, y una vez al día, unos sorbos. No me dijeron siquiera qué iba a ser de mí. Por el trato y los suministros imaginé que querían que muriera de hambre allí arriba. Y tratarían de alargar ese sufrimiento lo más posible al darme algo de agua para subsistir. Solo que seguiría sin ser suficiente. Y tarde o temprano moriría de sed o de inanición. Eso si no me tostaba antes con el intenso sol que entraba por las rejas y el calor insufrible que amenazaba con la llegada del verano. No me quejé ni una sola vez. Me merecía ese sufrimiento. Esa muerte. Era lo más cruel que podían hacerme dado que no tenía familia ni seres queridos. Por suerte, mi padre adoptivo renegó de mí y se salvó de que le mataran a él también. Al menos había alguien que no moriría por mi culpa.

Esos días allí arriba me sirvieron para pensar en todo. En mi vida, en la maldición del Cuervo Rojo, y en cómo me había dejado llevar por ella. En cómo había malgastado mi vida. Acababa de llegar a la flor de ella y ahora estaba encerrado en una torre por asesinar a una treintena de personas en un templo, y unas pocas más desperdigadas por más zonas del pueblo y la cueva que servía de refugio. No era más que un asesino ahora. Y pensé mucho, mucho en ello y cómo había malgastado la vida. Y fue como me di cuenta de que yo no pensaba como los demás. Nunca lo había hecho. Aunque hubiera actuado por fines egoístas, como una venganza personal que se fue de las manos, desde pequeño había tenido un tipo de moral que el resto no tenía allí. Tenía aprecio por mis conocidos. Muchos aquí matarían a sus propios padres por conseguir sus objetivos. Yo siempre había sentido algo por la gente que conocía que juraría no haber visto nunca en mis años en la capital. O si estaba, de verdad que estaba tan ciego por mi venganza que me negué a verlo: Amor. Solidaridad. Sinceridad. Eran cosas que para esta gente parecían extranjeras. Y se reían solo de pensar en ellas. ¿Acaso yo era tan diferente… que ni encajaba en la gente de mi propia tierra?

Pensé en ello varios días. Arrepintiéndome de lo que había hecho. Hasta que, cuando sentí mi estómago plegarse hacia dentro en un vago intento de digerir algo, me di cuenta de algo. Antes, estaba de acuerdo con mi sentencia, y dispuesto a morir por pagar el daño que había causado. Pero eso no pegaba mucho en Karr. A ellos les daba igual todo. Si hubieran querido condenarme me hubieran matado ya. Yo ahora mismo era para ellos igual que cualquier esclavo. Estaba seguro que se estaban riendo de mi situación pisos más abajo. La que lie, solo era una excusa para ellos para tenerme ahí metido. Solo era la nueva atracción de la Capital. Del mismo modo que las pobres gentes condenadas a luchar en el Coliseo para saciar un poco la sed de muerte que todos allí tenían. Querían verme sufrir, y les daba igual la razón. Pero yo, había causado daño de verdad, aunque a ellos les diera lo mismo. Y si moría, no podría arreglar nada. Si es que había algo que arreglar. Morir, no sería honorable para mí en esos momentos. Morir solo haría que evadiera la responsabilidad que tenía. Morir sería un perdón que no merecía. Yo debía vivir. Huir de ese lugar. Y volver para ayudar a la gente a la que causé daño. Ayudar a todo el que pudiera. Para ganarme el perdón…

Y con esa idea en mente, hice acopio de las pocas energías que me quedaban, y me transformé en dragón ahí dentro. Embestí la pared de piedra varias veces hasta que se rompió. Y caí al vacío. Con esfuerzo, estabilicé mi vuelo, y puse rumbo hacia la muralla que nos separaba de Roar. Era necesario que huyera, que saliera de allí, y que buscara refugio en el único lugar en el que era capaz de pensar en esos momentos para rehacer mi vida: Kugg. Me exiliaría. Y allí, buscaría el método de redimirme de mis pecados y que mi alma volviera a estar en paz. Pero para eso, primero tenía que llegar.

En el momento en que rompí la pared, sonaron los cuernos de alarma, y no tardaron en dar conmigo. Un dragón del tipo que era yo y mis colores no es que fuera muy común de ver, y mezclarme con la multitud estaba totalmente descartado, a esas alturas me conocía todo el mundo. Así que solo pude volar a trompicones, esquivando lanzas, cañonazos y magias que se me lanzaban desde abajo, y no mucho más tarde, desde detrás, cuando comenzaron a perseguirme en el aire. No me importó aquello, ni me asustó. Llevaba días condenado a muerte, estaba claro que huyera o no huyera moriría. Así que no perdía nada por intentar sobrevivir.

Sacando fuerzas de flaqueza, invoqué la poca energía que quedaba en mi sangre de medio demonio para adoptar esa forma más rápida y temible y huir más rápidamente hacia la muralla. Tuve la suerte de que el sol no tardó mucho en ponerse. Y mi silueta, oscura, se camufló en las sombras de la noche. Fue gracias a eso y a la velocidad ahora tenía que les saqué terreno y logré despistarles. Y sobre la madrugada, pasé rozando la gran muralla. Y me derrumbé en el desierto de Karr. Exhausto. Volviendo a forma humana y relajando mi sangre para que mi pelo y ojos volvieran a la normalidad.

The spirit is lowered down,
Waiting for me to hit the floor.
Blooming whites can't fool the voice of war calling tonight.
Tonight faith is the red crown,
The red crown around your door.
Time's scattering the seeds of the morning daylight.

Una vez allí, gateé hasta poder ocultarme tras unas rocas. La temperatura del desierto bajaba por las noches, cosa que era de agradecer. Pero aun tenía un largo camino. No podía relajarme. Los karr mandarían patrullas a buscarme y cortarme la cabeza para llevársela de vuelta y clavarla en una pica. Pero antes tenía que comer algo. Y recuperar energías. O jamás podría llegar al barco que llevaba a la isla que sería mi verdadera salvación.

- ¿Quién anda ahí?- escuché una voz de repente, cerca de mí. Y no perdí oportunidad. Ese acento no era de Karr. Si me identificaba como un exiliado… con suerte recibía la ayuda que necesitaba. Ya se lo devolvería algún día.

- Aquí… estoy aquí. Huyo de Karr… ayuda… por favor…-no podía ni alzar la voz. Tuve suerte de que quien me buscaba, tenía buen oído.

Se trataba de un muchacho de Roar. Me sonaba su rostro. Tal vez era algún contrabandista o un mercenario. A saber. Parecía estar también en sus veinte años. Y cuando me vio, me sorprendió lo rápido que me ayudó a ponerme en pie y a guiarme, alejándonos de la muralla, hacia el océano. Se identificó a sí mismo como Koriel. Y me dijo que siempre ayudaba a aquellos que huían de Karr, así que, podía confiar en él. El chico parecía sincero. Y tampoco tenía nada que perder, así que me dejé llevar. Me ocultó en una pequeña cueva que había en un saliente rocoso cerca del mar, lo suficientemente lejos de la muralla como para que dieran conmigo esa noche. Se fue, y a la mañana siguiente volvió con comida, agua, ropa limpia y algo de dinero. Lo devoré todo, me cambié, y guardé el resto de mis pertenencias en la bolsa de viaje en la que trajo todo, junto con el dinero.

- No sé cómo podría agradecerte esto.- le dije. Estrechándole la mano, y sonriéndole, cuando me dejó en el puerto después de llevarme sobre su lomo. Era un dragón rojo muy rápido. Así que esa misma tarde estaba tomando mi navío hacia Kugg.

- De momento, sobrevive. Y cuando dejen de buscarte, ya me devolverás el favor.-me respondió, guiñándome un ojo, y dándose la vuelta, presto a alejarse del puerto.- ¡Buen viaje!

- Muchas gracias… -musité, sonriendo con cierta debilidad, y despidiéndome con la mano. Subiendo luego al barco con el dinero que me había dado. La cantidad era exacta. Supe entonces que yo no era a la primera persona que ese chico ayudaba a escapar hacia la isla.- Algún día volveremos a vernos… ya lo verás.

Ya han pasado varios años desde ese momento. Llegué a Kugg tras un viaje movidito, y allí, me convertí en médico tras unos años de estudio al ser vicio de otro doctor de la aldea a la que llegué. Quería dejar de segar vidas, en su lugar, me dedicaría a salvar a todo aquel que pudiera. Eso no significaba que hubiera abandonado el camino de la espada. Las seguí llevando siempre conmigo, y con ellas, defendía a todo aquel que necesitaba ayuda de asaltantes, ladrones, o quien fuera. Con el paso del tiempo, comencé a viajar para vender mis medicinas y ampliar mi zona de acción. Conseguí hacerme renombre y todo. Y eso me fue haciendo mucho más feliz.

Eso no quitaba que mucha gente me reconocía como el Cuervo Rojo, y algunas personas me pidieron que les enseñara a defenderse para protegerse en sus viajes. Así que de vez en cuando, daba clases de artes marciales y manejo de la espalda para defensa personal a quien me las pidiera. Aunque seguía siendo médico… era difícil dejar de luchar. Pronto, estaré preparado para volver al continente. Y enmendar mis errores de una vez por todas. Por mi honor. ¿Quién sabe lo que me tiene reservado el futuro ahora…? Estoy ansioso por descubrirlo.


Última edición por Haku el Mar Sep 05, 2017 8:44 am, editado 1 vez
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Mensaje por Tori Lun Sep 04, 2017 8:37 pm

Bueno, Haku, hay demasiados puntos a hablar y sinceramente hay muchas cosas que tienes aquí que no son posibles en Partem Septem, ya sea porque no existen o porque directamente afectan la trama global. Te pido ser paciente, revisar y modificar cada no de los puntos que te ponga a continuación.

Aclaraciones



  • Bueno, para empezar, comencemos con esto que mencionas varias veces: "Oriental". Déjame decirte que para describir un estilo, a nivel de usuarios, no hay ningún problema. Para describir como son sus ropas y katanas está bien, pero te tengo que dejar muy en claro que en Partem Septem no existe el Oriente, y que por lo tanto tu pj no puede ir por ahí describiendo sus cosas o estilos como orientales, porque bueno, repito, no existe tal cosa en el foro.

  • Mencionas un tema de que llega a ser mediador entre clanes. Esto… no puede ser. Lo que pasa es que, como mucho, puede ser mediador entre mini cositas como vender un artículo de un clan a otro, pero nada de mediador como para dejar que dos clanes dejen de pelear y lograr que un clan haga algo a beneficio de cualquier otro. Nada de eso es posible, tenlo muy en cuenta. ¿Por qué no es posible? Porque en todo caso si lo fuera, tendría que ser un personaje que sería Canon con muchas responsabilidades y de más.

Limitaciones, modificaciones y negaciones



  • Poder Furia: Muy bien, hablemos muy seriamente de este poder. Puede llegar a ser muy OP, en especial porque realmente tiene pocos detalles sobre limitaciones y de más. Nada más dices que tu personaje se volverá el doble de fuerte, etc. Pero esto es completamente relativo, ¿sí? Ya que no das limitaciones, se puede aprovechar mucho de este detalle diciendo que tu pesonaje de por sí es extremadamente fuerte, y que con este poder todo se duplica. Eso no estaría bien. Necesito que pongas alguna referencia de qué tan fuerte se vuelve cuando usa este poder, y también qué tan rápido.
    No sólo eso. La regeneración de heridas siempre ha sido un tema a tratar con cuidado. Comentas que cualquier herida que no sea mortal no tardará mucho en sanar cuando beba sangre. No, esto no es posible, lamentablemente, tienes que restringir muchísimo tal cosa, y es que tu personaje tendría extremadamente muchísima ventaja sobre los demás, incluso tomando en cuenta que no puede tomar mucha sangre porque podría vomitar. Es demasiado fuerte. Tienes que restringir las heridas. Podría ser que heridas leves las cure por completo y heridas medianas las deje de hacer sangrar. En cuanto a las heridas graves (mortales) no puedes hacer mucho, pero sí podrías poner quizá que tomando sangre cuando tienes estas heridas, el proceso de daño se ralentiza, dándote tiempo de ir al hospital a que te atiendan. Si decides hacer esto de ralentizar las heridas graves de paso debes mencionar cuanto tiempo las retrasa.
    Por último y aún refiriéndonos al poder Furia: Mencionas que si te va muy bien y bebes, puede durarte cuatro post. Lamento decir que tomando en cuenta que este es un poder tan fuerte, debes reducirlo. Yo diría que cómo máximo y cuando te va muy bien y llegas a beber, te dure tres.

  • Poder Puerta de Negatividad: Ya para empezar debo comentarte que eso de que un circulo cubre el suelo con oscuridad o sombras no es realmente algo muy factible. En las restricciones de poderes que tenemos en el foro se menciona que tenemos restricciones a las sombras. No se puede realmente controlar la oscuridad en el foro. Aún así, eso es lo de menos, el problema viene en el poder en sí. Te explico: Mencionas por ahí que cuando este circulo oscuro se abre da paso a unos brazos de ciertos espíritus malignos de forma temporal. Empezando por ahí, tienes que decir cuanto tiempo (En posts).
    De paso mencionan que pueden hacer daño de oscuridad. No me parece del todo factible, tengo qué decir… si acaso le harían daño a los seres de luz como son ángeles y algunas hadas, pero realmente te recomiendo quitar eso de que hacen daño de oscuridad, por favor. Ahora, está bien que tomen a las personas y las sostengan, pero no pueden ser invencibles, o algo así, deben tener una debilidad, un modo de evitarlos o quizá de romperlos o cortarlos. Tienes qué ponerles una debilidad.
    Y en cuanto a eso de que ocupa diez metros. Es un rango algo grande, por favor, redúcelo un poco por el tipo de poder que es y desgaste que seguramente le causa al personaje. Quizá con un máximo de seis metros como mucho…  
    Por último sobre este poder, menciona en la historia que en un momento dado atrapó una aldea entera. Eso sí que no es posible. Es demasiado OP. Más abajo lo recalcaremos en la ficha pero no se puede hacer.

  • Poder Vampirismo: Ya te mencioné lo de las curaciones de sus heridas, pero lo pondré de nuevo aquí: La regeneración de heridas siempre ha sido un tema a tratar con cuidado. Comentas que cualquier herida que no sea mortal no tardará mucho en sanar cuando beba sangre. No, esto no es posible, lamentablemente, tienes que restringir muchísimo tal cosa, y es que tu personaje tendría extremadamente muchísima ventaja sobre los demás, incluso tomando en cuenta que no puede tomar mucha sangre porque podría vomitar. Es demasiado fuerte. Tienes que restringir las heridas. Podría ser que heridas leves las cure por completo y heridas medianas las deje de hacer sangrar. En cuanto a las heridas graves (mortales) no puedes hacer mucho, pero sí podrías poner quizá que tomando sangre cuando tienes estas heridas, el proceso de daño se ralentiza, dándote tiempo de ir al hospital a que te atiendan. Si decides hacer esto de ralentizar las heridas graves de paso debes mencionar cuanto tiempo las retrasa.
    No sólo eso, sino que hay algo incluso más importante, y es que en Partem Septem NO existen los dragones vampíricos, o como les has mencionado. En Partem Septem sólo existen los dragones que controlan los cuatro elementos. Eso no significa que tengas que perder esa esencia de tomar sangre. Te daré una solución: Si lo que quiere es que aún así beba sangre, puede especificar que tiene alguna fijación hacia ella o por lo menos una falsa necesidad psicológica que le haga beber de ella como si la necesitase realmente, aunque no sea el caso.
    Por último, aún sobre este poder, debido a la magnitud de beneficios, que trae para ti, no puedo permitirte usarlo cada vez que uses furia. Es tan fuerte que no te podría dejar de usarlo más de dos veces en un mismo tema. Esa es la restricción. Dos veces.

  • Armas: Mencionas un par de katanas, y que son muy resistentes, así que necesito que ponga qué tan resistentes son. Hay que intentar ser realista, tampoco podría ser una katana irrompible.

  • Historia: Sólo quiero recalcar que no existen los dragones vampíricos en Partem Septem así que debes cambiar esa raza en tu ficha, y te recuerdo que te di una solución por si aún quieres que beba sangre tu pj: Si lo que quiere es que aún así beba sangre, puede especificar que tiene alguna fijación hacia ella o por lo menos una falsa necesidad psicológica que le haga beber de ella como si la necesitase realmente, aunque no sea el caso.

  • Historia: No podía ser una aldea de demonios como se menciona en la ficha, pero quizá sí una sección de la aldea donde sólo habitaban demonios, pero no una aldea entera porque el pueblo de Karr es sólo uno. Una sola aldea en total. No tiene sub aldeas ni nada. Como te menciono, tendría que llegar a ser un pedacito de la aldea donde sucede todo esto.

  • Otra cosa de la historia es que tú estás remarcando mucho que le temen a tu personaje porque al parecer es muy peligroso, pero no es tan así. La gente en Karr no suele tener miedo de la gente peligrosa. No digo que no pueda haber el caso de que un par sí lo hagan, pero en general todos en Karr son MUY peligrosos y no temen a gente poderosa o peligrosa.

  • El modo en que mencionas que atacan la aldea haría daño a muchas secciones, haría mucho revuelo en todo Karr. De hecho no se puede porque lo cierto es que afectaría la trama global del foro, y eso es lo que menos podemos permitir.

  • También mencionas demonios que controlan el agua en tu ficha. Debo decirte que no hay demonios elementales en Partem Septem. Algunos de ellos pueden controlar con moderación el fuego, pero sólo eso.

  • No hay escuelas en Karr. Mencionas una en tu ficha. Es muy triste, pero es cierto. En ese clan no hay escuelas.

  • Tengo qué ser muy sincero contigo. No existe ese demonio con cuernos y patas del que hablas, ya que afecta terriblemente, es muy fuerte y por el modo en que dices que lo ofrendan, afectaría terriblemente la trama global, simplemente no existe. En Karr no importa eso de pureza de sangre. Todos son un revoltijo debido al sector rojo y otras cosas. Hay muchos, muchísimos híbridos.

  • Debo ser sincero contigo sobre tu historia. Te recomiendo leer una vez más la trama global de Partem Septem, de paso ver las razas que existen y volvertela a formular, porque tu historia como usuario no debe afectar a la trama central del foro, y lo hace. Eso no podemos permitirlo porque afectaría en el orden natural de Partem de forma gravísima. Te recomiendo replantear la historia de tu personaje hacia un punto diferente, uno que no llegue a afectar. Deberías pensarlo muy bien porque hay muchas cosas que debes cambiar. De paso, tomando en cuenta que debes cambiar la ficha, sería bueno que acortaras un poco tu historia, ya que todo está muy al aire. Necesitas ser más conciso en menos palabras.


Pues nada, eso es todo. Es un poco duro, lo sé, hay mucho qué cambiar, pero si decides continuar estaré aquí para instruirte. Puedes mandarme MP's mientras haces tu ficha para que te instruya desde ahí, y de ese modo evitar muchos errores a la hora de que vuelvas a publicarla.

Te apoyo. <3
Tori
Tori
Pyrcas


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Mensaje por Haku Mar Sep 05, 2017 9:14 am

Buenas~ Ya he corregido todos los puntos donde me has marcado errores. Te enlisto aquí los cambios para que vayas a checkearlos tú mismo. ^^

- Eliminadas las palabras "oriental" y sus referencias. Sé que no hay nada oriental en este foro, solo las usaba para describir de una forma más sencilla todo ello. Pero para quitar problemas, lo he eliminado, si queda alguna se me ha pasado, y de verdad, es meramente descriptivo.

- Como mediador me refería a lo que tú mismo me has dado a indicar, de problemas pequeños. En ningún momento le iba a hacer embajador (?) o algo así. Reconozco que no detallé el asunto porque fue de lo último que añadí y estaba cansada ya, así que he detallado que solo ayuda a resolver problemas entre mercaderes, o algo así. Cositas nimias que puede encontrarse.

- He retocado la furia añadiendo en la sección de la descripción física detalles de sus capacidades normales, y luego poniendo más ejemplos en el propio poder. Para que sea más fácil entender lo que hace y  hasta dónde. Igualmente, he capado lo que hace si no bebe sangre, y cambiado su enfriamiento y duración según tus indicaciones. He explicado mejor lo de la regeneración de heridas para dejarlo más claro, capándolo también.

- He cambiado puerta de la negatividad para añadir modos de contrarrestarlo, y el elemento que es. Ahora es una magia de tierra. Los posts que duraba y eso estaba puesto, pero los he editado de nuevo y puesto mejor a al vista. Espero que así esté mejor.

- Vampirismo está editado también con la misma información sobre regenerar heridas que hay en Furia, además de limitar su uso en los posts y eso.

- Edité por qué las katanas son más resistentes y cómo, a qué se parecen y que se rompen igual que a lo que se parecen.

- Cambié las razas de sus padres checkeando las que teníais mencionadas en la información pertinente. No entendí bien lo de los dragones elementales porque yo entendía luz y oscuridad como elemento, pero ahora la mamá es una dragona lung de tierra y el padre un demonio vampiro, que vi que los nombrabais. Con esto, me quito el problema de la sed de sangre, ahora le viene por parte de padre. :) Aunque agradezco enormemente tu idea también.

- Prácticamente toda su trama ha sido reducida a un pequeño conjunto de casas en un barrio de las afueras del pueblo de Karr. Desconocía que no fuera posible que hubiera más aldeas... mis disculpas. Toda su historia ha sido minimizada enormemente para no ser más que un incidente que ni llama la atención a las autoridades, y por ende, que no afecte a la trama global... de verdad que no pensé que fuera a afectarla, me disculpo de nuevo. Incluso su venganza queda con algo más de una treintena de muertos, y a él le encierran en calidad de asesino en serie loco y se olvidan del tema.

- Eliminados los demonios elementales de agua y la escuela de la madre, esto último queda como que ella les cuenta historias a los enanos para entretenerlos un rato. Eliminado también el demonio gigante de la leyenda, y cambiado por un demonio noble al que deben pagar impuestos por el alquiler de las casas. Sigue siendo grande porque es su forma real, en al humana sería normalito, pero no se ve. Remarco también que es el punto de vista de Haku todo el tiempo, en esa época es un niño, y le parece enorme a él, por eso lo expresa tanto. Del mismo modo, la cueva del demonio ahora es una cuevecita donde se refugian de las lluvias.

- Cambié las expresiones de terror, muchas de ellas, salvo las de él de niño, y remarco que es a su maldición a lo que temen,  no a él como persona. Y al final de su historia, eran mujeres y niños sin instrucción en la lucha los que manifiestan temor. En la descripción psicológica también manifiesto que le temen por su maldición, no por su persona. Que en cuanto tienen trato con él se acabó el temor.


Creo que esto es todo, he tenido cuidado de revisar la ficha entera, pero puede que se me haya pasado algo. Espero que no, he editado todo lo que consideraba que tenía que ver con tus indicaciones. De nuevo, perdón por los errores, no quería que pareciera que ignoraba la trama global o que quería modificarla, mis errores han sido por confusión ante algunas cosas o desconocimiento de detalles de las zonas, no pensaba que pudiera afectar a la trama global tan enormemente. Espero que así, reducido todo a un mero incidente de un asesino, y en el caso de su pasado, una "pelea de barrio", no tenga tanto impacto sobre ella. :S Lo he reducido siguiendo tus indicaciones y minimizando el impacto todo lo posible. Para él sigue siendo importante, pero para el resto es algo que no sobresale mucho de la normalidad. Pero de verdad, no quería dar esa mala impresión, lo siento enormemente. >^< Y siento que sea tan largo, pero siempre he escrito mucho, y no puedo reducirlo. Si no pongo más detalles, es porque es Haku mismo quien lo cuenta, es siempre su hilo de pensamiento, como si se lo contara a un interlocutor, y le duele contarla. Por eso no añade más detalles, o se centra en los que más le afectaron moralmente.

Un saludo, espero que todo esté ahora bien, si hay lago más que tocar, dímelo, por favor. Y de nuevo, lo siento muchísimo.
Haku
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