Interactuar con un extraño { Priv. Liroye }

¡Ah! ¡Pero qué felicidad la suya! Le encantaba ser artesano. Haber escapado de su hogar había sido la decisión más sabia tomada hasta el momento ¡En serio que sí! No es que no les tuviera cariño a toda esa banda de venados médicos y groseros pero… ¡Finalmente era libre! Podía estar en el lugar que más le placiera sin tener que preocuparse por pensamiento de terceros, ¿acaso eso no era algo maravilloso? Sentir algo llamado libertad, no estar atado y tampoco tener que corresponder a los ideales que el mundo va generando de uno. Dedicarse a lo que amas y ser… Simplemente… Feliz.

La independencia era maravillosa.

—¡Buenos días! —se adentró a un local de artesanías. Tenía curiosidad de observar si alguna de sus obras estaba entre su mercancía, así como también tenía ganas de comprar un poco de las cosas que al final terminarían siendo completamente innecesarias pero absolutamente imprescindibles en la vida de un trotamundos como él. Los ojos del varón, por lo tanto, se vieron cautivados en cuanto observó una obra de lo más maravillosa ¡Era una pequeña estatua de una llama! ¡¡¡Por diooooos!!! ¡La necesitaba! Aunque iba a ser una molestia llevarla hasta su hogar en Euen, él la quería ¡No, no! ¡Que va! ¡La necesitaba! — ¡Disculpe, señora! —una mujer de lo más amable y encantadora volteó a verle, sonriéndole con cariño—, ¡verá!... ¡Me encantó esta llama! —y acá es donde comenzaba el momento de trueque. No es que el venado fuese una persona pobre y sin dinero, pero tampoco tenía suficiente, cuando menos no hasta que regresara a Torava… Había recogido toooodoooo lo que adquirió en los demás clanes y… No es como si se lo hubiera gastado en puras tonterías o algo por el estilo… No, no, para nada ¡Tampoco era como si tuviera un conejo escondido en su bolso en aquellos momentos!... — pero no tengo todo el dinero para comprarlo, tengo solo la mitad pero… ¿Qué le parece sí?... —y del bolso previamente mencionado sacó un artefacto de lo más curioso—, ¡mire! Esto es un… —pues, ni siquiera él sabía que era o mejor dicho, la manera en la que debía describirlo. Un lápiz que se veía normal y corriente pero que en realidad hacía maravillas—, ¿no le pasa que a veces está muuuuy cansada pero tiene una idea así super bombastic pero dios, la mano le duele taaanto como para tener que esforzarse de más? ¡A mi, como artista me pasa, siempre! Aunque mi especialidad son otros aspectos, a veces me sale ese lado poeta y es inevitable el deseo de escribir, pero cuando ya estuve haciendo una escultura toooodooo el día, lo último que quiero es escribir —una vez que captó el interés de la señora, tomó un papel cualquiera de la tienda y puso el lápiz sobre el mismo—, lo único que debe decir es “Blyant, por favor, escribe” —en cuanto pronunció aquellas palabras, el artefacto en cuestión se alzó, provocando la sorpresa de la señora—. Había una vez un lindo Hacketty que deseaba comprar la escultura de una llama… —el lápiz escribía todo lo que decía.

Y así es como te haces de la llama que tanto anhelas a mitad de precio.

Salió encantado de la tienda. Podía notarse la felicidad en su rostro — ¡Amigo, tu y yo seremos inseparables! —o cuando menos hasta que encontrara algo muchísimo más genial— ¡mínimo hasta que encuentre una novia!... O novio, realmente da bastante igual —sí, le estaba hablando a su llama. Abrazándola avanzó hasta un puesto de manualidades, quedando maravillado ante las cosas tan feas que estaban realizando los críos ¡Justo así era él! — ¡Buenas tardes, pequeños! ¿Cómo les va hoy?...

Los niños le contestaron, pero a Hacketty le dio completamente igual lo que pronunciaron. Justo cuando volteó a ver en dirección al sol, la imagen de una persona normal se iluminó en frente suyo. No habían muchos aspectos que destacaran de él pero, era precisamente su singularidad lo que había absorbido al venado. Inmediatamente caminó hacia él, sentándose en frente suyo y sacando su libreta de bosquejos. Dejó al Señor Llama a un lado—, que hermoso es usía… —mencionó mientras que sin preguntar empezaba a realizar el bosquejo más simple del retrato—, ¿me permitiría retratar su figura?

Aghr ¡¡Maldita gente maleducada!! ¡¿Acaso no veían que estaba ahí tratando de hacer arte?! Fue inevitable, Hacketty se hizo hacia atrás porque incluso fue un reflejo de su naturaleza como presa. Gruñó un poco y sin querer quedarse callado alzó la mano y la voz — ¡¡Tu deberías estar yendo con más cuidado!! ¡Por algo esta es la maldita banqueta! —¡lo peor es que ya había perdido a la persona que quería dibujar! Moooo… Volteó a un lado… Noup… A ver por el otro… Pues tampoco… ¿Y qué hay de ahí? Em… Pues no… Tampoco… ¡Pero aun le faltaba un punto cardinal! ¡El este! ¿oeste? Jeje, ¿entienden? ¿Este o este? Ay, ya, que estaba menso estaba en su poca cabeza ¡Todo era como una narración en ella! Volteó hacia el oeste y observó con interés la figura del joven que momentos previos había captado su atención ¡No se le iba a escapar! Lo tenía que dibujar. Rápidamente avanzó hacia el joven, esquivando a las personas que estaban presentes y llegando a ser víctima de algunos regaños y otros tantos gritos, porque claro, momentos previos le dijeron que le estorbaba y él sabía que no era así, motivo mismo por el que decidió irse ante la violencia verbal, perooo…. Ahora sabía que yep, era una molestia en la vida de esos trabajadores, ¿qué otra opción tenía más que afrontar la consecuencia de sus actos? ¡Por eso tenía que ser ágil y correr hacia su presa!

Lo peor de todo es que el acto es narrado como si realmente hubiera recorrido kilómetros con tal de llegar al otro, puf… Auténticas tonterías porque no tardó más de un minuto en tomar al contrario del brazo, aunque sólo lo hizo por unos segundos, simplemente quiso captar su atención. No es que tuviera la costumbre de considerar el pensamiento de los demás, pero tampoco era un maleducado y un maldito ignorante ¡Para él resultaba claro que esa hermosa criatura era penosa! Huyó ni bien tuvo la oportunidad.

¿Quién diría que el papel de depredador y presa se invertirían en este caso? — ¡Hola! ¡Yo soy Hacketty! —mencionó el chico con una suave y encantadora sonrisa, estirando su mano hacia el contrario—, hace unos momentos te pedí permiso para dibujarte pero nos interrumpieron, una lástima ¿No te parece? Podríamos tener demasiadas cosas en común —empezó a hablar mientras que sacaba su libreta para bocetear ¡En serio que quería dibujarlo! Es decir, sólo había que verlo, era un chico atractivo pero trabajador. Podía notar las quemaduras del sol sobre su rostro y la monotonía de sus acciones era más que obviable, si es que claro existía esa palabra… ¡¿Pero qué importaba si no existía?! ¡Los mejores escritores siempre habían sido aquellos que innovaban e inventaban sus propias palabras y frases! ¡Los que hacían su propio vocabulario! Y como Hacketty ya era un artista tenía que dejar su legado, jojo. —Pero tampoco deseo incomodarte, noto que eres una persona un tanto penosa —le dijo mientras que le daba un ligero toque en su nariz, llegando a sonreírle con innegable fascinación ¡Le parecía un chico muy lento! ¡La muestra más clara del proletariado! Bueno, claro, yéndonos a un término no peyorativo y más general, refiriéndose por supuesto a la clase trabajadora. Usar palabras que no soy del todo comunes y que por una disminución de la misma puede malinterpretarse es todo un juego al que no muchos estaban dispuestos a adentrarse. —Prometo, no, no, te juro que te dibujaré hermoso, por supuesto, no añadiré absolutamente nada de gestos ni mucho menos… Simplemente me esforzaré en transmitir al papel toda tu esencia, eres un chico que a simple vista se ve ajeno a todo pero que resulta tan… Encantador… —aunque tal vez él era el único que tenía esa visión.