Lonely Wind [Priv: Adelfried Kaiser]
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Lonely Wind [Priv: Adelfried Kaiser]
Sus pasos se detuvieron al llegar al hospital, contemplo o curioseo la estructura, no posee nada fuera de lo común, más, daba una buena vista. Cruzo la entrada, y una mirada de preocupación se formó en el rostro. El aire dentro de los hospitales o clínicas suele ser calmado con un toque de melancolía. La gran mayoría de las personas mostraban sus pesares, es suficiente su presencia para transmitir tal sentimiento. Por otro lado, aquellos optimistas no son opacados, de su cuerpo, su fuerza de voluntad prevalecía. Suspiró y fue directo donde la secretarias. Relleno un cupo como médico ocasional en ese establecimiento, la llamada llego con rapidez, siendo sorprendente que le dieran la noticia en un momento libre. Al terminar de firmar, un enfermero se le acercó y explico sobre todos los pacientes asignados al nuevo médico. La verdad, cierto hospital dispone de un número de personal médico alto, no obstante, necesitaban ayuda.
La primera habitación es ocupada por una niña, según el expediente esa pequeña posee una enfermedad terminal. Escucho atentamente todas las palabras de la joven, sus sueños, malestares, miedos. El ambiente era tenso, pero el rubio le dio una cálida sonrisa, dando ánimos y un fuerte abrazo al infante. Los humanos son efímeros, débiles, frágiles, no obstante, esas criaturas saben de su destino, morir era lo último que esperaban, pero se agarraban firmemente, seguían en pie. Dentro de él no nace un sentimiento de pena, menos de tristeza, fue de alivio ¿Tranquilidad? El Elfo llego a pensar que estos tenían ventajas, al menos esas criaturas no iban a soportar ver hasta la eternidad guerras o ciertas muertes que afectan desde el fondo. El segundo paciente se presentaba como un anciano, la mirada del hombre estaba en un reloj viejo de pared, ni siquiera este se inmuto a ver a los presentes. El primer contacto de vista es cuando el Elfo empieza a quitarles las vendas, aquel anciano llego a dar sus primeras palabras, contando su historia trágica del porque estaba en cierto lugar, sin familia, flores que le dieran vida al cuarto, nada… se limitó a escuchar al hombre mayor, es lo único consolante que puede hacer por el humano. En la tercera habitación un médico había intercambiado, dándole al rubio la cuarta. La situación no es molesta, aunque lo correcto es avisar con tiempo.
Salió de esa habitación y llevo sus manos a su rostro, dando pequeñas caricias a sus mejillas. No son los casos más horribles, sin embargo, la tensión siempre se pega, hasta en el médico más experimentado en el mundo. Sé acerco a la cuarta puerta, notando que el portón se encuentra medio abierto. Entro y cerró dicho mueble con cuidado para no llamar la atención. El paciente de esa habitación se encontraba… ¿dormido? o eso parece. El lugar presentaba una calma inquietante, como si nadie estuviera presente, decoración sencilla, ventanas abiertas, todo actuando con normalidad. La enfermará llego con una pequeña hoja, dando a entender que pertenecía a la persona de la camilla, el rubio tomo asiento cerca de la cama del paciente para leer sin problemas. El expediente no daba una noticia grave, aun así, prefiere escuchar las palabras del paciente, todo es perfecto cuando cada detalle sale de la boca de la persona afectada. No obstante, su rostro giro a su lado, notó que el presente estaba despierto, gracias a los movimientos dados, siendo la oportunidad para presentarse.
— Muy buenas. Mi nombre es Kereshmé y seré el encargado de atenderte — Trato de dar una voz calmada y una mirada neutral su intención no es dar una presencia molesta, menos asustar al paciente, en realidad era algo normal del joven cuando se presenta al principio.
Sé levanto del asiento, dirigiéndose a una canilla lejano a su paciente, necesita lavar sus manos antes de examinar a cualquier paciente, ya que ha tenido contacto con tres personas, saltarse esa norma de higiene es algo desagradable. Al regresar el médico palpo la frente y rostro del enfermo, el fin era revisar la temperatura de ese cuerpo manualmente, después con otro tipo de estudio mejor elaborado.
El frío de la mañana tocaba el rostro ajeno, llegando atontar y dejar pensativo al hombre. Todos sus movimientos son lentos, sin ninguna prisa, como si ese día lo esperara para siempre. Sacudió su cabeza con movimientos leves, solo es cuestión de segundos para escapar del trance que provoco cierta brisa. La mirada del médico se posó en el enfermo, esperando alguna respuesta, mientras que varios ruidos provenían del pasillo, voces, gritos, camillas entre otros no distinguibles.
Kereshmé
Re: Lonely Wind [Priv: Adelfried Kaiser]
Había pasado inconsciente por un buen rato, y realmente no tenía ni idea de lo que le había echo desde que llegó al hospital. Estaba empezando despertar pero en realidad su mente aún viajaba en algún lugar del espacio y a penas podía procesar lo que pasaba a su alrededor. Pudo escuchar la voz de alguien, pero algo fallaba al intentar descifrar lo que decía y lo único que llegó a hacer fue abrir los ojos, con la mirada perdida en alguna parte del techo. Por mera inercia dirigió la mirada al desconocido cuando este se acercó a tomarle la temperatura, pero de nuevo su cerebro fallaba en interpretar que era lo que tenía delante y terminaba con una mirada vacía como si se tratara de un ciego. Aunque no entendiera lo que le decía la verdad era que sentía que su cuerpo entero y en especial su cabeza estuvieran siendo hervidos a altas temperaturas.
De la nada había comenzado a sonreír, de una forma que podía considerarse escalofriante, antes de empezar a hablar en una voz jadeante y constipada – Es malo… Comer gallinas después de la boda – El susurro que salió de sus labios claramente carecía de sentido y probablemente todo lo que dijera en ese momento lo haría – No vayas a ese lugar… Esta lleno de clavos y… – Volvió a decir antes de que se transformara en un susurro incompresible, haciendo una cara que indicaba que estaba por estornudar, terminando con un sonoro “¡achís!”
Fue entonces cuando una tercera persona entró a la habitación mientras Adel continuaba hablando sin sentido alguno. El recién llegado parecía ser uno de los supervisores, el cual reaccionó con sorpresa al ver al pelilargo en la habitación – ¿Así que le asignaron a un suplente? Ja, que problema – Dijo amigablemente mientras se encogía de hombros – Supongo que toda la información estará en su hoja, pero será mas rápido y fácil si te lo explico ya que, como podrás ver, él no puede responderte – Sonrió para girar la mirada a una tabla con varios papeles sobre ella – Su nombre es Adelfried, es uno de los sirvientes del castillo. Normalmente lo mandan aquí porque no tienen ni tiempo ni paciencia para cuidar de el cuando no puede hacer nada por su cuenta… – Comenzó a explicar, pasando unas cuantas páginas – Probablemente solo tenga una gripe y fiebre, pero revisa su pulso en cualquier caso – Volteó a ver al peliblanco el cual había empezado a reír de forma casi inaudible, aunque eso solo lo hacía mas espeluznante – Oh, y eso… Ya sabes que pasa con algunos pacientes que se ponen a delirar cuando tienen fiebre… Se podría decir que es eso pero en su caso es peor. Tiene demencia frontotemporal precoz, y aunque nunca ha mostrado comportamientos violentos nunca esta de mas ser precavido, ya sabes… En fin, te agradecería si puedes traerlo de vuelta a la tierra, así tal vez puedes conversar con él… Es un buen chico – Concluyó para mirar al pelilargo con una sonrisa, como si estuviera esperando alguna pregunta antes de irse.
Adelfried Kaiser
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