Puedo manejarlo. {Priv. Adelfreid}
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Puedo manejarlo. {Priv. Adelfreid}
Por alguna razón, parecía no concentrarse bien, se encontraba en una de esas veces en las que no estaba muy segura de lo que hacía, ¿Por qué dudaba? Todo la mayoría de las veces le salía bien, y aunque dudaba, terminaba siendo un éxito, ¿Por qué de repente dudaba? Arrugó la naríz, y continuó cortando, mientras pensaba en distintas cosas, ¿A los reyes les agradará la comida que hace? Si no lo hicieran, no estaría en esa cocina. Poco a poco fue perdiendose en sus pensamientos, hasta que una sensación de dolor le hizo regresar a la realidad, de una manera muy mala. Pestañeó, y se fijó que se había lastimado sin querer. Suspiró, y negó rápidamente, no era tiempo de estar dudando, ¡Y menos cuando tenía cosas qué hacer! Frunció el ceño y se inclinó para ver la fruta que picaba más de cerca, y cortó, más rápido, cada vez más rápido, tanto, que sin querer terminó lastimándose parte de la mano que apoyaba cerca de la fruta, nuevamente, y para peor, aquella segunda herida era más profunda que la primera. - ¡Oh, no, ahora no, hoy no! ¿¡Por qué hoy?! – tiró el cuchillo en la tabla para picar, y colocó su mirada encima de su mano lastimada. Era simplemente lo que faltaba, justo en aquel momento. - ¡Calma! ¡Calma! ¡Puedes con esto! – asintió, mientras gritaba inconscientemente, tratando de animarse, y tomó unas servilletas que estaban cerca, con ayuda de estas, envolvió su mano lastimada, y la colocó detrás de sí, asegurándose de apretar su puño. Suspiró y nuevamente se acercó a su tabla de picar, tomó el cuchillo con su mano libre, y trató de cortar con una sola mano, pero era difícil, no lograba posicionarse bien, y la fruta y quedaba con cortes inexactos y poco elegantes, para alguien igual de perfeccionista que Omelette, esto era una ruina. Se acomodó en un banco, a esperar que alguien entrara a su cocina. Normalmente, siempre llegaba a alguien de asistente a ayudarla, pero ella nunca se lo permitía, y ella terminaba haciendo todo el trabajo ella sola. Bueno, aquella era una ocasión diferente, tenía que dejarse ayudar, le gustara o no. Al estar tan nerviosa no duró mucho sentada, así que se aproximó a tratar de cortar todo de nuevo, aún con su mano herida detrás de sí, y con el ceño fruncido al sentirse tan inútil en un momento como ese.
Omelette S. Perkins
Re: Puedo manejarlo. {Priv. Adelfreid}
Después de 3 cuartos el trabajo comenzaba a hacerse pesado, doblar y estirar la tela de forma impecable se hacía una tarea desafiante cuando los brazos comenzaban a cansarse. Estaba por tomar las sabanas para la siguiente habitación cuando la voz de otro criado llamando su nombre lo interrumpió – Ah, Adel... He estado buscándote. Te han asignado hoy para ser asistente de la cocina, así que haré tu trabajo por hoy... Tsk... Estúpido suertudo – Claro, el tipo murmuró la ultimo para intentar no ser escuchado, aunque su forma de disimularlo no era muy buena, haciendo que Adel se enterara del claro desprecio. Tenia clara la razón de la molestia de su colega, por lo que se limitó a mostrar una amplia sonrisa en respuesta – Ja, muchas gracias por avisarme – Respondió amablemente a lo que su compañero respondió con una expresión de disgusto y una seña con la mano apresurando su retirada. No planeaba molestarlo mas con su presencia, así que en seguida dio la vuelta para dirigirse a la cocina.
Podía considerarse afortunado de que le hayan asignado aquel trabajo, pues la cocinera que normalmente estaba a cargo de las comidas solía rechazar la ayuda de los asistentes, a tal punto que cada día comenzaban a ponerle menos atención a quien asignaban para el papel y una clara prueba era que en esa ocasión lo habían elegido a él. Era un desastre en la cocina, nunca había sido capaz de preparar algo que fuera bueno y la mayoría de las veces lo que preparaba era incomestible.
Cuando llegó asomó la cabeza por un pequeño espacio que había abierto en la puerta y escaneó el lugar con la mirada, solo vio a una persona sentada, una chica para ser presiso. A simple vista podía decir que tenian alrededor de la misma edad que él, aunque muchas veces las apariencias engañaban. Le llamó la atención el hecho de que estuviera sentada, como si esperara algo así que decidió entrar despacio y con cautela, sin hacer mucho ruido – Eh... ¿Hola? Me mandaron a preguntar si necesitaba algo de ayuda... Aunque si mi presencia le molesta solo dígalo y me iré – Pronunció en un tono sereno, con una amplia sonrisa en la cara como solía llevar usualmente. Estaba esperando a que la chica se diera la vuelta y le dijera no necesitaba la ayuda de alguien tan inútil como él. A estas alturas únicamente enviaban a alguien por formalismos mas que nada, procedimientos que no importaban tanto si se cumplían o no, pues Adel no era nada apropiado para ayudar en aquel trabajo. Además, la idea de estar en la cocina no era muy agradable para el propio peliblanco, había muchas herramientas bastante... Peligrosas.
Adelfried Kaiser
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