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[CB] Cruce de caminos (En proceso)

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Mensaje por Asenat Thema Miér Oct 12, 2016 1:03 am


Asenat: No sería nada fácil. Ella lo sabía, pero jamás se imaginó que llegaría a ser tan… Complicado. Mordió un poco su labio inferior mientras avanzaba con el pie lastimado. Habían empleado una rústica trampa de animales. Cualquier otra persona se hubiese percatado de aquello, pero ella no. Era una mujer que no estaba en lo más mínimo acostumbrada a la exploración. Los pinchos de la trampa penetraron en la piel de su pie izquierdo, eran heridas profundas, dolorosas, pero no por eso mortales. Después de estar jugando con las uniones de la boca, pudo separar el artefacto, aunque esto también significó varias heridas en sus finas manos. Especializada en la medicina, los esfuerzos que había realizado para llevar a cabo trabajos rudos eran… Nulos. Ahora que tenía que esforzarse para conseguir algo, resultaba complicado, incluso más que eso. Teniendo temor de haber activado alguna especie de alarma, o que simplemente su sangre le delatara, la joven estaba escondiéndose. Ya era mucho avance como para regresar a Karr, por lo que se limitó a deslizar su cuerpo por una roca y esconderse detrás de la misma. El sol empezaba a esconderse, ¿Qué estaría haciendo él?... ¿Arropando a esos mocosos? Aghr… ¿Y qué estaba haciendo ella? ¿Por qué tan siquiera intentaba algo? Entre quejidos, comenzó a ver su propia herida, quitándose el zapato para apreciar mejor. Su raza le ayudaba a ver mejor, agradecía ello; ¿podría ser que convertirse en pantera sería una buena opción? Lamer la herida para limpiar superficialmente porque no tenía agua… Incluso regenerarse de esa manera. Sería menos sospechoso que ver a una mujer… No, no estaba desesperada. Con la ayuda de su mano fue limpiando la sangre, aguantando el superficial dolor que el contacto provocaba. No tenía nada a la mano más que el veneno de una serpiente y unas cuantas hierbas, usaría las últimas con su saliva, lo cual podía resultar hasta estúpido… Pero le valdría para el momento.

Lýkai: Luego de días de viaje por fin estaba cerca del centro de comercio. Allí esperaba toparse con algún mercenario, a quien debería contratar en nombre de su cliente. Había sido un viaje lento, mismo que debía culpar a su herida, pues a pesar de que ya empezaba a cerrarse, le había impedido tomar un paso firme y constante. Muchas habían sido las noches que había debido parar a descansar, exhausta, sedienta y con un hambre voraz. Era una fortuna que Dima hubiera estado a su lado, de otro modo quizás habría acabado inconsciente en medio de la nada. Escuchó como su lobo gruñía levemente, más no era un tono amenazador, simplemente un aviso. Incluso ella podía olerlo desde allí. Sangre y hierbas, típicas en Karr. Frunció el ceño, sacando una daga que solía llevar atada en el muslo, escondida debajo de la tela de su vestido; sólo por precaución. Se acercó lentamente y en un movimiento rápido tapó la boca de aquella persona y le posó el filo en su cuello- ¿Karr, que haces aquí? -Preguntó amenazante, muy a pesar de que ese tampoco era su territorio ni su clan.

Asenat: Los ojos de la mujer se abrieron al instante, ¡¿y ahora qué demonios?! Justo cuando quiso moverse, el punzante dolor en su herida la detuvo. No podía estar en paz cuando se involucraba en territorios ajenos, lo sabía, pero… Carajo, ¡¿era para tanto?! ¿Y qué hacía otra mujer ahí? La voz que percibió fue delicada, pero no por eso menos imponente. No había forma de que aquel timbre le diera tranquilidad. Respirando agitadamente, separó sus manos de su herida, mas no intentó incorporarse. Esperó a que la ajena le diera la oportunidad de hablar, no estaba en condiciones para pelear, pero también…. Su instinto le decía que no debía siquiera intentarlo. —Veré a alguien de estas tierras —aun cuando hablaba firme, podía percibirse el cansancio en la azabache. Pese al mismo, estaba consciente de que dormir no era una posibilidad, ¿se habría esparcido la voz de su presencia por todo Roar? De ser así, se encontraba en peligro. No vería a Lidag en ese mes…—, nada de tu interés. No estoy en condiciones para pelear contra nadie, no pienso meterme contigo… —y olfateó un poco, percibiendo la esencia de la contraria. Era salvaje—, lobita —pronunció mientras afilaba la mirada. No era una mujer pacífica, pero no por eso sería pasiva, joder, que estaba herida… ¿Qué tanto podría hacer en su contra?

Lýkai: Dejó que la ajena hablara, escuchando sus palabras. Estaba herida, débil y cansada, podía sentirlo en su tono de voz, pero también en su expresión, incluso en su mirada. Era una persona firme, probablemente hasta fiera si era necesario, pero no parecía estar en condiciones para intentar hacer nada peligroso. Ignoró por completo su “provocación”, mirando a los alrededores y percibiendo los ruidos más mínimo, atenta. La castaña suspiró- Morirás. -Sentenció sin piedad- Si te quedas aquí morirás. -Especificó- No solo has dejado un rastro de sangre, también has usado estas hierbas. Un roar podría sentir este hedor a kilómetros de distancia. -Si la ajena conocía a alguien del clan, probablemente era consistente de ello- Te llevaré de vuelta a Karr -No era una opción. Era una orden. No tenía motivos para matarla, pero dejarla allí era irresponsable de su parte. Si la encontraban la matarían y de todos modos, ella no debería estar ali. No siendo del clan al que pertenecía.

Asenat: ¿Ah? Una vez más, sus ojos se abrieron, solo que ahora denotaron confusión. Estaba consciente del resultado de sus acciones y que, si proseguía ahí, moriría… Lo sabía, la idea le abrumaba, pero ¿Por qué la ayudaba? A veces sentía que recibía más… ¿Comprensión? De la que era merecedora, justo eso era lo que más le abrumaba, ¿cuántas veces no se había salvado por la comprensión de terceros en tierras ajenas? Aquella sería la tercera… Las cosas no podían ser tan buenas… ¿Y por qué no decirlo? Era humillante. Alargó un suspiro, aun cuando quería hacerse la fuerte… Prefería morir a manos de ella que de aquellos mastodontes, de lo contrario podía meter en problemas a Li… ¿Y el que interesaba? ¡Ughr! Ni que hiciera algo para verle… Ella era la que tenía que pasar por absolutamente todo. —Está bien —aceptó. Prefería ese destino. Apoyándose en la pared se fue incorporando. La herida que tenía era significante, pero no por eso se le impedía caminar. “Que pequeña”, pensó. No se había fijado en ese detalle antes—, ¿tu qué haces aquí?

Lýkai: Alzó la mirada cuando la otra se levantó, pensando “Ah, es alta”, más sin darle demasiada importancia al dato. Con un gesto de mano le pidió a Dima que se acercara, pues hasta ese momento había permanecido alejado- Bien, con esa herida caminarás muy lentamente, lo mejor será que montes a Dima. -Comentó, mientras seguía atenta, deseando que nadie las encontrara demasiado rápido; seguro que ya estaban rastreándola. A pesar de ser alta su lobo era grande, muy grande a decir verdad, no tendría ningún problema cargando a la ajena- Debemos actuar rápido. No querría ser la presa de un roar. -Se notaba por lo alerta que estaba el respeto que le imponían los guerreros de dicho clan, sin duda. Sólo entonces se dignó a responderle- Yo me dirijo al centro de comercio. Soy comerciante, de Kugg. -No detestaba Kugg, pero detestaba el hecho de que, usualmente, eso implicaba que habías pertenecido a otro clan.

Asenat: Es más grande de lo que se ve a la distancia —murmuró al ver al lobo. Era como un perro salvaje y se veía… Lindo… Eso sería lo único bueno de aquella situación; con cuidado montó al animal, mas no se apoyó del todo, simplemente dejo caer su cuerpo mientras iba agarrada de su cuello, sujetada por si en algún momento “Dima” tenía echarse a andar. Sin embargo, tenía la delicadeza de no jalar nada de su pelaje. Debía admitir que se trataba de un espécimen hermoso, le gustaban los lobos—, ya veo. —Respondió, no necesariamente seca, pero ¿por qué agregaría algo más a la conversación— Es hermoso… —susurró para sí misma mientras acariciaba otro poco el pelaje, mas no inmiscuyó. Sólo fue superficial—, ¿y por qué me ayudas?... Lo agradezco, pero… —era difícil de creer.

Lýkai: Sonrió al escuchar que su comentario. Estaba orgullosa de la belleza de Dima, sin duda. Trataba con más cuidado el pelaje de su “hermano” que el propio y nada le gustaba más que aquello. Escuchó la pregunta ajena, más parecía algo estúpida desde su punto de vista- ¿Si encontraras un pájaro herido y supieras que puedes salvarlo, lo harías o lo dejarías a su suerte? -Preguntó, sin añadir algo más. Para ella la respuesta era obvia. Si sabía que podía salvarlo entonces lo haría. Y no importaba si era un pájaro o una persona, para ella era lo mismo- Además, no hueles a muerte. No eres mercenaria, eres doctora ¿verdad? -Preguntó, sin embargo ya conocía la respuesta. Toda ella olía a hierbas medicinales, pensar en otra opción era improbable- Si hubiera signos en ti que demostraran que eres un peligro o lo has sido para alguien de Roar... Te habría matado. -No vaciló en anunciarlo. Era la verdad, no habría dudado un solo segundo.

Asenat: A diferencia de aquella mujer, ella hubiera actuado distinto, ¿ayudarle le hubiese otorgado algún beneficio? Tal vez hubiera podido experimentar un poco con el animal. Después de todas las condescendencias por las que había pasado, ¿habría manera de que hubiera un cambio en su perspectiva?—, ya veo —volvió a responder de la misma forma, pues no entendía. Después de aquello, la mujer continuó hablando, a lo que le observó curiosa de reojo. Estaba cómoda en el lobo. Le daban ganas de tener uno—, así es —tenía un olfato bueno, mejor de lo que hubiera esperado aun cuando su esencia era la naturaleza. Muy diferente a Asenat, quien toda su vida estuvo acostumbrada a la civilización de Karr. —Entonces agradezco no serlo —¿canturreó? Algo más relajada, pero no por eso entraba en confianza. En verdad agradecía ser “buena” a comparación de sus otros compañeros—, pareces ser cercana a éstas tierras. —¿Estaba familiarizada con el camino, o simplemente era capaz de guiarse por su olfato? Eso habría sido una ventaja enorme para ella. Curiosa siguió observando la anatomía del animal, viendo un poco el interior de sus orejas con curiosidad. Jamás había analizado la fisonomía de un espécimen semejante, su enfoque era  en los humanos a fin de cuentas.

Lýkai: ¿Familiarizada? -Cuestionó, algo confusa. ¿Así se veía? No era realmente el caso. Tampoco era especialmente cercana a nadie del clan. Tenía un par de personas a las que respetaba y estaba agradecía, tales como Noam o el joven que curó su herida anteriormente pero... nada más. Más bien era debido a la procednecia de ella. Es bien sabido que nada bueno suele salir de Karr y ella, como persona que solía pertenecer a ese clan de escorias, sabía mejor que nadie que no se podía confiar en ellos y que, al mismo tiempo y por desgracia, no toda la gente de allí estaba podrida- No realmente. -Pronunció, seca- Esta es la segunda vez que piso las tierras de Roar -Explicó, mientras miraba por los alrededores, atenta, guiando al lobo y acelerando levemente el paso; ahora pisaban campo abierto- Aunque mi ultima estancia aquí fue prolongada y no muy agradable. -Ah, no le apetecía recordar aquello, sinceramente.

Asenat: Ujum —respondió a su primer cuestionamiento. La joven ahora acomodaba su piel de tal forma que no manchara el pelaje del lobo. Tenía más consideraciones con un animal que con muchos de sus compañeros, pero eso era normal para ella. No solía hablar con gente externa, porque objetivamente, ella era la tercera. Tenía una perspectiva distinta… Y eso era… Curioso. —Eres curiosa —le respondió mientras la observaba. Realmente lo era, es decir, para alguien que terminaba siendo completamente ajena a ella…¿Cómo no iba a ser, a su manera… Fascinante? Aun cuando entraban en campo abierto, podía sentirse a salvo con esa mujer. Parecía ser buena. —No preguntaré entonces —le dijo suave, hablando bajo para que la presencia de los tres no fuese delatada, de todas formas, esa mujer tampoco debía estar ahí. Adentrarse en las tierras de Roar siempre era un error, lo sabía, pero no parecía aprender.

Lýkai: Agradeció que no preguntara, pues realmente no tenía ganas de hablar de ello. De haber estado sola su presnecia no habría sido un problema. Tenía pruebas que mostraban que era una comerciante y que tenía asuntos que atender en el centro de comercio, razón por la que no deberían ponerle pegas. Sin embargo estando en compañía de esa mujer todo se complicaba. A pesar de que no se veía como una mala persona, todo en ella gritaba “SOY DE KARR” y si en ese momento las encontraban, definitivamente terminarían por pensar que era una cómplice o algo semejante. Ah, esperaba que eso no fuera a pasar- Por suerte no te has alejado mucho de muro, llegaremos pronto. -Murmuró, pues no deseaba que nadie más las escuchara. Ahora, el problema probablemente sería ¿Como hacerla pasar al otro lado? La gran muralla era alta, inmensamente alta, era imposible que la saltara con una herida como aquella. Agh, que molesto. Tendrían que ingeniárselas de algún modo para hacerla pasar.

Asenat: Todo estaba yendo tan bien que hasta cierto punto le daba temor, pero no por eso mostraba su alteración. Solo pondría tenso el ambiente, en especial si se tenía en cuenta el instinto, o sexto sentido, lo que fuese, de la joven. Era como un animal, sin los deseas de despreciarla… Tanto. Le estaba ayudando, en verdad que lo agradecía, pero ¿externarlo? Lo haría hasta que lograra buscar una forma de pasar la muralla, porque el lugar por donde había ingresado a Roar ya debía estar plagado de aquellos monigotes, esperando su regreso para, básicamente, tratarla como el Señor Volcán manda. —Sí… Aunque el problema será le muralla —dijo para sí misma, bueno, para ella todo era un problema ¿no? Pero esa condenada construcción le haría la vida imposible. Talló un poco sus ojos y se aferró más al animal, observando que se acercaban a aquella obra. Era imponente.

Lýkai: Arrugó su ceño con determinación, tomando las pertenencias de la ajena y colgándolas de su hombro- Dima, escóndete. -Ordenó, sin darle ninguna explicación a la pelinegra. Alzó las manos y miró al frente- Creo que está cometiendo un error -Le decía a un hombre que se acercaba a ella, desde lejos, apuntando una afilada lanza hacia ella- ¿Error? No hay error, ese hedor es de Karr -Pronunciaba él, imponente- Aah, sí. Vengo del este. -Señaló la dirección de la que venían- Había esta bolsa tirada en el suelo, creí que podría vender el contenido a buen precio... -Explicaba, mintiendo con una facilidad abrumadora- ¿Supongo que no debí? -Preguntó, más era bastante obvio que ya conocía la respuesta a esa pregunta- Soy una comerciante de Kugg, puedo probarlo. -Sentenció. Hablaron durante unos minutos en los cuales la lanza permaneció apuntando su cuello y entonces esta misma bajó. El hombre requisó la bolsa y sin más, se dirigió a la dirección donde supuestamente la joven castaña la había encontrado- Esto nos dará algo de tiempo. -Susurró, mientras volvía donde estaban la loba y la ajena- Se han quedado tus cosas. -No se disculparía, no podía hacer nada al respecto; eran o las medicinas, o su vida.

Asenat: Yeeep, no podía ir tan bien la cosa. Aferrándose al lobo apenas se percató de lo que estaba sucediendo. Justo cuando ya sabía todo lo que pasaba, el hombre ya estaba presente. No intentó observarlo, solo permaneció con el lobo en un silencio espectral. Incluso controlaba su respiración para que ésta no se agitara y llegara a los sentidos del varón, ¿cuántos minutos habrán pasado en aquella posición? Para su dicha estaba sumamente cómoda, pero no por eso relajada, ¿quién estaría tranquilo cuando, solo con un movimiento, podía desollarla? Mínimo no ella. Cerró un poco los ojos y acarició el pelaje del animal una vez más, como si de esa manera pudiera tranquilizarse a sí misma. Una vez que finalizó, vio a la mujer regresar, pero lo único que hizo fue tomar sus pertenencias. No mencionó nada, solo asintió. Tenía muchas cosas en su hogar… Si es que regresaba al mismo… Por supuesto… Ahora que realmente había finalizado, le observó a los ojos. —Está bien —había prioridades, aquello no eran más que unas simples hierbas.
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