The face of a real monster [Priv. Neviah]
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The face of a real monster [Priv. Neviah]
Había partido sin más que lo necesario, algo de ropa, provisiones, Exos, y obviamente, materiales para sus máscaras....y máscaras. Desde que llegó, se la pasaba desde la mañana por la madrugada en el mercado, hasta el anochecer de la misma. No perdía la más mínima oportunidad ante un cliente y siempre estaba allí, totalmente inmóvil, esperando a quien quisiera si bien no una máscara, por lo menos que le pagara por hacer algún retrato o dibujo, otra cosa que se le daba bastante bien, aunque como siempre venía cada tanto el idiota de turno a burlarse de las extrañas máscaras que el chico tenía, por suerte estaba rodeado de miles de personas como para no querer llamar la atención rompiéndole la cara...cosa que quizá, hasta hubiera sucedido si hubiera estado el sano. ¿No era curioso? Un chico como el, un verdadero asesino o un simple chico busca-problemas, acababa siendo un gran artista, con cierto amor por el arte y con gran gusto por lo que hacía. Quizás, hubiera tenido una vida realmente distinta de haber tenido la suerte de nacer en cualquier otro extremo de este condenado mundo, pero al destino le gusta ser cruel con algunos...y por eso le tocó vivir en Karr lo que era el auténtico infierno, el sitio donde no sobrevives si no es a la costa de la vida de otros.
...
Pasó el tiempo, y su ida a Torava surgía efectos. Había conseguido mantenerse estable con los Exos y además, su cuerpo había ido mejorando de a poco. Si bien aún le faltaba un poco para estar como nuevo, ya se encontraba en condiciones de hacer misiones de bajo rango con las que ganarse el pan de cada día, y la sangre de cada semana. ¿Cuanto tiempo más se quedaría? Dependería de el, quizá un poco más, quizá un poco, quizá se fuera mañana, ni el lo sabía puesto qué en vez de planear las cosas, el prefiere dejar que las mismas fluyan su propio curso. Fuera la opción que fuera, seguramente el tiempo que le quedaba no debería de variar más allá de una semana como máximo. ¿Que haría ahora, que había cumplido ya su objetivo? Ya con los Exos que tenía era suficiente y si quería, no tenía por qué volver al mercado a vender sus máscaras, no lo necesitaba realmente. Ahora que por fin no estaba obligado ni a tener que estar rodeado de tanto idiota desagradable, como en una maldita multitud de personas deseosas de gastar Exos a diestra y siniestra, podría simplemente relajarse y alejarse de todos, tomar un merecido descanso, ya qué ahora que lo piensa...no recuerda cuando es qué fue la última vez en que se molestó en tomar uno. De hecho...¿Lo ha hecho alguna vez si quiera?.
El chico había decidido simplemente, dar un paseo por esas zonas más...calmadas, esas zonas qué son tan grandes, qué resulta una enorme casualidad llegar a toparte con otra forma de vida. El sitio era bastante aislado, cada quien con lo suyo, y eso era lo que le agradaba. Simplemente...caminaba con ambas manos ocultas en su chaqueta de cuero por aquella montaña donde supuso, sería un día de paz y tranquilidad. Tenía que haber una "Primera vez" para todo, ¿No? Quizá este era el instante en el qué Drakkar podría simplemente desconectarse de todos los problemas que lo atormentan, relajándose y dejando todo pasar...simplemente, concentrándose en la nada.... - ¡Oye, tu! - O quizás, no. Un hombre, relativamente viejo y acompañado de unos 3 o 4 chicos más jóvenes que el pero que seguían sacando mínimo unos 10 años a Drakkar, se acercaron con una expresión de clara molestia - ¿Qué rayos quieren? - Dijo frunciendo el ceño y sin inmutarse en lo absoluto ante la presencia de los hombres que ahora mismo, lo rodeaban. La mirada del adolescente se cruzó con la del anciano, el cual lo miraba con una ira anormal para ser un completo desconocido - No nos agradan los de tu tipo por aquí - Soltó descaradamente, empujando el hombro de Drakkar para hacerlo retroceder - ¿Me entiendes? No intentes esconderlo, sabemos lo que eres - Y repitió el proceso, empujando al joven Nephilim una vez más - Escucha.... - Decía entre un leve gruñido y con una expresión, con la qué no cualquiera se atrevería a acercarse - Hace poco estaba de buenas, te aconsejo que te vayas de aquí ahora. La paciencia se me acaba...
- ¿Me estás hablando a mi? - Decía el hombre, desafiante - ¿Pueden creerlo? - Preguntó a los otros 3, quienes parecían ser sus hijos y los que simplemente se limitaron a reír - Escúchame, monstruo - Dijo esta vez más serio y cerca del joven peliazul - Ahora...te das media vuelta, y te vas directo a la mier-¡Hgh!
Antes de que pudiera terminar la frase, Drakkar había entrado en cólera y había tomado por el cuello al viejo, ahorcándolo y evitando que continuara - Ya...me has cabreado - Los ojos del chico habían abandonado ese color azulado, para adquirir uno rojizo con un fondo completamente negro, adquiriendo su apariencia más "Demoníaca". Los demás, al ver eso, intentaron abalanzarse sobre Drakkar...más bien lo intentaron dos, uno por cada lado. Su reacción fue empujar al viejo para que el mismo no fuese una intervención y, antes de que cualquiera de los dos chocara contra el, se quitó del camino dando un paso hacia atrás en el último momento, causando que chocaran entre ellos. Inmediatamente tomó a uno de la camisa por detrás y lo movió a un costado, para estrellarlo contra un árbol que por allí había. Por si no fuera poco con los huesos que le rompió con ello, sujetó su cuero cabelludo con firmeza y esta vez estampó su cabeza contra el árbol, pasando a llevar gran parte de la corteza y causando que el hombre cayera al suelo con la cabeza sangrando, inconsciente. El mismo chico que había intentado embestirlo se le abalanzó de nuevo, cegado por la ira que tenía tras ver a su amigo o hermano ahora por los suelos, mala decisión. El reaccionar tan apresuradamente causó que se volviera una presa fácil, desequilibrando al hombre de un gancho derecho justo por el mentón, para luego recibirlo con un puñetazo izquierdo con la cien y terminar con una patada frontal derecha en su rostro. Cayó al suelo desplomado, mientras el joven enfurecido avanzaba a paso lento, enseñando sus dientes a los dos últimos hombres que faltaban.
Ambos estaban muertos de miedo, era algo que olía a kilómetros de distancia. El más joven, asustado, intentó correr hacia Drakkar con un palo en su mano, más al llegar hasta el bastó con que Drakkar sujetara su muñeca para retener su mano armada, destrozarle la muñeca, y entre sus alaridos de dolor, callarlo de un cabezazo tan fuerte que le dejó caer al suelo con una profunda herida en el cráneo - ¿A caso me dijiste...monstruo? - A cada paso que daba, el hombre intentaba retroceder, con la boca tambaleante y en shock como para decir lo que sea - Ahora verás lo que un monstruo, es capaz de hacer - Soltó un fuerte rugido, a lo que el hombre soltó un grito de miedo. Drakkar saltó sobre el, cayendo el hombre en el suelo de espaldas y el sentado sobre su abdomen para inmovilizarlo. Con la fuerza, brutalidad y bestialidad que destaca en el, soltó un puñetazo, tras otro, tras otro, tras otro...cada vez con más ira, con más fuerza, con más potencia. La sangre empezaba a pintar lo que rodeaba al pobre hombre en el suelo y Drakkar no paró ni con sus súplicas, ni con sus alaridos de dolor, ni cuando comenzó a perder la conciencia....ni cuando dejó de respirar. El hombre ya no se movía, y Drakkar luego de un rato, había terminado. Su respiración era agitada, puesto que su estado al estar a medias sanado no le permitía mantener un muy buen estado físico, pero no tardaba demasiado en recuperar su respiración habitual. Poco a poco el chico se paró y cuando se disponía a marcharse, se quedó totalmente quieto - ... - Olfateó el aire, mirando a los lados, gruñendo por lo bajo y enseñando los dientes.
El aroma de una quinta persona rondaba por estas zonas....¿Alguien lo habrá espiado?.
Drakkar Katasros
Re: The face of a real monster [Priv. Neviah]
Después de días de duro trabajo, tratando con pacientes que bien tenían una enfermedad de complejo tratamiento o bien tenían un severo dolor de cabeza, encontró un día libre. Su maestro había decidido darle ese día libre, diciendo que ya se encargaría él de quien reclamara la presencia de la aprendiz. Esa había sido una gran noticia para ella, quién no dudó en tirar la bata sucia y que corrientemente utilizaba con los pacientes en el piso de su habitación, saliendo con prisas de su casa. Había quedado con una amiga para dar unas vueltas por el mercado de la ciudad. Amiga a la cuál veía muy poco, como a todos sus amigos, principalmente por la falta de tiempo. Aquel día el mercado estaba a rebosar, no era demasiado difícil moverse pero aún así la gente seguía chocando con ella, cosa que le ponía de mal humor. Solía ir casi todos sino todos los días al mercado, mayoritariamente porque su maestro era pésimo cocinando y, como no es menos, comprando. Las únicas veces que le había dejado solo en esa tarea, había traído tantas rarezas como pudo, pero jamás trajo los pedidos. Se había fijado en que ese puesto de máscaras tan peculiar no había venido, lo cuál era raro ya que siempre estaba en el mismo lugar y ella siempre se paraba a ojearlas. Una máscara podría ocultar su identidad más que un sobrenombre, lo que le daría más seguridad a la hora de su tan esperada pero no creíble salida de Torava. Y no solo a ella, sino al hombre que tanto le retenía en aquel lugar.
Y es que, ¿cómo no iba a estar deseando salir de ese lugar si todo era tan monótono y poco interesante? En Torava a penas surgían acontecimientos que diferenciaran un día de otro, sin embargo de seguro en esos clanes tan repletos de seres mágicos e increíbles seguramente habría una historia que contar cada día o a cada rato. Seguro que se quedaría fascinada con todo lo que allí fuera había y le daba rabia pensar que estaba tan cerca de poder verlo pero a la vez tan lejos. Es por eso que era mejor olvidarse y conformarse. Lección aprendida después de tantos años buscando libertad.
Por la tarde, se despidió de su amiga. No tardó en decidir cuál sería su siguiente destino, pues en cuanto cruzó su mirada con el verde prado en el que se alzaban los molinos y las cosechas, lo supo. Necesitaba un momento de paz para ella sola, liberarse de todos sus demonios y ese era el momento exacto. Con la brisa de las colinas, comenzó a subir. Tuvo que sujetar su sombrero con una mano para que saliera volando al caminar. Era agradable oír el silencio de la ausencia de los trabajadores y los sonidos que causaban las plantas al ser agitadas. Esos paseos eran siempre los que más echaba de menos al trabajar. Por eso, ese momento era para relajar sus manos, que tan precisas debían ser siempre; el momento para relajar su mente, que tan rápido tenía que pensar y el momento para olvidar. Pero en el instante en el que los olores del lugar crisparon su mente, decidió continuar con la recolecta de distintos olores con los que embadurnar su hogar. A su maestro le gustaba que le cogiera flores siempre que se acercaba allí. Sonaba como si se tratara de una estupidez de pueblerina, pero aún seguía haciéndolo por él.
Caminó por donde las extensiones de los prados eran mayores y la gente no transitaba con demasía. Allí, por un momento, el aire dejó de moverse mientras Neviah recogía su última flor. En ese breve período entre la tranquilidad de la extraña quietud del viento y el regreso de él, algo cambió bruscamente. El viento arrastró consigo un olor conocido, un olor con el que trabajaba diariamente. La sangre; y seguido a él, unos gritos de desesperación. Neviah se alzó por encima de la vegetación que le camuflaba y una vez de pie pudo observar la escena. Sus ojos dejaron ver la grandeza de ellos con la sorpresa que le provocó lo que pudo ver; alguien, una sola persona... no, un demonio quizás, estaba atacando a cinco personas más, pintando el suelo de sangrea pocos, demasiado pocos, metros de ella. Ver a ese niño atorado en el árbol le causó un sentimiento de miedo fuera de lo común, mas ver el siguiente golpe que atinó el extraño sobre otro de los niños fue lo suficiente para que Neviah desviara la mirada hacia un lado, tapándose los ojos con su brazo y agachándose para ocultarse en la vegetación. Cerró su boca con ambas manos para que no se le escapara algún ruido audible para el demonio mientras lloraba irremediablemente. Su boca no dijo nada por la parálisis que sufrió, pero su cabeza tenía demasiadas cosas en mente.
Pero lo escuchaba todo. Escuchó cómo esa última persona que quedaba en pie suplicaba y suplicaba entre llantos, escuchó cada puñetazo que ese asesino dio contra el cuerpo del anciano.
Decía su mente pero su cuerpo no movía ni un músculo. Cuando los puñetazos cesaron, a Neviah le dio un huelco en el corazón. ¿Y ahora qué? Entre la maleza pudo ver cómo él se alzaba lleno de sangre por todas partes. Se disponía a irse, ¿¡pero por qué no se fue!? Se quedó inmóvil, había encontrado algo. Era ella, Neviah. Estaba segura de ello. Ella observó entre la maleza mientras las lágrimas se le cortaban por el miedo y entonces lo vio. ¡Era el chico de las máscaras! Quizás no hubiera hablado con él, pero sentía que le había traicionado pues había llegado a ese pueblo para hacer negocio para irse con los Exos ganados manchados de sangre. Apretó sus dientes con fuerza y recogió del suelo unas cuantas piedras. Se alzó. Fue lo más valiente que hizo en su vida.
Al descubierto por fin para el asesino que buscaba mediante su olor, comenzó a tirarle piedras desde a lejanía, con el rostro enrojecido y húmedo de su llanto— ¿Por qué los has matado? ¿¡Eh!? ¡Eran niños, tenían una larga vida por delante! —le gritaba con furia y rabia, lanzando piedras si apuntar ni sin dar a su objetivo— ¿¡Acaso no te pesa la idea de haberle arrebatado su merecido futuro a esas personas!? —seguía reprendiendo contra él. Había perdido tantas vidas en sus manos y había llorado tanto por todas que no sabía cómo a ese hombre no se le podía escapar ni un atisbo de arrepentimiento.
Offrol: A partir de aquí he perdido el post por un fallo, pero como ya fue contestado realmente no es importante (?)
Última edición por Neviah Ackerman el Mar Jun 13, 2017 11:56 am, editado 2 veces
Neviah Ackerman
Re: The face of a real monster [Priv. Neviah]
Lo que le sorprendió bastante, fue que la chica apenas lo viera, no hubiera intentado ni salir corriendo ni empezar a gritar (Por ayuda, más específicamente). En vez de hacer lo que sea qué el hubiera esperado, se quedó allí, dispuesta a desahogar la ira que sentía hacia su persona e incluso lanzando rocas a diestra y siniestra. ¿Por qué lo intentaba? Si era otra habitante de Torava, tan solo podía tratarse de una humana, por lo qué....no tenía forma de sobrevivir ante el. ¿Intentaba hacerse la heroína, demostrar algo, o simplemente no sentía aprecio por su vida? No era algo qué a Drakkar le incumbiera, ni algo por lo que se preocuparía en lo más mínimo. A medida que ella gritaba y arrojaba piedras el no se inmutaba, no decía absolutamente nada y su expresión facial inexpresiva aunque tétrica por el radical cambio en el color de sus ojos, no se veía distorsionado en el más mínimo aspecto. Empezó a caminar a un paso lento en su dirección, dejando cada piedra pasar de largo, cada pregunta sin responder, y una sensación totalmente inquietante, a fin de cuentas colocabas enfrente de un monstruo y perfecto asesino, ante una humana desprotegida.
- ¿Crees estar en condiciones para preguntar lo que sea? - Su voz sonaba dura, fría, y amenazante. No había atisbo alguno de dolor o arrepentimiento, como si aquella matanza no le hubiera molestado o importado en lo absoluto, ya que realmente era así. Drakkar ha vivido toda su vida de eso, el matar y ver cuerpos muertos forma gran parte de su semana si es qué no forma su día a día, trabajando o no como un mercenario. Fue hace ya una buena cantidad de años que ese fragmento de su "humanidad" se perdió, y que posiblemente nunca vuelva a recuperar - Piénsalo un poco. ¿Quieres? - De nuevo, hablando calmado, como si absolutamente nada hubiese ocurrido - No eres tu quien debe preguntar,"¿Por qué hiciste esto?" - Su fría y oscura mirada no se había desviado ni un simple instante de los ojos de la pelirosa - Soy yo, quien debe preguntar... - Y de un momento a otro, pasó. Drakkar se movió a una velocidad sumamente alta en dirección a la chica, lo suficiente como para no darle tiempo a reaccionar más allá que un pequeño reflejo como máximo. La palma de su mano totalmente abierta pasó justo al lado de su rostro y no fue por más que un par de centímetros que no le llegó a tocar. Dicha mano pasó de largo y chocó justo contra el árbol qué ella tendría detrás, arrinconando a Neviah totalmente - ...¿Por qué debería dejarte vivir ahora? - Por la fuerza que había usado, su mano había acabado incrustada en el árbol como una muy clara señal de amenaza. Hablaba con su mirada enfadada, impaciente y malhumorada no muy distante de su rostro y si de por sí el chico resultaba tener una apariencia bastante amenazante, el tenerlo tan cerca como lo tenía ahora, a nadie sin dudas le resultaría cómodo en lo absoluto.
Drakkar Katasros
Re: The face of a real monster [Priv. Neviah]
Debió haberse tragado sus ansias de justicia y haber huido en su debido momento. ¿Por qué no había seguido jugando ese papel de humana débil que nunca le había traído problemas? Ahora podía sentir el temblor de sus manos causadas por haber retado al destino. Pero ella siempre había sido así, buscando hacer justicia a la injusticia. Realmente se había dejado llevar por ese espíritu de justiciera, no recuerda el momento en el que eso llegara a ser algo malo, pero ante un ser como aquel era una debilidad humana. Y ahora, esa bestia caminaba hacia Neviah con pasividad. En ese instante, comenzó a arrepentirse de muchas cosas como dejar que su hermano marchara por la puerta de su hogar, de haberse ilusionado por salir fuera de Torava pues lo que le esperaba ahí fuera era horrible y por supuesto, de haber salido de la maleza.
A cada lento paso que él daba, ella se veía más pequeña; a cada paso que él daba, él más imponente se reflejaba en sus ojos. Daba miedo su mirada, sus ojos en específico, y también su indiferencia. No sabe aún cómo no le ocurrió correr, probablemente tampoco hubiese servido de mucho, pues parecía como si ese ser pudiera alcanzarle en carrera en menos que segundos. Así que su única reacción ante el miedo fue quedarse paralizada en el suelo, anclada a él, como si cualquier movimiento pudiera alertar al depredador y acelerar su muerte. Porque siendo sincera, lo único que se le pasaba en ese instante a Neviah por la cabeza era que iba a morir irremediablemente, que allí se acababa su historia. Ese sería su fin. Quizás nunca lograría averiguar por qué su más querido ser se fue y la abandonó, o quién es aquél que la persigue y por qué lo hace, y mientras tanto, la ilusión que siempre tuvo de salir algún día de Torava se desvanecía simplemente con observar los ojos de su depredador. Pero su voz interrumpió sus pensamientos, la misma que escuchó mientras asesinaba a esos pobres hombres, a los cuáles deseaba salvar, pero por cómo estaban posicionados y su quietud, sabía que no había esperanzas para ellos. Sin embargo, retenía sus ganas por correr hacia ellos.
A pesar de que en poco tiempo estuvo él delante de ella, para Neviah había sido una eternidad tortuosa. En un abrir y cerrar sus ojos, vio como la mano de él estuvo apunto de dar en su cara, ni siquiera le dio tiempo a moverse para esquivarla, aún así la mano no fue a parar en ella sino en el árbol que tenía detrás. Tras asimilar que no había sido ella la golpeada, soltó suavemente el aire que había retenido, mas el miedo seguía intacto. Él estaba tan cerca, tan cerca que no podía pensar. Estaba pegada completamente a la corteza del árbol, sin poder dar un paso más atrás. Quería despertarse en su cama y que todo hubiese sido un sueño, pero por más que pellizcaba tras su espalda su muñeca, el dolor tan real le decía que no era un sueño. Al oír su voz, un sudor frío recorrió su cuerpo. ¿Qué podía hacer para escapar de esa situación? ¿Cómo podía sobrevivir? ¡Era un ser despiadado, como su maestro le decía que eran! Seguramente estaba deseando arrancarle la vida de una, y estaba a pocos o un movimiento de hacerlo.
Siempre su maestro le había dicho que para los humanos, los seres como él no tenían debilidades, que a penas un humano como ella podía hacer algo contra ellos. Realmente, nunca le había preparado para encuentros como este y quizás esa había sido la peor idea que su maestro tuvo porque ahora no sabía qué hacer. Sólo deseaba empujar a aquella bestia para acabar con esa cercanía tan odiosa. Olía y veía la sangre de sus víctimas, estaba acostumbrada pero aún así se le hacia repugnante. Por Dios, que alguien lo alejara de ella porque sentía que iba a volver a llorar como no se alejar pronto. Pero no, no era el momento. Debía afrontar las consecuencias de su valentía con más valentía. Debía hacer algo. Y si algo también decía su maestro mucho era que aunque los humanos no estábamos dotados con habilidades y poderes fantásticos, sí que éramos muy inteligentes. Estaba dispuesta a sacrificar cierta parte de su secreto por su vida.
— Me... persiguen... —dijo lentamente, mirando directamente a los ojos de la bestia. Su voz era entrecortada porque aún seguía impactada por lo que ocurría, aún temía por su vida. ¿Quién podía asegurarle que aquello podía interesarle? Igualmente, el dinero sí le interesaría, sino no andaría vendiendo máscaras en Torava. Debía jugar con ello— Mi vida vale más Exos de los que puedes conseguir con esas máscaras que vendes. —mintió. No valía nada. Pero no era tan estúpida como para decirle toda la verdad a un asesino después de que lo hubiera guardado durante años junto a su nombre. No, esa solo era una estrategia para sobrevivir, una estrategia demasiado precipitada y lo sabía. ¿Pero cómo sino iba a salir de allí? ¡Ni siquiera había podido pensar con claridad delante de ese ser! Su respiración conseguía agobiarle y su olor detestarle— Así que será mejor que te alejes de mí. —apretó sus labios nerviosa— No querrás que baje mi precio por un simple rasguño... —repuso con una débil voz. ¿Se lo creería? Sino lo creía al menos habría ganado tiempo para pensar otra cosa con la que salir de allí. Por ahora, esperaba captar su atención.
Neviah Ackerman
Re: The face of a real monster [Priv. Neviah]
Estando ya tan cerca como estaba, habría sido cuestión de un simple desliz de su mano para asesinarla ahora mismo si así lo quisiera en estos momentos. De hecho, si lo hubiera querido, directamente le hubiera brindado una muerte más rápida e instantánea, con tan solo haber movido su mano unos centímetros más en dirección a su rostro...no, simplemente no habiéndola desviado en el último instante. ¿Por qué no lo había hecho? quien sabe, realmente, es posible que ni el mismo lo sepa. Quizá simplemente por que ya se había quedado con la costumbre de ver cuales eran los últimos actos y palabras que sus víctimas iban a decir antes de exhalar su último suspiro, o quizá incluso por qué a fin de cuentas, no le había hecho nada, quizá por qué simplemente no sentía una "real" razón para matarla, algo que inconscientemente, evita que sienta la necesidad de hacerlo. Aún así, ¿lo haría? De hecho, es eso lo que vacilaba en su mente en estos instantes. Lamentablemente, no se le ocurría ninguna forma en la qué la pudiera dejar ir sin verse su vida arriesgada, y si hablas de alguien de Karr, tienes qué tener por seguro que con su vida en riesgo, hará lo que sea necesario para sobrevivir otro día o incluso otra hora más.
Finalmente, le escucharía de nuevo comenzar a hablar, sorprendiéndose un poco con la aparente "calma" con lo que lo hizo. ¿Pretendería, entonces, disuadirlo? ¿Convencerlo? No supo a que rayos se referiría con sus primeras palabras, a lo que simplemente arqueó la ceja. ¿Por qué creía que sus problemas le deberían de importar a el? No dijo nada, ni hizo absolutamente nada. Simplemente, se le quedó mirando exactamente igual como lo había estado haciendo desde que salió de la maleza y esperó pacientemente a qué continuara hablando. A medida que lo hizo, creyó empezar a captar por donde es qué iban los tiros y qué es lo que intentaba lograr tras confesar aquello. ¿Resultaba que ahora esta chica era de valor? ¿Aparentemente no le convenía acabar con su vida en este instante por eso? Se le quedó mirando con los ojos entrecerrados con una expresión con la que no podrías decir si es qué le creía o no. Fueron unos segundos en los qué absolutamente nada perturbaba el tortuoso silencio que se había originado luego de que la pelirosa se callase. ¿Lo había convencido o no? No daba ningún indicio de nada, como si realmente fuese una máquina o un psicópata. Simplemente, no podías adivinar en qué era lo que el pensaba, y eso es lo que más miedo da, no tener idea de lo que sucede o sucederá. El miedo a lo desconocido...es aquello de lo que el chico suele abusar con su neutra expresión.
- ¿Me estás diciendo entonces qué ya qué alguien te persigue, no puedo tocarte por el valor que haz de tener? - Hablaba igualmente neutro y serio, como si no se hubiera alterado por aquella información que había adquirido - ... ¿Te das cuenta que ahora mismo, me das un motivo para no asesinarte pero a la vez, para no dejarte ir? -Su voz sonaba casi como si fuera algún tipo de reproche o incluso, una especie de burla. Si bien la chica habría logrado mantenerse con vida, prácticamente le estaba empujando a retenerla para luego entregarla a quien sea que la persiguiera por una buena cantidad de Exos - ... ¿Estás diciendo la verdad? - Su fría mirada no se había distanciado un instante de sus ojos, sin embargo, ahora parecían realmente analizar hasta el más mínimo detalle en ella. Más luego de otra pausa en la que se limitó a no decir ni la más mínima palabra, quitó su mano incrustada en el árbol y dio un paso hacia atrás - ¿Precisamente, qué intentas diciendo eso? ¿Qué te entregue a base de unos cuantos Exos? - Ladeó la cabeza. Realmente, si ella estaba siendo perseguida, lo ideal no sería ser atrapada. Aunque...quien sabe, quizá y ella misma prefería ser atrapada a morir, algo que también era razonable.
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