Empapados—. Priv. Akagitsune.
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Empapados—. Priv. Akagitsune.
¡Realmente no quería, pero sus hermanos le habían obligado! Ya se había pasado la hora de dormir para los niños, y sin embargo él seguía en el lago, solo. Se daba un baño entre refunfuños y gruñidos. No era que no le gustase bañarse, de hecho era algo que siempre disfrutaba, no obstante, esta vez había sido forzoso. Un grupo de niños habían estado molestado a un animal extraño durante toda la mañana, y cuando Tori finalmente se decidió a disiparles para dejar en paz al pobre animal, este simplemente le orinó encima bañándolo entero, y luego se fue. Por más que se había cambiado de ropa y lavado el cabello en la tarde, el aroma simplemente seguía siendo insoportable, lo suficiente para que los demás no le dejasen acostar a los niños, y le obligasen a bañarse bien hasta que el aroma dejase de ser una molestia.
¡Llevaba ahí más o menos tres horas, incluso había perdido ya la hora en la que debía recostar a los niños, y aunque sabía que sus hermanos lo harían por él, no soportaba perder sus responsabilidades. No soportaba estar lejos de los niños por demasiado tiempo, le ponía histérico. Justo como estaba ahora. Imaginaba cosas que definitivamente no pasarían. ¿Y si no querían dormir porque él no estaba? ¿Y si uno se escapaba de noche? Sus hermanos estaban tan capacitados como él, y sin embargo no podía evitar pensar mal.
Su piel ya estaba roja y sensible de tanto que se la había tallado, justo como si tuviese toda la piel ruborizada. Con rabia se hundió hasta el pecho y se talló un brazo con mucha fuerza y rapidez, y simplemente rugió golpeando el agua con ambos puños para levantarla en salpicones. —¡Maldita sea! —gritó nervioso. Se hundió complero y se refregó cada una de las rastas, con rabia.
Frustrado y rendido asomó solamente hasta la nariz, para tomar aire. Ladeó la vista hacia las rocas solo para revisar que su ropa siguiese ahí, y ahí seguía. A veces sus hermanos creían que era una excelente broma robarle la ropa cuando se bañaba, y no, no era el caso. Indispuesto a continuar, se recogió el cabello haciéndolo un nudo para dejar su espalda descubierta, sentándose en una piedra dentro del lago para intentar relajarse, y a esperar a que alguien se apiadase de él y le dejase volver a la aldea.
—Tori.
Tori
Re: Empapados—. Priv. Akagitsune.
La excitación y el placer, tras su último y más reciente enfrentamiento, aún agitaban cada célula de su cuerpo. Un profundo y doloroso tajo cortaba la carne de su brazo, dejando al descubierto parte del hueso. Su sangre corría por la extremidad, cayendo al suelo en pequeñas y densas gotas casi coaguladas, donde se mezclaba con la sangre de su adversario ya muerto.
Caminar por Roar era como estar en casa para el joven hombre; el terreno aún desprendía el sofocante calor del día, recordándole a su abrasadora tierra natal, con la diferencia de que aquel paraje era más fresco a tan altas horas de la noche.
Akagistune caminaba resoplando al notar como el efecto la adrenalina, la cual antes le impedía sentir el dolor de las heridas, se iba esfumando de su torrente sanguíneo. El zoomorfo sabía que, tarde o temprano, debería atender cada corte y magulladura si no deseaba verse alimentando en un futuro no lejano a los carroñeros. –No dejaré que ningún carnicero, que se haga llamar médico, se me acerque.- La sola idea de que uno de aquellos bárbaros usase sus toscas habilidades para tratar de sanarle, provocaba un desagradable escalofrío en el muchacho.
Sus torpes pasos le llevaron a una zona familiar de aquel calcinado territorio. Ya había estado allí antes, no hacía mucho tiempo. Más no sabía calcular la distancia que le separaba de la aldea de los pyrcas, un fétido olor nublaba su sentido del olfato, sin embargo, reconocía aquella peste, y ahora su dueño, el animal poseía una carne tierna y jugosa.
Sin saber cómo se las arreglaría para dar caza a tan escurrida presa, siguió el rastro oloroso, acercándose hasta un lago, donde un continuo chapoteo indicaba la presencia de un habitante.
Una voz masculina gritó en el silencio de la noche; Akagitsune podía perder parte de la razón cuando se encontraba inmerso en un combate, pero en aquella situación estando herido no se veía capaz de enfrentar a otro roar; pese al eso necesitaba de aquel agua para tratar sus heridas lo mejor que sabía.
Última edición por Akagitsune Ryūketsu el Mar Feb 07, 2017 11:24 am, editado 1 vez
Akagitsune Ryūketsu
Re: Empapados—. Priv. Akagitsune.
Aún así estaba bastante lejos de su hogar, que reposaba sus cimientos al otro lado de Roar. Tardaría varios días en volver hasta allá, pero sabía que entre más rápido se fuese, también llegaría más pronto. ¿La razón por la que se estaba bañando tan lejos de casa? Había llevado a los más pequeños a conocer al Dyn, como era costumbre cuando estos finalmente tenían uso de razón. Eran necesario que tuvieran bien presente quien era su líder. Así había quedado varado ahí. El resto de los Pyrcas que le acompañaron junto con los niños se habían adelantado, y probablemente ya irían a kilómetros de distancia, acampando en algún lugar, plácidamente, sin él.
—Pero qué cosa más injusta. —Se quejó infantil tomando alguna piedra cercana y comenzando a juguetear con ella entre las manos, rodándola entre los dedos, con la cabeza en otro lado. Pensaba en la mala suerte que debía tener para ser el único al que rociaran de orina. No le hubiese molestado que también a algún compañero le hubiera pasado lo mismo, de ese modo por lo menos no estaría solo. ¡O por lo menos a algún niño! De ese modo tendría a alguien a quien cuidar. Tenía los nervios de punta, incluso aunque su semblante fuese completamente tranquilo y distraído. Sentía esa necesidad de cuidar a alguien, de velar por él toda la noche; mirar que se encontrase bien, como era ya su naturaleza como Pyrca.
Se olisqueó el brazo sólo para comprobar si aún olía a algo, y el aroma era tan fuerte que su nariz todavía no se acostumbraba a él. Un par de arcadas le hicieron encorvarse con asco, y luego, fastidiado, apretó la roca. Estaba seguro de que si volvía a ver a ese tonto y desagradecido animal, al que solamente planeaba salvar de los niños, lo haría piel para algún accesorio de cuello, y cocería su carne para dársela a todos los niños. Suspiró al sentirse cruel por pensar eso, pero enserio ya se estaba hartando de remojarse ahí. Ya tenía los dedos como pasas.
Indispuesto a soportar ni un momento más aquello, lanzó la piedra que aún apretaba en su mano a un montón de arbustos y árboles que estaban en la orilla del lago, y acto seguido salió, soltando y exprimiéndo sus rastas, mientras cerraba los ojos con mucho fastidio. —No pienso seguir soportando esto...
—Tori.
Tori
Re: Empapados—. Priv. Akagitsune.
Una pared rocosa le separaba y al mismo tiempo ocultaba al zoomorfo de la vista de aquel individuo, la debilidad de su condición y el propio hecho de ser de clanes enemigos le hacían dudar. Apenas podía confiar en los sentidos de los que tan orgulloso se sentía, el dolor y la pérdida de sangre no le ayudaban a mantenerlos a su máxima capacidad.
Las piedras sueltas a su alrededor le sugerían ideas descabelladas, noquear al posible adversario podría darle suficiente tiempo como para atender precariamente sus heridas, más era consciente de las pocas energías que le restaban. Se negó a sí mismo aquellos tentadores y a la vez inútiles pensamientos, el regreso a Karr le tomaría varias jornadas extras de viaje bajo los rayos de un sol abrasador. “Y nada me evitará encontrarme con más de estos roar”
Mucho antes de aprender siquiera si quiera a hablar ya había aprendido a desenvolverse en un ambiente más que de sobra hostil. A su edad muchos ya llevarían tiempo siendo devorados por los insectos cadavéricos, había pisado varias veces la arena del coliseo y aun así continuaba con vida.
Se alentó a si mismo diciéndose que una herida como aquella y un roar no le detendrían en su afán por seguir poniendo a prueba sus fuerzas, y hasta que estas le abandonaran por completo él no dejaría de enfrentarse a quien fuera necesario para sentir la sangre corriendo por sus venas… haciéndole sentir que estaba vivo.
A regañadientes dejó su arma tras aquella pared de piedra, de todos modos sería incapaz de empuñarla con sus heridas.
Los rojos ojos del zoomorfo se clavaron en aquel cuerpo bronceado que el agua del lago cubría parcialmente, el deseo no tardó en encender la chispa de necesidad, los músculos que se hacían notar con los leves movimientos provocaban en el zorro un interés por saber qué tan útiles eran en combate, qué tanta diversión podría ser capaz de tener si medían fuerzas.
– ... – La voz no logró salir de su garganta, avanzar en aquella situación a ciegas no era algo con lo que podía estar tranquilo, sin embargo estaba allí... – Te sería más fácil revolcarte en la tierra.
Akagitsune Ryūketsu
Re: Empapados—. Priv. Akagitsune.
Era difícil para él pensar que estaba tan lejos de todos sus pequeños, y un montón de angustias le venían, una tras otra, esperando pacientemente en fila para torturarle de sobre manera. ¿Qué tal si uno de sus niños quería crema de papa? Ninguno de sus hermanos la hacía como él. ¿Y si a un niño se le pegaban los piojos otra vez? ¿Si se raspaba? ¿Si no podía dormir porque estaba esperando por Tori para que le arropase? ¡AGH! ¡Qué tortura tan terrible! Sabía que sus hermanos estaban perfectamente capacitados para atenderle como él, y sin embargo, si no lo hacía él mismo no podía dejar de sentirse tan incómodo.
Con la cabeza puesta en todos sus completos, completamente desnudo como estaba, comenzó a estirar un poco los brazos, cosa que hizo marcar tensamente cada músculo de su bien marcada espalda morena. Aún olía terrible, y probablemente seguiría del mismo modo durante un buen rato. Quizá sería buena hora para buscar algo para cenar o un lugar para poder acampar aquella noche.
Se sorprendió tanto cuando alguien le habló que no pudo hacer más que dar un pequeño saltito, rápidamente buscando a quien sea que le había dirigido la palabra. Sus ojos se abrieron de sorpresa al notar que se trataba de aquel animal desgraciado. ¿Enserio seguía ahí? ¿No se cansaba de estar en Roar? Se quedó callado examinándolo por completo, y hasta toparse con aquella herida en uno de sus brazos, que goteaba hasta el suelo. Desde ahí podía notar que era una herida bastante grave, y que podría costarle pronto la vida. Qué suerte para los roar. Tendrían un problema menos del cual preocuparse.
—Jah. —Su rostro con soberbia formó una expresión de completa burla. —Parece que hasta aquí vas a llegar, zorrito. —No parecía suponer para Tori ningún problema que el otro estuviese en ese mal estado. —Es una lastima que no haya sido yo quien te hizo esa herida. ¿Qué pasa perrito? ¿Ya estás muy viejo y no pudiste resistir los ataques de un par de hermanos míos? Qué pena me da tu caso.
Por alguna razón en ese momento no sentía al otro como una amenaza. Probablemente por el estado en el que se encontraba. Volvió a entrar al agua solamente para no estar completamente descubierto enfrente de él, y se siguió estirando ahí, tallando luego sus brazos para ver si podía quitarse parte del aroma. —Y no, ya intenté revolcarme en la tierra. —Por alguna razón se sentía con ánimos de responderle. Quizá era piadoso y sería amable con él en sus últimos instantes.
—Tori.
Tori
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Nurén es un lugar fresco en esta época del año, debido a tanta arboleda que hay, esta termina por refrescar el ambiente al igual que los lagos y ríos en la zona.
Suele estar de 22ºC - 26ºC toda la semana, y llueve una vez cada dos semana. En extrañas ocasiones, una vez por semana.
Euen también es un lugar fresco, debido a que también tiene una muy buena zona de arboleda, y por la distribución de las construcciones, de forma que el aire puede pasar sin ser detenido por nada.
Suele estar de 26ºC - 30ºC toda la semana, y llueve una vez cada dos semana. En extrañas ocasiones, una vez por semana.
Karr es un lugar extremadamente árido y seco, sin un solo árbol o planta que les cubra del desgarrante sol de verano, además de que la temperatura aumenta más debido a que la arena puede calentarse mucho.
Suele estar de 49ºC - 54ºC toda la semana, y nunca llueve.
Roar es una zona extremadamente seca, las plantas no abundan ni un poco, y a pesar de tener un lago, este no ayuda demasiado ya que viven cerca de un volcán.
Suele estar de 43ºC - 48ºC toda la semana, y nunca llueve.
Por el verano se han mudado a las montañas del norte, además de que estas están pegadas a Nurén, zona de arboleda frondosa. Es normal que este fresco, incluso frío.
Suele estar de 28ºC - 32ºC toda la semana, no obstante, entre más arriba subas, más frío será, pudiendo llegar hasta los 23ºC. Suele llover una vez por semana, como mínimo.
No es una zona tan verde como otras, además de que es un área bastante rocosa, lo cual deja al calor entrar con facilidad y permanecer en la zona. A pesar de que no es una zona tan caliente, sus temperaturas sí son algo elevadas.
Suele estar de 30ºC - 36ºC toda la semana. Normalmente llueve dos veces al mes.
Es un territorio muy extremista, por lo cual la temperatura cambia muy rápido. Un día puede estar haciendo mucho calor y al siguiente bastante frío, y lloviendo.
Lo más alto que puede llegar no pasa de los 35ºC, mientras que lo más bajo puede ser 18ºC. Además, puede llegar a llover en cualquier momento.
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