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Heart of steel- Priv. Siddartha

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Mensaje por Invitado Sáb Feb 25, 2017 6:05 pm

De vez en cuando, se nos concedía la misión de explorar los territorios más alejados de la ciudad, por la propia seguridad de Euen. Era lo normal, pues nunca sabíamos con exactitud que clase de peligros podrían colarse en nuestra región... Sin embargo, detestaba tener que viajar por mi propia tierra, ya que no me traía nada novedoso... O eso quería pensar. El tramo que me había tocado comprobar era el desemboque del río Kish, un río que se originaba en Nurén y que finalmente acababa su recorrido cerca del Puerto de Euen.
Quizás lo único realmente bueno de ese viaje, era el hecho de la tranquilidad de las aguas; tal vez también el hecho de que a pesar de estar algo más retirado, no tardaría demasiado en llegar, no siendo un viaje demasiado largo.

Reconozco, que parte de viaje lo hice volando, para algo tenía mis maravillosas alas... Pero de vez en cuando me gustaba sentir la tierra bajo mis pies. Ser un ángel era una ventaja en algunos aspectos, ya que, quizás por ser "hijos" de la luz, podía sentir un gran vinculo con la tierra y sus criaturas. Era hermoso poder caminar cerca de animales, sin que estos temiesen por su vida... Y pocos seres podían sentir algo tan especial, así pues, en parte me sentía afortunada.
Cuando alcé la mirada, pude comprobar que ante mis ojos estaba nada más y nada menos que el río Kish; eso significaba que acababa de llegar a mi posición en la misión. Caminé por la zona, sin tomarme un descanso previo, percatándome de que no había nadie... Tras un rato de inspección, tanto de forma aérea como terrestre, pude sacar de su jaula a una paloma mensajera, la cual había estado tranquila durante todo el viaje; en la nota que debía llevar avisaba del estado del lugar; todo seguía perfecto, tal y como estaba la última vez que un guerrero pisó el lugar.
Dejé volar la paloma y observando como se alejaba comencé a quitarme las partes de mi coraza, para poder sentarme finalmente en una roca a la orilla del río, y meter mis pies en él.

Pasados unos minutos, un ruido me alertó... Para gracia del destino, un hombre de cabello moreno y una afilada mirada se había sentado cerca de mi. No puedo discutirme a mi misma el hecho de que me pareció bastante incomodo, que alguien más estuviese allí... No podía evitar mi necesidad de soledad constante, sin embargo, siendo honesta, aquel hombre tenía algo que atrapaba mi curiosidad. -"Una ojeada más, sin que se de cuenta, Eiri... Tiene algo familiar..."- dejé que mis ojos recayesen en él, fijándome más en su figura y rasgos; cuando fui a hacer el recorrido de su cara, pasando los labios y la nariz, me di cuenta de que él también me estaba mirando... Y como muy pocas veces me pasa, ante la rojez de mis mejillas por haber sido pillada con las manos en la masa, comencé a chillar... -¡JA! ¡Sabía que tu cara me sonaba!- y es que sí, conocía la historia de ese hombre y su físico, pues le había visto trabajar en la cafetería del pueblo, tras ser varias veces señalado por alguno de mis compañeros más viejos, los cuales le conocían.
-¡Siddartha Indraneel Dougherty! ¡Serviste como guerrero a tu tierra!-, en ese momento paré para tomar aire -¡Ahora solo eres el dueño de una cafetería! ¡Que decepcionante!- y entonces hice una mueca de rechazo, sin embargo no de asco. Señalé al hombre -¡Debería darte vergüenza! Tú tierra sigue necesitando de buenos guerreros para protegerla... Claro que...- hice que olfateaba el aire -Desde aquí puedo oler la cobardía de un hombre que no sirve para ello... En ese caso, entiendo que te exiliases a una apestosa cafetería-, tras dejar de abrir mi bocaza, sonreí satisfecha de haber apagado las llamas de mi vergüenza por tan solo una mirada.
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Mensaje por Siddartha I. Dougherty Jue Mar 09, 2017 3:13 pm

Era un dia agradable, de esos en los que, a pesar de encontrarse en pleno invierno, el clima parecía no afectar a ese siempre agraciado clan. Las gemelas habían salido de compras juntas, como era lo usual y él estaba solo en la tienda. No había mucha clientela a esa hora y además, hacía tiempo que no tenía algo de "tiempo libre", pues estar con ellas solía robarle todas las horas del dia. No era que no le gustara la compañía de las menores, pero... Ah, era como pasar de ser un perfecto hombre soltero a ser un hermano mayor que tiene que estar constantemente pendiente de sus tesoros. Últimamente no podía siquiera ir a pasar el rato con alguna que otra mujer, cosa que lo dejaba con un agotamiento algo preocupante.

Estiró los brazos y suspiró. Lo mejor sería tomarse el dia libre e ir a pasear un rato, seguro que tomar el aire le iría bien. Cerró la tienda y se dispuso a salir a la calle. Hacía, como se ha dicho anteriormente, un dia perfecto, cosa que provocaba que las calles estuvieran bastante concurridas. Por unos instantes se preguntó si ambas hermanas estarían bien, sobretodo con el miedo a los prejuicios que tenían debido a su raza, pero pronto se relajó y trató de olvidar el tema; estaba seguro de que estarían bien sin su ayuda. Era sólo un dia, después de todo. Caminó un buen rato hasta tomar un carruaje para que lo llevaran hasta el rio Kish. Recordó sus tiempos siendo guerreros, cuando al ser sólo un principiante lo mandaban a patrullar la zona. La gente en ese clan siempre era demasiado paranoica, precavida en exceso. Siempre iba allí y nunca había ningún altercado, nada fuera de lo normal "Hasta que un dia lo habrá y nuestros esfuerzos habrán valido la pena, Indraneel" Solían decirle sus superiores, una y otra vez. No era que no creyera en esas costumbres, sólo que, en tiempos de paz como aquellos, lo peor que podría pasar sería la emboscada de un pequeño grupo de mercenarios karr, nada más. En vez de centrarse en el exterior, desde su punto de vista su clan tenía muchos asuntos internos de los que debería preocuparse, tal como el desprecio por parte de algunos radicales a los híbridos. Él no sufrió el desprecio de los demás de forma tan brutal como las gemelas, pero fue tachado de mujeriego en más de una ocasión. Era triste el ser tratado como una basura cuando, por su naturaleza y el propio bien de sus acompañantes, no tenía más remedio que ir de mujer en mujer.

Negó varias veces con la cabeza. No, ese no era momento de ser negativo. Era un trayecto largo, de varias horas, pero para cuando quiso darse cuenta ya habían llegado al río. Le pagó los exos correspondientes al conductor y le agradeció el viaje, adentrándose ahora en el frondoso bosque que cubría los alrededores. Esa zona estaba repleta de una fauna y una flora preciosa, era simplemente encantador; una lástima que debido a la lejanía con el pueblo no soliera haber nadie por los alrededores.
Había ido hasta allí únicamente para recoger algunas bayas silvestres, pues en esa zona que se encontraba más cerca de Nurén eran más abundantes e inclusive más apetitosas y dulces. Pensaba preparar un pastel de moras para las jóvenes pelirosas que vivían con él y de paso, con las que sobraran prepararía algunos pasteles para vender en la tienda. Al ser dominio público, cualquiera tenía permiso para tomar lo que quisiera, siempre que al hacer lo dañara la naturaleza.

Fue precisamente mientras se encontraba recogiendo algunas de esas bayas cuando vislumbró a lo lejos una joven que parecía estar sentada a la orilla del río. Esa era una zona poco concurrida y entonces, pese a que ya no era un guerrero, pensó que no estaría de más investigar minimamente la procedencia de la joven, recordando las palabras de su superior "Hasta que un dia lo habrá". Se dirigió hasta ella y se sentó a su lado, esperando un momento que fuera oportuno para entablar conversación. Sin embargo cruzaron miradas y la joven, sin previo aviso, empezó a hablar cual ametralladora, dejándolo sin posibilidad de pronunciar palabra y media.

Su priemra reacción al escuchar su gran discurso fue la de reír, dejando escapar un ligero "pff" y ocultando su boca con una de sus manos- Ah, disculpa, disculpa, no me burlaba de ti o algo por el estilo -Mencionó- Es sólo que, eres tan sincera -Siguió riendo, ligeramente- Estás en lo correcto -Se irguió, tratando de mantener la compostura, pero sonriendo de forma algo... boba, como era usual en él- Soy Sidd, un placer, emm... ¿Cual es tu nombre? -Cuestionó. Lo mínimo sería preguntarle aquello, suponía- Ah, aunque, si mi presencia te incomoda, entonces puedo marcharme -Dijo, rascándose la mejilla- Después de todo, no quisiera molestarte~ -Al fin y al cabo, lo único que importaba era que ahora ya sabía que no era ninguna amenaza. Era como él, una guerrera. Bueno, como lo había sido él antaño. Ah, verla despreciarlo de ese modo le recordaba lo mucho que se habían ofendido algunos de sus compañeros cuando desertó. Pero ¿Que podía decir al respecto? El estilo de vida que llevaba actualmente le gustaba más. Se sentía más cómodo. No se arrepentía de su decisión.
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Mensaje por Invitado Lun Mar 27, 2017 1:30 pm

Tal fue la amabilidad que llevaba aquel antiguo guerrero, que no pude evitar sentir vergüenza de mi actitud. Por lo que me quede un poco callada pensando en que decirle, dado que se le notaba bastante a gusto con sus decisiones y vida. Me preguntaba que tipo de cosas podían haberle llevado dejar algo tan hermoso como el proteger a al Clan en el que has nacido y en el cual has crecido... Pero estuve como mirando al infinito unos minutos, hasta que me di cuenta que el haberme quedado en blanco era demasiado evidente. Tosí un poco y miré al frente respirando hondo -Bu-bueno... ¡No me esperaba que fueses a ser tan amable!- como si aquello fuese algún tipo de disculpa, como si simplemente me evitase de tener que pedir un sincero perdón por faltar el respeto tal y como lo acababa de hacer.
-Me... Me llamo Eiri- entonces estiré mis alas que por supuesto llegaban a él rozando una de sus mejillas y volví a encogerlas con una sonrisa -Y soy un ángel... He escuchado hablar mucho de ti... A pesar de que yo no llegué a tus años de servicio para y por el Clan Euen-. Era consciente que no debía bajar la guardia con Sidd, ya que era conocida su naturaleza mujeriega, y siempre decían que era fácil caer ante sus encantos.

Había decidido mostrarme algo más "cercana" pero por supuesto yo tenía que... Ser yo -No te pienses que pienso ser tu amiga... O que voy a quitarme la ropa por que chasquees los dedos...- le señalé -Conozco las historias sobre lo fácil que se te hace que cualquier mujer quiera tener sexo contigo, y conmigo no funcionará...-. Mi comportamiento hostil y sumamente desconfiado era algo que casi no podía controlar; en mi cabeza solo podía mostrarme algo más blanda ante alguien más inofensivo, incluso desamparado... Y sentía una terrible necesidad de ayudarles. Pero Sidd, simplemente era un hombre que había cambiado su camino de guerrero por algo más cómodo, lo cual, demostraba que no tenía ninguna necesidad, que no estaba desesperado... O al menos eso es lo que yo pensaba, creía y por entonces sabía.

-¿Por qué dejaste de ser guerrero? ¿Qué te llevo a meterte en un antro como una cafetería y pasar ahí tus días?- mi voz estaba mucho más suave y calmada que hace unos segundos, la conversación se lo merecía, pues se necesitaba cierta seriedad para poder hablar de algo como nuestras vidas. Levante la mano mostrando la palma -No quiero que pienses que quiero sonsacarte información o algo similar... Realmente es... Que como vas a quedarte aquí al lado mía ya que no te he echado, tener algo con lo que conversar... Supongo que por ende, tienes el derecho de preguntarme lo que quieras- me encogí entonces de hombros, ya que era una especie de trato justo.
Cuando más lo miraba, a pesar de no clavar mis ojos en él, más me daba cuenta de que había algo en él que me daba cierta tristeza interior, que me afligía... Es como si sus ojos me contasen una historia triste a descifrar... Pero obviamente yo no tenía el cómo descifrarla e incluso, pensaba que eran imaginaciones mías y me terminaba encorajinando más con el hecho de que ese hombrecillo estuviese delante de mis ojos sin hacer nada... Aunque yo estaba justo allí sentada por el hecho de que no había nada que hacer.
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Mensaje por Siddartha I. Dougherty Lun Abr 24, 2017 4:50 pm

El hombre se quedó allí, sentado y sonriente, mientras escuchaba lo que la ajena le decía- Un placer Eiri, es un bonito nombre~ -Comentó, encantador, mientras reía ante tal "acusación". Ciertamente, siempre había tenido la fama de ser un mujeriego. Recordaba esos años en los que algunos de sus compañeros lo tacharon de rufián, infiel y desalmado por ir de una mujer a otra... Lo que ellos no sabían, evidentemente, era que de no hacerlo las únicas en peligro habrían sido sus dulces acompañantes. De igual modo, siempre procuró ir con mujeres que eran como él; almas libres, que no se ataban a nadie y preferían ir de los brazos de un hombre a o los de otro. De ese modo se aseguraba de no romperle el corazón a nadie, aunque alguna que otra acabó cayendo por él, acabando asi dolida por la "ruptura" de su cómoda relación- No te preocupes, -Le sonrió- no tengo ninguna intención de coquetear con una guerrera, por respeto a mis antiguos compañeros -Decía, riendo- Aunque eso no quita que seas una joven preciosa, es indudable. -Rió por lo bajo, encantador.

Suponía que para alguien como ella, que era una joven e intuía medianamente novata en la guardia, alguien como él, que había optado por desertar, era todo un enigma. En realidad, incluso antaño muchos de sus compañeros no habían podido entender tal decisión ¡Parecía haber nacido para ser guerrero! solían decirle algunos. Era de los mejores de su generación y precisamente por ello fue que, en su momento, aquella decisión decepcionó y ofendió amigos y rivales por igual. Habría deseado que se pusieran en su lugar, que comprendieran aquello que sentía, aquello que le atormentaba, pero... ¿Cómo podrían? Él no le contaba nada a nadie, nunca, bajo ningún concepto. Sólo sonreía y bromeaba, reía, hacía el idiota. Muchos creyeron que era un simple cobarde. Otros que era un vago que prefería llevar un estilo de vida más simple y con menos responsabilidades. Nadie supo nunca el verdadero motivo y a decir verdad, todos llegaron a sus propias conclusiones sin intentar  preguntárselo a él. Incluso esos que preguntaron al final optaron por creer lo que más les convenía, llegando a tergiversar sus palabras y actos.

Hubo muchos motivos -Comenzó a explicar, luego de reír levemente, tras escuchar como se excusaba- La mayor parte de ellos demasiado personales como para explicárselos a una desconocida -Sus palabras podría sonar... rudas, pero su tono era tan ameno que se suavizaban, sonando tranquilas y amables- Pero, el principal motivo, ese que nadie sabía... -Alzó su mano con la palma completamente abierta y con una mirada afilada la estiró hacia ella, posicionandola justo delante de su rostro, a escasos centímetros de tocarla- Era porque temí acostumbrarme a la muerte. -Entonces retiró la mano- A matar. No es que Euen sea un lugar donde matar sea completamente necesario, pero a veces se dan esas situaciones. Así es la vida -Narraba con tranquilidad, mientras contemplaba su propio reflejo en el agua- y llegó el dia en que tuve que hacerlo. -La miró de reojo- Fue... tan fácil. Acabó en un instante. Mis manos no temblaban y tenía la mente serena, completamente tranquila. -Volvió a mirar su reflejo, ahora distorsionadas por las ondas que había provocado el caer de una hoja en el agua- Mis compañeros en cambio estaban pálidos, nerviosos. Incluso los más valerosos parecían ligeramente perturbados por la escena. Pero yo no. -Frunció los labios apenas, pero volvió a sonreír en cuanto se dio cuenta- Creí que debía ser por que era la primera vez. Porque estaba "en shock". La conmoción o algo por el estilo. Pero volvió a suceder una segunda vez. Y entonces fue incluso más fácil. No hubo ni una pizca de remordimiento en mi. -Apretó sus manos fuertemente, mientras la brisa soplaba con cuidado y el silencio se hacía dueño del momento. Luego suspiró y sonrió, ajeno a todo ese relato que acababa de contarle, observándola con su rostro tranquilo y ameno- Fui cobarde -Rió, divertido- Me dio miedo no ser como los demás. Temí que, cuantas más vidas me viera obligado a arrebatar, menos "humano" sería. Así que lo dejé y me alejé tanto como fui capaz de esa vida. -Y de nuevo, seguía pensando que había sido lo correcto- No me arrepiento de mi elección. Así que, al fin y al cabo... ¿No está bien asi? "Vivir sin arrepentimientos", creo que es un buen lema a seguir.
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