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Mirages of the past {Priv. Naal}

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Mensaje por Agape E. McGrowdie Mar Feb 07, 2017 10:31 pm

Por fin había llegado esa semana del mes, esa en la que Agape cogía su mercancía, la cargaba en un carro y la llevaba hasta su tienda en el gran mercado de Torava. Aquel lugar siempre le había gustado, era vivo, humano, lleno de vida, colores y olores. Para ella, quien siempre había sido una persona sociable, ese lugar era una de sus mejores fuentes de nuevos clientes regulares, además de un buen proveedor de información sobre otros comerciantes con los cuales trabajar. Incluso asi no podía negarse que esa era, sin duda alguna, la época en la que irremediablemente acababa más estresada. Era tanta  gente en un solo lugar, tantas voces y conversaciones ajenas mezclándose, que a veces podía llegar a hacerse tedioso, no cabía duda. Pero bueno ¡Era como todo en la vida! Tenía sus partes positivas, asi como también las negativas, nada por lo que hacer un drama excesivo.

Aquel día había un cielo espléndido; no había nubes y el sol se veía claramente en el lo alto, dictando que el clima sería agradable. Sí, bien, era invierno, pero incluso asi seguía habiendo días donde hacía un clima más moderado, probablemente porque apenas estaba entrando en dicha estación. La joven rubia cargaba algunas de las últimas cajas al carro mientras tarareaba alguna canción que había escuchado antes, más ni siquiera sabía donde. Su criada, Paulette, la ayudaba con las más pesadas, mientras algunos niños del barrio jugueteaban entre las faldas de las dos mujeres, usándolas para esconderse- Jissele, Dan, ahora no puedo jugar con vosotros -Reía levemente, mientras les acariciaba la cabeza- Mañana por la mañana ¿Está bien? Hoy será un día ocupado~ -Canturreaba con emoción, juntando las palmas de las manos- Deseadme suerte ¿bien? -Y así se despedía de ellos, sonriendo y moviendo la mano con delicadeza, subiendo al carro, justo al lado de Paulette, quien iba a conducir los caballos.

Llegaron a la tienda que debían ser cerca de las 7:30 am, porque en efecto, se habían levantado a las 5 con tal de poder hacer toda la carga y llegar allí lo más temprano posible. Era increíble como siendo aquella hora ya había mucha gente, sobretodo aquellos que querían obtener algún objeto sin importar qué se aseguraban de llegar pronto. De igual modo, los tenderos más entusiastas solían empezar a preparar sus tiendas cerca de las cuatro de la madrugada, una completa locura; a ella no le disgustaba.
Las horas pasaron sin darse cuenta entre el tiempo en que acomodaba las mercancías en la tienda y atendía a algunos clientes. Muchos pasaban y miraban, otros tocaban, algunos otros se quejaban de los precios, al final eran pocos los que compraban, pero a ella no le importaba, sabía que esa era la realidad de un mercado, sobretodo cuando tus vienes son en gran parte objetos antiguos de todo el continente; no a todo el mundo le parece interesante.

Ese día, no obstante, estaba especialmente emocionada. Hacía ya unas semanas había recibido una carta de un viejo cliente regular, uno que les compraba incluso antes de que ella tomara el negocio. En esta le explicaba que un conocido suyo había estado buscando un objeto muy peculiar y que, aparte de ella, no conocía a nadie más capaz de conseguirlo. Por lo mismo lo había mandado a Torava y esperaba que ella fuera capaz de atenderlo. A decir verdad tuvo poco tiempo de antelación para conseguir lo que le pedía, pero finalmente y con mucho esfuerzo, fue capaz de hacerlo. Así pues ahora esperaba encontrar al chico, quien probablemente no tenía muy claro donde estaba su tienda "Es fácil de reconocer" decía en la carta "Piel tostada y tatuaje de dragón en un brazo, no hay perdida, muchacha". Muy a pesar de ello, la joven no las tenía todas, pues en un mercado tan grande aquella descripción se quedaba corta. Pensó que sería dificil, que era imposible que se cruzaran o que casualmente fuera capaz de estar lo suficientemente atenta, pero sorprendentemente ahí estaba; sus ojo acababan de captarlo. Parecía estar pasándose su tienda de largo, por lo que le dio un golpecito en el hombro a Paulette para que se ocupara de la misma y salió corriendo detrás de él- ¡D-disculpa! -Gritaba, intentando llamar su atención- ¡Naal! ¡¿Eres Naal, cierto?! -Seguía sin estar cerca de él, contrariamente, la muchedumbre parecía estar arrastrándola al lado opuesto- ¡S-soy Agape, Lael me habló de ti y-! -Ni siquiera podía hablar correctamente, estaba siendo arrastrada. Ahh, en serio... Ese era otro más de los puntos negativos del gran mercado, sin duda.
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Mensaje por Naal Mar Feb 14, 2017 7:10 pm

Necesitaba ese objeto con cierta… urgencia, era una clase de broche o de dije de unos 8 centímetros de largo con una especie de lupa en el centro. ¿Por qué era especial? Por el supuesto origen del mismo. Las leyendas decían que había sido creadas en tierras extrañas, por las más diestras manos, ¿para qué? Para ser herramienta fundamental en el estudio del cielo…de las estrellas…

La astronomía siempre había sido algo imposible para Naal, más el valor de aquél susodicho objeto, le carcomía. Moría de curiosidad para ponerle las manos encima y analizarlo a fondo. Había leído en algunos viejos archivos que los estudiosos de esa época, los que habían creado ese pequeño objeto. No eran sólo estudiosos. Esos textos decían algo de que ese dije podía ser utilizado como arma.

¡Un arma! ¡Algo tan pequeño! Tenía que ponerle sus manos forjadoras encima cueste lo que cueste. Estudiarlo y así ver si de alguna forma, podía realizar unos planos para él realizar más armas de ese tipo, nunca se sabe ¿cierto?

Pero el único problema… ¿Cómo iba a dar con esa niña?

Lael le había dado una escueta descripción: rubia, ojos azules, y de una personalidad… llena de luz y alegría.
Bien… eso reduce como a la mitad de la población ahí presente. Perfecto. Mejor se dejaba guiar por su intuición, que, para olores, ya estaba bastante hostigado, la delgada bufanda cubría nariz y boca del moreno, mientras sus ojos, con un suave deje de irritación por tanto ajetreo, se paseaban de un lado para otro. Ni él sabía hacia donde caminaba ciertamente. Solo se estaba dejando guiar por eso….

Cualquiera que fuera “eso”.

Pero se detuvo en seco como si una fuerte ola lo hubiera golpeado. Dejó que la delgada bufanda regresara a su lugar mientras él abría ligeramente los ojos. Había… Había… creído haber visto a Lý, bueno… no a ella, eso sería imposible ¿verdad?, de hecho, si siguiera viva… ¿Cómo se vería? No, no, Naal… concéntrate… No podía haber sido ella… Pero… podía asegurar que su olor era el mismo… y su presencia… había pasado justo a unos pocos pasos de él. Pero tanta maldita gente se llevó esa duda con una ola de personas. Cada uno para un extremo diferente…

¿De verdad… habrá sido ella…? Y sin darse cuenta, el lobo comenzó a caminar inmerso en esa capucha que poco a poco se perdía entre tanta gente, mientras él trataba desesperadamente de no perderla de vista.
Tenía… Tenía que asegurarse… Era ridículo pensar en un deje de esperanza, ¿no? Nunca le trajo nada bueno, incluso… le traían golpes más dolorosos aún… Entonces… ¿Por qué se mostraba tan desesperado? ¿Por qué deseaba tener una probada más de lo que llaman esperanza?

Pues de cualquier forma… ese no sería el día. Fue arrastrado con la corriente de las personas que venían, y no solo eso… Alguien le llamaba. Y con ese llamado lo trajeron de vuelta al mundo.

Fue extraño, pues conocían su nombre, y al parecer, tenían un contacto de fiar en común, así que ya más tranquilo, dejando que todos esos angustiosos pensamientos regresaran a ese “rincón oscuro” de su cabeza, volteó de manera lenta y serena, como si nada hubiera pasado, buscando de dónde provenía esa voz… Una pequeña pulga rubia le hablaba, y era arrastrada por tanta multitud.

Le tendió la mano sin más, pues el nombre de Lael era conocido, además de que la mujer coincidía con la ”explicación” de su amigo, y con una fuerza impresionante, pero a la vez suave y firme, tomo del brazo a la fémina y la jaló hacia él, con esa expresión seria y prácticamente sin emoción en el rostro. Los ojos brillaban con intensidad, era obvio que, pese a todo, una gran parte de él desconfiaba de la contraria, y sus ojos no hacían más que demostrar aquello. Era como si buscara dentro de su ser para encontrar un deje de engaño o traición en la fémina. Pero no dijo nada. Al menos no durante los primeros minutos. Pasados éstos, la soltó y asintió casi imperceptiblemente — Sí. Soy Naal. ¿Agape?— preguntó con lentitud y casi en un susurro, desconfiando un poco todavía, pero terminó por tomarla del antebrazo de nueva cuenta y la jaló hacia una pared, donde aquella multitud no podía arrastrarlos más. Poniendo él su cuerpo para evitar que la golpearan. Haciéndole un favor a la contraria, o al menos eso es lo que pensó él. —Si Lael te ha hablado de mí, entonces estás al tanto de mi situación… —dijo sin más, de manera lenta pero firme, algo tosco— Entonces ¿podrás ayudarme?
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Mensaje por Agape E. McGrowdie Mar Feb 21, 2017 7:03 am

Por unos instantes, mientras era arrastrada por la muchedumbre, llegó a pensar que el joven no había alcanzado a escucharla y que por lo mismo su destino sería el de acabar irremediablemente al otro lado del mercado. Llevaba ya unos años yendo allí, razón por la que se conocía patéticamente todo ese enoooorme lugar de memoria, pero... no era tan simple volver a su tienda en un dia tan ajetreado. Se resignó, creyendo que ese sería su destino y que, por desgracia, difícilmente podría volver  a encontrar al joven, sobretodo teniendo en cuenta la inmensidad del lugar en el que se encontraban y el escaso vistazo que le había echado.

Más contra todo imprevisto una mano bronceada se estiró y jaló con fuerza y a su vez delicadeza de ella, tirándola hacia el propietario de la misma. Algo confundida alzó el rostro para ver a su salvador, quien no era nadie más que el joven al que había estado llamando; ah, debía ser alguna raza con buen oído, ahora tenía un poco de curiosidad por saber cual. La rubia sonrió- Sí, soy Agape -Pronunció, sin alzar la voz o alterarla de cualquier forma, pensando que él no tendría problemas en escucharla de todos modos. Dejó que el ajeno la acorralara contra la pared, quedándose en su misma posición relajada y despreocupada, era una joven alegre, lejos de poder mal pensar de él, sonrió- Gracias, a pesar de no ser tan baja, es fácil acabar arrastrada. -Pronunció con cuidado, mientras llevaba uno de sus rubios mechones detrás de la oreja- Sí, Lael me habló de aquello que buscabas, debo reconocer que fue dificil hallarlo pero... ¡Lo conseguí! -Su sonrisa se amplió, ladeando levemente el rostro, amable- Supongo que lo primero es guiarte hasta mi tienda, toma -Alzó la mano, invitándolo a tomársela- No es que crea que te vas a perder, es que temo volver a ser arrastrada. -Y asi, tras esperar que él aceptara o rechazara su petición, caminó hasta su destino. No estaban muy lejos de allí, pero con tanta gente era tedioso moverse dentro de ese mercado.

Finalmente, luego de pelear contra mares y mareas consiguió que ambos llegaran allí, ella levemente despeinada, cabía decir- Ah, Paulette ¿Ha ido todo bien? -Cuestionó, mirando a su criada. Esta asintió sin más, acercándose a la rubia y peinándola con los dedos, sólo ligeramente- Él es el cliente especial -Sonrió, tomándole la mano a la mujer- El amigo de Lael -La mayor quedó momentáneamente quieta y un tenue sonroso pudo percibirse ligeramente a través de sus tostadas mejillas. La más joven rió con ligereza, soltándole la mano con cuidado- ¿Podrías ir a buscar aquello? -La morena suspiró y se dirigió a la parte trasera de la parada, que lejos de ser pequeña, abarcaba bastante espacio.

Agape volvió a dirigir su mirada hacia el joven, invitándolo a dirigirse a la tras tienda, con tal de poder llevar a cabo las negociaciones de forma más íntima- Debo decir que no mucha gente podría haber conseguido encontrarlo -Pausó ligeramente- Ah, no te equivoques, no estoy... siendo creída o algo asi -Volteó la mirada, para demostrarle que estaba siendo sincera- Este negocio le perteneció a mis padres antes que a mi, asi que conservo muchos de sus contactos. Fue uno de ellos quien encontró... Ah, gracias Paulette -Su charla fue interrumpida por la criada, quien le cedía dos cajas a la más baja. Esta las tomó y las posó sobre una mesa que había en la parte más profunda de la tienda- Bien, es mejor si te lo muestro y luego te lo explico -Sin más tomó la primera caja, que era de un claro color marfil y la abrió. Dentro de la misma había un objeto con la misma descripción que le habían dado, sin embargo, tenía una anomalía- ¿Ves esta grieta? -Posicionó su dedo en medio del artilugio, señalando una franja dorada- Indica que antaño se rompió y fue vuelva a unir con oro fundido -Explicó; probablemente él sabría más del tema que ella, pues no había estudidado el objeto a fondo, su trabajo había sido meramente el de hallarlo- No tenía claro si uno que anteriormente se había dañado te serviría, asi que... -Dejó la caja marfil y tomó la negra, abriéndola con cuidado. En ella había otro objeto, similar al anterior. Ambos tenían un diseño magnífico, pero ese denotaba un... aura oscura. Era distinto, incluso ella que carecía de poderes podía sentirlo. Frunció las cejas con cuidado y tomó el objeto usando un pañuelo; no quería tocarlo con los dedos- Este vino junto a una historia un tanto turbia.. -Explicó, mientras se lo mostraba- El vendedor, un artae, me advirtió que una fuerte maldición se posaba en este artilugio, una que causaba destares y muertes. -Volvió a dejarlo en su lugar- No está en mi derecho decirte si debes comprarlo o no, pero... -Lo miró de reojo, levemente preocupada- Si lo haces, no te recomiendo quedártelo. No quisiera que nada malo te pasara. -En sus ojos podía denotarse una clara y sincera preocupación. Al fin y al cabo, si se lo vendía y algo le pasaba, acabaría siendo su culpa. Además de ser amigo de uno de sus grandes clientes.

La criada interrumpió la tensión del momento, posando una mano en el hombro de la joven- Señorita Eucaris, ha llegado aquello que pidió. Seech está aquí para entregárselo, dice que quiere hablar con usted. -La joven miró hacia la dirección donde se encontraba el aparador de su tienda, observando al hombre que movía la mano con energía, saludándola. Ella rió levemente- Claro, ahora iré hacia allá. -Mencionó con cuidado- Puedes llevarte una o ambas, lo que desees -Comentó, tocándole el hombro con cuidado- Sin embargo, no toques la oscura directamente con tus manos. Es peligroso. -Sin pronunciar nada más, se dirigió hacia su proveedor, dejando a la mujer de tez oscura a con él.
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Mensaje por Naal Lun Mar 27, 2017 11:34 pm

Le escuchó con atención el primer comentario, ya mucho más aliviado al saber que si era la persona que buscaba, por lo que incluso su semblante cambio considerablemente. —Entiendo, he sido arrastrado muchas veces de igual forma… —y le regaló una suave sonrisa, no pudo evitarlo, pero ese día se sentía especialmente… nostálgico, ya sea por esos espejos que parecieran querer reflejar siluetas del pasado, o simplemente magníficos milagros, sea cual fuera la situación, eso influyó en su estado de humor y bueno… ella, tan pequeña y alegre, le hizo recordar fechas más tranquilas, más alegres, tal como ella misma. —Sí, sí que era difícil. Me disculpo por haberte dado tal proeza, pero agradezco tu habilidad y compromiso con ello… — sonrió de lado y le revolvió el cabello, le llevaba varios centímetros (o más) de altura, era inevitable no sentir empatía con ella. Mucho menos cuando se sentía tan… feliz al saber que había dado con ese objeto de su peculiar interés.

Y no pudo evitar reír a lo bajo cuando la otra chica le ofreció la mano — No te preocupes, no seremos arrastrados. Y si eso sucede no te soltaré, que aún no sé dónde está tu tienda—y se la tomó sin más, haciéndole un gesto con la otra para que la fémina procediera a caminar y guiarlo. Tenía que admitir que había días en que amaba caminar entre las personas. Se sentía invisible. Se sentía como una simple hoja siendo arrastrada por la corriente del río o bien, una de aire. Y en cambio, otras veces, detestaba el golpeteo intenso de cuerpos ajenos contra el suyo, la sensación del calor corporal y ambiental contra su piel, la infinidad de olores que asaltaban su olfato y un sinfín de quejas que pudiera ocurrírsele.

Pero hoy no era esa ocasión. Hoy estaba ya de buen humor. Estaba cerca de poner sus manos sobre ese bendito objeto que no hacía más que ponerlo con la energía a tope de nuevo. Así que en cuanto menos se dio cuenta, ya había llegado a la tienda de la joven, viendo a todas partes; a los lados, enfrente, atrás. Ya la ubicaría sin problema alguno para futuras ocasiones, porque por supuesto, las habría. ¿Qué cómo lo sabía? Simple, si pudo conseguir ese trasto, podría conseguir muchas más cosas… Para Naal, Agape era ya una comerciante que se había ganado su respeto.

Se adentró a la tienda y se dirigió justo a donde le había dicho, sabía perfectamente que no cualquiera lo hubiera conseguido, por eso estaba emocionado y ya con altas expectativas al respecto. —No te preocupes, estés o no siendo creída, es digno de presumir tu hallazgo, el que te des mérito por tu arduo trabajo también es justo. —él hablaba con sinceridad, además de que también sentía que ella no lo decía con una manía de sonar presuntuosa o presumida, así que le pareció genuina, por lo que el comentario no le molestó en absoluto, incluso le ponía cierta atención a todo lo que le decía. Ah… negocio familiar… que noble y nostálgico. Podría perderse perfectamente en sus pensamientos, en imaginar el cómo hubiera sido si en su manada hubieran conseguido alguna clase de negocio, de haberlo hecho familiar obviamente, de hacerlo trascender, e incluso podría deprimirse como una de esas tantas veces al pensar al respecto.

Pero no pudo.

No cuando una caja apreció frente a él. Y ahí estaba ese objeto, abrió ligeramente los ojos, pero saltó a primera instancia esa grieta dorada. Bastante interesante, le recordaba ciertas prácticas de antaño con esos dejes románticos donde hablaban de la belleza de las cicatrices por lo mismo de su edad y, en fin, sería bastante interesante verlo más a fondo, ¿habrían ocupado la técnica que su maestro le enseñó? ¿O quizás alguna otra? ¿Esa grieta interferiría con su labor para leer las estrellas? ¿O con su labor de arma? ¿O estaría perfectamente bien arreglada que estaría como nueva?

Todas esas preguntas fueron silenciadas cuando la segunda caja se abrió. Como lo sospechaba, estaba maldito, era obvio, y no hizo más que sonreír de lado al escuchar las palabras de la joven rubia. Perfecto. Compraría ambos.

Agradezco tu preocupación Agape, pero tengo que poner mis manos encima de ambas piezas…”total, mala suerte, desastres y muerte siempre me han rodeado”, palabras que no salieron de sus labios pero que lo asaltaron en el pensamiento.  Así como esas inmensas ganas de tocarlo con sus propios dedos. Era… tan tentador.

Quizás sea solo una manera de probarse a sí mismo lo valiente que era. Pero su maestro tendría otra definición: estúpido. Así que no, no lo tomó con sus manos, de entre una bolsa que tenía firmemente fija a su muslo sacó unos pequeños pero fiables guantes de trabajo y tomo el “broche” de la caja negra, lo puso a contraluz y después lo colocó de nuevo en su lugar mientras buscaba una lupa y unas pinzas. — Ves está casi imperceptible franja de este… lado… —le dijo a la morena que seguía a su lado— … es un compartimiento… Lo cual se me hace sumamente extraño… —y con la punta de la pinza comenzó a manipularlo hasta que logró sacar una delgada franja de metal con un papiro en ella… no hizo más que regresarlo a su posición original sin sacar el papel, no sabía si podía ser sensible a la luz. Después lo probaría.

Y después de cerrar la caja negra, fue a la de marfil, se retiró el guante derecho y tomó ese broche y con su propia uña buscó el mismo compartimiento, pero en éste estaba del extremo contrario, a lo que sonrió con nostalgia. —Hay bastantes historias ¿sabes? —no sabía si la contraria le estaba prestando atención o no, pero su parte obsesiva con los objetos extraños salía a flote — historias donde se dicen que se hacen objetos de a pares, uno custodio de cada elemento contrario a su hermano: luz y oscuridad. Vida y muerte. Perfección e imperfección… —colocó las dos cajas juntas mientas seguía viendo más objetos en la tienda sin detener la historia— quizás no tenga mucho que ver, pero se dice que había civilizaciones que creían en esos principios, que podían concentrar esencia del mismo planeta en el que viven para ayudarse, o bien… perjudicarse… —tomó un par de libros los cuales ojeó de rápido y colocó a un lado de ambas cajas, eso también lo compraría— Dicen que son separados porque juntos, son bastantes poderosos… Pero es tal su poder que se reclaman uno con el otro… —seguía su camino por la tienda, encontrando con la mirada una pulsera maltrecha pero no por eso menos bella, quedó en silencio varios momentos, y sin dejar de verla, prosiguió — …y cuando se reclaman y se reúnen, los seres involucrados que ayudaron a su reunión… Podrán disfrutar de ese mismo placer… —y con esa última frase fue bajando el volumen de su voz, hasta perderse de nueva cuenta en sus pensamientos…
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Mensaje por Agape E. McGrowdie Jue Mayo 11, 2017 10:22 pm

La mujer de tez morena, si bien estaba escuchando lo que el ajeno le contaba parecía más preocupada de no perder de vista a su joven señorita. En sus ojos podía percibirse cierto deje de inquietud, como si temiera que aquella encantadora rubia fuera brutalmente atacada en cualquier momento. Más obviamente, nada de aquello pasó y simplemente, se despidió del cliente con una cordial y maravillosa sonrisa, como era común en ella. La mujer sonrió, apartando la vista de la menor durante unos instantes para centrarse en el joven; tampoco era que quisiera ser grosera con él al no mostrarse tan interesada en el tema- Yo no sé mucho de estas cosas, a decir verdad. -Explicó, quizás ligeramente seca, pero no por ello desagradable- No provengo de una buena familia y no aprendí a leer o a escribir hasta que el señor y la señora me acogieron en su casa. Aunque esa es ya una historia del pasado. -Sonrió tenuemente, de forma casi imperceptible; sus expresiones solían ser escasas- La señorita, en cambio... -rió ligeramente- Creo que ustedes dos podrían llevarse inesperadamente bien ¿Sabe? -Pronunció, mientras volteaba a verla, con un aire protector- Ella es como usted. Le gusta investigar, aprender... Incluso cuando son cosas peligrosas... Ha sido lo mismo de siempre... -Lo decía mientras sus ojos se dirigían al objeto que estaba maldito- Aunque ella sabía que era peligroso, hubo algo que llamó su atención y sólo por eso se desvió de su camino e indagó sobre la procedencia del objeto, sus propiedades, antiguos propietarios, ahh... -Suspiró, como si sólo recordarlo le conllevara un gran cansancio- Es muy dificil tratar con ella cuando se pone terca con un tema ¿sabe? Es imparable, intrépida. Demasiado diría yo... Sobretodo teniendo en cuenta que no es especialmente fuerte... -Y entonces, cuando la joven rubia volteó hacia ellos y empezó a acercarse, la mujer susurró- Le vendría bien un amigo que sepa tanto o más que ella, para que sea más consciente de su alrededor y evite ponerse en peligros innecesarios. -Y entonces, con una mirada cómplice y el simple gesto de llevarse el dedo en índice en los labios, hizo un "shhh" para que mantuviera el secreto. Aquella conversación quedaría sólo entre ambos o, cómo mínimo, eso querría ella. No era como si pudiera controlar las decisiones del ajeno.

¿De qué estabais hablando? -La joven señorita llegó para interrumpir alegremente la conversación entre su querida criada y su preciado cliente, más no obtuvo más que un "Nada importante" de parte de su fiel compañera, por lo que simplemente decidió cambiar de tema; tampoco era una persona que gustara chismosear sobre conversaciones ajenas, después de todo- Ah, había algo que quería comentarte, hay en ambos, un pequeño compartimento. No he tocado el contenido debido que no soy experta en el tema y no habría querido arruinarlo con mi torpeza, pero pensé que no estaría de más decirlo y, ah, además, tengo un libro que... -Miró la tienda, había algunas personas mirando la mercancía y uno no debía ser descuidado- Paulette ¿Puedes vigilar la tienda mientras sigo con nuestra conversación con Naal? -La mujer la miró algo reacia. Aunque había tenido esa conversación con el joven y deseaba que se volvieran amigos, no confiaba tanto en él, aún. La menor sonrió- ¿No confiarás en el amigo de Lael? -Preguntó, mientras la ajena se sonrojaba ligeramente y apartaba la mirada- Iré a atender la tienda principal. Si necesitan cualquier cosa, no duden en llamarme. -Y sin más, se alejó, dejando a la joven riendo ligeramente- Ah, en serio~ Desearía que Lael fuera menos denso... -Susurró en voz baja- ¿Cómo no puede darse cuenta? Con lo linda que se pone cada vez que se ven... -Sonrió, volviendo nuevamente su mirada al joven- En fin, lo que quería comentarte, ven conmigo. -Sonrió, guiándolo hasta una mesa de madera que había en la esquina interior de la tienda. No era especialmente grane y tenía únicamente dos sillas, pero serviría- Siéntate un momento, ahora vuelvo, traeré el material. -Sonrió, mientras daba media vuelta y se ponía a rebuscar entre una pila de objetos que estaban alejados de la zona donde la clientela podía mirar; al cabo de unos minutos volvió, con un cofre que parecía pesar bastante, lo dejó encima de la mesa y se escuchó un golpe seco y contundente- Uff... -Susurró, no era tan fuerte realmente, asi que sólo con eso ya estaba cansada- Bien, no es mucho, -Sí era mucho, pero teniendo en cuenta lo mucho que llegaba a investigar en ocasiones, no era realmente tanto el material reunido allí- pero eran objetos bastante  misteriosos, asi que quise indagar un poco sobre el tema... Sé que probablemente no sepa tanto de ellos como tu, que eres quien descubrió su existencia, pero... Me vi en la obligación de acallar mi ignorancia sobre el tema. -Hablaba con bastante seriedad, mientras abría el baúl y sacaba un grueso libro; debajo habían un montón de papeles- Según me dijeron, este es un libro que escribió el creador de estos objetos, un tiempo antes de crearlos... No entiendo mucho de lo que dice, porque está cifrado, escrito en una lengua que él mismo inventó. Parece ser que no quería que cualquiera pudiera comprender su contenido... -Explicaba, mientras lo abría- Pero, de lo poco que he creído entender tras varias noches en vela intentando descifrarlo... Este hombre creía que cada objeto poseía un alma... -Alzó ligeramente la mirada, para encontrar la ajena- Quizás... Para algunos podría sonar como una tontería pero, yo creo que es verdad. Un alma dada por los sentimientos que el autor ponía en ellos o por ende, un alma dada por su dueño... Obviamente, la naturaleza del alma dependería de los sentimientos usados en este objeto... -Hizo una pequeña pausa- Y aquí dice "Hoy es tanta la congoja que arremate contra mi alma, que poco a poco siento como el mal fluye por mi cuerpo, como un ser monstruoso e imponente que quiere tomar control de mi persona. Debo sacarlo de mi cuanto antes, con tal de que no consuma la poca cordura que aún conservo." -Alzó la mirada nuevamente y tragó grueso- Esta es una de las últimas páginas del libro y... Según tengo entendido, esa de ahí... -Señaló el arma que estaba maldita- Fue creada poco tiempo después de que él escribiera esas palabras. Como si... hubiera tomado todo lo malo que había en él y lo hubiera expulsado hacia fuera... Y entonces... -Se alzó y se acercó al cofre, tomando una página vieja y arrancada, probablemente de un libro- Sé que hay un segundo tomo, pero no he logrado hallarlo, en cambio, tengo una de sus páginas, aunque fue bastante dificil descifrarla, porque está severamente dañada y faltan algunos fragmentos... Dice lo siguiente "Ahh ¡Cuan grande fue el error que cometí! Creé un monstruo que sólo trae desgracias y calamidades, dolor y penitencia... Pero no pasa nada, enmendaré mi error aún si eso conlleva la perdida del poco aliento que aún conservo." -Le cedió la hoja por sí quería comprobarlo él mismo- Y poco tiempo después de la finalización de ese tomo... -Su mirada se digirió al otro objeto- Creó su obra final, tras la cual se dice que falleció. Esta es.

El ceño de la joven se frunció, no por estar molesta, sino... contrariada, había algo que no le encajaba- ¿Crees en el bien dentro del mal? -Preguntó, mientras acariciaba la pieza de mármol con ligereza- Voy a confesarte el por qué tengo tanto interés en estos objetos... Verás, yo... -Miró a su alrededor, como asegurándose de que la criada no estaba cerca- ...No recuerdo nada de cómo obtuve la pieza maldita... -Su ceño se frunció más- Es tan... frustrarte. Sé que alguien me la vendió, hasta ahí puedo recordarlo, pero... No recuerdo cuando, ni dónde... Tampoco podría decirte si fue un hombre o una mujer, ni qué aspecto tenía, simplemente... nada... como sí... -Como si le hubieran borrado la memoria- Al inicio pensé que podría haber sido obra de la persona que me vendió el objeto, pero... Luego de leer e investigar a fondo pensé "¿Y si no fue asi?". Puede sonar ridículo pero... Y si ella... -Su mirada volvió al objeto maldito- Quería reunirse con su hermana... Como si quisiera mantenerse bajo control. Como si estar con su hermana lograra tranquilizar ese mal, evitar más muertes y tragedias... -Hubo un instante de silencio- Yo...por un momento, sentí que esa era su intención. -Sonrió- ¿No es extraño? Estoy hablando de estos objetos como si tuvieran vida propia... Sé que muchos me tomarían por loca, pero... A veces... -A veces, ese tipo de pensamientos brotaban en su mente sin más. No podía evitarlo.
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