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A different day —priv. Vagadus.

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Mensaje por Neviah Ackerman Mar Jun 06, 2017 2:06 pm

Se escondía el sol en Torava aquel día de primavera. No resultaba para nada extraño que terminara tan tarde de trabajar a esas alturas; era más que sabido que cada día alguien nuevo caía enfermo en las inmensidades de Torava y debía acudir a tratarlo. Esos nuevos enfermos a los que devolver su salud, más los enfermos que padecían enfermedades crónicas y más las clases que daba a los niños del lugar también conseguían hacer que se demorara mucho en llegar a casa. De hecho, ese mismo día no terminó tan tarde como le fue avisado, aunque ha de confesar que consiguió llenarse los bolsillos de igual manera. Aún así, cree que el mismo destino fue el que decidió que debía terminar antes aquel día, o eso pensó cuando se encontró en una calle solitaria con un hombre camuflado en las sombras.

Misterioso y raro; algo en ese hombre olía mal y no era exactamente la falta de higiene que tanto aparentaba. Neviah se quedó observándole cuando pasó por su lado; encorvado y escondiendo algo entre su abultado cuerpo, a lo cuál le susurraba alterado. Esto consiguió ponerle los pelos de punta a Neviah por lo espeluznante que resultaba. Ella, sin embargo, ya se había imagino lo peor de aquello que ocultaba cuando oyó una suave y aguda voz salir de entre su cuerpo, que sin duda no podía salir de aquel gran hombre. Fue por esto que no le costó armarse de valor cuando agarró el brazo de este misterioso hombre— Oiga. —intentó llamar su atención de forma sutil, sin embargo estaba demasiado firme— ¿Qué es lo que lleva ahí? —por mucho que ella le hablara, el hombre no cambió su postura; siguió escondiendo ese preciado 'algo' entre su masa corporal.

— Nada que pueda interesarle, señorita... Jeje... —respondió con atisbos de nerviosismo pero a la vez de enfado. Mas Neviah no se rindió en ese instante, sus palabras consiguieron de hecho ponerle más seria— Oh, claro que me interesa. He oído una voz ahí y no precisamente suya. —intentó forzar que el hombre se girara, pero él retiró su mano con violencia. En ese instante le miró, y junto a esa sonrisa de tiburón juraría que el recuerdo le provocaría escalofríos durante toda su vida— He dicho que no tengo nada. —protestó pausadamente, su tono amenazador y lento fue lo que le dio un toque más terrorífico que generó miedo en Neviah. En ese instante se planteó si ese podría ser su último día viva, si el destino la había llevado allí a morir. Sin embargo, volvió a escuchar esa voz— ¡Socor-! —fue apagada por una sacudida que recibió del hombre. Pero esa pequeña voz fue suficiente para hacer que Neviah retomase el valor perdido y se abalanzara contra él, golpeándolo y obligándolo a soltar lo que tenía detrás de él. Porque si iba a morir, ¿qué mejor manera que ayudando a esa niña?

No obstante, el hombre le propinó un empujón que la mandó directamente al suelo— ¡Entre tú y esta voz me tenéis harto! ¡Dejadme en paz! —gritaba, se acercó a Neviah y la agarró con un brazo, aún ocultando detrás de él a la niña, y la elevó por los suelos. Le miró enfurecido, apretaba sus dientes de depredador y su mirada estaba totalmente arrugada por la furia. Pero a Neviah lo que le preocupaba era que le estuviera ahogando— Saca todo el dinero que tengas o te mato aquí mismo. —tan mal vio la situación ella que corrió a sacar de sus bolsillos todo su dinero y se lo entregó con lágrimas en sus ojos. Él la dejó en el suelo y se fue orgulloso de lo conseguido mientras ella se acariciaba el cuello e intentaba retomar la respiración. Delante de ella, el hombre había tirado una muñeca rezando por no verla más. Y de esa muñeca salió la tan conocida voz de la supuesta niña secuestrada.

Al principio se asustó, son cosas que no frecuentan en Torava, pero realmente no le costó mucho acostumbrarse a esa muñeca hablante, de hecho se fascinó por ella. Sin embargo, el encanto de la muñeca se fue cuando esta comenzó a pedirle ayuda, a exigirle que le llevara con su 'hermano', diciendo cosas como que su hermano no podía actuar sin ella. Ante los ruegos de la muñeca y la bondad de Neviah, decidió ayudar a la muñeca. Debía encontrar a un chico torpe, de pelo café oscuro, alto y con el vientre al descubierto por la descripción que ella le había dado. Por muchas veces que preguntaba a la gente que pasaba, no encontraba respuestas, nadie había visto a su hermano, que... ¿Cómo lo había llamado? ¿Vagad-...? ¡Bueno, era igual! Removió calles buscando al supuesto chico mientras la noche ya había caído. Ya estaba cansada y su maestro estaría claramente preocupado por ella, no podía seguir con la búsqueda, pero se veía obligada. Por suerte quizás, cuando Neviah caminaba por una oscura calle, una sombra a lo lejos apareció. Sus ojos pesaban por el sueño, sin embargo, no le quitó los ojos de encima, esperando a que fuese revelado por la luz dede la farola que cerca de él estaba.

En ese instante, Neviah rezaba para que por fin fuera él.
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Mensaje por Vagadus Vares Miér Jul 12, 2017 11:34 pm

¿Cuántas ciudades han atravesado? ¿Cuántos días? ¿Cuántas noches? ¿Acaso este viaje no iba a terminar? El camino era largo, ancho, pero a la vez con el clima bastante agradable, se sentía que el invierno aún no se había ido por estos lares. Los pies del protagonista pisaban la tierra húmeda, fría como aquellas montañas que estaban a su espalda, entre sus dedos se metía la tierra del sendero provocando una sensación cosquillosa, no era molesto sino, reconfortante. Los ojos del protagonista pasaban por un lado y después al otro, la naturaleza que le rodeaban era hermosa a los ojos de que saben apreciarlo, no para Vagadus realmente, el solamente parecía estar atento en las zonas las cuales se podría descansar. El escarcha que se le juntaba a la mochila por los cristales que sobresalían a los lados y como lentamente en la parte superior de esta se llenaba de algo parecido a la nieve, eran pequeñas hojas de color blanco. Un sendero tranquilo hacia la ciudad que parecía ser una de las más tranquilas que ellos habían visitado.

-Hey, ¿ya llegamos?- la voz de la pequeña hermana salía del cierre superior, y por la pequeña apertura que tenía observaba todo el camino que recorrieron, hasta se notaba las suaves pisadas de su hermano. ¿Acaso él se enfermaba? desde que lo conoció jamás necesito algún cuidado porque haya contraído alguna enfermedad. Ni siquiera una pequeña gripe. Era extraño como un cuerpo sano tenía una mente estúpida. O más que estúpida era de un solo camino como las aves migrando, pensándolo mejor ni siquiera tenía un camino el cual seguir. Un alma errante, tan solo ella estaba diciéndole a donde ir… ¿Qué haría este dragón sin un guía? tal vez seguiría vagando y peleando… tal vez acabaría muerto… Era un pensamiento triste pero seguro, alguien quien le encanta las peleas sin saber las consecuencias estaba condenado y sabia con anticipación que nunca cambiaria. Ya lo ha intentado tantas veces que no lograba recordar.

-Creo que falta poco, ya veo la ciudad- Ahora Vagadus era quien agarraba el protagonismo aquí, en sus hombros se mantenían las correas de la gran mochila, se figuraba como un caparazón de una tortuga, una coraza de telas, metales, alimentos y algunos recipientes llenos de agua. Algunas bolsas llenas de dinero, alfileres y tela hasta plantas medicinales, parecía una tienda andante. Pasaron montañas y atravesaron campos completamente abiertos y desiertos. Aventuras extrañas, encuentros excitantes, parecía un cuento de hadas cuando uno recuerda todos esos momentos. ¿Acaso estaban en una historia de fantasía? ¿Aquellos cuentos para los infantes? Nanami relacionaba sus pensamientos y memorias con los libros que había leído en los tiempos donde se hospedaban. Le encantaba hacer eso. Vagadus por su lado simplemente pensaba en una buena cama y en los sueños que tendría después, era eso o que tan cómoda estaría la cama del lugar en donde se iban a hospedar, tal vez en sí tendría una taberna o había una cerca disfrutaría de un buen alcohol.

El tiempo comenzaba a avanzar, tal vez era la percepción que Vagadus tenía pero al final llegaron a la entrada de la ciudad. Por lo que podían ver eran edificios, estaba fresco, el aire pasaba de un lado a otro por las calles de la ciudad, los dos observando de un lado a otro, diferentes establecimientos estaban dentro y fuera de las edificaciones, algunos mercaderes en pequeñas tablas de madera vendiendo algunas joyas como artesanías locales, otros más comida y joyas. Buscaban una taberna o una posada, un lugar donde pudieran descansar después del largo viaje que les tomo. Las estructuras que tenían los edificios les parecían bastante interesantes, o por lo menos para Nanami quien siempre buscaba saber más, aquellos conocimientos desconocidos para ella, se preguntaba demasiadas cosas y estaba demasiado emocionada que parecía que se iba a salir en cualquier momento, pero paso que ninguno de los dos se hubiera imaginado.

En un simple abrir y cerrar los ojos, mientras que Vagadus mantenía toda su atención en buscar un lugar donde descansar aquella muñeca había sido robada de la gran mochila. Unos hilos rodearon el cuerpo de Nanami y antes de que pudiera decir algo fue jalada y oculta por el secuestrador, y aunque comenzara a gritar ya estaba demasiado lejos como para que el hermano pudiera notarla. El tiempo pasó de manera usual para él dragón de la ceniza, caminando al azar, pensando en que su hermana estaría dormida.

-Nanami, ¿Puede ser este lugar?- dijo finalmente mientras se encontraba enfrente de una posada, una de las grandes y decentes que existía en el pueblo. Sin respuesta alguna llamó de nuevo -¿Nanami?- ahora era una cuestión, pensando en que nunca se tardaba tanto en contestar. Dejo salir un suspiro y bajo la mochila, colgándose un poco para llegar a la parte superior y revisar las bolsas en donde debería de estar ella.

Nada. Ningún rastro. Ahí estaban sus cosas. Reviso más en la mochila, moviendo las cosas mientras le llamaba pero no habia respuesta alguna. Con angustia miró de un lado y después del otro, sentía como el corazón se le salía por la garganta, ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba? ¿Acaso se habia caído? No era posible, ella le gritaría y hasta lanzaría hechizos para llamar su atención, entonces era otra cosa.

Con la preocupación en su cabeza se acomodó la mochila y comenzó a correr por las calles, su corazón palpitaba a mil por hora. Las horas comenzaban a avanzar, el sol se ocultaba con lentitud y llegaba la noche, la bella luna que iluminaba con su tenue y fría luz. Si en la mañana siguiente no la encontraba comenzaría a destruir todo a su paso mientras gritara su nombre, así de desesperado estaba. El sudor frio recorría su rostro, esa maldita oscuridad, el manto que cubría el cielo, aquel cuyas estrellas estaban pegadas como si fueran estampas y la Luna como el gran foco… no soportaba el pasar del tiempo. Estaba perdido.

Se detuvo debajo de una farola, mirando de un lado a otro de nuevo -¡Nanami!- grito hacia los alrededores y dejo salir un suspiro, rascándose la cabeza con las dos manos, agitando su cabello, estaba totalmente frustrado por perderla y por no encontrarla, ¿Acaso él no la iba a proteger? su única familia estaba perdida.

-¡Vagadus!- grito la hermana desde las manos de la chica que la rescato, y con esa voz inigualable el hermano corrió hacia ella, quedando enfrente y agarrándola, manteniendo la muñeca entre sus manos y su pecho, alegrándose de poder encontrarla que hasta una sonrisa se le dibujo en el rostro, olvidando todas aquellas emociones negativas de hace un momento. –Ya, ya, tranquilo- le dijo con una sonrisa, dando pequeñas palmadas en sus pectorales –ella me ayudo, se llama Neviah-

-Gracias- le dijo a la chica y puso a Nanami en su hombro, estaba sumamente agradecido y eso se podía notar tanto en sus ojos como en su sonrisa. Nanami por otra parte tan solo acariciaba los cabellos de su hermano para apaciguarlo –Necesitamos devolverle el favor- sugirió la hermana -¿Quieres algo en especial? Podemos ayudarte en lo que quieras, estoy en deuda contigo-
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