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Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen]

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Mensaje por Ekaterina Niurka Miér Mayo 24, 2017 1:30 pm

Ekaterina estaba... ¿contenta? No, esa no era la palabra - era difícil encontrar la palabra exacta para esta muchacha, parecía ser que no había una - más bien... simplemente agradada. Se había despertado, como de costumbre, cuando comenzaba a ponerse el sol. Y estaba en una cama. Por una vez estaba en una cama y se la había pagado ella misma. ¡Había estado ahorrando para eso! La noche anterior, había decidido tomarse unas "vacaciones". No le solía gustar estar sola de noche, ya que no estaba acostumbrada, pero la presencia de una cama y un techo lo solucionaba todo. Por esa razón, nada le dolía a la mañana siguiente. ¡Incluso había comido una sopa caliente! Era un lujo que pocas veces podía permitirse, y eso bastaba para darle un poco de buen humor del que normalmente carecía. Es curioso como algo tan simple que a otros les hubiera dado igual era tan importante para ella. Hablando así, parece que era una miserable de buen corazón, que ha conseguido superar las adversidades gracias a su bondad. Pues no. En absoluto. Era una persona despreciable, y los escasos "amigos" que tenía eran por piedad.

Se llevaba fatal, sobre todo, con las chicas de su edad. ¿Por qué no eran como ella? ¿Por qué parecían todas unas niñas mimadas? Las ricas eran las peores, pero tampoco tenía contacto con ellas, pero incluso las chicas pobres tenían una familia, y si no, una pareja, y si no, amigos. Niurka se repetía que no era justo, pero a la gente esas chicas le parecían mucho mejores. Eso lo comprendía. La joven se odiaba a sí misma, se detestaba muchísimo, pues solo era una cobarde y una antipática. ¡Se merecía cosas peores! Pero en su interior se seguía preguntando por qué  y se odiaba por ello, pues la respuesta era obvia: era su culpa y la de su padre.

Nunca había tenido mucha relación con él, lo recordaba como una ausencia. Siempre lejos, y si no, distante. Nunca lo había odiado - no hasta su muerte. Bueno, una vez lo hizo, esa vez que le había costado olvidar. Cuando le anunció la muerte de su madre con aire indiferente. Como si le diera igual. ¿Entonces, por qué habían tenido una hija juntos? ¿Para separarse y no preocuparse del otro? ¿Para abandonarla? ¿Para darle esa vida que estaba viviendo? ¡No era justo! ¡No era su culpa! ¡Era una mala persona, de acuerdo, pero no era su culpa! Nadie podía decir que haber nacido era su culpa, eso sin duda, pero se encerraba en esos pensamientos infantiles y sinsentido para huir de la realidad. Era una chica realista, pero no lo podía evitar.

En todo caso, por una vez, no estaba deprimida. Algo triste, tal vez, pero nada más. Su bolsa se había aligerado desde la noche anterior, y estaba casi vacía, pero había sobrevivido un día y ahora se despertaba dispuesta a ganar más. No sabía qué hora era. Tarde. Se había permitido dormir más de lo habitual y ahora eso le pasaba factura. Esperaba no haber perdido ninguna oportunidad. Salió de la posada sin despedirse - prefería no ser reconocida para evitar problemas, en Karr nunca se sabe - y comenzó a andar. Hacía calor, muchísimo calor. Le gustaba despedirse del frío desgarrador, pero el calor era igual de malo, o tal vez peor. Todo estaba sorprendentemente silencioso. No había nadie. Mala señal. Suelen ocurrir cosas en las noches tan oscuras como esa. ¿Había luna? Tal vez no. O tal vez la hubiera, pero rehuyera a Ekaterina. Se quedó de pie en la calle insólitamente silenciosa para el Sector Rojo. No podía quedarse así mucho tiempo sin que nada perturbara la calma. De repente oyó un ruido que hizo que se le erizara el vello de la nuca.


Última edición por Ekaterina Niurka el Lun Mayo 29, 2017 1:32 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Drakkar Katasros Miér Mayo 24, 2017 3:07 pm

Los últimos días habían sido para el tan monótonos, aburridos e insignificantes que ya llegaba incluso a ser desesperante. Últimamente no había surgido misiones que se le encargaran, aunque esto no era realmente el problema puesto que hace cosa de una semana atrás completó unas cuantas que le permitirían, si quisiera, tomarse su tiempo antes de trabajar. El problema radicaba en que ahora, sin ninguna misión que hacer, sin nadie a quien rastrear, encontrar o asesinar, no tenía nada que hacer. Era estos momentos cuando se daba cuenta que luego de arreglárselas para sobrevivir a su día a día, no había nada más. ¿Para qué es que si quiera intentaba seguir vivo? Simple instinto, resignación a morir, nada más. Realmente no tiene razón alguna para intentar mantenerse de pie. El mismo no veía nada que lo motivase, nada que le gustara, nada que realmente le importara demasiado, es por esto que se había limitado a matar el tiempo con las únicas formas que sabe hacerlo.

Los primeros días libres que tuvo los dedicó, como de costumbre, a desperdiciar el tiempo con algunos dibujos o seguir con sus máscaras. Poco después se aburrió y empezó a salir a ver y participar en esas clásicas peleas callejeras donde pudiera descargar algo de adrenalina, aunque para su decepción se habían vuelto mucho más insignificantes a como las recordaba cuando era un simple niño esclavo abusado por sus compradores. Ya hasta había llegado al punto de ir a encerrarse a distintos bares a beber hasta que se le acabaran los Exos o hasta que lo echaran por qué debían ir a cerrar. Ya solo intentaba perder la conciencia y descubrir lo qué se sentía embriagarse, pero sabía que por más que lo intentara, jamás entraría en ese estado. Era lo bueno y lo malo de tener sus dotes; Por un lado, no tenías que preocuparte de que algún viejo enemigo o algún aprovechador intentara colar algo en lo que tomas o comes para luego hacer lo que sea contigo, al precio de no poder disfrutar jamás de pequeños placeres como el cigarro, una cerveza, drogas...o incluso hasta de los pocos medicamentos que puede ofrecer Karr, cosa que lo ha complicado en más de una ocasión.

Este día no fue la excepción a sus continuos patrones. Fue como siempre a esas peleas callejeras donde suelen enviar a los esclavos a molerse a golpes entre ellos y se metió voluntariamente. Ya ni siquiera le importaba si le pagaban o no por entrar, solo quería desquitarse. Conforme pasaban los minutos, iba acabando con sus contrincantes con relativa facilidad y las apuestas empezaban a inclinarse cada vez más a su favor. Y así duró, hasta que apareció el idiota de turno dispuesto a enfrentarse a el. Por sus ropas, su expresión de idiota engreído, sus múltiples colgantes y cadenas costosas junto a un par de chicas bien vestidas quedaba claro que era un típico chico millonario. Un niño de papi. Se venía a hacer el genial y tan solo verlo empezaba a irritar al peliazul...

Ambos fueron a las esquinas del círculo que el montón de gente formaba. Como siempre y para confirmar que ninguno trajera armas, lo harían solo con unos Shorts, sin si quiera calcetines. En lo que esperaba que el otro chico se alistara puedo confirmar sus sospechas: Hijo de papi. Un señor más grande, maduro e igualmente bien vestido se acercó a Drakkar y le dio una bolsa con una buena cantidad de Exos para convencerlo de que se dejara perder. ¿Era enserio? Era el clásico chico inútil que viene tan solo viene a simular ser el rey del mundo.

Pocas cosas enfadan a Drakkar tanto como eso...

No dijo nada. Tomó la bolsa, y la batalla comenzó. Ambos se veían fijamente con los brazos en guardia y la multitud aclamando por qué uno de los dos saliera de ese círculo tan mal como fuera posible, si era muerto mejor. Mientras el niño rico mantenía esa sonrisa egocéntrica y confiada, Drakkar solo permanecía calmado, serio, indiferente...En un momento dado, intentó dar un golpe a Drakkar y eso fue todo lo que pudo hacer. Lo esquivó fácilmente y respondió con un certero puñetazo entre los ojos, justo donde nace la nariz. El pobre chico sin experiencia alguna en batalla calló al suelo gimiendo de dolor, con la nariz rota y ya sin poder levantarse. Drakkar dio unos pasos hacia el y poco a poco abrió su mano, dejando caer cada Exo que su padre le había dado para dejarle ganar la batalla - Si te veo de nuevo, sigue tu craneo - Fue todo lo que dijo antes de caminar a tomar sus cosas, había tenido suficiente por hoy. Cuando ya se alejaba, el padre lo tomó del brazo furioso y alegando que debía dejarse ganar, que se arrepentiría, que el era alguien importante y...no escuchó nada más, simplemente rodó los ojos y le calló de un cabezazo.

Fue a cambiarse dentro de un baño y para cuando salió, vio algo raro. El circulo de personas ya se había disuelto y ahora habían otras muy diferentes, unas que parecían venir en grupo, uno grande que parecía buscar algo. Mirando a todos lados, comenzó a caminar, confuso de la aparición de tantas personas. Se disponía a cruzar por un callejón oscuro como solía hacer cuando de pronto, algo lejos a sus espaldas, se escuchó la inconfundible voz del padre del muchacho....

- ¡Es el!

- La madre que lo parió...

No tuvo que pensarlo ni medio segundo. Empezó a correr justo después de escuchar esas dos simples palabras y podía escuchar como todas esas personas se convertían en una turba enfurecida que corría tras suyo con el fin de romperle la cara y todo el cuerpo. "Malditos burgueses" Murmuró sarcásticamente para si mismo en lo que corría por distintos callejones y atajos, a veces saltando muros o lo que tuviera enfrente. Tenía una pequeña ventaja: Los hombres que lo siguen parece que no lo reconoce del todo. Tiene dos opciones, esconderse o aparentar ser alguien más. La situación está complicada, no es muy fácil hacer creer a una turba furiosa que es otra persona. Necesitaba algo rápido, y tuvo la suerte de hallar algo...o mejor dicho, a alguien.

A unas cuantos metros de distancia, había una chica bastante joven. ¿Qué rayos hacía sola en estas zonas? ... Da igual, no podía darse el lujo de preguntarse eso ahora mismo. Miró a los lados asegurándose de que no había nadie a la vista puesto que los pasos se empezaban a escuchar cada vez más cerca y, antes de que alguien apareciera, fue directo hacia ella. A medida que se acercaba, metió una pequeña bolsa en su chaqueta de cuero, la cual se quitó y al llegar hasta ella se la colocó de la nada, a la par que posaba uno de sus brazos sobre sus hombros como si la conociera desde hace ya tiempo.

Se acercó un poco más, con la vista totalmente seria (Y muy notablemente pendiente de los ruidos de pisadas por aquí y por allá) para hablar en un murmullo - Sígueme la corriente, y te quedas lo del bolsillo de la chaqueta - No se veía rastro alguno de segundas intenciones en su rostro. Era fácil decir que no le interesaba pasar una noche o algo así. De hecho, ni se había logrado percatar de que era una Meretriz. Quizá por su edad, quizá por tener la mente en otro sitio, o quizá por las dos.
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Mensaje por Ekaterina Niurka Sáb Mayo 27, 2017 9:34 am

En efecto, era difícil que un buen día llegara a la vida de la meretriz, por no decir imposible. Las cosas siempre acababan torciéndose de una manera u otra, como si tuviera un extraño y desagradable poder, o su cuerpo irradiara un aura negativa. Ya se había acostumbrado y ni siquiera trataba de aprovechar los momentos felices. Ese ruido que la había sobresaltado en un primer momento eran pasos. Hubiera sido una buena señal en una noche como tantas otras, pero esos pasos no andaban. Corrían. Al principio pareció distinguir solo el apresurado caminar de una persona. Al poco tiempo supo que no iba sola y que probablemente se tratara de una persecución. Se hubiera apartado, hubiera huído, se hubiera escondido, pero no le dio tiempo. Ella siempre acababa siendo una presa fácil. Es lo que ocurre. Unos cazan y otros son cazados. Las muchachas de quince años, delgadas, bajitas y atemorizadas generalmente pertenecen al segundo grupo. También se había hecho a eso y en general se alejaba, pero si no tenía la oportunidad... permanecía en silencio y lo aguantaba todo. Tal vez por eso siempre era atacada. Ya había aprendido a mantener la calma - al menos más que al principio - o a aparentar tranquilidad aunque estuviera paralizada de miedo interiormente.

El primero ne llegar hasta ella fue un chico alto - aunque a la chica todo el mundo le parecía alto - de pelo azul y apariencia enfadada. Esperaba que no se detuviera ante ella, pero lo hizo. No tenía un aspecto muy amigable... más bien amenazante, aunque solo aparentaba un par de años más que la meretriz. Esta luchó por no encogerse ante esta presencia. Cuando le puso sus fuertes manos sobre los hombros, no pudo evitar estremecerse.

- Oye, págame y te daré lo que quieras.- gruñó velozmente, aunque sabiendo que si las intenciones del hombre eran las que ella creía. ¡Cuán fue su sorpresa al recibir la oferta de dinero a cambio de una pequeña ayuda! Aunque no estaba segura de en qué consistiría, por lo que no aceptó.

En ese instante llegaron dos hombres, uno considerablemente más viejo que el otro, tal vez su padre o su tío. Dos chicas andaban varios pasos más atrás, sin al parecer percatarse de la alteración de sus compañeros. Ricos, claramente. Cómo los detestaba. El odio hacia la clase alta se debía en su mayor parte a su propia situación, no muy favorable. Además todos ellos - incluyendo al peliazul - podrían venir a visitarla una noche en el Sector Rojo y a pedirle - o exigirle - sus servicios. Por muy ricos que fueran, no parecían especialmente alegres, sino más bien todo lo contrario. Por la mirada en los ojos de su "protegido" comprendió que no tenía intención de irse con ellos. Pero, ¿qué podía hacer una simple meretriz como ella? Decidió hacer lo que mejor se le daba: meterse en problemas.

Agarró con firmeza la mano del hombre y se la colocó en la cintura en un gesto veloz, para que pareciera que la estaba cogiendo en una especie de extraño abrazo. Esperó que el peliazul no reaccionar, o al menos le siguiera el juego. Al fin y al cabo, lo hacía por él... y por su dinero. Los hombres la miraron, resollantes y amenazantes.
- Estoy ocupada.- bufó, y señaló al joven con la cabeza.- Es mi cliente, y por tanto está bajo mi protección.- afirmó con aire severo. Tenía que resultar ridícula. - Además, puedo gritar.- añadió de forma algo amenazante. Estaba segura de que, si intentaban atacarla y gritaba, no vendría nadie. O al menos no la ayudarían, o incluso se aprovecharían de la situación. Eran burgueses y ella era una prostituta. No tenía nada que hacer. Pero su artimaña surtió efecto contra todo pronóstico. Los hombres se alejaron lentamente, seguidos por sus acompañantes. Sin duda tenían miedo de que su reputación quedara arruinada. Es la peor pesadilla de todo hombre de influencia, y en los barrios bajos los rumores son veloces.

La meretriz y el joven desconocido se quedaron contemplando cómo se alejaban, en ese extraño y frío abrazo. Con la mano que le quedaba libre, la joven agarró la bolsa, esperando que el hombre no quisiera nada más de ella.
- Ekaterina Niurka.- se presentó, por si acaso alguna vez se le ocurría volver. Siempre era mejor conocer a posibles clientes.- Y va a ser que te acabo de salvar el pellejo.- repuso con el orgullo que la caracterizaba, mientras esperaba que él se apartara de ella... si es que lo hacía.
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Mensaje por Drakkar Katasros Sáb Mayo 27, 2017 3:39 pm

Aquella chica tenía bastante actitud si se tomaba en cuenta que el no era más que un simple desconocido que se le había acercado en el sector rojo a esas horas de la noche. Se veía bastante indefensa para reaccionar de esa forma, por lo que no supo decir si era de esas personas cuya apariencia engaña o si simplemente era algo imprudente e impulsiva como el. Con esa forma de actuar no quedaba en duda que le debería de ser habitual meterse en problemas, pero eso ahora mismo no era algo en lo que pudiera dedicarse a perder el tiempo de analizar ni mucho menos. El mismo ya se había metido en unos problemas grandes y tan solo podía esperar tener suerte y lograr mantenerse seguro por lo menos hasta la mañana, de ahí en adelante se las podría arreglar para mezclarse entre la multitud hasta llegar a casa.

Lo que no esperaba es que antes de que si quiera la joven aceptara los Exos, pudo ver a los dos hombres con el resto de chicas acercándose hacia ellos. Fue solo cosa de verlos para que su expresión de por sí no-amigable se volviera aún más molesta. Miró a otro lado y suspiró para intentar calmar la rabia y permanecer lo más neutral posible. Con tantos de sus hombres dando vueltas por ahí buscando su cabeza, su mejor opción era simplemente fingir ser otra persona, fingiendo haber estado con esta chica desde hace un rato o algo así, aunque francamente era cosa de suerte saber si lo reconocían o no. Antes se habían visto a oscuras y con otras ropas, pero aún así...todo acabaría dependiendo de si le seguía el juego o no. En cuyo caso se vería obligado a hacer algo violento antes de salir corriendo, o volando, lo que le saliera mejor.

Se sorprendió con el rápido movimiento de la rubia aunque no hizo fuerza y simplemente se dejó llevar, ya sabía que había aceptado el trato o por lo menos eso fue lo que creyó. Esperó a que los hombres se acercaran y ya estaba maldiciendo internamente creyendo a medias que esto podría funcionar y a medias que no. Teniéndolos así, de frente, sería extremadamente fácil para el asesinarlos, el problema es que eso no solucionaría sus problemas en lo absoluto si no que los empeoraría. No sería la primera vez que se carga a alguien importante o de mucho dinero, la diferencia es que cuando lo hace lo hace bajo su pseudonimo de mercenario. Si ahora lo hiciera con su propio rostro...está seguro que no podría dormir a sabiendas de que quien sabe cuantas personas estarán interesadas en conseguir su cabeza.

Ya cuando llegaron hasta ellos, asintió ante la afirmación de la chica. Pero internamente deseó morir allí mismo en cuanto dijo estar bajo su protección - ... - No dijo nada ni tampoco se vio inmutada su expresión calmada y neutra, aunque hubiera deseado darse un manotazo en la cara tan fuerte como fuera posible. Y la cosa no acabó allí, si no que incluso a el le pareció una broma eso de poder gritar. "¡YA!, me doy por muerto" era todo lo que pasaba por su cabeza ahora mismo, claramente sin muchas esperanzas en lo que la chica había acabado de hacer. Aunque no se viera, el chico estaba ya con los músculos tensados para reaccionar de forma rápida ante lo que sea que esos hombres fueran a hacer, como llamar a sus hombres, sacar un arma, lanzar el primer golpe...no pensaba ser atrapado o asesinado allí.

La cara de perplejidad y confusión que se le quedó en la cara cuando vio que eso "funcionó" fue enorme y de reojo veía como los hombres se alejaban. Finalmente, se dio ese manotazo en la cara sin terminar de creer lo que había pasado hace unos segundos atrás - ...Cada vez entiendo menos a esas personas - Murmuró más para si mismo. ¿Gritar? ¿Es qué eso les había asustado o algo por el estilo? Sea lo que sea, había funcionado. Los motivos poco o nada importaban ya, lo único que le importaba era no tener a esos idiotas encima por lo menos hasta que pudiera ponerse su máscara y salir por sus cabezas si es que insistían en dar con el. Dependerá de lo mucho que Drakkar pueda aguantar, y digamos que su paciencia es bastante nula. Mucho más cuando se trata de mantener su vida en juego.

- Drakkar...Drakkar Katasros - Se presentó luego de que ella lo hiciera, con la vista aún en donde los hombres habían ya desaparecido sin dejar rastro y por ende, sin mirarla. Aunque luego le miraría de reojo con la ceja arqueada en cuanto hablara orgullosa de haberlo salvado - Si...supongo que debería darte las gracias, de no ser que hasta por esos pocos segundos tuve que pagar - Comentó sarcásticamente separándose y metiendo las manos en sus bolsillos, mientras miraba a todos lados pareciendo olfatear algo aunque para una persona común, el olor sería totalmente normal - Gracias - Dijo tras unos segundos de silencio con un suspiró. Detestaba tener que admitirlo, pero de no haber estado ella allí seguramente hubiera tenido que entrar en los golpes y en una semana tendría a quien sabe cuantos asesinos detrás.

Dio unos pasos hacia adelante, aún pareciendo oler algo asqueroso y finalmente su vista giró completamente a una dirección aleatoria - Tch. Lo siento, pero va a ser que no te podré dejar ir hasta mañana - Dijo repitiendo sus mismas palabras como una pequeña burla, aunque no con muy buen ánimo - Tal parece que aún hay algunos que otros hombres suyos buscándome para eso de no ensuciarse las manos - Se volteó hacia ella, olfateando una última vez el aire - Ahora mismo creo que hay unos...dos o quizá tres alrededor mirando. Y como vean qué lo de recién era mentira ya sabes que me pasa. - Claramente nada bueno. Eka se encontraba ahora en su misma posición, nada bueno resultaría de haberlo ayudado y que los demás descubrieran que habían sido engañados.

- Hmpf. ¿Tendré que pagar extra para que me acompañes hasta la mañana? Sin "otros servicios" - Preguntó con ese desánimo que tanto lo caracterizaba y el que hacía a las personas creer que el era incapaz de sonreír o algo parecido - Si es así, dímelo ya - Dicho eso, fue que le hizo una seña y empezó a caminar. Realmente el sabía que estaba gastando demasiado, pero de todas formas eso era mejor que pagar las consecuencias con su vida o algo. Además, ya se encuentra lo suficientemente harto y cansado como para querer ahorrarse cualquier tipo de regateo o discusión. Ni hablar: Ya hasta está deseando toparse con alguien con quien se lleve mal y no tuviera centenares de guardaespaldas para partirle la cara y así desquitarse por lo menos un poco. Menudos días de mierda se estaba llevando.
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Mensaje por Ekaterina Niurka Dom Mayo 28, 2017 10:03 am

El hombre había permanecido en silencio todo ese tiempo, y eso no hacía más que molestar a la meretriz. Al fin y al cabo, le había salvado la vida, y se había arriesgado a perder el pellejo por un joven arrogante, como le había pasado tantas otras veces. ¿Por qué? Quién sabe. Tampoco es que le encantara ayudar a la gente, más bien todo lo contrario. Decía no mover un dedo por los demás y aun así siempre acababa haciéndolo, ya fuera por impulso, por dinero, por cobardía o por motivos personales. Algún día iban a acabar con ella, y de hecho extraño era que no lo hubieran hecho ya. Estaba convencida de que era la criatura más estúpida e ingenua de todo el Sector Rojo, y ni siquiera eso le preocupaba realmente. De hecho, estaba secretamente orgullosa. Pese a todo lo que le había ocurrido, interiormente seguía siendo una niña pequeña. Se sobresaltó al oír la voz de su recién adquirido compañero.
- La verdad es que yo tampoco, pero la verdad
es que hubieras podido encargarte tú solo antes de ir a que a una mujer pública te salve la vida.
- comentó, cortante. Tenía suerte de que ella también detestara a los niños ricos. Y también tenía suerte de tener dinero. Quién sabe, tal vez el hombre también fuera rico, aunque no lo parecía, pero para ir regalando dinero de esa manera...

- Un placer, Drakkar. ¿Puedo llamarle así?- comentó con sarcasmo.- Siempre es un placer pagarme, aunque me molesta que no sepas apreciarlo.- no pensaba dejarse amilanar por alguien así, tenía que fingir que era alguien fuerte para no meterse en más problemas, aunque no dijo nada demasiado ofensivo para no tener que iniciar una pelea que era imposible que pudiera ganar. Drakkar se apartó de ella y, pese a que hacía mucho calor, la joven se estremeció. El adolescente pareció olisquear el aire. Eso no le gustó. No era propio de humanos, y ella siempre se llevaba mejor con humanos.
- De nada.- comentó, con un aire resignado e infantil.

El siguiente comentario del peliazul le dio miedo, aunque su explicación lo justificó.
- Será un placer... supongo.- comentó algo asqueada. Aunque en parte estaba aliviada. No acostumbraba a pasar la noche sola, y era algo que secretamente le daba un poco de miedo.
- ¿Y bien? - alzó una ceja - ¿Qué has hecho para hacer enfadar a los respetables señores?- tenía bastante experiencia en eso por culpa de su padre, y se olía algo extraño.- ¿A qué te dedicas?- no quería alojarse con alguien peligroso, aunque tampoco tenía otra opción.

Al menos ahora estaba segura de que no tenía segundas intenciones, algo extraño en Karr. Lo lógico hubiera sido haber reclamado más dinero, pero tenía un ligero sentimiento de... culpabilidad. No, decididamente no tenía visión alguna para los negocios.
- Creo que con esto será suficiente.- agitó la bolsa con un suspiro.- Problema: no tengo ningún lugar donde dormir a menos que quieras alojarte en un callejón.
Pero creo que esto será más que suficiente para pagar una posada.
- eso era cierto, salvo cuando se iba a un burdel, cosa que rara vez ocurría. Prefería ir por libre, ya que odiaba al resto de meretrices, en especial a las voluntarias. Ese pensamiento solo pudo ponerle más nerviosa.

Se encaminó hacia un pequeño local cercano. Caminaba rápido, mirando al suelo, esperando que Drakkar la siguiera. Había decidido ir a la que más cerca se encontrara, pues no quería arriesgarse a encontrarse con otros hombres no deseados, como los enemigos de Drakkar. Abrió la puerta, que chirrió. Era un lugar sombrío y poco deseable. Con un gesto, exigió una habitación. No tuvo que dar explicaciones. Al fin y al cabo, era una meretriz seguida de un hombre joven. Subió las escaleras y entró en la pequeña alcoba. Al instante se tumbó sobre la cama. Se sentía agotada, pero no tenía sueño. Al fin y al cabo, acababa de despertarse.
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Mensaje por Drakkar Katasros Dom Mayo 28, 2017 2:00 pm

Arqueó la ceja. ¿Arreglárselas solo? Si que le hubiera gustado hacerlo como mejor lo hace: Solo y por los medios más violentos posibles. Desgraciadamente la situación lo tenía bastante comprometido y por más terco que fuese, no era lo suficientemente idiota como para actuar a sabiendas que tenían a quien sabe cuantos respaldos rondando por allí. Podría con 2, 3, 4, etc...pero llega un punto en el que cualquiera, simplemente cae. Por lo menos y aunque no le gustara para nada tener que recibir ayuda de ningún tipo, no se sentía TAN "en deuda" ya qué de todas formas había tenido que pagar una buena cantidad, aunque de todas formas una pequeña sensación así seguía en el, y eso era algo incómodo. Más no le quedaba de otra que resignarse y aguantarse, por lo menos hasta la mañana siguiente en que ya cada cual fuera libre de hacer lo que quiera y en la que al poco tiempo, muy probablemente, no se volverían a ver. Por lo menos no a no ser que alguna coincidencia ocurriese, pues no es como que Drakkar se interese mucho en...esos trabajos.

- Supongo - Contestó, encogiéndose de hombros. Realmente no le importaba mucho el como fuera que le llamara salvo que diera con ese apodo que tanto le fastidia por alguna razón que tan solo el conoce - Placer o lo que sea, mi billetera no lo aprecia - Dijo en un claro tono sarcástico. Realmente, los ingresos que ahora mismo tenía no eran para nada malo y quien sabe, al ser alguien de hábitos y gustos tan simples tenía tanto dinero sin usar que incluso se las podría arreglar para irse a la capital. Sin embargo, al ser precisamente alguien tan simple, no le interesaba en lo absoluto acabar allá. De hecho hasta le molestaba la sola idea de tener que ir a convivir con personas de ese tipo. Por más raro que pudieras considerarlo, sigue prefiriendo quedarse en esas zonas con todos los riesgos que conlleva a pasar una semana a ir al sitio más lujoso en la capital. Definitivamente la paciencia que tiene para soportar a gente como esa no es suficiente. La prueba es perfectamente lo que pasó hace tan solo un rato atrás: Seguro que se mete en ostias con media población o algo parecido. Nah, ya tiene suficiente con los problemas en los que de por sí se mete semanalmente. O a diario.

- No recuerdo haber acordado que parte de la paga era un cuestionario o algo - Respondió, como siempre, de una forma que fácilmente podría hacer enfadar a alguien mientras se cruzaba de brazos - Le rompí la nariz al niño rico en una pelea donde se me intentó pagar para perder. Su padre se molestó, así qué le rompí la cara. Y no, no me arrepiento de nada - Siendo sinceros, seguramente lo volvería hacer con las mismas personas si es que se le repetía la oportunidad - Que va, trabajo de...lo que sea por lo que me paguen - Confesó, tan despreocupadamente, que difícilmente uno podría relacionarlo al empleo de mercenario a pesar de referirse precisamente a eso. Y por eso mismo lo dijo de esa forma, así no metía, pero tampoco lo decía literalmente - Y cuando no tengo qué hacer...Simplemente vendiendo máscaras o participando en peleas a costa de dinero - Dos oficios realmente contrarios y extraño que los ejecutara la misma persona. Realmente resultaba ver que detrás de esa fachada al chico realmente le gustaba pintar, dibujar...y meterse en problemas, pero eso último ya todo el mundo lo sabe. La segunda opción que había nombrado no era algo muy seguro, sobretodo si se hablaba de Karr en donde muchas veces esas peleas acababan en asesinatos a simples puñetazos. Sin embargo, era lo que sabía hacer, y lo que tenía que hacer. Así como aquí usan a las mujeres para satisfacer sus lujurias, se usaban a los hombres para disfrutar de ver como uno le daba una golpiza a otro. Cada cual tiene sus formas de ganar dinero, aveces mucho, poco, o incluso arriesgando la vida.

Algo que le sorprendió demasiado, fue que no pidiera más. Le miró raro, como si intentara analizarla o ver a través de ella alguna segunda o tercera intención que se le haya escapado. Pero no, no se le ocurría nada. ¿Sería entonces que aún quedaba un alma no completamente contaminada en el sector rojo? Puede ser que realmente no sea una mala persona como lo son casi todos en Karr, aunque tampoco podía sacar una conclusión apresurada fuera para bien o para mal. Simplemente, asintió a sus palabras y le siguió. El lugar al que entraron podría no ser de demasiada calidad, pero realmente no pudo haberle importado menos. Tantos años viviendo en un cuarto putrefacto aislado del mundo exterior había hecho que para el, cualquier sitio con techo pudiera ser un lugar habitable y del cual no se quejaría.

Finalmente, entró en el cuarto que Eka les consiguió y caminó con las manos en los bolsillos a ver la ventana - ...Ya que preguntaste lo que quisiste, supongo que me toca. ¿No? - Se volteó hacia ella, apoyando la espalda contra la pared - ¿Por qué tomaste este camino? Es obvio que no fue totalmente voluntaria esa decisión - Habló, refiriéndose a su trabajo. Principalmente lo decía por lo joven que era, aunque también por el trato que daba. No tuvo en un primer encuentro una actitud tan "agradable", cosa que es común entre meretrices para seducir a sus compradores - ¿Carencia de libertad? ¿Problemas económicos? ¿Deudas? ... ¿Padres? - Empezó, refiriéndose a si era una esclava. Lo siguiente fue más evidente, más terminó refiriéndose a si era una de esas situaciones en las que los padres intentaban hacer dinero fácil con sus hijos. Era raro, pero la forma en que Drakkar la veía no era en menos como suele ser el trato con quienes ejercen esa profesión. No parecía juzgarla, de hecho, le miraba totalmente como a una igual.
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Mensaje por Ekaterina Niurka Lun Mayo 29, 2017 1:32 pm

Estaba convencida de que ese hombre era peligroso, y mucho. Y la descripción de su trabajo no ayudaba. Había oído eso antes, de boca de amigos de su padre. Y su manía de meterse en peleas callejeras... pero, de no haber sido ella débil, ¿no hubiera hecho lo mismo? no era una mala idea. Había conocido a mujeres mercenarias pero... no, no podía. Habían matado a su padre por eso - no era del todo negativo - y por ello la habían condenado a ese futuro. Además, no sabía manejar armas, ni luchar con las manos desnudas, tenía quince años, era delgada, de apariencia inocente aunque no lo fuera, pálida... no tenía madera de guerrera, ni mucho menos de mercenaria. Además, tenía miedo de la ley, aunque era bastante flexible en Karr. A la Reina le daba todo igual con tal de complacer a sus súbditos. Solo de pensar en ella se le ensombrecía la mirada. Tenía un gran sentido de la justicia, pero ella misma era muchas veces incapaz de ser justa. Tampoco era eso importante en una niña cualquiera, así que podía ser así si quería. No tenía muchas oportunidades de expresar lo que pensaba y sentía, la mayor parte de las veces estaba callada, inerte, aceptando todo lo que le viniera, como si de una muñeca se tratara. Sí, tenía mucho en común con una muñeca.

No le molestó la pregunta de Drakkar, estaba acostumbrada y no le costaba contar su historia, ya que había llegado a un punto en que le daba igual recordar. Casi ni se arrepentía de sus actos, convenciéndose de que no era su culpa. Eso era casi cierto, pues era principalmente la culpa de Karr.
- Una mezcla de todo. Padre. Karr. Juventud.- contestó con un amplio gesto, aún tendida y mirando hacia el techo.- Mi padre era mercenario. Os hubiérais llevado bien,
pasando largos ratos partiéndoos la nariz mutuamente.
- siguió, sarcástica. Frunció el ceño - En todo caso.
Mi madre ni siquiera vivía aquí, era de Torava, y no la recuerdo.
Un día murió, así, sin más. Mi padre tuvo problemas en el trabajo y también acabó muerto. No sé. Puede que esté triste, o puede que esté contenta.
- seguramente pensara que era bipolar, insensible o algo, pero todo lo contrario.

- Yo tendría unos... ¿trece años? Algo así. Es curioso cómo me parece tan lejano... casi he olvidado esa vida.- la verdad es que no quería recordar, se negaba a ello. - En aquel entonces yo era una niña guapa, no es por presumir, pues pese a ser pobre... me bañaba todos los días.- rió de forma amarga, pues ya casi no lo hacía.- No quería seguir el camino de mi padre, es más, no podía, era joven, tenía miedo, exactamente como ahora. Muy cerca de nuestra casa, en el límite del Sector Rojo, había un burdel. Se puede decir que no se me ocurrió otra cosa, aunque tampoco pensé mucho. Nunca me había fijado demasiado en el sitio ni en la mirada triste de las mujeres. Simplemente...
tuve esa idea. Y ahora ya me ves.
- repuso con aire casi jovial.

Ya era tarde, y puesto que había ganado ya dinero más que suficiente esa noche, se dispuso a irse a dormir. Se metió en la única cama de la habitación, aún vestida. No se quedó a ver lo que hacía el otro, pues seguramente también dormiría con ella. Le daba igual, estaba más que acostumbrada y le parecía de lo más natural, pero esperaba que no se sintiese incómodo. Y, con esos pensamientos, se durmió.

A la mañana siguiente llovía, pero ella aún no se había despertado. Era la lluvia. Säure Regen. Y ella ya no podía pagarse una noche más allí. En todo caso, estaba profundamente dormida, acostumbrada a dormir de día. Y no pensaba abrir los ojos a menos que la despertaran bruscamente... No tenía pesadillas, no soñaba. Nunca lo hacía. No tenía tiempo. Mientras tanto, seguía lloviendo.
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Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen] Empty Re: Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen]

Mensaje por Drakkar Katasros Lun Mayo 29, 2017 4:35 pm

No creyó que hubiera podido relacionarlo con los mercenarios en un primer instante, aunque estuvo bastante equivocado pues esto sucedió bastante rápido. Sin embargo, evitó confirmar o negar ello, dejaría que la chica especulase lo que sea sobre el. Cuanta menor fuera la información que brindara al respecto, mejor sería para el. Lo último que quería es que se llegara a saber por cualquier medio quien era el eficiente monstruo que se dedicaba a cumplir ordenes a costa de dinero bajo una máscara de conejo negro. Quizá se relajó por creer que no hay absolutamente ninguna forma de como relacionar a su otro yo junto a el y realmente, es verdad. Si alguien diera con la verdad, sería pura casualidad. Salvo que usara sus poderes de forma descuidada ante muchas personas, su identidad estará a salvo. Por ahora.

No fue demasiada sorpresa que su padre fuese un mercenario, en Karr eso podía a llegar a considerarse normal. Lo que si fue un poco más sorprendente, fue que tuviera una madre de Torava. ¿Como es que una mujer de ese sitio tan utópico en relación a este, había acabado con alguno de la tanta escoria que reside en este intento de clan? No se lo explicaba. A pesar de que eso le sonase similar a la propia historia de sus padres, simplemente no entendía como, tan solo se pudo molestar por haber recordado a aquellas personas que una vez llamó padres aunque hubieran sido solo unos pequeños segundos de su tiempo. Otra cosa ligeramente extraña fue lo indiferente que sonó con relatar la muerte de sus padres. Tampoco podría decir mucho de eso, pues su propia forma de hablar acerca de ese tema en vez de triste sería más bien, enfadado. Pero en el caso de Eka ni siquiera era eso, sonaba como si de verdad no le importara, o...como si intentara reprimirlo. Como si intentara convencerse de que no le importa, aunque realmente algo deba sentir. Claro que eso es algo totalmente imposible de averiguar y que tan solo ella sabrá.

Drakkar pudo comprender sus primeras palabras a la perfección, más en cuanto siguió hablando, fue que entró en lo qué Drakkar desconocía por completo. Si bien no hablaba de una ya pasada vida de lujos, lo hacía de una vida común y corriente. quizá incluso...¿feliz?. Su mirada de por sí seria había pasado a verse sombría. No, definitivamente no pudo entenderla, por que jamás vivió una época así o por lo menos no a una edad en la que hubiera sido capaz de recordar. Ya sabía que eso era por lo que pasaban muchas personas en Karr a menudo, perdían sus antiguas y felices vidas por una mala jugado del destino y sin tener ellos la culpa. Sin embargo, pocas habían sido las veces que se había detenido a pensar en ello y muchomenos eran las veces que simplemente se podía llegar a preguntar, ¿como habrá sido vivir de esa forma?. Es una ventaja que muchos tienen, muchos saben lo que eso se siente. Drakkar...no.

- Entiendo...supongo que es todo lo que Karr ofrece - Suspiró, sentándose en lo que sea que tuviera más cerca de la ventana, para quedarse mirándola y así asegurarse de que no hubiera nadie allá abajo esperándolo - "Eso o la muerte" - Murmuró por lo bajo, pensando en voz alta. Fue lo último que dijo, por lo menos en un rato. Tras unos instantes, miró de reojo atrás y pudo notar que ya se estaba durmiendo, si es que no lo estaba ya - Buenas noches - Sonó seco, ya que realmente no estaba acostumbrado a decirlo. Simplemente...se quedó allí, mirando la ventana con un pésimo presentimiento hasta que por la madrugada y sin darse cuenta en lo absoluto, quedó dormido. Había pasado mucho tiempo que no dormía más de 4 horas seguidas o si quiera que durmiese más de 2, más que nada por que no se veía tan afectado por el no dormir y siempre encontraba alguna excusa para mantenerse despierto. Quizá eso, sumado al cansancio que traía consigo después de tantas cosas que sucedían a su alrededor, fueron las que le dejaron dormir un poco más de la cuenta. Aunque no tenía ni idea de lo que significaría para el haber dormido ese poco de más...

- ...

Siente algo, algo que lo despierta. Pero más que una cosa, fue la unión de dos razones que lo hicieron despertar. Lo primero, es el olor. Siente algo extraño en el aire, algo que lo alerta. Lo segundo, fueron los ruidos. Escuchaba como si algo se rompiera, como si fragmentos de lo que sea cayeran al suelo. Algunos se escuchaba más cercanos que otros, algunos incluso parecían ser del mismo sitio donde se alojaban. Pero los extraños ruidos que lo despertaban no acababan ahí, si no que también se escuchaban gemidos de almas adoloridas. Finalmente, pudo reconocer un último ruido en todo eso que le llamaba la atención: El sonido de la lluvia cayendo. No tardó mucho en preguntarse así mismo "¿Lluvia? ¿En Karr" ... y más pronto que tarde, entrelazaría todo y entendería que rayos estaba pasando.

Sus ojos entrecerrados por el sueño se abrieron de golpe y se paró de esa incomoda posición en la que se había dormido. La vista no era para nada acogedora. Algún que otro cuerpo aún vivo había sido atrapado por la lluvia y no podía hacer más que gemir en lo poco que le quedaba de vida. No contento con eso, pareciera ser que donde se habían hospedado esta noche no tenía una calidad tan grande como para aguantar este lugar. Podía escuchar alguna que otra persona refugiada en este sitio, pero mucho menos a los que habían ayer. Era probable que la mayoría hubiese abandonado este sitio en cuanto comenzó la lluvia para buscar otro lugar y tan solo los desesperados decidieron quedarse, a pesar de que es obvio que no dudará mucho y de seguro que en un par de horas caerá, dejando a todos en su interior atrapados y desprotegidos ante la ácida lluvia de Karr.

- Mierda, mierda, mierda.... - Poco a poco, daba pasos para alejarse de la ventana. Si es que la lluvia no había entrado ya a esa habitación había sido de suerte y nada más. No era idiota, no podía perder el tiempo y quedarse allí. Debía encontrar otro sitio para refugiarse. Con algo de suerte podría llegar a su hogar, que hasta donde sabía, se hallaba en condiciones para permitirse mantenerse seguro durante la lluvia. La verdadera pregunta era, ¿podría llegar o moriría en el intento? Estaba claro que entre más tiempo esperara antes de salir, peor sería la lluvia y menores serían las posibilidades de sobrevivir. Tenía que salir de allí, ya.

- ¡Eka! Levántate. ¡YA! - Se giró hacia la meretriz e intentó despertarla con una inexistente suavidad. Más vio que no reaccionaba, y perdía segundos valiosos para sobrevivir - Tch...no tengo tiempo para esto - Se apresuró a ir a la puerta y la abrió con la intención de correr, más al dar el primer paso afuera de la habitación se detuvo completamente - ... - ¿Culpa? ¿Remordimiento? ¿Empatía? Nadie podría decir que pasó por su cabeza o que fue lo que lo hizo detenerse, pero simplemente, no pudo dejarla ahí a su suerte - No puedo creerlo... - Fue hacia Eka y tomó las sábanas desde el extremo de los pies y las arrojó todas a un lado de un simple tirón - ¡YA! ¡ARRIBA! ¡ARRIBA! - Decía con un pésimo humor por el estrés de la situación mientras ponía un pié en la cama y movía su pierna bruscamente hacia arriba y hacia abajo para zarandear la cama y a ella, indirectamente - Hay que salir de aquí pero YA. Apresúrate.
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Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen] Empty Re: Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen]

Mensaje por Ekaterina Niurka Vie Jun 16, 2017 9:43 am

OFF ROL:

Su sueño era un sueño blanco y profundo. Blanco como la nieve que nunca había en Karr y que la meretriz solo había llegado a imaginar gracias a los relatos de los viajeros en las posadas y los antros de mala muerte que solía frecuentar. Naturalmente lo que ella imaginaba no se ajustaba a la realidad, pero sabía que era algo blanco y frío y así eran sus sueños. Normalmente casi no dormía. De día comía con lo que había ganado el día anterior y de noche trabajaba. Si le quedaba un rato libre, se sumía en un sueño ligero, en algún rincón de un callejón oscuro, o a veces, en invierno, se gastaba sus últimos ahorros en una posada. Era un ritmo de vida acelerado al que ya se había acostumbrado, y no le afectaba. Pero esa noche estaba tan cansada que se durmió completamente, olvidando permanecer alerta. Tal vez se sintiese protegida... aunque seguía sin confiar en el mercenario. Al fin y al cabo era un bárbaro, un asesino y... un karr, como ella. No podía negarlo, había vivido sus quince años en Karr. Por más que dijera que no era como ellos o peor, pues además resultaba hipócrita.

Un recuerdo penetró en sus sueños con suavidad, con disimulo, como una mariposa temerosa de ser atrapada. Dos años atrás, más o menos, ella tenía trece años. Una semana o dos después de la muerte de su padre y de que perdiera su casa, tal vez una o dos noches desde que había decidido, sin pensarlo demasiado, hacerse meretriz. Se había visto obligada a salir de su inocente burbuja infantil y solitaria. Nunca se había llevado muy bien con nadie, pero simplemente era una niña pequeña vestida de blanco a la que se le perdonaban ese tipo de cosas. Las calles eran peligrosas y su casa estaba vacía y era segura. Allí podía soñar tranquila. Luego todo ocurrió y acabó allí.

En la calle, la gente pasaba delante de ella, que estaba agazapada con el rostro semi escondido tras sus menudas manos blancas. Había llegado a desarrollar prácticamente una fobia al contacto físico, que le duraría unos dos meses, hasta que finalmente se resignara. A sus quince años, estaba tan acostumbrada que le resultaba extraña la soledad durante la noche. Se veía forzada, naturalmente, a estar con hombres al anochecer, pero por el día, se estremecía cada vez que algo le rozaba. Aún carecía de experiencia y no le habían pasado demasiadas cosas malas. Era incapaz de visualizar su futuro, pero esos dos meses de miedo se los pasó pensando en unos días felices que veía por llegar. Se imaginaba encontrándose con una figura idílica, una niña, un hombre, alguien que le guiara en el camino a una buena vida. ¡Ya se veía como la reina de Karr! Naturalmente, terminaría por resignarse y convertirse en la Ekaterina de los quince años.

Sus sueños se sacudieron, pero no se despertó. Era totalmente ajena al peligro que corría. No era consciente de la realidad, y eso le sentaba bien por una vez. Carecía de imaginación y de esperanza. "¿Para qué?" se decía. Se limitaba a vivir la realidad tal y como era, siendo siempre consciente de lo que ocurría a su alrededor. No ser así podía costarte la vida en Karr. Sintió frío. Mucho frío. Un frío terrible, que le recorría como un oscuro mensaje que le indicaba que algo estaba mal. Abrió los ojos e inspiró con fuerza, como si hubiera pasado un tiempo bajo el mar. Lo primero que oyó fue el sonido de la lluvia. Los karr están acostumbrados. Es como una alarma. Lo primero que vio fue a Drakkar. Su rostro estaba desfigurado. Él también lo conocía. ¿Por qué, pues, no había huido? Es lo que cualquier karr haría en esa situación.

Completamente despierta, sintió cómo el miedo le invadía las entrañas, impidiéndole pensar con claridad. Ya le había pasado otras veces, y, como no tenía un domicilio fijo y todo el mundo intentaba refugiarse, tenía algunas cicatrices en el pecho y la espalda, que intentaba esconder sin mucho éxito. Por mucho que corriera le costaba encontrar un sitio que le abriera las puertas de forma gratuita. Cualquiera le hubiera dejado allí, tumbada en a cama, sin saber lo que estaba ocurriendo. Y ahora estaba confusa por el comportamiento de Drakkar. Se limitó a abrir la puerta de la habitación y a hacerle un gesto al hombre para que le siguiera. No sabía exactamente por qué se ponía al control de la situación, pero no tenía tiempo para pensar.

Bajó las escaleras a la carrera. No había nadie en recepción. Todos habían huido. No era la primera vez que estaba en ese lugar, y ya había divisado una pequeña puerta trasera. La empujó con fuerza y bajó otras pequeñas escaleras con cuidado. Era la entrada a una bodega. Sus paredes eran de piedra y allí no corrían peligro. Se apoyó contra un muro y suspiró de forma ruidosa. Se giró hacia Drakkar.
- ¿Pero a ti qué te pasa?- exclamó. Casi le enfadaba el hecho de que la hubieran salvado. ¡Ni que fuera una inválida! - ¡Podrías haber muerto! En fin... supongo que ahora estamos en paz.- no pensó en dar las gracias. Ella le había salvado de sus enemigos. No le podía pedir nada a cambio... aunque su deuda ya había sido saldada antes, cuando le había dado el dinero. Ahora solo tenían que esperar.
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Mensaje por Drakkar Katasros Sáb Jun 17, 2017 12:30 pm

Off Rol:

Estando ahora en una situación tan precaria como lo era la conocida lluvia de ácido de Karr, era normal que el chico estuviera de mal humor. Eso no hacía más que incrementar tanto al ver lo mucho qué Ekaterina se tardaba en dejar el mundo de los sueños para volver al mundo real, como por lo idiota que estaba siendo el mismo por no escapar y simplemente, dejar que luego se las arreglara sola. Ya había pagado su deuda, no tenía nada más que hacer por ella y al ser una total desconocida, no tendría por qué importarle en lo más mínimo. ¿Por qué entonces, seguía ahí agitando la cama una y otra vez con la intención de que se despertara de una buena vez? No solo lo estaba retrasando ahora, si no qué, si la chica era -Como el sospechaba- nada más que una simple humana, le sería una carga extra cada simple instante en el qué se tuviera que mantener a su lado, protegiéndose de la única lluvia que Karr conoce y que tanto detestan. Tal vez era qué aún quedaba algún atisbo de humanidad en su trastornado ser, aunque eso era algo qué ni el mismo sabía, simplemente algo que negaría cuantas veces fuera necesario.

- ¡Dios! Hasta qué despiertas - Soltó con sarcasmo y un mal humor, muy característico para el. Ya sentía las ansias de querer salir de ese lugar tan inseguro en donde se encontraban y por el momento, no podía pensar en otra cosa. En cuanto Ekaterina se puso de pie y salió de la habitación, el chico no dudó en seguirle, creyendo que quizá sabría por donde salir ya qué a fin de cuentas, era probable que conociera un poco el edificio donde estaban y supiera cual extremo o salida del mismo puede resultar más o menos peligroso, o algo por el estilo. Era una suerte que ninguno de los dos tuviera algo qué tuviera que llevar consigo, ya qué es lo qué menos necesitaba cualquiera de los dos. En una situación común, Drakkar habría estado preparado o ya en algún sitio completamente seguro, pero...no contento con haber tenido ese incidente la noche de ayer, había olvidado completamente las fechas y no se le había pasado por la mente qué este día llegaría tan pronto. Una muy mala jugada por su parte, que ahora podría -O puede- resultar caro.

Le siguió sin tener idea de a donde iban, hasta finalmente llegar hasta una puerta y luego entrar en ella. Tal y como había supuesto, la chica conocía algo este lugar y eso les sería de gran ayuda, por lo menos por el momento. Una vez entraron en esa extraña bodega, el chico se apoyó la espalda con una pared opuesta a donde se encontraba Ekaterina y con un profundo suspiro como si se le hubiera quitado un gran peso de encima, se dejó caer sentado al suelo, mirando al techo sin decir una sola palabra. Creyó que ahora, estando los dos a salvo en ese extraño lugar, tendrían por lo menos un breve instante de silencio -Puesto que no parecía que ninguno de los dos estuviera muy interesado en mantener tipo de conversación alguno- , cosa que acabó siendo totalmente errónea. En cuanto escuchó a Ekaterina, aparentemente molesta dirigirse hacia el, bajó la mirada en su dirección, mirándola claramente confundido y sin entender a que rayos se refería. Más su confusión duraría poco con sus últimas palabras, a lo qué primero se le quedaría viendo un poco sorprendido para finalmente, soltar otro suspiro, esta vez de resignación mientras colocaba los ojos en blanco.

 - Lo siento mamá, no volverá a ocurrir - Habló de forma sarcástica y molesta, siendo el típico tono que ponen los adolescentes comunes cuando son regañados y ya están hartos de seguir escuchando cada discurso de sus padres. Ya había tenido unos malos ratos suficientes con los problemas que se había ganado ayer y la lluvia ácida como para tener las fuerzas o las ganas de intentar dejarle en cara qué le habría sido más fácil dejarla allí o algo parecido. No le interesaba si ese hecho le había agradado, disgustado, o si permanecía totalmente indiferente ni tampoco recibir algún tipo de gracias ni nada. Simplemente....lo hizo, y le gustaría saber por qué - ¿Entonces te molestó que no te dejara arreglártelas sola, o simplemente que arriesgara el pellejo por eso? ¿Qué acaso te sentaría mal qué a alguien le pasara algo por ti? - Dijo más que nada por la curiosidad, pues aunque el mismo fuera una persona que le gustaba hacer las cosas por sí mismo y detestaba tener que recibir ayuda de alguien más, -Razón por la que entendería eso de parte de Eka- ella no le había sacado eso en cara, si no qué le sacó en cara qué "Pudo haber muerto". Probablemente y aunque intentara aparentarla, ella siguiera siendo alguien empática, si es qué en algún momento lo fue - Bah, qué importa...olvídalo - Rodó los ojos y miró a la nada, con ambas manos en los bolsillos. Si a el mismo le molestaba responder ese tipo de preguntas, ¿Por qué debería de responderle? Por nada. De todas formas, tan solo había sido una pequeña duda que le surgió y no era algo a lo que le fuera a dar demasiada importancia.
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Mensaje por Ekaterina Niurka Dom Jun 18, 2017 12:28 pm

La sala era pequeña y estrecha, y solo unos metros los separaban. Estaba casi completamente oscura, menos por un hilo de luz que se proyectaba desde debajo de la puerta cerrada. El ruido de la lluvia era amortiguado por el sólido techo. Por muy duro que pareciera, la lluvia era fuerte y parte del edificio de madera raída podía ceder. En ese caso, nada garantizaba que aguantara. Ese pensamiento invadía a Ekaterina. Las estanterías estaban repletas de botellas de cristal, tan cubiertas de polvo que no se adivinaba el color del líquido que contenían, y en el aire se olía la humedad. Era un olor muy común en el Pueblo... y en el Sector Rojo, pero solo de día, pues de noche las calles se llenaban de gente, de ruido y de olor a alcohol. Decididamente, era mejor no salir después de cierta hora.

Las preguntas de Drakkar le helaron la sangre. Se dio cuenta de que no sabía cómo responder.
- ¿Qué quieres que te diga? ¿"Oh, sí, me importas,
te amo, quiero que vivamos juntos en un castillo, tengamos veinte hijos y seamos felices para siempre"?
- exclamó de forma sarcástica. No hablaba en voz baja, al contrario, gritaba. Suspiró. De pronto, se sintió desarmada, asintió con pesar y se puso a hablar sin ni siquiera darse cuenta de lo que decía.
- ¿Tú qué crees? ¿Acaso te parece que me gustaría que murieran por mí? Sería una asesina. Me da igual que tú lo seas.
Si acabé así fue para no tener que hacerme mercenaria, ¿comprendes?
- hablaba en voz baja, calmada. - Además...- susurró. - Es estúpido que alguien haga algo por mí.- se encogió de hombros sintiendo un nudo en la garganta, pero hizo una mueca parecida a una sonrisa siniestra.
- Sí... olvídalo.- en esos momentos parecía una niña y una mujer terriblemente vieja.

Hacía frío, mucho frío, sobre todo para ella, que había hecho arreglos a su vestido para que fuera más corto. Temblaba sin ni siquiera darse cuenta. El choque de sus rodillas entre sí producía un claqueteo macabro. No había llegado a tener opiniones formadas sobre Drakkar. Éste parecía un fiel retrato de su padre al que tanto odiaba ahora y tanto había querido en su infancia. Sin embargo, no llegaba a detestarlo. Se había arriesgado por ella. Esas cosas no se olvidan fácilmente. No se atrevía a hacer ninguna pregunta. ¿Qué le daba miedo exactamente? Tal vez fuera algo en su mirada, en el tono de su voz... algo que demostrara que Drakkar no era un completo desalmado. Que había arriesgado su propia vida por una meretriz y que aún no había pedido nada a cambio La lluvia seguía cayendo, y aún tendrían que estar juntos un tiempo antes de poder olvidarse de todo.

Hacía tiempo que Ekaterina no lloraba. No se lo podía permitir, casi como si fuera un lujo de ricos. No tenía tiempo para lamentarse y no le merecía la pena. Tampoco tenía muchas razones, aparte de su vida cotidiana a la que ya se había acostumbrado. Y la gente no llora por una costumbre. En ese momento se miraba las manos, pequeñas y blancas, sin hacer ningún comentario. Tenía los ojos húmedos, pero no lloraba. No podía llorar. Tal vez había olvidado cómo se hacía.
¿Quién era Drakkar en realidad? Tenía él algún recuerdo que le atormentara, que lo asaltara en sueños. Ekaterina no, no tenía nignuno, pues no se atrevía a recordar. Recordar puede ser peligroso. Puede ser como abrir una puerta a una vida peor que te aterra o a una vida mejor que te tienta y luego desaparece. En esos momentos, la meretriz, tan acostumbrada a la gente, añoraba la compañía de alguien. Simplemente alguien que estuviera a su lado, aunque solo le rozara el brazo...
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Mensaje por Drakkar Katasros Dom Jun 18, 2017 4:14 pm

Realmente, Drakkar no esperaba que la chica fuera a abrir la boca en lo absoluto. Creyó -Y de hecho, por eso le dijo "Olvídalo"- qué simplemente no le agradaría responder y qué por eso era mejor dejar que no dijese nada que no le gustara pensar, admitir, o lo que sea. En parte tuvo razón, puesto que la pregunta no pareció gustar mucho a Eka, sin embargo erró completamente en pensar que no abriría la boca. Si que lo haría, de hecho, más de lo que el hubiera imaginado incluso habiendo preferido no haber dicho ni una sola palabra. En cuanto la chica empezó a hablar, absolutamente nadie en la faz de la tierra negaría el hecho de qué parecía haberse molestado demasiado, siendo -A vista de Drakkar- bastante exagerada su reacción. El chico simplemente se le quedó mirando en total silencio con una ceja alzada, sin mostrar ni un solo gesto facial más que este, el cual mantenía como si de una simple estatua se tratase. Una vez terminó de gritar aquellas cosas, habló con un poco más de sentido, respondiendo -Por lo menos, indirectamente- a su pregunta. ¿Le molestaba que se arriesgaran por ella? Definitivamente, si. A parte de eso y por ese simple susurro que tan solo oiría gracias a sus desarrollados sentidos, más el gran silencio que los rodeaba y el pequeño eco que podría haber en ese encierro, podría sospechar que no parecía tener demasiada "Autoestima". Para su desgracia, Drakkar no servía como psicólogo, ni como casi nada que no involucrara o pintar, dibujar, o golpear.

-...¿Ya terminaste? - Fue lo único que dijo una vez terminó aquella media explicación, media burla por parte de Eka - Es tan estúpido hacer algo por ti, como es estúpido hacer algo por quien sea - Suspiró. Dejaba en claro su vista con respecto a todo, y a todos: No la consideraba en lo absoluto "inferior" a nadie, al igual que no le veía ni a ella ni a nadie como a alguien precisamente "Superior". Una forma de pensar que aunque le permite ser bastante equitativo, equilibrado y para nada discriminador, le ayuda demasiado a meterse en problemas con gente de mayor prestigio o rango social como el de ayer - Pensándolo así, supongo que puedes considerarme un estúpido. A fin de cuentas, hasta yo se que esos pocos segundos fueron peligrosos - Se encogió de hombros y no se molestó a dar algún tipo de explicación, ya que ni el mismo tenía una. Es cierto que Eka también se detuvo unos instantes para darle ese breve gesto y hacer que le siguiera hasta la bodega en donde ahora se encontraban, pero eso posiblemente había sido para quedar a mano por haberse quedado el allí hasta despertarla...o por lo menos eso era lo que suponía en esos momentos.

De un momento a otro, su mirada se había desviado, aparentemente a nada más que la pared. Por lo oscuro que estaba no se podría llegar a ver -Y de hecho, en primera instancia no lo hizo- Más fue un pequeño ruido extremadamente bajo, acompañado de un muy ligero -Aunque para Drakkar, desagradable- aroma, que le llamó la atención de inmediato. No dijo nada y moviendo bruscamente la mano al suelo, logró agrietar un pequeño trozo del suelo de la bodega, sacando de esta un pequeño trozo, como una piedra de cemento. No dijo nada y no prestó atención a Eka en lo que se acercaba a esa pared y pudo verlo mejor - Una gotera - Soltó, al ver la única y muy delgada gota que había provenido desde el cielo de la lluvia de Karr. Era un pequeño agujero, enano, casi imperceptible y realmente dicha gota debió de tener bastantes coincidencias para poder llegar hasta aquí -Pues no había absolutamente nada más- Pero claro, precauciones había que tomar. Drakkar rompió la roca al apretar la mano en un puño, para achicarla más para incrustar un trozo de este en el agujero y así taparlo, por si acaso - Eka, tu eres una humana. ¿Verdad? - Volteó a verle de reojo y luego de rodar los ojos, soltó un profundo suspiro de resignación y se quitó la chaqueta negra para luego, lanzarla en su dirección - Solo colócate esa cosa. Si alguna otra gota sale de la nada y te cae, con eso evitas que te llegue directo al cuerpo. Después de todo y si estamos los dos aquí, me vendría mal qué la lluvia se encargue de deshacerse de ti. Literalmente - Si el mismo no se preocupaba por las gotas ácidas, no era por qué el fuese invulnerable a ella ni mucho menos, tan solo el sabía qué por "unas simples gotas", el podría regenerarse al cabo de un tiempo y podría soportarlas. Sin embargo, Eka era una humana, si tenía mala suerte y caía una gota en el lugar indicado, podría morir instantáneamente o sufrir más daño del que quisiera. Más si hablaba totalmente sincero y le daba la chaqueta bajo esa excusa, o se la daba por el frío que empezaba a hacer en ese sitio...era algo qué, simplemente, sería imposible adivinar. Después de todo, ¿Quien rayos podría saber qué pasa por la mente de Drakkar en realidad?.
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Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen] Empty Re: Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen]

Mensaje por Ekaterina Niurka Lun Jun 26, 2017 9:36 am

- He de admitir que tienes razón. Es mejor dejar que mueran todos.- murmuró con sarcasmo, aunque dudaba que se le hubiera oído. Miró a Drakkar. Le daba miedo. Aunque la verdad es que todo el mundo le daba miedo. Una de sus grandes metas era dejar de sentirse vulnerable. Difícil en una sociedad que le recordaba todo el rato que lo era. Sangre había pasado por las manos de ese hombre, y al verle en el Sector Rojo dudó que no hubiera acudido a ella alguna vez, aunque casi nunca recordaba los rostros de los hombres. No era algo que quisiera recordar, a decir verdad. Si pudiera olvidarlo todo, lo haría, sin lugar a dudas, y empezaría de cero. Aunque eso tampoco serviría de mucho, pues no hay nada que pudiera cambiar. Tenía que concentrarse en la realidad. Se había dejado el dinero arriba así que seguramente no lo recuperara. El lugar no era especialmente seguro y además se hallaba repleto de frágiles recipientes de cristal. No tenían comida ni nada que beber aparte del líquido misterioso. La joven era una adolescente y tenía una escasa resistencia al alcohol, pero estaba sedienta. Tomó una de las botellas al azar y bebió un sorbo. Le ardió la garganta. No sabía lo que contenía. Bebió un poco más. Le daba igual sentirse mal en el futuro, ya que, al fin y al cabo, había decidido vivir el presente.

El sonido rítmico de una gotita de ácido retumbaba en el lugar y hacía que se le erizara el vello del cuello. Pese a que la lluvia ocurría todos los años, aún no se había acostumbrado. También se oía el chisporrotear de las gotas en el exterior, amortiguado por las paredes del lugar. Cada vez que se oía el ácido en el interior, introducido gracias a un pequeño orificio en el techo, Ekaterina se estremecía. El lugar no era seguro. ¿Cómo podía una gota atravesar el edificio hasta caer allí? Säure Regen es poderosa. Säure Regen domina a todos los Karr, incluso a la Reina. Nadie sale de casa con Säure Regen. Nadie menos los que no tienen casa, naturalmente. En otros Clanes tal vez se rieran del miedo de los karr. Tal vez se rieran de ver a sus enemigos dominados por la lluvia. "¿Qué sabrán ellos?" repetían los karr, mientras se refugiaban donde podían.

- Sí que soy humana, ¡y tanto! Soy lo más humana que puedas encontrar por aquí.- se estremeció. Detestaba a los seres sobrenaturales. Le resultaban inquietantes. - Tú no lo eres.- afirmó, como si de una predicción se tratara. El apodo le había resultado extraño. Drakkar le lanzó su chaqueta, y la meretriz no pudo más que sorprenderse. Se la colocó sobre los hombros, con una mueca desconcertada.
- Uh... gra...gracias.- murmuró. Ella nunca daba las gracias. ¿Por qué hacía esto? ¿Por qué hacían los dos esto? La chica tenía ya algunas cicatrices por culpa de la lluvia en el pecho y en la espalda. Se las hubiera enseñado, pero hacía frío. Era lo único que lo evitaba, pues hacía tiempo que había perdido la vergüenza. Se limitó a aceptar la chaqueta con... con una sonrisa, por extraño que pueda parecer, aunque en la oscuridad no se viera con claridad. Allí nadie se comportaba como debería, ¿qué les pasaba?
- ¿Has venido a mí alguna noche?- preguntó directamente. Era simple... curiosidad. No pretendía juzgarle. Aunque seguramente lo hiciera. No se llevaba bien con sus clientes.
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Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen] Empty Re: Amenazas [Priv. Drakkar // Säure Regen]

Mensaje por Drakkar Katasros Miér Jun 28, 2017 1:15 pm

Incluso en cuanto vio la pequeña gota de ácido atravesar la pared, no pareció que Drakkar se alterase demasiado. Los años le habían ayudado -O obligado- a casi no sentir miedo, o en las pocas ocasiones qué lo sintiera, disimularlo completamente. Siendo alguien qué vive a base de los enfrentamientos y el asesinato, ¿No es obvio pensar qué algo como el miedo debe desaparecer en el? Si de por sí es malo sentir miedo ante alguna misión o enemigo, es peor cuando aquella persona se entera de ello. Pequeños detalles como esos son los qué a veces le hacen dudar de si realmente sigue siendo una persona, aunque ya casi tiene aceptado qué eso de su "humanidad" es algo qué dejó atrás hace mucho tiempo...por lo menos en gran parte, pues siempre hay algún fragmento de ella misma qué ha sido incapaz de deshacerse. Es irónico como su forma de pensar es siempre qué entre más "Humano" o "persona" sea alguien, más débil sea, algo qué llega a despreciar...y aún así, el mismo no logra escaparse siempre de pequeños actos como lo serían cuando se quedó arriba intentando despertar a Eka. Quizá y esas sean alguna de las razones por las qué a veces el chico llega a despreciarse a sí mismo, o por las qué hace todo lo posible por mantenerse aislado de cualquier tipo de "Amistad" o lo que sea...Aunque hayan cada tanto y en contadas ocasiones, algunas excepciones.

¿Lo más humana que pueda encontrar? Lo decía como si eso para el fuese algo bueno. No, no lo era, o por lo menos no para el punto de vista de Drakkar qué se resumía en solo "Sobrevivir" - Claro qué no - Respondió ante la afirmación de la chica - "Puedes considerarme hasta un monstruo o una aberración, como gustes" - Murmuró, pensando en voz alta. Realmente no se había dado cuenta de qué lo había dicho y no le importaba mucho si le había logrado llegar a escuchar o no. Esas dos formas de describirlo eran las más frecuentes en su caso y las qué más solía escuchar por parte de todos. Algunos, le decían aberración por aquella "repulsiva" mezcla de razas que dio origen a su vida, o simplemente se limitaban a decirle monstruo aquellas víctimas qué intentaban escapar inútilmente de sus garras, poco antes de quitarles la vida. Nunca los escuchaba, no les prestaba atención, aunque eso no negaba qué probablemente, la razón la tuvieran. ¿Monstruo? Si, seguramente era la palabra qué mejor encajaba en el la mayoría de los casos. Un monstruo....con leves rasgos de humanidad. No algo qué te encontraras muy fácilmente en Karr, pero...no algo qué podrías llegar a llamar "Bueno" de ninguna forma. O bueno, por lo menos, no del todo.

Escuchar ese gracias lo desconcertaría un poco, pues no era algo qué se hubiera estado esperando. Le miró de reojo y bajó un poco la cabeza en señal de un "De nada", puesto qué de muchas palabras el chico no era. Probablemente por la oscuridad tampoco es qué se viera demasiado, pero no era de tanta importancia tampoco un gesto como ese . Y sobre lo de si ya la conocía...ni hablar, no es como qué Drakkar estuviese muy metido en ese mundo, por no decir qué simplemente ni se había asomado a ello - ¿Yo? No, en lo absoluto -Habló, con ese tono tan neutro qué lo caracterizaba, mientras apoyaba la espalda y la suela de uno de sus zapatos sobre la pared qué tenía detrás - No me interesa el sexo. Nunca lo ha hecho -Se encogió de hombros, restándole total importancia a algo tan vano como eso. ¿Qué importaba? Simplemente, jamás se había vuelto envuelto si quiera en la curiosidad como para ir a buscar a alguien por el sector rojo - No tengo demasiados años siendo alguien "libre" como para perder mi tiempo en algo qué simplemente...no me interesa - ¿Cuantos años había sido el nada más qué un misero esclavo? ¿Cuantos años llevaba ya actuando por su cuenta, de forma libre? Esta última pregunta se podía responder con nada más que los dedos de una mano - Bueno...si es qué se le puede llamar libertad a este asqueroso clan - Repuso con un pesado resoplido, alzando la vista al techo, donde podías escuchar la fuerte lluvia amenazando cada instante con botar el sitio abajo y acabar con sus vidas en menos de lo qué canta un gallo. ¿Qué podía decir? No habían muchas cosas qué pudieras hacer en ese infierno, ni muchos instantes en los qué pudieras relajarte y decir "Estoy seguro". Este clan, Karr...te obligaba a dormir siempre con un ojo abierto y con un arma escondida entre las ropas, por qué sabías que en cualquier momento podrías pasar a formar parte de la pila de cadáveres qué este sitio genera como si fuese una producción en masa.
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Mensaje por Ekaterina Niurka Jue Jun 29, 2017 9:03 am

Ekaterina pensó sobre las palabras de Drakkar, y llegó a la conclusión de que no era justo juzgarle. Había recibido insultos incontables veces en su vida, y sabía de sobra que no servían para nada. No te informaban de nada que no supiera, y además, ocasionalmente, herían. Aunque visiblemente a Drakkar le daba igual, y la joven no sabía cómo descubrir si esa actitud reflejaba en verdad sus sentimientos. La gente fingía. ¿Por qué? Es algo que no se ha llegado a descubrir, pero no puedes encontrar a nadie que no finja. La meretriz se consideraba la reina de la mentira, pues, pese a que no consideraba tener nada que ocultar, la mayor parte de las veces prefería callar a decir la verdad. No le gustaba sentirse vulnerable, aunque estaba segura de que todos en el Sector Rojo conocían todos los secretos de los que carecía.
- No tiene sentido llamarte monstruo. Si fuera cierto,
tú ya lo sabrías. Y si no lo fuera, no serviría de nada decirlo, estaría mintiendo y tú también lo sabrías.
- razonó la adolescente. No era alguien especialmente sabio. Era normal. Las duras condiciones la habían vuelto inteligente. De no haber sido por eso, seguramente hubiera acabado como una inútil, pues tenía todas las características necesarias. Su inmensa candidez, su inocencia perdida, su incapacidad para defenderse, para tener pensamientos profundos y ver más allá de lo que hay en realidad.

Aquí ha llegado el momento de hablar de algo importante en el personaje, su aspecto físico. Debido a su oficio, podría pensarse que se trataba de una chica guapa. Es una idea equivocada. No era hermosa, ni siquiera agradable. Acababa de perder la transparencia que envuelve a los niños. Parecía un fantasma, una aparición portadora de un mal augurio. Ella era la palidez de la vejez, la suciedad de la pobreza y la claridad de la juventud. Si la imaginabas fuera de Karr, daba miedo. Allí, tristemente, era normal. La expresión de sus ojos era turbia, como las aguas de un río bajo el viento que anuncia una tormenta. Pero al fin y al cabo ella era barata y joven, y por eso aún no estaba muerta.

La siguiente respuesta del joven la dejó sorprendida. Estaban en Karr, no era normal. Rió, pero no pretendía ser una risa amarga. Sacudió la cabeza.
- ¿Nunca? Empiezas a caerme bien... Eres listo.
Si hubiera más gente como tú aquí, yo ya estaría muerta.
- eso no era cierto. De ser así, ella hubiera tenido una vida mucho mejor, más honesta, más... noble. Hubiera podido permitirse tener orgullo. Drakkar no terminaba de desagradarle. Al fin y al cabo, tampoco parecía tener orgullo.
- ¿Libre?-¿acaso él no había sido siempre libre? prefirió no preguntar.- Tienes razón. Aquí no se puede ser libre... a menos que seas la Reina, claro.- profirió la palabra "reina" con todo el odio que contenía por su monarca. - En todo caso, yo me considero una esclava. Soy la esclava del pueblo.
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Mensaje por Drakkar Katasros Vie Jun 30, 2017 11:40 am

Arqueó la ceja en cuanto la chica dijo qué le caía bien, y que por gente como el, ella ya habría muerto. Se encogió de hombros, pues a saber si eso sería verdad. Si hubiera más gente como el.... ¿Habrían más o menos muertos? Era difícil plantearselo. Por un lado, el se mantiene prácticamente aislado de todo y todos como para meterse en muchos líos, diferenciándose en gran parte de la mayoría de los Karr qué siempre buscan problemas, ya sea para impresionar a alguien, hacerse el tipo rudo, el tipo genial, o simplemente para conseguir algo de dinero a base de intimidación o golpizas. Por otro lado, el no deja qué nadie le tome un simple pelo y no va a dudar en llegar a cualquier extremo por acabar por derriba de quien sea que se le intente cruzar por el camino. No es alguien qué busca problemas, pero tampoco es alguien qué podrías considerar pacífico. No es alguien de quien debes temer...si no lo has cabreado o no has intentado sobreponerte a el. ¿Buena o mala persona? ¿Justo o desgraciado? ¿Ángel o Demonio? Entre más lo llegas a conocer, más te das cuenta qué por más que a primera vista puedas considerarlo siempre con las segundas opciones, acaba estando siempre parado en la mitad de ellas. No es alguien fácil de entender, ni tampoco de tratar, es diferente y al mismo tiempo igual que el resto de Karr, solo depende por donde lo mires. Claro que no le importa matar...siempre y cuando haya una real razón para ello, ya qué y aunque pocos lo saben, no ha matado nunca a alguien "inocente".

- Hmp - Hizo un ligero ruido con la boca, en una pequeña señal de molestia. Si algo compartían ahora, era el desprecio que tenían por aquella mujer qué se había hecho con el poder hace tantos años atrás. Si había un tipo de persona qué despertaba en especial el odio de Drakkar eran precisamente aquellas personas con mayor "Poder" o "Influencias". Irónico si tomabas en cuenta qué ese era la mayoría de las veces las personas que lo contrataban, y más irónico aún qué ese tipo de personas fuera las qué más habían muerto bajo sus manos. Ante sus ojos, la mismísima reina no era más que otra millonaria de Karr, la mayor, más específicamente. Fuera de eso, no la veía como nada más. No le temía, no la admiraba, ni siquiera la respetaba, simplemente actuando el como un civil evitaría cualquier tipo de acercamiento con ella para evitar problemas y como Black Rabbit, como siempre, no se molestaría en sostener ningún tipo de conversación formal, ni siquiera por sus servicios. ¿Por qué debería? A fin de cuentas, ese es el tipo de persona que odia y su paciencia nunca ha sido demasiado buena como para tener qué molestarse en actuar con una buena cara ante ellos - Ya somos dos - Suspiró - Creo que nunca he dejado de serlo...simplemente, comencé a decidir yo quien me da las órdenes - Era la cruda realidad. A pesar de no aclarar qué había sido antes de volverse un mercenario, ya debía de empezar a ser evidente. Si bien mayormente cuida sus palabras para evitar dar información de más, ahora no lo ve del todo necesario, después de todo si ella le contó sin importancia su historia el tampoco le daría demasiada importancia a cuidar la suya bajo un secreto. ¿Y por qué entonces no la ha contado? Simple. Tampoco lo ve necesario. Si no ha demostrado mucho interés en el tema, no será el quien hable de eso por qué si, precisamente por qué no lo ve ni de relevancia o importancia...y buscar mantener una conversación no es ni nunca será precisamente lo suyo - Aunque, supongo qué de todas formas es mejor eso qué rendirse y morir. ¿No es así? - Se encogió de hombros. Podrían ser unos desgraciados, vivir en la miseria y en el sufrimiento de Karr, ser según muchos más una "Cosa" que una persona, pero...eran lo suficientemente fuertes para aceptar eso y continuar con vida. No es raro pensar en la cantidad de suicidios qué han de suceder quizá a diario por ser incapaz de soportar todo. Es algo bueno qué les podías sacar a muchos en Karr con esos dos incluidos. Aunque no lo parece siempre, pueden acabar siendo bastante "fuertes", a su manera.

Drakkar ojeaba con la vista como podía la oscura habitación, temiéndose lo peor. Efectivamente aquellos líquidos extraños qué ni se molestaría en probar eran lo único qué tenían a la mano ahora mismo, y estando encerrados los dejaba en una situación considerablemente peligrosa. ¿Qué podrían hacer? Con lo qué duraba la temible lluvia de ácido, era probable qué si no se las ingeniaban de alguna forma y si no morían por qué la lluvia atravesara y destrozara aquel refugio que tenían, fallecieran por deshidratación, por hambre, o en el peor de los casos y que podría estar ocurriendo ahora mismo sin qué se dieran cuenta, qué hayan ahora mismo un par de gotas de ácido disolviéndose detrás -O dentro de- las paredes de aquel sitio y qué el aire tóxico se encargara de corroerlos desde dentro. Por lo menos por el momento no había notado nada raro y es precisamente por eso qué el chico se había mantenido tan alerta cada instante, a pesar de no parecer necesario. Está totalmente pendiente de lo qué es capaz de olfatear o de lo qué es capaz de escuchar, eso le podría dar una advertencia. Pero...si cualquiera de las opciones empezaba a pasar. ¿Qué harían? ¿Como rayos podrían salir y sobrevivir para contarlo? - ...No podemos quedarnos aquí hasta qué acabe la lluvia, o moriremos de todas formas - Repuso con no muchos ánimos. ¿Estar allí encerrados? En el mejor de los casos, la lluvia duraría solo tres días. En el peor....una semana.
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